martes, 1 de marzo de 2011

Dormir...



                                                                      
 Otra vez sopa: otra vez mi niña de ya casi 8 años reclamando mi presencia de noche. ¿Otra vez ansiedad escolar? ¡Cómo me cuesta sacrificar mi sueño y comodidad en mi cama! ¿Pero cómo desoír su llamado? Si es una niña que me necesita. Como si me estuviera oyendo pensar en voz alta, hoy me llegó una reflexión de mi gran maestra en cuestiones de crianza, que aunque encuentro un poco extrema en sus ideas en algunos aspectos, me ayudó a transitar mi paso por mi puerperio y "encuentro con mi propia sombra", para usar sus palabras.

 Y me sigue ayudando, porque ¿quién dijo que el puerperio dura 40 días? Recomiendo la lectura de sus libros a todas las madres.

  Ella me dice HOY:

 "Los niños tienen razón en reclamar contacto físico ya que son totalmente dependientes
de los cuidados maternos.Tienen conciencia de su estado de fragilidad y hacen lo que
todo niño sano debe hacer: exigir cuidados suficientes para su supervivencia. La noche
es larga y oscura, y ningún niño debería atravesarla estando solo.¿ Hasta cuándo?
Hasta que el niño no lo necesite más."

Laura Gutman. Newsletter Marzo 2011.



 ¿Será por eso que en algunas partes del mundo que los occidentales consideramos "poco avanzadas" la madre duerme rodeada de sus hijos, en un círculo de amor y calor?





 No dejes pasar este libro , especialmente si sos mujer y madre.

                                             
A boca de jarro

lunes, 28 de febrero de 2011

Escuela siglo XXI ....


 Hoy parecía como si la gente hubiese salido de hasta de abajo del asfalto: calles llenas de autos pegando bocinazos y mal estacionados, papás con cámaras colgando de una mano y bebés colgando de la otra (esta obsesión por registrar todo y más con la cámara da para otro posteo...), abuelos chochos, tíos babosos, chicos, chicos y más chicos de estreno, con zapatitos y ropa limpia y sin manchones de tinta, con caritas descansadas y expectantes...

 También ví a las mamás, papás y abuelas que hacen la adaptación del jardín con sus infantes, y la verdad es que sentí un gran ALIVIO por haber dejado esa etapa de horarios demenciales, de ir y venir atrás de uno y otro como loca hasta que "se adapten". Siempre pensé que en realidad son los adultos que necesitan más tiempo para adaptarse a la idea de cortar el cordón que los propios chicos, que son los que más rápido y más naturalmente se adaptan a las nuevas rutinas si son lógicas y placenteras, claro está. Pensé en los pobres padres que trabajan, y para quienes estos sistemas son muy duros, ya que implican movilizar a toda una familia, que a veces ni puede colaborar aunque tenga buena voluntad, porque hay que ir a trabajar.

 Mi hija de tercer grado entró más tarde y salió más temprano, después de tres meses de vacaciones - definitivamente demasiado- y después de semanas de preguntarme: - "¿Y má, cuántos días faltan?" A lo que yo respondía, señalando el almanaque, para que los contara ella para no deprimirme más... En los países inteligentes no hay recesos tan largos, sino más breves e intercalados, para oxigenarse durante el ciclo lectivo y ofrecer alternativas de relax y turismo variadas. Pero... mis abuelos se bajaron del barco justo acá...

 Hoy llegué a la conclusión de que tal vez son los docentes los que tendrían que empezar a media máquina para adaptarse...

A boca de jarro

domingo, 27 de febrero de 2011

Mi jardín urbano


 Aquí soy feliz: un pequeño patio urbano convertido en jardín con piedras, macetas y con la infaltable parrilla, que ahora cuenta con una tortuga cuya dueña decidió regalarnos porque sospecha que la va a sobrevivir y quiere dejarla en "buenas manos".

 Me gusta cuidar plantas, cuidar vida, plantas o animales sencillos, que demandan muy poco, como mis cactáceas, mis favoritas, y que regalan belleza y lecciones de vida día a día, estación por estación del año.

 Mi abuela paterna y mi papá también muy "planteros", con buenas manos para la jardinería, "green fingers", como diríamos en inglés, plantas caseras no más, que vienen de gajos de otros jardines o del vivero de la zona, así como se ve en estas fotos: sin sofisticación ni demasiada vuelta. Así como soy yo y como me gusta que sea mi vida.















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