Hay varias vivencias y autores que me han llevado a enfrentarme y a comenzar a comprender el concepto de "la sombra" que desarrolla Carl Gustav Jung [ˈkarl ˈgʊstaf ˈjʊŋ] , a quien todavía no leí.
La primera experiencia fue el devenir madre y el leer a Laura Gutman, en "La maternidad y el encuentro con la propia sombra". Luego, mi propia "enfermedad", enfermedad del alma con síntomas físicos que me alarmaron. Allí se produjo una profunda conversión en mí, volví a la fuente de mis creencias religiosas, me encontré con La Palabra, y leí a Anselm Grün, quien también desarrolla el concepto Jungiano de la sombra en todo su esplendor y su misericordia Cristiana. Jesús sanaba a los enfermos al traer a la luz las miserias de los enfermos y "pecadores", y la idea de pecado así vista es nada más ni nada menos que estar fuera de foco, descentrado, peleado con ciertos aspectos oscuros que nos habitan y rechazamos, y que, al traerlos a la luz, logramos ACEPTAR, perdonar, y encarnar, pero ya conscientes de que ellos son una parte nuestra que podemos y debemos tomar como parte del TODO. Así entendido, la idea del "Reino de los Cielos", es una idea muy mundana, ya que llegar allí es simplemente pasar de vivir en la polaridad "luz versus sombra" a vivir en la unidad, que es la casa del Padre, o simplemente, El Padre. Bueno, esto parece simple, pero ni sus discípulos, pescadores aldeanos y sencillos hombres de trabajo y llenos de defectos, lograban entenderlo.
Allí me encontré con los libros de María Guadalupe Buttera y su blog, y seguí ahondando, "despertando y creciendo" en este arduo terreno de ACEPTACIÓN de mis partes oscuras.
Ahora, es la enfermedad de las figuras paternantes más añosas de mi familia la que una vez más me remite a Jung y a su idea de "la sombra", y el libro que estoy leyendo sobre la enfermedad, "La enfermedad como camino", de Thorwald Dethlefsen y Rüdiger Dahlke. Ellos explican que es la sombra quien nos hace enfermar, en tanto nos hace incompletos. Ella nos "angustia", es decir, "nos angosta", y la plenitud , es decir, la salud, reside en poder tomar conciencia de que somos un todo, una unidad, y en asumir que "todo lo unitario es dual". Pero nos empeñamos en identificarnos con sólo una parte de nosotros mismos, la luminosa, la socialmente aceptable, y en esconder en la sombra todo aquello que no es agradable ni para nosotros ni para los demás acerca de nosotros mismos, y es así como "engordamos" a nuestra sombra, negándola, rechazándola, y diciendo: "No, así no soy yo. Así son los demás." Y leyendo este libro aprendo que:
"... el mundo exterior está formado por los mismos principios arquetípicos que el mundo interior. La ley de la resonancia dice que nosotros sólo podemos conectar con aquello con lo que estamos en resonancia.(...) Nosotros insistimos en nuestro empeño de borrar del mundo los aspectos que valoramos negativamente (...) este intento se convierte en una pugna constante que garantiza que nos ocupemos con especial intensidad de la parte de la realidad que rechazamos.(...) de este modo se acerca el principio rechazado hasta llegar a vivirlo."
Y así, enfermamos. Creo que hasta los buenos médicos entienden esto, más allá de todo lo que saben de las funciones y las disfunciones del cuerpo humano y de los vericuetos de la medicina. La enfermedad es siempre una gran maestra, porque es un emergente, un signo claro de que nos estamos negando a salir de la unipolaridad en la que tan cómodamente nos instalamos, y a adquirir la visión del TODO que solamente los sabios e iluminados pueden llegar a vivenciar en estado de permanencia y adhesión absoluta. Para todos los demás, nosotros, esto es un camino de idas y vueltas, avances y retrocesos, pero creo que lo importante es transitarlo con una mente abierta y un corazón íntegro y honesto, tanto en la luz como en la sombra,"en la prosperidad como en la adversidad, en la salud como en la enfermedad". Es como casarnos con nosotros mismos, como deberíamos casarnos con los demás, ACEPTANDO todo el paquete, no sólo el envoltorio y el moñito de regalo. No digo que sea fácil, de hecho, no es nada fácil: la clave está en intentarlo y procurar avanzar en este sendero hasta el fin de nuestra existencia en este mundo: "hasta que la muerte nos separe". Y entonces brillaremos en absoluta resonancia con el resplandor de LA LUZ DE DIOS.
