miércoles, 2 de marzo de 2011

Linda letra...



                                                                 
  A mi hija menor le hicieron escribir en la primer hoja de su carpeta (ahora como ya es GRANDE no usa más cuaderno, ¡justo cuando se había acostumbrado!), las cosas a las que se comprometía a hacer en su tercer grado. Y por supuesto, la seño no pudo con su genio y sugirió como ejemplo:


            Me comprometo a hacer linda letra.




  El tema de la "linda" letra cursiva, ya que es la que se maneja al menos en primario en los colegios privados por los que he pasado como alumna, docente y madre, es todo un tema. Recuerdo haber leído hace algún tiempo geniales reflexiones al respecto de Umberto Eco y Arturo Perez-Reverte que me resultaron muy interesantes, por los puntos de coincidencia o disidencia con mi humilde parecer. Aprender a escribir en cursiva es una habilidad que requiere, primero, madurez neurológica en cuanto atañe al desarrollo de la motricidad fina, cosa que no se puede imponer ni acelerar desde afuera. La ignorancia todavía inunda muchas aulas en donde se sigue pensando y practicando el lema de "La letra con sangre entra".

  Por otra parte, es de conocimiento general y no ya exclusivo de los profesionales de la salud mental, que la letra de cada individuo refleja rasgos de su personalidad, que en el caso de los niños, aún no se ha desarrollado; por lo tanto, es de esperar que sea cambiante. Y además, la letra sale "mejor o peor" de acuerdo a cuan cansados estemos, o, como debería saber todo docente, sobre todo a nivel primario, de acuerdo al foco de la actividad escrita. Es decir, si estoy escribiendo una tarjeta de cumpleaños con texto breve, es probable que me esmere por hacer "buena letra", porque se trata de agradar y agasajar al receptor del mensaje. Pero si estoy escribiendo una lista de compras, es más probable que mi letra sea "fea", aunque deberá ser "clara", al menos para quien va a hacer las compras de los items de la lista. Y lamentablemente, la mayoría de las actividades escritas que se proponen en las aulas carecen de un propósito comunicacional real o creíble, son mecanisistas y poco atractivas, por no decir aburridas. Niño aburrido: letra "fea".

  Ahora bien, existe otra cuestión por la cual cada vez me rasco más la cabeza cuando a la generación de mis hijos, la generación de la era digital, se les demanda "buena letra", y radica simplemente en el hecho de que esta generación y las futuras difícilmente continúen usando letra cursiva, y ,lo que es peor, o no..., difícilmente continúen escribiendo sino es a través del uso de teclados, ya sea en sus computadoras, celulares, y vaya a saber que otro gadget que estará por crearse o en proceso de...

  Como profesora de lengua inglesa, enseño a mis alumnos a escribir distintos tipos de textos con el fin de adquirir esta habilidad y para rendir y aprobar exámenes internacionales que así lo requieren. Tengo la fuerte sospecha de que esto último, y el certificado que obtienen gracias a ese esfuerzo para sus currículos, es lo que más le importa a la gran mayoría. Y en cuánto al criterio de los correctores de escritos, que son seriamente entrenados y están muy bien pagos por su labor en el exterior, lo que importa es que la letra sea CLARA Y LEGIBLE: jamás me encontré con la demanda de que tuvieran "linda letra" para poder aprobar. Imaginen cuántos profesionales médicos, excelentes en lo suyo, fracasarían en sus carreras si de tener linda letra se tratara. Y cuántos perderían su matrícula si su letra debiera ser clara, al menos para el farmacéutico que tiene que decodificar las recetas prescritas, ni hablar del pobre paciente...

  Personalmente, como docente, insisto en que la letra como medio de comunicación, al igual que la palabra hablada, sea clara. El criterio de "linda" y "fea" es subjetivo, al igual que lo es aplicado para tantas otras cuestiones. En inglés hay un dicho que viene al caso :"Beauty is in the eye of the beholder", algo así como "La belleza depende del ojo de quien mira" (disculpas, ¡no soy traductora!).

