jueves, 7 de junio de 2012

El viaje de Ray Bradbury

Ray Bradbury en el Planetario de la Ciudad de Buenos Aires, Argentina, en 2001, para la inauguración de la  27ª edición de la Feria del libro de Buenos Aires.

Seguramente no pasará a la historia como un grande de las letras, pero sin dudas su poder de imaginar posibles escenarios y de llevar a sus lectores con él en un viaje cósmico que apunta directo a la esencia humana seguirá vivo. El autor de Fahrenheit 451 y Crónicas marcianas falleció a los 91 años el martes en su casa de Los Ángeles tras una larga enfermedad. Con su muerte, se pierde a uno de los más famosos escritores del siglo XX, quien según El País dispone de un cráter en la luna en su honor y pidió que sus cenizas fuesen esparcidas en el planeta rojo.

Fiel a la idea del self-made man, Bradbury fue un escritor absolutamente autodidacta. Debido a dificultades económicas, no pudo asistir a la universidad y aprendió del oficio y arte de escritor de los grandes a quienes admiró: William Shakespeare, Julio Verne, H.G.Wells y, sobre todo, de Edgar Allan Poe, que marcaría profundamente el camino literario del entusiasta joven Bradbury. Y respondiendo al sueño americano devenido a veces en pesadilla, fue testigo crítico del cambio que propulsó la revolución tecnológica que llevó al hombre a pisar la luna, y nos hizo concientes de los peligros detrás de los prodigios de los avances que traen como consecuencia la posibilidad de descuidar el alma humana. 


Crónicas Marcianas lo catapultó a la notoriedad como autor de ciencia ficción, aunque personalmente él sentía que ese no era un rótulo apropiado para su obra, pues siempre se consideró un narrador más próximo a la fantasía: "La ciencia-ficción es una representación de la realidad. La fantasía es una representación de lo irreal", decía. No obstante, admitía que Fahrenheit 451 sí se trata de una novela de ciencia ficción, la obra por la que siempre será recordado y en la que describe un futuro que cada vez nos parece menos descabellado en el que los libros desaparecen, salvo en la memoria de los revolucionarios. Escrito en plena Guerra Fría, resaltaba los males de un Estado totalitario y el título hace referencia a la temperatura a la que el papel se inflama y arde. Quemar libros en esta genial distopía se presenta para las mentes estrechas como la solución a la angustia existencial del hombre y la erradicación de toda desigualdad y distracción de aquello que hace que no funcionemos como ciudadanos eficientes y sumisos. Además, es una bella alegoría del poder perenne de los palabra escrita sobre las mentes indomables que los memorizan para no perderlos.



Todos los años leo al menos un cuento corto de Bradbury con mis alumnos. Generalmente elijo "Bordado" ("Embroidery")  incluido en la colección  El sonido del trueno y otras historias (2005). En esta historia se presenta a tres mujeres, de quienes no tenemos mayores datos ni descripción, en su intento por continuar con su rutina habitual de labores hogareñas y bordado conjunto mientras el mundo que las rodea está a punto de estallar de manera apocalíptica. La historia está ambientada en algún pueblo de los Estados Unidos, aunque no hay una pista certera sobre la ubicación real. El epicentro del escapismo y la resistencia a creer que ha llegado el fin que la humanidad misma ha propiciado a través de la experimentación nuclear que se anuncia como agujas en el aire parece ser una casa aislada, rodeada de campos y prados, que se refleja en el diseño que bordan  las señoras hasta que se funden, figura y humanidad, en el fuego de una explosión que arrasa con todo.

Debido a su brevedad y a todo lo tácito de la escueta narración que juega con el factor tiempo, no les resulta de fácil comprensión a los adolescentes del siglo XXI, por lo que este año decidí cambiar y leímos "El hombre" ("The Man"), de una colección de dieciocho cuentos publicada en 1951 bajo el título El hombre ilustrado (The Illustrated Man), el libro favorito del nieto del autor que activamente se conectó en Twitter con los fans para homenajear a la figura de su abuelo por estos días. En este cuento, un grupo de exploradores del espacio aterriza en un planeta para encontrar que la población vive en un estado de permanente felicidad. Tras una investigación, descubren que un visitante misterioso estuvo entre ellos. La descripción adicional conduce a dos astronautas a creer que este hombre es el Mesías. Uno de ellos decide pasar el resto de sus días en el planeta, disfrutando de aquel estado de perfecta iluminación. El capitán Hart, en cambio, hombre escéptico y testarudo, continúa su travesía en su nave espacial, persiguiendo al hombre misterioso, siempre un paso detrás de él, nunca lo bastante rápido como para alcanzarlo. Otros miembros del equipo deciden permanecer en el planeta para lograr vivir en paz y, al entender que sólo encuentra quien deja de buscar, son recompensados con el hallazgo de que "el hombre" permanece allí donde ellos eligieron quedarse.

