Reedito y dedico esta entrada del 16 de septiembre por varias razones, a saber:
1. La maestra de mi hija menor volvió a asignar el mismo texto sobre satélites artificiales a una niña de ocho años "para leer y comprender en casa"...
2. María, que lleva adelante un hermoso y multitudinario blog, Mi pluma de cristal, y me honra como seguidora, escribió una entrada en el blog del peregrino Senovilla, de quien espero una visita, que resuena con esta mía, aunque el paradigma educativo sea otro. A ella se la dedico, resonando a viva voz con su reflexión.
3. Se la dedico a un colega, el profesor de secundario Joselu, que ayer me hizo sentir, aquí mismo y en su propio blog, que llevar la autoría de un blog y pensar juntos sobre lo que hacemos en el aula y en nuestros espacios en la web vale la pena, tanto en el acuerdo como en el disenso.
Aquí va de nuevo:
Escribe Elsa Punset en el blog de Eduard Punset esta semana, y yo pienso, con todo respeto, "chocolate por la noticia", aunque parece que muchos docentes no se enteraron todavía:
"Este artículo me ha recordado una anécdota que me contaban hace unos días: un prestigioso diplomático finlandés, al que le preguntaron durante una cena cómo había llegado a ejercer su profesión, contestaba: “Quería ser maestro, pero no logré superar los exámenes de entrada y terminé siendo diplomático.”
Cada día disponemos de más datos concretos y medibles acerca del papel crucial de los factores ambientales en nuestras vidas, más allá incluso de nuestras circunstancias y de nuestra genética. Uno de los elementos claves en los primeros años de vida de las personas es sin duda la figura del profesor, como vuelve a poner de manifiesto este reciente estudio de la Universidad de Florida, que afirma que una labor docente deficiente debilita una buena disposición genética y cultural del alumno, y al revés.
Claro que la importancia del impacto del entorno en el desarrollo de las personas resulta intuitivamente evidente: de hecho casi todos recordamos, con agradecimiento o con dolor, algún profesor de nuestra infancia que dejó una huella inesperada, para bien o para mal. Pero celebro que estemos empezando a desarrollar formas concretas de medir y de reconocer en su justa medida el impacto incuestionable de la labor del profesor en el aula, no solo en lo académico, sino también en el desarrollo social y emocional del niño.
La aplicación rigurosa de estos conocimientos en la formación y en la labor docente implicará un cambio fundamental y trascendente en la vida de nuestros niños y jóvenes. Será uno de los cambios más esperados y también más necesarios si queremos lograr una sociedad justa, que reconozca y fomente no solo el bienestar físico, sino también la salud social y emocional de sus ciudadanos."
Y el artículo al que se refiere apareció en el periódico El País, y abre así:
HABILIDAD LECTORA
Un mal profesor puede menoscabar los 'genes inteligentes' del alumno
- El potencial de un niño para la lectura se desarrolla si su maestro es de 'calidad'
- También influyen otros factores como los compañeros de clase o los recursos disponibles
PATRICIA MATEY
MADRID.- Los 'genes de la inteligencia' no sirven para mucho si el alumno se topa con un mal profesor. Así lo acaba de poner en evidencia un grupo de psicólogos estadounidenses tras llevar a cabo un estudio con gemelos.
De hecho, su directora, Jeanette Taylor, de la Universidad de Florida (Estados Unidos), ha reconocido a ELMUNDO.es que "los genes son importantes para explicar las diferencias en los logros de los alumnos con lectura, pero también lo es la enseñanza eficaz".(...)
Y hasta sugiere que los niños que no están guiados por docentes competentes y fracasan escolarmente, específicamente en su competencia lectora, pueden llegar a delinquir. Yo ya reflexioné sobre esta cuestión, tocando de oído afinado por el sentido común cuando fue lo de la masacre en Río de Janeiro. Así que no me sorprende este hallazgo, lamentablemente. Me gustaría leer buenas noticias sobre educación en los medios gráficos, y sobre todo, verlas en las carpetas de mis hijos. Bueno, al menos, en el blog de Eduard Punset, una autoridad en estos y otros temas de divulgación científica, Paula García-Borreguero escribió el 8 de septiembre en la sección de apoyo psicológico un artículo titulado "Pasar de buen
a mal estudiante al llegar a la universidad", en el que me alienta diciendo:
"... aunque a priori podría parecer que elementos, tales como las bajas expectativas de la familia hacia la escuela, los ambientes poco escolarizados, la falta de apoyo total a sus hijos, etc. podrían influir negativamente, parece ser que no son limitantes, ni impiden que los jóvenes se planteen altas expectativas educativas."