  Pero muchos docentes son como los adultos de El Principito, incapaces de ver en el dibujo de un niño la belleza de lo que el niño intentó plasmar, que sobrepasa ampliamente la rigidez absurda de sus limitaciones adultas.


                                                       


Y te lo digo así: a boca de jarro... 
pero con linda letra, ¿eh?

P.D. : Necesitaría tener a mis hijos cerca para preguntarles como diablos se hace para escribir en cursiva en este blog. ¡Seguro que eso sí les sale "lindo"!

martes, 1 de marzo de 2011

Dormir...



                                                                      
 Otra vez sopa: otra vez mi niña de ya casi 8 años reclamando mi presencia de noche. ¿Otra vez ansiedad escolar? ¡Cómo me cuesta sacrificar mi sueño y comodidad en mi cama! ¿Pero cómo desoír su llamado? Si es una niña que me necesita. Como si me estuviera oyendo pensar en voz alta, hoy me llegó una reflexión de mi gran maestra en cuestiones de crianza, que aunque encuentro un poco extrema en sus ideas en algunos aspectos, me ayudó a transitar mi paso por mi puerperio y "encuentro con mi propia sombra", para usar sus palabras.

 Y me sigue ayudando, porque ¿quién dijo que el puerperio dura 40 días? Recomiendo la lectura de sus libros a todas las madres.

  Ella me dice HOY:

 "Los niños tienen razón en reclamar contacto físico ya que son totalmente dependientes
de los cuidados maternos.Tienen conciencia de su estado de fragilidad y hacen lo que
todo niño sano debe hacer: exigir cuidados suficientes para su supervivencia. La noche
es larga y oscura, y ningún niño debería atravesarla estando solo.¿ Hasta cuándo?
Hasta que el niño no lo necesite más."

Laura Gutman. Newsletter Marzo 2011.



 ¿Será por eso que en algunas partes del mundo que los occidentales consideramos "poco avanzadas" la madre duerme rodeada de sus hijos, en un círculo de amor y calor?





 No dejes pasar este libro , especialmente si sos mujer y madre.

                                             
A boca de jarro

lunes, 28 de febrero de 2011

Escuela siglo XXI ....


 Hoy parecía como si la gente hubiese salido de hasta de abajo del asfalto: calles llenas de autos pegando bocinazos y mal estacionados, papás con cámaras colgando de una mano y bebés colgando de la otra (esta obsesión por registrar todo y más con la cámara da para otro posteo...), abuelos chochos, tíos babosos, chicos, chicos y más chicos de estreno, con zapatitos y ropa limpia y sin manchones de tinta, con caritas descansadas y expectantes...

 También ví a las mamás, papás y abuelas que hacen la adaptación del jardín con sus infantes, y la verdad es que sentí un gran ALIVIO por haber dejado esa etapa de horarios demenciales, de ir y venir atrás de uno y otro como loca hasta que "se adapten". Siempre pensé que en realidad son los adultos que necesitan más tiempo para adaptarse a la idea de cortar el cordón que los propios chicos, que son los que más rápido y más naturalmente se adaptan a las nuevas rutinas si son lógicas y placenteras, claro está. Pensé en los pobres padres que trabajan, y para quienes estos sistemas son muy duros, ya que implican movilizar a toda una familia, que a veces ni puede colaborar aunque tenga buena voluntad, porque hay que ir a trabajar.

 Mi hija de tercer grado entró más tarde y salió más temprano, después de tres meses de vacaciones - definitivamente demasiado- y después de semanas de preguntarme: - "¿Y má, cuántos días faltan?" A lo que yo respondía, señalando el almanaque, para que los contara ella para no deprimirme más... En los países inteligentes no hay recesos tan largos, sino más breves e intercalados, para oxigenarse durante el ciclo lectivo y ofrecer alternativas de relax y turismo variadas. Pero... mis abuelos se bajaron del barco justo acá...

