martes, 13 de noviembre de 2012

"Preferiría no hacerlo"



  No sé cómo será en otras partes del mundo, pero acá, lo que llaman "capacitación laboral" es frecuentemente un curro muy bien montado para quien la imparte. Difícilmente se puede considerar a esa persona como a un trabajador. Todo lo contrario: la idea de la empresa en general es contratar a un capo, una autoridad en materia de temas tales como liderazgo, relaciones interpersonales, eficiencia, asertividad, resolución de conflictos y optimización de recursos, que viene laureado con muchos títulos con abreviaciones indescifrables, muchas siglas y palabras de la jerga de los negocios en inglés, y que va picoteando de empresa en empresa para impartir en todas más o menos el mismo curso, a un horario en el que los empleados ya están quemados y difícilmente puedan aprender algo, aunque viniera alguien con algo útil y aplicable para aportar.

  Me encantaría escribir ficción para plasmar estas anécdotas, pero resulta que la realidad siempre la supera. De todos modos, coincidentemente, estoy leyendo el relato Bartleby, El escribiente de Herman Melville, y no puedo dejar de pensar en el protagonista y su inquebrantable serenidad y mansedumbre ante cada requerimiento de su empleador, al cual contesta "Preferiría no hacerlo". Lamentablemente, los empleados del siglo XXI no podemos hacer semejante despliegue de autodeterminación sin terminar de patitas en la calle cuando se nos somete a ciertas técnicas de capacitación  laboral como la que paso a detallar.
  
  La semana pasada mi esposo estuvo llegando más tarde que de costumbre a casa, que suele ser tarde y a horario incierto, debido a uno de esos cursos de capacitación de equipos de alto rendimiento. Se presentó una señora en su lugar de trabajo con la propuesta de fortalecer los vínculos entre el personal a la hora de trabajar en equipo. La primera propuesta fue la de sentar a una veintena de personas en grupos, con cada conjunto formando una herradura, de manera tal que el miembro que quedaba en el centro de su herradura tenía que confesarle al resto algo que ellos creían debía aceitarse para el mejor funcionamiento del trabajo diario con los demás. Esta persona debía rotar cuando la tutora lo anunciaba, a los gritos, aún a pesar de estar interrumpiendo lo más jugoso que se tenía para decir, y otro debía tomar la posta.

  Cuando le llegó el turno a mi esposo, comenzó con su lista de puntos a mejorar, y la tutora se dio cuenta de que se le estaba haciendo muy largo, siendo el timing un factor esencial en la planificación de actividades grupales y didácticas, por lo cual decidió acelerar los tiempos, interrumpiendo a quienes se estaban confesando justo cuando apenas habían dicho un cuarto de lo que tenían en el buche. Mi marido, un tipo que cree en la resistencia pasiva y el principio de no agresión al mejor estilo Gandhi, se negó decorosamente a concluir, considerando que se trataba de una falta de respeto y un avasallamiento por parte de esta señora, a quien también se la señala como "facilitadora de procesos de coaching". Entonces, para hacerle la cosa más fácil, la señora llena de títulos, que la levanta en pala por aportar tan brillantes iniciativas a las empresas, no tuvo mejor idea que pegarle un pellizcón a mi esposo para que abandonara el centro de la herradura y cediera ya la palabra a un colega que se encontraría con la misma restricción mezquina de tiempo. Fin de la jornada: un moretón en el brazo y mucho cansancio.


  Al día siguiente, la reunión estaba pautada en una sede a la que mi esposo debió trasladarse en su propio vehículo y nuevamente como extensión de su horario habitual de trabajo, cosa que desde ya no se contempla remunerativamente, ya que se trata de "capacitación laboral". Esta vez, la facilitadora había atado una soga a 1,90 m del suelo por sobre la cual todo el staff debía colaborar en ayudar a cada miembro a pasar, imaginando que ésta representaba un muro sólo franqueable de ese modo. Estamos hablando de personas adultas, algunas con un estado físico paupérrimo debido a sus vidas sedentarias a causa del trabajo, y otras con algunos problemas de índole física que no les permiten realizar semejante hazaña para demostrar cuánto les importa su empresa y la colaboración entre pares. Por lo tanto, todos los ojos se posaron sobre los machos más jóvenes de la manada, entre ellos mi esposo, que tuvieron que forcejear con cuerpos de entre sesenta hasta más de ochenta kilos para poder sortear el obstáculo físico y metafórico que reforzó una gran enseñanza: nunca te rompas los huesos por un compañero de trabajo, ya que terminarás el día con una lumbalgia inmovilizante que no te dejará pegar un ojo en toda la noche y más cansancio que la jornada de capacitación anterior.