Con Bradbury el viaje siempre es del espacio exterior y la máquina del tiempo que el corazón del hombre desea conquistar y manipular a su antojo al núcleo de su propia esencia, esa que es la que le resulta más remota y desconocida que las estrellas. Siempre resulta un desafío enriquecedor en el aula y en la vida. Él fue quien ilustró mejor que nadie para mí, a través de otra historia interesantísima, "El sonido del trueno" ("The sound of thunder"), que el simple aleteo de una mariposa puede cambiar el mundo y, por consiguiente, todos los eventos en el viaje de la vida.


A boca de jarro

17 comentarios:

  1. Fer, bonito homenaje el que le bridas con este post, y de camino nos culturizas un poco mas a muchos de nosotros...
    Un abrazo.

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    1. Bradbury es muy ameno e interesante, nada intelectual ni rebuscado: un muy buen cuentista del género fantástico. Prueba leer alguna de sus historias, que ahora se venderán en todos lados, y verás que entretiene y hace pensar.

      ¡Un abazo, amigo y gracias por tus siempre cálidas palabras!

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  2. Además de un ejemplo a seguir por su constante afición al aprendizaje y la superación hasta tener su propia parcela en el mundo literario, era un visionario.
    Por muy descabellado e incluso terrorífico que pueda parecer.
    Me gustan sus historias siempre con trasfondo y creadas para ser leídas sin prisas y sí para ser recapacitadas.
    Me gusta especialmente Bordado,donde esas mujeres con sus agujas bordan mundos maravillosos y delicados en un intento de hacer naufragar la realidad que se les viene encima.
    Impresionante es como hila el autor esas creaciones entre sus dedos devorados por el fuego aniquilador.
    En fin,todo un maestro de larga vida que se ha deshilachado de este mundo, quizá para ser bordado en las manos de alguna mujer, allá en las nubes.
    Besos.

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    1. Linda tu metáfora del bordado, Marinel, digna de una poetisa. Y es linda la imagen del bordado y el grupo de mujeres que se sostienen de la creatividad hogareña que las aglutina y da sentido y continuidad a sus días en un intento por no entregarse a la destrucción que los hombres han hecho realidad en el cuento.

      Un beso y gracias por tu aporte.

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  3. Interesante, muy interesante todo lo cuentas de este autor. Solo conocía, y por película, "Farenheit 451" que me resultó impactante hace mil años.
    "El sonido del trueno" me suena a la Teoría del caos?
    Voy a buscar "El hombre" para conocer más a este autor. La idea de un mundo feliz (no el de Huxley) me fascina. Un beso Lola

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    1. En efecto, Lola, la historia de la que hablo y que da título a la colección está relacionada con la Teoría del caos y el efecto mariposa. Se llama "El sonido del trueno" y estoy segura de que te va a resultar interesante. Yo la leí hace años y allí aprendí algo sobre esta noción. Sería sensacional que tú que sabes de estos temas escribieras una entrada sobre la Teoría del Caos y lo que piensas sobre ella y el efecto mariposa.

      "El hombre", en cambio, tiene ribetes místicos y pertenece a la colección de El hombre ilustrado. Jamás se le da un nombre a la figura del Mesías, aunque se deja entrever que se trata de Jesús. De todas maneras, es una historia abierta a todo tipo de lector, más allá de sus creencias.

      Ahora seguramente saldrán a la venta más ediciones de Bradbury: le llaman el efecto postmortem, y siempre genera ganancias. Así que probablemente te resulte fácil encontrar lo que gustes leer de este visionario autodidacta.

      Un beso, Lola, y gracias.