Pero todos los días, al ver lo pobreza metódologica en las prácticas a las que se los expone a mis dos hijos, uno en la escuela primaria y otro en la secundaria, me entristezco, aunque confío en que, gracias a lo que les damos en casa, no lleguen a delinquir nunca. No obstante, soy plenamente consciente de que al no hacerlos sentirse valiosos, importantes, únicos y capaces en la escuela, al no ayudarlos a usar sus buenos genes de manera eficaz, sus autoestimas se ven menoscabadas, y si no les damos mucho apoyo, aliento y afirmación positiva en casa, sus respectivos futuros en la escuela y en el mundo peligran, siendo éste último bastante poco predecible por nosotros como padres y ciudadanos del mismo inclusive.
Es increíble, pero esta semana no quería reincidir en la crítica. Quería darme un respiro. No quería que otra vez me hirviera el agua para el mate. Pero las tardes de tarea me superan, me ofuscan, por la inutilidad y la preciosa oportunidad de enseñar y educar que se pierden los docentes en la escuela, y que transfieren a casa, donde hay muchas ganas de educarlos, pero también está la pila del planchado, de los trabajos de mis alumnos esperando ser corregidos, las compras diarias, la cena que preparar y el contacto humano necesario con la familia y con ellos, nuestros hijos, para también orientarlos en el espectro social que les abre el mundo escolar, que es muy importante, y que educa casi tanto o más que los contenidos académicos para la vida adulta, y que también se deja librado al azar en la escuela.
Así que, cuando hierve el agua, no te sale bueno el mate... saco fotos ante la falta de un scanner doméstico ("¿No tenés scanner?", me preguntaron la otra vez en el trabajo... "No. ¡Soy docente! Gracias que tengo compu con impresora con cartuchos que ahora tengo que reponer. ¿Viste lo que cuestan?" Sin comentarios...), recabo evidencias, y pienso en publicar. Pienso en los riesgos que corro: ¿qué pasa si las maestras o profesoras de mis hijos lo leen? No tengo nada personal contra ellas, al contrario: somos del mismo palo, jugamos para el mismo equipo y pateamos para el mismo arco, quiero creer, y están a cargo de mis hijos por horas cada día de cada semana de cada mes del año escolar. Y sé positivamente que no cambio la realidad así, pero necesito pensarla en vos alta para digerirla. Y encima, me encuentro con esta gente que estudia, investiga y escribe echándole leña a mi fuego, y es más fuerte que yo... ¿Lograremos ese cambio que tantas voces pensantes piden de mil maneras diversas? ¿Qué será de mis hijos, del mundo, si estos cambios no llegan? No implica mucha cosa, creo yo, simplemente, aplicar el sentido común, no escaparse de la responsabilidad que nos compete como educadores de educar, dejar de mirar para otro lado y de cantar "Estoy vencida porque el mundo mi hizo así, no puedo cambiar"...
En fin, aquí va la evidencia...
*Ejemplos de oportunidades de educar desperdiciadas:
Tercer grado de la escuela primaria, miércoles 14 de septiembre, tarea para el hogar:
Lectura asignada para la tarea número 1):
Tomado de Caramelos de Coco y Dulce 3, Estación Mandioca. |
*Ejemplo 1: Desarrollo de la actividad en casa para tercer grado de la escuela primaria (15:30 a 16:45 horas, con sueño de habernos levantado 6:30 a.m y haber ido a la escuela con la primera orina del día, como vamos a hacernos un análisis completo ...)
Mamá: "Bueno, tenemos que leer este texto... a ver... de satélites, mm..., y elegir tres oraciones para copiar y después subrayar los verbos... uf... ¡qué oraciones largas! ..."
Hija: "¿Qué son satélites?"
Mamá: "¿Cómo, no lo hablaron en el cole?"
Hija: "No... ¿Y cómo es que flota esta cosa en el espacio? ¿Cómo es que no se cae, má?"
Mamá: "Orbitan."
Hija: "¿Qué es "orbitar"?