  Una vez concluido el curso, se retomó con la rutina habitual de trabajo, que implica tomar decisiones peliagudas en esta época del año en la que hay numerosas y largas reuniones con clientes difíciles. Se pusieron de acuerdo un superior y él en ser inflexibles en la decisión de renovar contrato con cierta persona que oponía resistencia. En medio de la reunión, su superior cambió su discurso de buenas a primeras, y dejó a mi esposo en el aire, cayendo al suelo sin lograr salvar el obstáculo de la soga que aún tenía en mente y en el dolor de espalda que lo mortificaba. La persona que reculó es uno de los pesos más pesados de la empresa, de quien partió la idea de trabajar los vínculos entre colegas con una experta y, por ende,  la mayor responsable de la lumbalgia, la jaqueca y el agotamiento que quedaron como ganancia de la capacitación laboral.

  Lo que mejor se aprende de este tipo de actividades es que evidentemente hay gente que nace con estrella y otros nacen estrellados. ¿Quién no desearía encontrar un filón así que le permita hacer como que trabaja diciéndole a los demás cómo hacerlo? De acuerdo a todos los libros que inundan las librerías y supermercados acerca de cómo ser exitoso en los negocios, algunos se focalizan en las características que lo impiden. Son precisamente las que despliegan personas como el superior de mi esposo o la señora facilitadora, quienes intentan capacitarlo para que él y sus compañeros les proporcionen éxito a fuerza de regalar su tiempo y vender su alma, su osamenta y su descanso al trabajo. Algunas de ellas son: falta de capacidad para organizar detalles, no ser un buen ejemplo a seguir, considerarse por lo que se supone que saben en lugar de por lo que hacen con lo que saben, falta de visión y sensatez, egoísmo, énfasis en su posición de superioridad  y deslealtad. Y para encontrar gente con tal dechado de virtudes sobre nosotros no hace falta ningún tipo de capacitación.


A boca de jarro

23 comentarios:

  1. Desde luego, se ha desarrollado todo un mundo ficticio repleto de términos absurdos alrededor del management y los recursos humanos. En teoría se busca optimizar esos recursos de cara a una mayor eficacia y eficiencia, que según los expertos no son la misma cosa.
    Y claro que hay gente que vive de eso y habla utilizando ese lenguaje, que, por cierto, no es el lenguaje de la calle.No es el lenguaje que utiliza el ciudadano.
    Puede que lleguemos a ver conversores inútiles del lenguaje que expliquen el vacío. Para el alcalde de mi ciudad todos sus proyectos son "ilusionantes, coparticipativos y eficientes". Todos.Ya lo dice como quien recita de memoria una oración o la tabla de multiplicar.
    Tras las últimas elecciones por aquí escuché a un responsable político en tv afirmar que no había ganado las elecciones debido a un problema de comunicación.De transmisión del lenguaje que había impedido al ciudadno comprender lo maravilloso de sus propuestas.
    Es una forma como otra cualquiera de llamarnos tontitos a todos y de justificarse. Igual quien no le votó le entendió demasiado bien aunque sus ideas vayan encubiertas en ese lenguaje tecnócrata.
    Lo que le pasó a tu esposo es indignante. Ahora resulta que debemos batir records de tiempo a la hora de expresar lo que no está bien. Otra forma de ocultar verdades. Excelente texto Fer. Un abrazo.

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    1. Te extrañaba, Víctor.