 Hoy llegué a la conclusión de que tal vez son los docentes los que tendrían que empezar a media máquina para adaptarse...

A boca de jarro

domingo, 27 de febrero de 2011

Mi jardín urbano


 Aquí soy feliz: un pequeño patio urbano convertido en jardín con piedras, macetas y con la infaltable parrilla, que ahora cuenta con una tortuga cuya dueña decidió regalarnos porque sospecha que la va a sobrevivir y quiere dejarla en "buenas manos".

 Me gusta cuidar plantas, cuidar vida, plantas o animales sencillos, que demandan muy poco, como mis cactáceas, mis favoritas, y que regalan belleza y lecciones de vida día a día, estación por estación del año.

 Mi abuela paterna y mi papá también muy "planteros", con buenas manos para la jardinería, "green fingers", como diríamos en inglés, plantas caseras no más, que vienen de gajos de otros jardines o del vivero de la zona, así como se ve en estas fotos: sin sofisticación ni demasiada vuelta. Así como soy yo y como me gusta que sea mi vida.















A boca de jarro

viernes, 25 de febrero de 2011

Miedo ...

  ¡Listos para comenzar el año escolar! Mesa del living llena de carpetas para armar, hojas para numerar y libros para forrar: sí, todavía hacemos eso en el siglo XXI, cuando creíamos que íbamos a tener autos voladores....


  Pero lo que más me está costando es ayudar a mis hijos a manejar el MIEDO que les produce el cambio al comienzo de un nuevo año lectivo.


  El MIEDO al cambio es natural, aunque el cambio sea la realidad más natural de la vida. Hasta cierto punto es bueno, como diría mi abuela, "El MIEDO no es zonzo". Moviliza y hace que el esfuerzo tenga una buena carga de adrenalina. Pero sin embargo, hay algo por ahí que me hace ruido y necesito reflexionar.

  Mi hijo mayor comienza el secundario: es un gran cambio de paradigma, un rito de pasaje para el que supuestamente lo vienen preparando desde 6to grado. Los adultos nos encargamos de organizar grandes festejos de egresados: viaje, fiestas, etc. Pero los chicos, que se aturdieron con tanto festejo, no saben realmente de qué se trata ésto que comienza, y, en rigor, no egresaron de nada: quien egresa del colegio al final de la primaria no llega muy lejos. Creo que en todo caso deberíamos festejar el ingreso al nivel medio, aunque para un chico de doce o trece años, lograr pasar la primaria no debería ser ningún mérito a menos que padezca de algún trastorno de aprendizaje o una discapacidad. Me pregunto quién se ocupó de prepararlos realmente, más allá de proclamar que lo estaba haciendo, y para qué los preparó.

  Mi hija menor pasa a tercer grado, y como su maestra sentenció en una reunión de padres,  -"Quien no pasa este ciclo, fracasará en el resto de la escolaridad, porque estamos ante el cierre del primer ciclo". ¡CÓMO PARA NO ASUSTARSE! No hace mucho, también después de celebrar con bombos y platillos que era "egresadita del preescolar" (???) padecimos primer grado, y lo digo con mucho dolor. No porque mi hija tenga ninguna dificultad ni sea "lenta", afortunadamente y certificado por psicopedagoga y todo, sino por la exagerada demanda y el apuro de los docentes a cargo. Recuerdo que cuando comenté con algunas mamás del grado mi sorpresa ante las ecuaciones que se les daban a resolver, -"Solitos, y sin contar con los dedos, ¿eh?", una de ellas me contestó: -"Mucho mejor. Van a estar bien preparados para la universidad". "¿Para qué?" pensé yo, "¿Así?" . No obstante, ante la falta de eco, preferí callar. ¿Acaso no saben que estos "primergraderos" están necesitando una maestra madraza que los ayude y no los deje solitos? ¿Acaso ignoran que necesitan aprender a un ritmo natural, acorde a la biología, y que están en plena etapa de pensamiento concreto? La desgracia de saber por ser docente aumentaba aún más mi indignación y vergüenza ajena. Pero no: -" YA SON GRANDES", cacareaban. No más patio de juegos ni dinámicas lúdicas. ¿Para qué jugar? Ahora, sentaditos y a coserse la boca, a copiar y copiar, a usar lapicera y reventar cartuchos que cambian solitos, a llenar diez cuadernos, a aprender inglés y después con el resto de energía, a la clase de informática, tecnología, patín y porcelana fría.

