viernes, 12 de junio de 2015

Aún tengo la vida

Para vos que la encontraste y la seguiste hasta mí a través del árbol de la Vida...
Fotografía de Robert Capa


EL HERIDO

Para el muro de un hospital de sangre


Por los campos luchados se extienden los heridos.
Y de aquella extensión de cuerpos luchadores
salta un trigal de chorros calientes, extendidos
en roncos surtidores.

La sangre llueve siempre boca arriba, hacia el cielo.
Y las heridas suenan, igual que caracolas,
cuando hay en las heridas celeridad de vuelo,
esencia de las olas.

La sangre huele a mar, sabe a mar y a bodega.
La bodega del mar, del vino bravo, estalla
allí donde el herido palpitante se anega,
y florece, y se halla.

Herido estoy, miradme: necesito más vidas.
La que contengo es poca para el gran cometido
de sangre que quisiera perder por las heridas.
Decid quién no fue herido.

Mi vida es una herida de juventud dichosa.
¡Ay de quien no esté herido, de quien jamás se siente
herido por la vida, ni en la vida reposa
herido alegremente!

Si hasta a los hospitales se va con alegría,
se convierten en huertos de heridas entreabiertas,
de adelfos florecidos ante la cirugía
de ensangrentadas puertas.



II

Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.

Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.

Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.

Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.

Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida.

                                                                       Miguel Hernández




SERRAT - PARA LA LIBERTAD - Madrid 1987

A boca de jarro

jueves, 4 de junio de 2015

A mí se me hace



Sir Edward John Poynter, Erato, Musa de la Poesía, 1870


Con el permiso de y para todos los Cervantes, Shakespeare, Borges, Machado, Lorca, Becquer, Neruda, Pedroni, Hernández, Storni, Mistral, Whitman, Shelley, Byron, Rilke, Dickinson, Pizarnik, Benedetti, Pessoa, Rimbaud y una largo etcétera de nombres, con o sin apellido famoso...



A mí se me hace que la Poesía

es lengua viva, sentir impreciso

del que son dueños los poetas muertos,

una mujer desnuda y a lo oscuro,

voz de la muerte, nuestra desdicha fuerte,

la que espera cuando a tu balcón vuelven

las golondrinas a colgar sus nidos,

un año vestido de nueve lunas,

un silencio que me sabrá a ternura,

ese telón que se ansía aunque se tema,

el que, inconsciente de su gloria, el Bardo

enfrenta y vence con sus hidalgos versos

sabiendo, más por hombre que por viejo,

lo que todos sabemos y ocultamos:

de los hermosos el retoño ansiamos

para que su rosal no muera nunca,

pues cuando el tiempo su esplendor marchite

guardará la memoria su heredero.



Poesía es todo cuanto crece

y en su perfección dura un breve instante,

como de la mañana el sol radiante

que, al avanzar la tarde, se oscurece;

cuando hallo que todo se envejece

como flor mañanera rozagante

que pronto se deshoja, agonizante,

y al morir el crepúsculo perece,


entonces sé que queda la Poesía

para llenar el vientre de la angustia,

para darle sentido a la agonía,

para morir creyéndonos eternos,

para palpar el sueño que es la vida,

para no navegar en amor ido,

para gustarte cuando callo, ausente,

para arrancarte el corazón a rimas,

para que ya no insistas, que he salido,

para olvidar el nombre que he perdido.



Quizá sea poesía todavía

el mundo en un teatro convertido,

un Jacques declamando las edades,

dejando el descreimiento suspendido,

avisando en voz alta - "Ladran Sancho",

desarreglando todos tus sentidos

puesto que son orilla de los míos,

transformando tus peldaños en mi muro,

cantándome estos versos a mí misma

para escuchar una voz en mis silencios

y en libertad ignorar un poco menos,

para aprender aquello que se calla,

para ser un cantar solo de hierro,

para fundar de nuevo a Buenos Aires.



A mí se me hace cuento que murió la Poesía:

la juzgo tan eterna como el agua y el aire.

No digamos que agotado su tesoro,

de asuntos falta, enmudeció la lira:

podrá no haber poetas, pero siempre 


habrá Poesía.





A boca de jarro

domingo, 31 de mayo de 2015

Me doy el permiso

Vincent Van Gogh, Trees in the Garden of Saint Paul Hospital



"Deberíamos vivir tantas veces 
como los árboles que, 
pasado un año malo
echan nuevas hojas 
y vuelven a empezar".

José Luis Sampedro



Me doy el permiso



Me doy el permiso 
de saber amarga,
de andar por la vida
un tanto agitada 
así, desbordada, 
fuera de mi aguja
de enhebrar palabras,
perdiendo los puntos 
en este tejido,
perdiendo la trama
 que quedó zurcida
con hilos al alma.

Me doy el permiso,
 cedo la premisa,
ya algo más ligera 
y desenfadada,
como descocida,
luciendo mi facha
de porteña fiera,
siempre con apuro.
En un laberinto
 desando madejas:
 ¡qué cesen la rachas
de marea baja!

 Siento un plenilunio
en las avenidas
de vías cortadas,
de caras vacías,
de manos peladas,
de suelas gastadas,
de agujas torcidas,
de tamangos rotos,
de hallazgos esquivos, 
de esperanzas tibias,
de preguntas vastas
y respuestas cortas.

Un día de estos,
tal vez, quién lo viera,
puede ser mañana,
hago las valijas,
me mando, chiflada,
a esas callejuelas
de sendas grisáceas,
rifo aún más libros,
tiro los trofeos,
pongo la luz alta,
me topo, extrañada,
con mi mejor cara.

Me cedo el permiso,
lanzo una chapita,
cae boca arriba,
celebro descalza
la angustia desnuda,
la piel sosegada,
la mirada nueva
sobre el entramado
de un árbol reseco
que tejí inspirada
cuando de mis venas
brotaban madejas

en los años locos,
en las ramas altas,
en las esperanzas
de una vida llena
de raíz profunda,
del agua de savia,
de sangre violácea,
de verdor de trébol,
de espesor certero,
de canción amada,
de piano y guitarra,
de danzante magia.

Me doy el permiso

de una vida nueva,
tiro las agujas,
abro las ventanas,
entinto mi historia,
¿quemo la nostalgia?
Zarpo a media asta,
gozo el aguacero
que roza lo etéreo,
que brota en las gotas
con sabor a infancia
sobre una cuchara.

Estos derroteros
 hoy cruzo callada
escuchando atenta
el rumor fantasma.
Cruzo sin cautela,
salvando distancias,
recojo las velas,
aprieto los puños,
sujeto el timón
asiendo las olas,
sirenas varadas
y anclas a babor.




"¡Ah, no, así no! 
Llorar es demasiado fácil. 
Eso ya lo he hecho yo mil veces 
y no sirve de nada. 
¡No te pido lágrimas! 
¡Lo que quiero son árboles!"

Alejandro Casona

Vincent Van Gogh, Branches of an Almond Tree in Blossom


A boca de jarro


Buscar este blog

A boca de jarro

A boca de jarro
Escritura terapéutica por alma en reparación.

Vasija de barro

Vasija de barro

Archivo del Blog

Archivos del blog por mes de publicación


¡Abriéndole las ventanas a la realidad!

"La verdad espera que los ojos
no estén nublados por el anhelo."

Global site tag

Powered By Blogger