      Hay también muchos cursos de comunicación, "Cómo hablar eficazmente", por ejemplo, un libro que veo en un marcador de páginas que me obsequiaron con el relato de Melville.

      No quise incluirlo en la entrada para no extenderme, pero cuando mi esposo le comentó sobre su experiencia a un colega de otra empresa, éste le contó acerca de un curso de capacitación en team work que terminó en tragedia: se llevaron a diez ejecutivos al medio del campo a empujar una camioneta para sacarla del barro, donde había quedado atascada. Uno de ellos sufrió un infarto: ¡mira si no será indigno e indignante!

      Un abrazo y muchísimas gracias por tu aporte.

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  2. Estimada. Antes de entrar al tema en sí mismo permitime unas pocas consideraciones que resultan de la lectura. ¿Qué asociación harías con estas palabras?: marido, macho joven, llegadas tarde, marcas de pellizcones, lumbalgia... jajjaja, sólo una broma, estimada.

    Lamentablmente las capacitaciones que las empresas imparten (con excepción de las específicamente técnicas e imprescindibles), ya sea con personal propio o contratado sobre temas de relación humana, poco tienen de valores humanos en su espíritu y absolutamente nada a la hora de su aplicación. Se entiende como una empresa exitosa a aquella que maximiza sus ganancias a través del óptimo /máximo aprovechamiento de sus recursos por lo cual, las capacitaciones están dirigidas al mejoramiento de la utilización de los recursos (humanos entre otros) y no a su satisfacción.

    La fauna que se ha desarrollado a la sombra del negocio de las capacitaciones, está conformada por un grupo de oportunistas free lance que se supieron relacionar con otros oportunistas con empleo fijo. Si bien hasta el momento las capacitaciones poco o nada me han dejado, debo reconocer que no me ha tocado ningún/a facilitador/a con tan poco tacto como la que mencionaras.

    El dejar a las personas "colgadas del pincel", es una práctica lamentablemente demasiado habitual y demostrativa además, de la pérdida sostenida de los valores personales y sociales.

    Un beso grande, gracias por la claridad y valentía y perdón por la humorada.

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    1. Querida Fer, seguir todos mis posteos es una pérdida de tiempo, por lo cual es criterioso caer sólo de vez en cuando. Siempre es un gusto leer tus comentarios pero, aunque te decidieras a dejar de leerme y/o comentarme, no dejaría de leerte (y comentarte) porque me gustan tus tenmas, tu forma de escribir y, especialmente, tu honestidad (aunque brutal, a veces). Sigo algunos post cuyos autores jamás me comentaron, para dar un ejemplo http://ladameauchien.blogspot.com, un blog que te recomiendo, lo cual sigue la línea de otra de mis costumbres: compro libros aunque los autores de esos libros nunca hayan comprado nada de mi producción, incluso compro libros de algunos que han muerto hace años. Así es la vida.
      Un beso grande

      PD: es cierto, los argentinos somo un poco tímidos (y/o un poco vagos) a la hora de comentar.

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    2. Tenés razón en tu primera observación: no me capacité prematrimonialmente para esas suspicacias, pero de todas formas me cercioré de que la tutora fuese vieja y fea. Y la cara que trajo no era precisamente de haberla pasado bien. Además, le tengo confianza. Pero está buenísima la asociación.

      Oportunistas free lance: ¡qué buen rubro para los clasificados! Como dice mi marido: ¡son unos troesmas! Tendría que venir después del rubro de las masajistas.

      Cada año que pasa en nuestra vida laboral vemos con tristeza y desconcierto cómo se evapora todo sesgo de humanidad y de valores primordiales que nadie aprende en capacitación in situ, y seguimos creyendo que son los que representan el verdadero éxito, pero sabemos que estos principios ya no rigen y que somos bichos raros por pensar así.

      ¿Vos te diste cuenta de que pocos comentadores y seguidores argentinos tengo, querido James? Y sin embargo la mayoría de las visitas son de compatriotas, que pasan sin dejar rastro. Así somos: somos de dejarnos colgados del pincel, lamentablemente, está en nuestra idiosincracia. Pero sigo adelante, a boca de jarro.

