La última gran adquisición de Grace es una orquídea que consiguió de rebaja en el vivero del barrio una tarde calurosa de domingo. Según le dijo el joven empleado que se acercó amablemente a informarla, viéndola tan embobada con ella, las orquídeas también tienen edad. Necesitan completar todo un ciclo vital para poder dar flor. Sería justo decir que es al florecer por primera vez cuando una orquídea entra a la edad adulta: es así de injusta, también, la vida de una orquídea. Y si bien el follaje de una orquídea puede resultar interesante, lo que la hace realmente valiosa es, naturalmente, su flor, que - como toda injusta belleza - vive apenas unas semanas.
El atento muchacho - muy buen mozo, por cierto - pasó luego a adentrarse en los secretos iniciáticos del cultivo de las orquídeas domésticas que hacen que florezcan: que el riego, que la luz, que las temperaturas y la humedad, que los fertilizantes. Los cuidados deberán ajustarse, también, a la especie de orquídea que tengamos entre manos. Grace quedó debidamente advertida de que alguien que decide cuidar de una orquídea como esa debería a su vez prepararse para cuidarla debidamente. En el vivero se dictan cursos los jueves por la noche para principiantes y avanzados en el arte. No hacía falta que el joven le dijera nada de todo aquello, tan gracioso y pintoresco como su camisa, abierta tres botones por los que no asomaba ni un sólo pelo. Grace ya había notado cómo tienen a todas las pobres orquídeas en ese vivero, bajo luces especiales, rodeadas de termómetros, clavadas a tutores, bajo el soplo de vida artificial de ventiladores y calefactores encendidos a través de las estaciones y siempre adentro. ¿Estos chicos jóvenes realmente creerán que hace falta tanto remilgo para llegar a viejo?
Bastaba con saber leer su mirada de maestra jardinera para jurar que se la iba a llevar a casa en el preciso momento en el que posó sus ojos a través de sus anteojos sobre esa preciosa flor amariposada que luce tan como ella, que no le importaba nada que esa única flor se cayera a los pocos días o que tomara casi un año más de cuidados intensivos intentar que floreciera de nuevo. A una forzada jubilada a quien le hicieron tirar la toalla antes de su mejor floración no la iban a venir a amedrentar con la edad de las orquídeas. Ella mejor que nadie sabe cuál es el valor de una orquídea, sabe que una orquídea vale más por ser quien es, por todos los inviernos internos sin flor soportados en sus días, que por sus flores, y que nunca se la debería rebajar por eso. Ella mejor que nadie sabe del arte de cuidar de lo que queda cuando se decide que una orquídea ya pasó su mejor momento.
A boca de jarro
Muy buena Fer, me ha gustado mucho, yo veo una gran y bella comparación.
ResponderBorrarElla mejor que nadie sabe cuál es el valor de una orquídea, sabe que una orquídea vale más por ser quien es, por todos los inviernos internos sin flor soportados en sus días, que por sus flores, y que nunca se la debería rebajar por eso. Ella mejor que nadie sabe del arte de cuidar de lo que queda cuando se decide que una orquídea ya pasó su mejor momento. Bello, cabiémoslo por personas incluso mujeres aunque puedo equivocarme.
Un besazo Fer.
mafar
Cambiemoslo, mafar, que no te equivocas ;)!
BorrarUn besazo y mil millones de gracias!
Fer
Es la mejor edad... para saber disfrutar de "ese" valor...
ResponderBorrarSaludos
Muchas gracias por tu aporte, Mark.
BorrarSaludos!
Fer
Lo que hace valiosa la Belleza es su existencia efímera.
ResponderBorrarUn saludo María.
Un saludo, Manuel. Muchas gracias.
BorrarFer
Genial tu relato, Fer, la metáfora te ha quedado redonda. Un beso enorme
ResponderBorrarUn beso enorme para ti también, Chari. Muchas gracias por tu visita ;)!
BorrarFer
La madurez es un alto precio a pagar por crecer. Precioso Fer.
ResponderBorrarUn abrazo.
Muchas gracias, Marybel.
BorrarUn abrazo!
Fer
Qué comparación más hermosa estableces entre la situación personal de la protagonista y la orquídea, Fer. Una plena identificación entre ambas, sutil pero veraz, sin lugar a dudas.
