jueves, 9 de junio de 2016

El Olimpo de las Letras

Jean-Léon Gérôme, "La pelea de gallos".
   


     Cuenta el mito que el joven Escritor se enamoró de Poesía a muy temprana edad. Ya desde su pubertad, ella lo tomaba de la mano y lo llevaba a dar largos paseos por los jardines del Olimpo de las Letras donde el joven solía perder toda noción del tiempo al intentar atrapar la belleza de su chica en versos. Al ver que cada día volvía ya entrada la noche y que dejaba inconclusas sus tareas escolares y hogareñas, sus padres comenzaron a preocuparse y se propusieron hacer que Practicidad - una doncella huérfana y aplicada - ocupara un lugar en su corazón y en su casa, próximo a la habitación del joven, con vistas a un futuro matrimonio. Pero el joven Escritor no tenía ojos para otra que no fuera Poesía: ella le hablaba en un lenguaje lleno de emoción que lo embargaba de ansias de trascendencia. 

Las amistades del joven veían en aquella unión tan singular encanto que comenzaron a animarlo para que mostrara al mundo lo que él era capaz de hacer cuando estaba junto a Poesía, y de ese modo persuadir a sus mundanos padres de la necesidad de abandonar la resistencia que albergaban contra ella. El joven Escritor sintió que la de sus amigos no era una mala idea, entonces, sin que mediara autorización paterna, pasó noches enteras en compañía de su amor haciendo versos. El fruto de estas noches de laboriosa pasión fue un ardiente poemario. Espantados y furiosos ante tamaña osadía, sus padres optaron por convocar al Tribunal de Críticos del Olimpo para que determinara la legitimidad de los recién nacidos versos. 

La semana siguiente al nacimiento llegaron al jardín del Olimpo unos señores muy bien vestidos, armados con gafas y con pesados tomos de crítica literaria de la más pura sepa. Se instituyó un Tribunal de Validación Poética en medio del jardín, y se citó a declamar al joven Escritor en compañía de sus consternados padres. La omisión de citar a declarar a Poesía fue hecha ex profeso.

Apabullado por la formalidad y la frialdad de su audiencia, el joven Escritor tímidamente exhibió sus neonatos. Enorme fue su conmoción y más grande aún su desazón cuando el tribunal se expidió tan duramente acerca de la legitimidad del fruto de su amor por Poesía.

Al concluir, los miembros del renombrado tribuno se tomaron un par de días de descanso en el Olimpo de las Letras aprovechando el cálido clima imperante. Se hospedaron en lujosos hoteles, se fueron de shopping y aprovecharon para exprimir a sus contactos literarios y decidir quién sería su próxima víctima en el estrado. Abatido, el joven Escritor rehuyó todo contacto con su amada. Durante esos días se propuso comenzar a escribir un libro de autoayuda inspirado por la presencia de Practicidad en su hogar, resignarse a vivir una vida antipoética junto a ella y así complacer a sus contrariados padres. 

Poesía no paraba de llorar ni de día ni de noche. Sus lágrimas llegaron a inundar toda la superficie del Olimpo de las Letras, y todos sus habitantes debieron ser rápidamente evacuados. La tormenta que el llanto de Poesía desató fue tal que los rayos de Justicia Poética que cayeron desde las alturas partieron a todos los miembros del apestoso tribunal y a los inflexibles padres del joven, y luego arrastraron a sus sobrevivientes - Escritor y Poesía- a la tierra de Contigo Pan y Cebolla, donde vivieron felices, aunque pobres, haciendo hermosos versos por el resto de los tiempos. Practicidad también fue prácticamente transportada por las aguas para quedar varada por siempre en el Archipiélago de los Finales Abiertos.








Logical Song - Roger Hodgson - Voice of Supertramp


A boca de jarro


miércoles, 1 de junio de 2016

Una vida de libro

Mike Stilkey

"Recuérdese la pobreza de los Infiernos que han elaborado los teólogos 
y que los poetas han repetido; léase después este cuento."

