"En la vida, a diferencia del ajedrez,
el juego continúa después del jaque mate."
Isaac Asimov
Me despertaron en sueños de aguacero repiqueteando en la puerta como peones en protesta. Sentí un vapor helado que me erguía en la cama y calaba hasta los huesos. Húmeda curiosidad, me levantaron en penumbras y en andas me llevaron hasta el cajón polvoriento donde desespera el tablero perfumado de otros tiempos. Con manos ávidas, que alguna vez se ansiaron diestras, las posicionaba en casilleros hartos ya de esperar para abrir juego. La duda, segura, aplazó la jugada preparada y, tal como sucede en sueños, la inspiración tomó el control y dio apertura magistral. Densas en los dedos y, por fin, mías: tramposo contrajuego del dominio estratégico sobre el impulso lúdico, movida natural en mi fluir vital. La luz consciente, como siempre al acecho, me vino a abrir los ojos justo en el mejor momento. Bajé las escaleras, encendí la lámpara, calenté café, fui por algo para anotar y, bien despierta, quise poner en marcha el rito. Se hizo de día. Entonces, como en los buenos cuentos, como aquella noche insomne en la que decidí que sería mi última partida, las palabras, una vez más, me dieron jaque mate.
A boca de jarro