El período de adaptación al jardín como está planteada hoy es algo relativamente nuevo. Mi generación no la tenía : nos dejaban en la escuela el primer día, las mamás se quedaban un ratito escuchando los llantos desde afuera, y después, taza, taza, cada uno a su casa, y a volver al horario de salida. Es también cierto que al acceder al jardín, éramos más grandes: no había sala de dos y tres, y algunos de mis contemporáneos iniciaron su escolaridad en lo que llamábamos preescolar, hoy, sala de cinco.
Como siempre, tengo opinión formada al respecto de las nuevas modalidades. Por un lado, estimo que la gradualidad hace la separación entre madre e hijo menos "traumática" para AMBOS, ya que estoy convencida de que es a la madre en general a quien más le cuesta adaptarse que al chico. Es probable que las madres no seamos siquiera conscientes de esto, pero si se le pregunta a cualquier maestra de nivel inicial, seguramente dirá: ¡ Hay cada madre..! Igual que nosotras decimos : ¡Hay cada maestra!. En realidad, hay de todo, hasta chicos haciendo la adaptación con la señora de la limpieza. Y es que a veces, por más que se quiera, tal vez no queda otro remedio.
Está bien que a los chicos se los vaya acostumbrado de a poco, pero no exageremos, ya que esto resulta una demanda fuerte y a veces imposible de cumplir para muchísimas gente: madres y padres que trabajan y no obtienen concesiones o no pueden tomarse ese tiempo que no es corto- ya que ocupa casi todo un mes-, madres con varios hijos en nivel inicial que van y vienen a distintos horarios detrás de uno y otro, abuelas que tienen que ocupar el lugar de la madre y/o el padre, abuelos que no están, no pueden, trabajan, etc.; y es entonces cuando la adaptación se convierte en un problema familiar, laboral, personal, y se vive con ansiedad, con ganas de que ya termine y se establezca una rutina ordenada. Esto es difícil de lograr con niños tan pequeños. Pero muchos padres lo necesitan.
Y si no están estas otras cuestiones: las emociones que entran en juego, la mano temblorosa de la madre que puede tomar la mano del hijo y sin darse cuenta, apretarla cuando llega el momento de hacer "el pase" de manos; la mano que empuja al crío desde la puerta de casa y que va resoplando porque :"Vamos muy lento. Así llegamos tarde, y la seño se enoja!"; la mano que deposita al hijo en el asiento de atrás del auto, abre la puerta y lo lleva del hombro hasta la mano que lo recibe; la calidez o frialdad de la mano que lo recibe...
en fin, hay de todo. ¡Y TODO ES MUY HUMANO! Incluso, cambia en el día a día: no todos los días la misma mano "piensa y siente" lo mismo...(¡porque esta mano siente y piensa también!)
Pero es en la emoción que vibra en esa mano maternante donde yo siento que está la clave del "éxito" de la bendita adaptación. Si la mano va confiada y contenta, convencida de que está haciendo lo correcto, de que ya es tiempo de cortar un poco más el cordón, de que el nene interactúe con otros seres y se encuentre con otros adultos que le pondrán límites que van a reforzar los que ella pone en casa ,y crearán nuevas pautas y rutinas,y le darán cariño y contención en la medida de sus posibilidades, y le harán hacer cosas que a mamá no se le hubiesen ocurrido en los ratos de juego, que lo enriquecerán y lo ayudarán a crecer y a gastar energías productivamnete, dándole a mamá un ratito- no muy largo- para hacer algo sin estar mirando qué está haciendo la criatura, aunque más no sea tiempo para darse un baño con la puerta cerrada, limpiar,lavar, planchar, cocinar o hacer compras sin estar velando por la seguridad del niño, o caminar unas vueltas a la plaza más cercana al jardín... entonces la adaptación será "exitosa"- aunque "éxito" y "fracaso" son palabras que no me gustan en este caso y en general cuando de educación y niños se trata. Casi que tampoco me gustan para hablar de otras cosas que atañen al mundo adulto.
En fin, ojalá esto te sirva, porque te quiero, lo quiero a tu hijo, y quiero lo mejor para ustedes, y cuando hablo con vos, y escucho las emociones en tu voz, que me resultan tan familiares y crean un resonancia que me inunda de empatía, y veo que no puedo hacer más que darte ánimos y alentarte a tener paciencia, esa que habría que comprar por litros para estos menesteres, realmente es entonces cuando me pregunto por qué se nos habrá hecho todo tanto más complicado que a otras madres de generaciones pasadas, y cómo haremos para volver al llano y disfrutarlo todo un poco más. Tal vez es sólo una percepción de que "todo tiempo pasado fue mejor" o más fácil que indica que me estoy poniendo vieja. Aunque viejos son los trapos.
Y se me viene a la memoria un muy buen artículo que leí el domingo pasado en la última página de La Nación Revista escrito por Mori Ponsowi, sección Miradas titulado "Chicas Superpoderosas" que te recomiendo leer. ¡No intentemos serlo: podemos morir en el intento!
Y te lo digo así: a boca de jarro.
muy de madre tu blog Fer, para lo cual se te nota una gran vocación, amorosa y comprometida, muy sentido todo por aca!!
ResponderBorrarcariños y vamos por más!
¡Uy, Xime! ¡Justo en plena integración, y yo insistiendo con que visites mi pequeño mundo virtual! MIL GRACIAS. Es un privilegio que vos pases por acá y comentes!!!
ResponderBorrarY, como tu último post me pegó porque es algo que pensé muchas veces, te diría hoy ,que estoy más despierta, que a la pregunta :"¿Qué hacés?" "¿A qué te dedicás?" (me encantaría agregarle sonido para darle la entonación que resuena en mis oídos...),la respuesta mas certera sería : "Me dedico a la crianza de mis hijos y al sostén del bienestar de la familia que elegí formar." Aunque esta respuesta,como te dije, no cotiza en el mercado,no recibe aportes,y no tiene cobertura de salud. Además,incluiría un montón de otras cosas que yo hago, como guiar personas jóvenes en su aprendizaje del inglés - porque ya no creo que "enseño", simplemente "guío y "aprendo y me nutro de ellos"), crear este humilde y sincero intento de pensar en voz alta, cuidar de mis plantas,leer, etc., que me hacen muy "yo".
Nos seguimos viendo y muchísimas gracias de verdad!
Cariños de Fer.