      Y te agradezco enormemente tu presencia, tu buen sentido del humor y tu acompañamiento permanente. A mí me falta el tiempo para seguirte en todas, pero me divierto horrores con vos y me encanta hablar en porteño en los comentarios, porque, por empatía y cercanía en afectos para con los divinos de los españoles que me comentan, porque bloguean mucho más participativamente que nosotros, me propuse demostrarles mi empatía usando el español que hablaban mis abuelas.

      ¡Un beso grande, amigo, y gracias, siempre gracias!

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    3. A tu segundo comentario, te cuento que vos sos un caso excepcional. La mayoría de los bloguer@s siguen a otros y comentan para llevar agua a su molino o figurar. Yo podré ser brutal, frontal, "a boca de jarro": esa es mi propuesta, pero a pesar de que expreso mis desacuerdos en libertad lo hago con respeto. Y fue seguidora y comentadora activa de varios blogs antes de tener el propio.

      Por eso quisiera leerte siempre, porque en respeto y cero avasallamiento vos das cátedra, además de hacerme reír y contagiar un código porteño muy colorido en tu estilo.

      Gracias por la recomendación: voy a visitar esa bitácora. Había escrito una respuesta con varias recomendaciones para devolverte, pero hice lío y tuve que borrarla (de ahí la desprolijidad en el orden, disculpas). De todos modos, los argentinos que considero valen la pena de los que conozco figuran en mi escritorio.

      En cuanto a dar mi opinión sobre los bloggers argentinos en general, te digo, como el escribiente de Melville: "Preferiría no hacerlo."

      ¡MIL GRACIAS ENTRAÑABLE JAMES!

      Un beso grande.

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    4. Un placer, mujer valiente

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  3. Todas estos cursitos me parecen unas pamplineces. Creo que cuando la gente está a gusto en su trabajo, en general rinde bien. Todo esto no deja de ser una forma de controlar al personal en función de determinados objetivos. De toda la parafernalia que montan sacarán mucha información que les vendrá bien para utilizar en su propio beneficio; todo eso de los puntos fuertes y débiles y esas historias. Todos tenemos que ser muy solidarios por el bien de la empresa pero como tengan que apoyarte a ti, pobre currito, lo llevas claro, siéntate a esperar.

    No creo que estos cursos tengan el objetivo de enseñar nada. La empresa sabe muy bien lo que quiere, lo lleva preparado, el que se lo llevva estudiado tiene todas las cartas. Los curritos son meros receptores pasivos que participan en función de lo que se les requiere, nada más. Y sin pasarse un pelo, ya ves la que le montaron a tu marido.

    Por cierto, cuando he llegado a lo de la soga creía que la idea ese día era" al que se pase hoy de tiempo, lo colgamos". Menos mal que fue más llevadero y que, al menos, no hubo infartos. Eso sí, si fuéramos capaces de tomarnos esto a risa el curso no tendría desperdicio.

    ¡Qué vida! ¡Cada día es una sorpresita!. Pues mi centro este año es un culebrón. Estoy a cuadros.

    Un beso.

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    1. Me huele que todo ésto viene del país del norte, querida Angie, donde hay un número alarmante de jóvenes bien capacitados sin trabajo y el lema en los negocios es "dog-eat-dog".

      Tienes razón: la soga daba para pensar en varias posibilidades. Podrían haberla amaniatado a la facilitadora ladri (=ladronzuela), y volverse a casa temprano para variar y sin lumbalgia.

      Y lo de un ejecutivo al que le dio un infarto en este tipo de pruebas de esfuerzo, es verdad: tenemos un testimonio de primera mano al respecto.

      Lamento que tu lugar de trabajo sea un culebrón, pero como bien dices, hay que aprender a reírse de ello en lo posible y a valorar el hecho de tener trabajo y de cobrar un sueldo a fin de mes, aunque en nuestro caso se lo comen los impuestos y la inflación en estos tiempos.

      Un beso grande, Angie y gracias.