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    2. Lola querida: con esto de las traducciones de los títulos de cosas que leo en inglés puedo llegar a meter la pata. Es posible que el título donde encuentres esta historia sobre la Teoría del caos sea El ruido de un trueno y otras historias. De todos modos, espero que en alguna librería donde te sepan orientar, de esas que quedan pocas, des con la historia.

      Un beso grande.

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  4. FARENHEIT 451 me marcó de tal manera que hasta llegué a memorizar varios poenas de Espronceda por si acaso...Hace muchos de eso.

    He aprendido con tu entrada sobre BRADBURY, Fer. Muchas gracias

    Besos

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    1. Serías entonces uno de esos revolucionarios que pierden su nombre de pila para mimetizarse con el libro que han memorizado, ¡Espronceda!

      Creo que el amor a la palabra escrita en muchos casos hace que las personas recuerden pasajes o citas del libro que los ha marcado, si la memoria los asiste, claro. En mi caso, siempre es más un recuerdo de sensaciones y paisajes que el buen autor logra recrear en el ojo de mi mente lo que tiende a permanecer.

      Me alegra que hayas aprendido, aunque hay mucho más de Bradbury para disfrutar y yo misma tengo mucho que leer: he leído la reseña de una novela que probablemente adquiera ahora que saldrán todos sus títulos a la venta, titulada El vino del estío en la que, según leo, se fusiona lo fantástico y lo cotidiano en una deliciosa crónica de todo un verano visto a través de los ojos de un muchacho de doce años, llamado Douglas Spaulding. Parece que el tema de fondo es el hallazgo de este niño del paso del tiempo y de la existencia de la muerte. Tal vez la lea, porque mayormente he leído sus cuentos.

      Gracias a tí por tu personalísimo aporte, Luis Antonio.

      Besos.

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  5. Entre Crónicas Marcianas y Fahrenheit 451 me quedo sin ninguna duda con la primera. La poesía que hay en sus relatos me hipnotizó y cierto es, que como librera compulsiva, el tema de la quema de libros me horroriza. Apenas he podido ver la película sin que me hayan entrado escalofríos...
    Me apunto tus recomendaciones y continuaré leyendo, por supuesto.
    Besos.

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    1. Ayer escuché un interesante comentario en radio sobre algún relato de Crónicas Marcianas protagonizado por negros que no conocían a los blancos y los imaginaban del color de la tierra: me pareció muy rico el trasfondo de crítica social implícito en el relato, pero la verdad es que Fahrenheit o Farenheit (nunca sé cómo escribirlo correctamente, creo que en español la segunda opción vale), me parece maravillosa, y hoy cobra mucha relevancia dado que de hecho el libro como lo conocemos está siendo objetado por poco ecológico, por poco práctico y portable, por ocupar espacios que no nos sobran, etc. y se tiende a adoptar su formato digital. Yo lloraría amargamente si tuviera que deshacerme de mis libros y pensara que podrían terminar en una fogata, por eso digo en la entrada que no es una idea demasiado descabellada.

      Creo que saldrán a la venta ahora más títulos para seguir leyendo: yo haré lo propio.

      Gracias, littleEmily.

      Un beso.

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  6. Me ha gustado tu artículo. Solo he leído hace más de veinte años Las Crónicas marcianas y guardo de ellas un nebuloso recuerdo pero que no me hace olvidar uno de los relatos de las mismas que leía a mis alumnos de COU allá por el año 1981. Era un relato que se identificaba con alguna sensación de tristeza que tenía todavía en mi primer cuarto de siglo. Era un niño todavía. Les leía cautivado la historia de un marciano que se convertía para todos en la persona que deseaban, Así los padres de un niño que murió puede recuperar a su hijo en que se ha convertido fantásticamente el marciano, No sé por qué este relato ha quedado tan profundamente unido a mí. Tal vez me sienta tan trivial y en al aire comp reprseta Bradbury.

    Me ha gustada: que solo encuentra el que deja de buscar. En eso estoy.

    Un abrazo muy fuere.

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    1. En efecto, estos relatos tienen su profundidad. Y he leído acerca de un par de novelas que ahondan en la infancia y el momento en que el niño se hace conciente del paso del tiempo y de la existencia de la muerte, como la que le comenté a Luis Antonio, que intentaré conseguir en el original en inglés.