Jorge Luis Borges “Por qué eligió este cuento Jorge Luis Borges”, 
El Hogar, 26 de julio de 1935.



   Villa Pueyrredón tiene su biblioteca. Y sin lugar a dudas el mejor libro de la Biblioteca Vecinal Buena Lectura de Villa Pueyrredón es el que nunca se escribió en torno de la vida de su legendaria bibliotecaria. Muchas son las historias que sobre ella se cuentan en el barrio, y al posar mis ojos sobre ella aquella tarde nublada en la que decidí dejar de pagar una exorbitancia por best sellers de librería y volver a mis hábitos de tiempos de estudiante para pedir buenos libros prestados, me di cuenta de que todas ellas merecen ser contadas aunque es posible que ninguna sea cierta. 

Se cuenta en el barrio para quien quiera oírlo que en sus años mozos y estando embarazada de ocho meses, esta mujer descubrió que su marido la engañaba mientras se preparaba para asarle un pollo que acababa de sacar del freezer, y - tal como sucede con un cordero en una historia de Roald Dahl - de tanta indignación ante semejante noticia en su estado, cuando volvió su marido a casa del trabajo, se lo estroló a medio descongelar por la cabeza. La policía nunca logró dar con el arma homicida porque se la cenó al horno y con papas en casa del occiso y de su viuda como si tal cosa y sin la más pálida sospecha de tan tranquila que ella estaba. 

Cuentan también las malas lenguas de Villa Pueyrredón que después de eso la bibliotecaria ya de hombres no quiso saber nada. Entonces, cual una Sor Juana posmoderna y madre soltera, hizo votos de castidad y de abstinencia y puso toda su líbido en la fervorosa lectura de los libros de la biblioteca que como monja guardiana custodiaba. Fue en verdad por su memoria que la bibliotecaria se convirtió en una leyenda, y los cuentos sobre el tema han adquirido la estatura de hipérbole con patas. Al decir de los habitués más leídos de la biblioteca, en sus horas solitarias se dedicaba a memorizar las primeras líneas de sus poemas favoritos, y cuando alguien preguntaba por un poeta, ella se los recitaba. La gente también empezó a comentar que la bibliotecaria se había vuelto loca cuando se hizo público y notorio que se llevaba enormes pilas de libros a su casa al concluir cada jornada. Decían que de tanta soledad se había enamorado de los libros que vivía para enumerar, clasificar y ordenar, que los metía a la cama con ella y que cuando hasta su propio hijo se cansó de sus rarezas y se fue de casa, se inventaba mil excusas y ya ni siquiera los prestaba. 

Lo cierto es que yo aquella tarde nublada y fría me encontré frente a frente con los ojos gastados de una pobre mujer enajenada por tanto libro y tanto encierro, una mujer dolida y descartada, grismente desencantada, una mujer que quizás alguna vez soñó - igual que yo, igual que tantas - que su vida sería una vida de libro y que la historia de su vida se podría haber condensado en una gran frase literaria. Sin embargo, ya ves lo que son las cosas: su vida resulta ser - como la mía y la de tantas - un plagio al fin, una pieza de sainete de la más pura intertextualidad exagerada. 


A boca de jarro

jueves, 19 de mayo de 2016

Desenfadada estoy



Desenfadada estoy, 
¡qué bien lo has dicho!
Una mujer madura
logra por fin des-enfadarse 
con Dios y con el Diablo:
los dos me habitan 
y vienen de visita
los jueves por la tarde.

Agendalos.

El buen Dios
con su potente mano
enciende mi deseo
y lo transforma en risa,
y a pura carcajada 
una mujer madura 
causa estragos...




El viejo Diablo
al oído me susurra: 
"¡Desnudalo!"
Yo lo miro y le digo:
"Señor Diablo,
sin quitarle la ropa
mis ojos lo han desnudado."




Entonces Dios, el Diablo
y esta mujer madura
se van los tres a la cocina
a hacer de este convite
un desenfado:
quemamos las recetas del amor
y simplemente improvisamos.

Estás invitado.




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