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  4. Muy buena tu exposición, Fer. Esto de las siglas y los nombres rimbombantes para justificar trabajos con pocos o nulos resultados, lo vemos cada día en cada sector. En el colectivo de entretenimiento, que es lo que conozco un poco más, he visto a "Monitores de tiempo libre", "Programadores de actividades extralaborales" y otros que parece que tienen que enseñarnos lo que tenemos que hacer con el OCIO, a través de sus cursos majestuosos.
    Los métodos empleados por estos nuevos profesionales parecen ser de probada eficacia sobre el papel, a la hora de presentar un dossier a la empresa o la institución para la que pretenden trabajar. Pero, como le pasó a tu esposo, la realidad es otra.
    Un abrazo Fer.

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    1. Muchas gracias, amigo, es una exposición absolutamente cierta y sincera. Estas entradas me salen muy fluidas, el efecto es catártico. Es tal cual me las cuentan mis familiares. Y tengo otras anéctodas aún más tristes, de despidos impiadosos y crueles y maltrato laboral, que en algún momento reflotaré.

      No me extraña en nada todo lo que me enseñas acerca del "profesionalismo del ocio": ¡qué paradoja tan siglo XXI, donde hay que llenar tanto vacío existencial y evitar la confrontación con uno mismo y el prójimo!

      La realidad es la que peleamos nosotros, día a día y de sol a sol, y para la cual nadie nos ha capacitado.

      Un abrazo grande y gracias por tu aporte y tus enseñanzas.

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  5. Fer a veces la vida tiene una extraña manera de conectarnos con los demás...
    siempre me gustan tus entradas...pero esta de hoy me ha gustado especialmente...porque ahora tengo a mi hijo, pendiente de un expediente de regulación de empleo...y resulta que su capacidad la va a valorar una de esas personas con tantos títulos...y con nulos conocimientos de lo que significa el trabajo duro...solo espero que se salve de la quema...
    y si no es así, espero que no le haga mella en su autoestima...creo que nuestra forma de educarlo ha sido la correcta...y saldrá de esto con fuerza
    a pesar de los capacitadores laborales...
    Seguro que tu marido también saldrá adelante...nos asiste la fuerza de la razón...y el haber vregado con el trabajo duro desde siempre...
    un abrazo

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    1. ¡Gracias, Julia! Seguramente, ésta es la primera de muchas de esas pruebas que tu hijo deberá sortear, y seguro que lo hará con éxito. Cuando no sea así, piensa que ese no era su lugar, su destino, y que es mejor que continúe buscando hasta que encuentre un lugar donde lo valoren y que merezca tenerlo como parte del personal.

      Mira, mi esposo quedó sin empleo hace tres años, y éste es su segundo empleo luego del que lo despidieron por reducción de personal. Con él se quedaron sin trabajo siete personas más, muchos mayores de 50 años, para quienes reinsertarse es muy arduo. De hecho algunos no lo han logrado aún, cayendo en depresiones lamentables pero humanamente entendibles.

      Luego de eso, ha desfilado de entrevista en entrevista laboral estoicamente, debiéndose someter a toda clase de tests realizados también por gente que poco sabe del trabajo para el cual él se postulaba. Y al final, uno se hace fuerte, se adapta y aprende a sobrevivir en esta jungla. Nos ponen obstáculos, pero nos sirven para fortalecernos y crecer. Para mí y mis hijos, él es un ejemplo de entereza y resiliencia, y lo queremos mucho más por estas cosas que podrían considerarse "fracasos", aunque para nosotros son grandes éxitos.

      Entiendo tu preocupación de madre, ya llegarán las mías, pero por algo escogí a Gandhi como ejemplo e inspiración. No es que deberíamos hacer huelga de hambre para oponernos a nuestros empleadores: necesitamos el trabajo, y no sólo para comer. Pero tener la claridad y libertad mental de saber exactamente qué relevancia tienen estas personas y cuánto valemos nosotros en nuestro interior, con todo lo que nos hemos esforzado para ser quienes somos, humildemente, al no dejar vencernos moralmente por lo que es injusto e imperfecto del mundo en que vivimos y aprender a tolerar sus defectos sin lastimar a nadie ni salir lastimados nosotros, nos ayuda a conservar la cordura, la salud y la alegría de vivir. Estoy segura de que saldremos adelante, tu hijo, mi esposo, nosotras, que los apoyamos día a día, ¡lo haremos!

