(Traducción y adaptación de un artículo original de Alain de Botton, en The Independent, Cultura, domingo 23 de octubre de 2011.)
En el verano de 1922, el periódico formuló una pregunta particularmente elaborada para sus contribuyentes. "Un científico anuncia que llega el fin del mundo. ¿Cómo cree Usted que la gente se comportará desde el momento en que recibe la noticia y el del apocalipsis? ¿Y qué haría Usted en sus últimas horas?"
Las celebridades que respondieron incluían una quiromántica, una actriz, un político, y un solitario y bigotudo novelista que había pasado los últimos catorce años tirado sobre una cama angosta bajo una pila de frazadas escribiendo una novela inusitadamente larga. A partir de la publicación de su primer volumen en 1913, En busca del tiempo perdido había sido exaltada como una obra maestra. La crítica había comparado a Marcel Proust con Shakespeare y Stendhal, y una princesa austriaca le había ofrecido su mano en matrimonio. Entusiasmado por contribuir al periódico, y en el mejor caso un hombre solidario, Proust envió la siguiente respuesta, que bien puede ayudarnos a nosotros a lidiar con nuestras ansiedades apocalípticas:
"Yo pienso que la vida de pronto nos parecería maravillosa si sintiésemos la amenaza de que vamos a morir mañana, como algunos dicen que sucederá. Piense en cuántos proyectos, viajes, romances, estudios, ella - nuestra vida - nos esconde, ocultos debido a nuestra propia haraganería que, segura de su futuro, los pospone incesantemente.
Pero haga Usted de esta amenaza un imposible y verá qué bella ella se pone nuevamente ¡Ay! Si tan solo el cataclismo pasara de largo esta vez, seguro no nos perderíamos la oportunidad de visitar las nuevas galerías del Louvre, ni de caer a los pies de aquel amor de nuestros sueños, ni de hacer ese viaje a la India.
El cataclismo no sucede y entonces nosotros no hacemos nada de todo eso porque nos encontramos de nuevo en la zona de confort de nuestra vida cotidiana, donde la negligencia adormece el deseo. Aun así, no habríamos necesitado del cataclismo para amar la vida tal como es hoy. Habría bastado con pensar que somos humanos y que la muerte puede llegar esta misma noche."
Marcel Proust
Aquí, una bella lectura de esa respuesta de Proust
por el actor británico Alan Rickman:
Fantástica entrada, María Paz! Una respuesta sin duda, para adoptar en cualquier época y lugar. Gracias por acercarnos a Marcel Proust. Besos.
ResponderBorrarPara mí ha sido todo un hallazgo. Te agradezco mucho la visita, Eva!
BorrarUn beso.
Fer
Desconocía esta anécdota. Obviamente, la argumentación de Proust fue acertada; lo que hay que hacer es hacer. Es un problema de actitud.
ResponderBorrarGracias por compartir. Me encanta Monsieur Proust.
Besos
También yo, Marybel. Me encontré primero con el texto leído por Rickman y me puse a averiguar cómo se le había ocurrido a Proust esta genialidad, hasta que di con el artículo en The Independent.
BorrarBesos y gracias!
Fer
Genial! así que siguiendo el consejo de este gran escritor...vivamos hoy como si fuésemos a morir mañana...exprimamos cada momento y dejemos de haraganear y de posponer tantas cosas para el futuro incierto.
ResponderBorrarUn abrazo
Un abrazo, Julia, y gracias por tu visita.
BorrarFer
Agradezco estas perlas cultas, Fer.
ResponderBorrarEres un sol.
Un abrazo.
Todo es fruto de la curiosidad, mi querida Isabel. Muchas gracias por tus palabras.
BorrarUn abrazo.
Fer
"Habría bastado con pensar que somos humanos y que la muerte puede llegar esta misma noche." El mejor resumen para la cuestión, dejar que crezca esa haraganería es dejar que se marchite la vida antes siquiera de que florezca.
ResponderBorrar¡Un abrazo! :-)
Muy cierto, Ximo. Muchas gracias por tu visita.
BorrarUn abrazo y buena semana ;)!
Fer