ResponderBorrarHay veces que algo te gusta tanto que solo puedes estropearlo añadiendo palabras, y ésta es una de esas veces... ¡Me ha encantado! :))
Un beso y gracias por este oasis de letras.
Me alegra mucho saber que te ha gustado, Julia. Muchas gracias.
BorrarUn beso!
Fer
Precioso relato , lleno de sensibilidad y mucho tacto , sobre todo jugando con esa metáfora, tan real como la vida misma .Me ha gustado mucho Mari Paz ! He descubierto tu blog porque te he visto en un blog que comentamos las dos, y me quedo para seguirte.
ResponderBorrarUn Saludo cordial.
Me alegro que te haya gustado y que te quedes: eres más que bienvenida.
BorrarUn cordial saludo!
Fer
Cómo me ha gustado, Fer. Una historia llena de magia por tu forma de contarla, esa forma tan especial que envuelve y deslumbra.
ResponderBorrarSí, amiga, a quién le importa la vistosidad de las orquídeas; lo importante es otra cosa, porque el valor de las cosas y de las personas normalmente no es apreciable con los ojos, sino con el corazón, ese corazón que a ti te sale en cada frase.
Un abrazo enorme y gracias por esta belleza.
La orquídea en la foto está aquí a mi lado mientras escribo, Isabel. Hay mucho mío en esta Grace ;)! Muchas gracias por venir a visitar a mi orquídea, por tus perfumadas palabras, siempre con aroma a vainilla, y por leerme con los ojos del corazón.
BorrarUn beso!
Fer
La verdad es que no sé nada de orquídeas. Solo que son unas flores muy caras y apreciadas y seguramente muy hermosas. Veo que tu mundo se expresa sentimentalmente a veces mediante flores. El otro post con hortensias y este con orquídeas. Me sorprende porque la asocio, esta correspondencia del mundo interno con las flores, a un romanticismo desatado, a un inconsciente de algunas mujeres que expresan su sensibilidad con objetos tiernos y sensibles. A mí me va el otro lado del romanticismo, el de Mary Shelley, el que se proyecta con símbolos de la noche, con las sombras, con criaturas del otro lado, anómalas. Las flores me producen una sensación extraña, sé que son bellas, efímeras, y todo eso pero no las comprendo, me resultan lejanas. No puedo percibir la belleza a través de las flores. Debo de ser futurista. Y sobre todo expresionista.
ResponderBorrarUn fuerte abrazo.
Las plantas son un motivo fuerte en mi vida, es cierto. Las cuido mucho, me rodeo de ellas, me entristezco cuando se secan y soy la jardinera oficial del pequeño jardín de casa. Ahora sucede que han florecido con la primavera, y entonces me inspiran. A mí me da igual que sean caras o que me haya traído un brote de algún otro jardín, son todas valiosas para mí. Y con las orquídeas sucede que me las habían puesto como "difíciles y delicadas" ,supongo que porque son caras, hice la prueba de traerme unas a casa y se me han dado muy bien, pero es una realidad que es muy poco lo que se puede disfrutar de sus bellas flores.
BorrarUn beso expresionista, Joselu ;)!
Fer
Mi última adquisición ha sido una pequeña higuera que apenas mide siete centímetros y tiene cuatro hojas, la encontré en el suelo al borde de una carretera y decidí que la rueda de un coche no iba a ser quien interrumpiera su vida y aquí la tengo más bonita que los jardines de Versalles. Bueno que me estoy liando, es precioso tu escrito, no solo por a hermosa comparación que haces, también porque las palabras que has utilizado son las justas y sin florituras, lo que demuestra tu sensibilidad con las flores y la escritura. Ya está bien.
ResponderBorrarUn beso.
José.
Me has dado una alegría, José. Esto de que me visites aquí en mi jarrito y que me dejes un regalo así no sucede todos los días, y lo celebro. Las plantas que más adoro no son las que adquiero en el vivero,por más finas que sean: son precisamente las que adopto en el camino como tú lo hiciste con tu higuera. Mi próximo escrito, que he comenzado a preparar hoy, versará sobre esas plantas que ocupan un lugar de privilegio en mi jardín.
BorrarTe agradezco enormemente tus palabras y tus gestos cotidianos, José.
Un beso!
Fer