      Un fuerte abrazo y mi mejor deseo para tu hijo, que levantará vuelo.

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  6. No hace ni dos meses que releí Bartleby el escribiente, una obra maestra que tiene una cantidad infinita de lecturas y que ha sido una fuente de inspiración para mi última entrada en mi blog.
    No sé si es la palabra más correcta pero soy que podría denominarse "cursifobo". Sometido durante mucho años a la disciplina académica en diferente formas y modos, hoy en día rechazo por sistema cualquier forma de adoctrinamiento que yo no haya elegido. Cuando me ha tocado alguna he intentado escaparme y si no lo he logrado al menos solo les he entregado mi cuerpo mientras mi mente se dedicaba a otras cosas. Claro, cuando esos cursillos de reciclaje son estomagante quincalla psicosociológica para justificar que la empresa se preocupa de la eficiencia de sus empleados, la cosa puede alcanzar cotas de auténtico latrocinio que hay que combatir con todas las armes no virulentas que uno tenga a mano. El sarcasmo, la ironía, el resaltar las contradicciones del sistema pedagógico empleado y de los que lo llevan a cabo, el boicot y el sabotaje a aquellas actividades de tipo práctico que acompañan a estos cursos pueden ser formas interesantes y factibles de protesta.

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    1. Estoy de acuerdo en que el relato de Melville es una obra maestra, con variadas lecturas aplicables a diversas realidades más allá del mundo del trabajo.

      "Cursífobo" está muy bien, es lógico, estamos "vacunados" como decimos los argentinos, ya hemos recibido tanto aprendizaje inútil en forma de cursos que no queremos saber más nada con esa jeringa, sobre todo en el ámbito laboral, donde sabemos quienes tenemos cierta experiencia que es eso precisamente lo que más enseña. Es buena la idea de entregarte física pero no mentalmente, simplemente porque hay que conservar el puesto de trabajo. Por eso Gandhi me resultó una buena asociación: es una manera no tan radical pero efectiva de practicar la resistencia pasiva. Realmente sería estupendo ponerse irónico, sarcástico e inclusive boicotear la tarea que se propone. Pero hay mucho temor en general a perder el trabajo, sobre todo si ya te ha pasado, como en el caso particular de mi esposo. Entenderás por qué me cuesta tomarme ciertas cuestiones del mundo laboral con cierta liviandad. De todas formas, él es bastante ácido, y en un momento levantó la mano y le hizo saber a la facilitadora que ya era hora de ir a casa a trabajar de buen padre de familia.

      Un beso y gracias, Doc.

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    2. Hablando de cursifobia déjame que te ponga un enlace a una vieja entrada que hice al respecto:
      http://suicidasperezosos.blogspot.com.es/2009/11/premanifiesto-anticursillista.html

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    3. La leeré con gusto. Se me ocurrió, luego de contestarte, que bien podríamos sugerir esta fobia para que fuese incluida en el bendito DSM o Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, ¡y entonces pasaríamos a la posteridad, Krapp! O bien consultar si no es que ya alguien nos ha ganado de mano y figura como tal. Se me ocurrió también que existe el trastorno opuesto: las personas que no se pierden un sólo cursillo o conferencia concerniente a su metier u ocupación. De esas conozco varias. Llamémosle "curso fóbicos", Doc., porque si no parece que somos fóbicos a lo cursi, lo cual puede también ser cierto, pero distinto, ¿no te parece? Ésto es lo que más adoro de bloguear: todos los intercambios enriquecedores que se generan a partir de una simple reflexión que se comparte por escrito. ¡Es tan divertido y gratificante llenarse la cabeza de estos pensamientos para mí!

      Un saludo, y gracias por siempre dejarme algún regalo extra además del obsequio de tu lectura y tu opinión: de verdad lo aprecio muchísimo.