      Si tú estás en eso de dejar de buscar para encontrar, pues no te digo yo: ¡hace una vida que estoy en eso! Por eso me gustó leer "El hombre" con mis alumnos adolescentes. Ellos están en plena búsqueda existencial creyendo que encontrarán todo lo que ensueñan, pero yo ya estoy en otro tramo del camino, un tanto más cansada de buscar y queriendo encontrar y sorprenderme ya sin tanto esfuerzo.

      Un abrazo grande, Joselu y gracias por abrir tu corazón.

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  7. Poseía la herramienta más importante para un escritor, una frondosa y activa imaginación.
    Aunque el género que tocaba no es de mis preferidos no se debe dejar de reconocer su trabajo y sus obras que fueron lecturas obligadas de toda una generación de adolescentes ávidos de otros mundos e historias. D.E.P.

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    1. Cierto, Gloria: una gran imaginación.

      Gracias y un beso.

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  8. Jajaja FER

    en tu anterior entrada, tú mencionabas dos de las más grandes distopías que se han escrito, la de Orwell y la de Huxley yo te mencioné esta, la tercera grande, Fehrenheit 451 ¿recuerdas? y es que aunque las otras dos son mucho más famosas, puede que hasta literariamente mejores, a lo mejor por el momento en el que la leí, a lo mejor porque siempre he adorado los libros, de las tres la obra de Bradbury fue la que más me impresionó. Digo me impresionó, por lo tremembundamente real, me angustió. Me pareció tan terrible la metáfora que usaba de quemar los libros para sumir al pueblo en la imbecilidad y la ignorancia, que leí esa novela, con la misma sensación que cuando vi la peli del Resplandor, para que te hagas una idea:-)

    No conozco más obra de este hombre, gracias por todos los apuntes que haces. Fíjate, leyéndote la mención que haces a ese cuento de las bordadoras y el precioso comentario de MARINEL, vuelvo a sentir como te comentaba el otro día esa extraña sensación de que sin querer todo gira en torno al mismo tema recurrente que me persigue como una maldición jajaja ¿cómo nos posicionamos ente esta vida? ¿lo elegimos? ¿lo decidimos? ¿o lo llevamos impreso? ...

    A veces me veo un poco como esas bordadoras de las que habla el cuento... supongo que no con su paz, y sin ser capaz de hacer ninguna belleza, pero sí recreándome en ella... quizá prefiero recrearme en ella mientras esperamos la hora de saltar todos por los aires...¿quien sabe? de todas formas, no me parece una mala forma de esperar lo inevitable... suponiendo que supiera coser, claro, que no sé:-)

    Conste que hoy te he tenido en mis pensamientos cielo, la última vez que te leí me pareció entender en tus palabras un mérito que no creo exista en los positivos, pura adaptación al alcance de todo el mundo. Ya verás por qué, ojalá te guste, en cierto modo te lo dedico a ti con todo mi cariño... como si nos tomáramos un café juntas en la madrugada :))



    Un beso inmeenso FER, gracias y muy feliz finde bonita.

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    1. Pues yo tampoco sé coser ni bordar, simplemente me remito a hilar impresiones con palabras torpemente. Me encantaría tener alguna habilidad manual, me gustaría mucho saber tejer bien. Y sí, sería una buena manera de posicionarse frente a la realidad, creando belleza y recreándola.

      No sé si estarán recibiendo la noticia en España, pero ahora mismo hay una importante manifestación de descontento y protesta en la Plaza de Mayo, María, el corazón de los momentos políticos más trascendentales de nuestra historia. Yo estoy aquí en casa, escribiendo en la compu, blogueando contigo. Allí hay manos que se alzan en protesta y que dejan salir sus sentimientos grises y su hastío ante ciertas situaciones que están haciendo que nos llegue el agua al cuello. Son formas de reaccionar frente a una misma realidad, todas humanas, todas válidas. Creo que en eso podemos trabajar un poco pero, fundamentalmente, viene de molde y lo moldea nuestra historia.

      En fin, me dejo de filosofar y me voy a tomar un café contigo de madrugada con todo gusto y profundo agradecimiento por la compañía que me haces.

      Un beso grande y buen finde, María.

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