  ¡Pobres chicos! Bueno, tal vez no sea así en todos lados, pero así me tocó a mí. Por eso recordé el poema de Silvia Zurdo y su frase "No soy adulto pequeño". Parece una obviedad, pero lo olvidamos, tanto padres como docentes. Está bueno leerlo completo, y yo se lo regalé a fin de año a la maestra de primero de mi niña, aunque seguro no entendió nada.

  Y mis chicos tienen MIEDO. El tema no es no ser capaz o no querer esforzarse: el tema es no lograr complacer al adulto que debería guiar el aprendizaje con un criterio basado en el conocimiento. Y creo que esa es la clave del éxito escolar: satisfacer las expectativas del docente que toca, y dar una buena impresión de entrada tratando de mantener ese perfil durante el año. Los docentes nos dejamos influir fácilmente por la primera impresión, nos cuesta cambiarla, y prestamos atención a la opinión de nuestros pares de qué tal es fulano o mengano, lo cual catapulta a pocos y condena a unos cuantos durante todo el transcurso de la vida escolar, salvo honrosas excepciones...

  Y también estamos nosotros, los adultos, con nuestros propios MIEDOS: MIEDO a los chicos de esta generación, MIEDO al fracaso escolar de nuestros hijos y nuestros alumnos, MIEDO a ser los responsables de ese fracaso... El "síndrome de Peter Pan", esta obsesión por ser "forever young" y lucir joven toda la vida que algunos de nosotros tiene es directamente proporcional a la presión que algunos ejercemos sobre los chicos para que CREZCAN RÁPIDO.

  A veces no entiendo cuando me dicen: -"Aprovechalos ahora, porque crecen rápido y se van". ¿Qué querrán decir? Los hijos no están para ser aprovechados ni para quedarse pegados a nosotros todas sus vidas. Pero una vez terminada la etapa del bebé juguetón, justo cuando la cosa se pone desafiante porque podemos dialogar y debemos EDUCAR, parece que nos agarra un tremendo MIEDO y el consecuente apuro porque se hagan grandes "solitos".

  Ayer mi hija de siete me preguntaba si estaba bien que todavía le gustara la calesita, ya que algunas de sus compañeras que se visten como teens y no juegan con muñecas se burlaban de este tipo de divertimento, que espero disfrute hasta que su reloj marque otra hora. Esta misma hija acaba de terminar sus sesiones con una psicóloga porque de tanta presión escolar, comenzó con trastornos del sueño, y ya la cambié del colegio donde le daban las ecuaciones en primer grado... La psi nos aseguró que es sana, como claramente veíamos sus papás. Pero consultamos porque tuvimos MIEDO. Tendré que comprarme y leer el libro de Pacho O'Donell, La Sociedad de los Miedos, pero tengo MIEDO de leerlo...

  Y sí: es la sociedad que está enferma y nos enferma. Esperemos que este año escolar que se abre el lunes no nos quite el sueño ni nos meta más MIEDO.


A boca de jarro

"Ser niño"

"Día del Niño" de Silvia Beatriz Zurdo.

"No soy adulto pequeño
Soy único y especial
Por favor sé muy paciente
comprensivo y cordial.

Hay cosas que no comprendo,
cosas que debo aprender.
De lo que sí estoy seguro
es que yo quiero aprender.

Enseñame con paciencia,
escuchame, dame amor.
Educame con tu ejemplo
así creceré mejor.

¡Qué lindos que son tus mimos!
Me gusta verte contento.
Te invito a jugar conmigo,


Después... contame algún cuento. 

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