      P.D. Podría enseñarte a hacer enlaces en los comentarios, como lo hizo Joselu conmigo, pero no puedo por esta vía. Si te interesa aprender, gustosa te paso la info por mail: sólo contáctame y verás lo fácil que es. Y prometo no darte ningún curso, sólo una simples instrucciones.

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  7. Muy interesante esto que cuentas,estresante también,dicho sea de paso, y lo sé de buena tinta.
    Yo he acometido algunos de estos cursos de "capacitación" como trabajadora obligada a ello y si bien he de decir que en algunos lo pasé de fábula con toda honestidad, también en otros pasé de todo,menos buenos ratos.
    Me fascinan los coachings que van de un lado a otro impartiendo rutinariamente,lo que consideran movimientos de aprendizaje útiles para el buen funcionamiento de la empresa.
    Hay momentos en los que te dan unas ganas terribles de hacerles hacer lo que te dicen prepotentemente que hagas-y que en ocasiones es hastioso,inútil e irrisorio-para que nos demuestren ejemplarmente de lo que con tanta facilidad hablan.
    Lo cierto es que estos cursos,al menos algunos, sirven de veras para potenciar hechos que dabas por resueltos,pero otras es para coger a los jefes que los contratan y empapelarlos con el dinero que les ha costado tamaña tontería que además te deja fatigado y de un humor de perros.
    Mi solidaridad para con tu marido,:)
    Por cierto, me encanta esa frase del gran Gandhi.
    Besos.

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    1. Lo que te sucede es muy natural, Marinel, porque no hay nada más simple, formativo y didáctico que dar el ejemplo, pero no nos acordamos de los principios pedagógicos básicos en general.

      Gandhi es genial, un verdadero ejemplo que nos ha dejado infinidad de lecciones a través de su palabra y su testimonio de vida. Resultaría una gran fuente de inspiración para encausar protestas en nuestros convulsionados tiempos.

      Gracias por solidarizarte con la lumbalgia de este hombre, que ya va en franca mejoría.

      ¡Un beso grande, y te agradezco la visita y el aporte!

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  8. A mí también me ocurrió algo parecido en una conferencia de Hira Ratam Manek, el maestro indio de "Sungazing" que ya había escuchado en muchas conferencias. Parece ser, y no lo digo por él, claro está, que a la organizadora de una de sus conferencias no le sentó demasiado bien que yo contase mi experiencia con la "técnica" y quisiera aclararme con ella poniendo encima de la mesa los contras del asunto. Como a ella le había resultado a un nivel el asunto, no quería oír nada diferente a ello, se lo tomó como un desmantelar su "chiringuito" particular y poco le faltó para agredirme intentando que le devolviese el micro porque yo la desoía micrófono en mano contando "mi" experiencia con el mismo asunto. Ya digo que la cosa no iba con el maestro indio y sí con la otra cara de un asunto que venden demasiado a la ligera. Y es que todas las experiencias tienen el mismo valor cuando se quiere enseñar de verdad.
    Gracias, amiga.
    INDY

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    1. Estaría faltando a la verdad como yo la percibo si te dijera que no me llama la atención que también suceda en ámbitos como ese, lamentablemente, donde se trabaja por el bienestar común y se debería dejar el ego y las agresiones de lado, el querer imponer un punto de vista para dar paso a todas las expresiones de lo que entendemos como verdad, con libertad y respeto por las opiniones de los demás.

      Gracias a tí, amigo INDY.

      Saludos.

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  9. Algún aprendizaje de todas formas ha de quedar

    Paz&Amor

    Isaac

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    1. Gracias, Isaac. ¿Por casualidad impartís algún tipo de capacitación laboral de esta índole o tenés un trabajo un trabajo en que se requiere que te prestes a dar de tu tiempo gratis para que te hagan hacer este tipo de actividades que nada aportan más que la certeza de que, como decía Gandhi, debemos aprender a tolerar las imperfecciones del mundo, en este caso el laboral, muy vapuleado y deshumanizado en este siglo, hasta encontrar el secreto que nos permita remediarlo?

      Un saludo a boca de jarro.

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