Yo creo que el camino es, y disculpen si me repito, pero necesito decírmelo muchas veces:
De la plenitud perenne del ser a la plenitud perenne del ser
Esto es, nada más y nada menos, que todo el camino... Pura filosofía de vida.
Y ahora estoy paladeando de a poco este bello libro de Hugh Prather (se pronuncia PRAY-ther, con un sonido no sibilante de “th”) , "Palabras a mí mismo", al cual llegué gracias a la lista de libros que Jorge Bucay recomienda como "los libros que hay que leer" al final de su libro "Cartas para Claudia", y a quien le agradezco profundamente por la recomendación, tanto como por sus libros.
Hugh Prather anoche me dijo:
"Mi potencialidad para el mal
es igual a la de cualquier hombre.
Si no acepto este hecho,
esas tendencias podrían gobernarme.
Puedo liberarme de esas fuerzas
si las reconozco cuando se apoderan de mí
y aceptándolas como parte mía
elijo no seguirlas.
Sólo de ese modo comienzo a incorporar las partes que había rechazado
y a entender qué es lo que hago
cuando critico a mis semejantes."
Página 41
"Rechazar mis sentimientos
es condenarme por tenerlos.
La parte rechazada reacciona
tornándose más fea.
El darme cuenta, lo más profundamente posible,
parece que siempre vuelve
más positivo el flujo de mi energía."
Página 43.
"No hay sentimientos destructivos,
sólo hay actos destructivos.
Mis acciones pueden volverse destructivas
cuando condeno o rechazo mi sentir.
Si no quiero sentir de un cierto modo
ignoro el hecho de que realmente siento así
y que ese sentir es parte de mí.
(...)
Cuando niego un sentimiento,
no lo destruyo, y pierdo mi capacidad
de expresarlo como quiero.
Al condenarlo dejo de considerarlo parte de mí
y entonces parece adquirir vida propia
forzándome a responder a él de un modo rígido;
pero si reconozco que "yo" vivencio el sentimiento
mantengo mi capacidad de actuar
del modo que elijo y no de la manera que temo."
Página 45.
"No soy responsable de mis sentimientos
sino de lo que hago con ellos."
Página 48.
Si esto no es Jungiano, ¿JUNG DÓNDE ESTÁ? Leí en Wikipedia que Hugh Prather se murió el 15 de noviembre del 2010, a los 72 años, tomando un baño caliente en la bañera de su casa de Tucson, Arizona, aparentemente de un ataque cardíaco. Tal vez no es casual que haya muerto de este modo. No es una mala muerte si se puediese elegir cómo morir, ¿verdad?
Y voy a concluir con sus palabras, que en mi humilde entender están mal traducidas en mi versión de su libro en español, y que, supongo, son garantía de una buena vida y también, por qué no, de una buena muerte, siendo que vida y muerte son nada más que las dos caras de la misma moneda:
"Lamento sentir lo que siento."
Que en mi edición se traduce así:
"Siento lo que siento lo que siento".
Página 49.
¡Me encantaría saber cómo lo interpreta Bucay! Y, por supuesto, obedeciéndole a Jorge una vez más, ya le pedí a mi mamá (¿a quién si no?), que para mi cumple me regale algún libro de Carl Gustav Jung.
*(For those who speak English)
Quotes from Hugh Prather's "Notes to Myself":
¶“Another day to listen and love and walk and glory. I am here for another day. I think of those who aren’t.”
¶“My prayer is: I will be what I will be, I will do what I will do.”
This for you too, dad!
A boca de jarro