Mamá: "Uf... eso es bien difícil de explicar y de entender... mejor copiemos, pero son todas largas..."
Hija: "Y por qué dice lo que dice Buzz Light Year en el título... qué tiene que ver él con esto? ¿Qué "sibgnifica" "orbitar", má? ¿Qué son los asteroides? ¿Y las galaxias?"
Mamá: "Mirá, hija. Después te explico, es todo muy difícil, eso se llama astronomía, es el estudio del universo, del espacio exterior, ahora tenemos que hacer ésto de lengua porque después tenés que ir a inglés y faltan las cuentitas..."
Hija: "¿Astronomía? ¿Espacio exterior? ¿Universo? Ah, má: para inglés tengo que pegar las tarjetitas en cartulina de color y recortarlas. ¿Me puedo ir a jugar a la terraza, má? Hay mucho sol. Voy a ver si salió la tortuga y vuelvo, ¿dale?"
Mamá: "Bueno, un ratito, llevale lechuga por las dudas. Yo voy a ver qué oraciones son las más cortas y tienen verbos... Y mientras voy a buscar la cartulina. No le abras a nadie."
Mamá se acuerda también, camino a la librería, de que tiene que llevar esta órden de un médico a su prepaga para hacerla autorizar. Hoy no podrá ser, cierra a las seis: no dan los tiempos. Y no puedo preguntar por teléfono si hace falta autorizar esta práctica, porque el doctor escribe de tal modo que mamá no logra descifrar lo que dice la orden:
Pero en el cole, a mi hija de ocho años le hicieron prometer que iba a hacer linda letra...
*Ejemplo 2: Desarrollo de la actividad en casa para primer año de la escuela secundaria, miércoles 7 de septiembre, 17:00 horas, después de que mi hijo de trece llegó de Informática a contraturno, tarea de Lengua y Literatura para el hogar:
Tomado de Lengua y Literatura 1, Prácticas del Lenguaje, de Kapeluz norma. |
Mamá: "¿Qué tenés de tarea, hijo?"
Hijo: "Un cuadro comparativo de los personajes de las novelas detectivescas anglosajonas. ¿Vos sabés algo de eso?"
Mamá: "Y como saber, algo sé... estudié literatura anglosajona cuatro años en el profesorado... no leí todo, pero me doy bastante idea. ¿Querés que te ayude? ¡A mí me encanta!"
Hijo: "Bueno, dale. Hay que hacerlo en computadora."
Mamá: "¿Por qué?"
Hijo: "Porque sí, má. Todo hay que hacerlo en computadora ahora. Además voy a tener que googlear todo."
Mamá: "(No sé para qué insisten tanto con lo de la linda letra en primario, entonces, si todo se hace en computadora...) ¿Cómo? ¿No leyeron ninguna historia de Sherlock Holmes o de Edgar Allan Poe?"
Hijo: "¿De quién? Ah... no. Nada más hay que investigar sobre los personajes... en Wiki, má... el nombre, la nacionalidad, a qué clase social pertenecen, y todo eso..."
Mamá:" ¿Y no van a leer ninguna historia de detectives?"
Hijo: "No, má. Nada más el cuadro... No nos pidió leer."
Mamá termina
frustrada después de una hora de intentar ayudar a surfear en Internet, copiar
y pegar. Me encantaría haber aprendido a surfear en el mar y haber leído un
poco menos, digo, para estar a tono con los tiempos que corren. ¡Cuántas cosas
se están perdiendo de hacer y de aprender en la escuela estos chicos! Y
yo, ¿cómo hago con todo?, ¡que es tanto! En fin, menos mal que están los
Punset y los Robinson para hacerme compañía en mi sentir... aunque a planchar y
a corregir y a cocinar y a limpiar no me van a ayudar... Voy a seguir
alimentando a la tortuga... tal vez mis nietos vean, vivan y disfruten el
cambio si crecen despacito o viven tan largo como la tortuga. Y si no le creen
a una mamá profesora, vean este video de Ken Robinson, sobre quien el otro día
le preguntaron qué opinión le merecía a un docente que conozco buscando un
puesto de trabajo mejor en una entrevista laboral, como si importara qué
pensamos los docentes argentinos de este genio británico desde el remoto
paradigma de la escolaridad nuestra de cada día y un poco más allá, o más acá,
en casa...
Ken Robinson: cambiando paradigmas en la educación
A boca de jarro