lunes, 12 de diciembre de 2011

De edades, ciclos y fin de año...

  

"Cantemos como quien respira. Hablemos de lo que cada día nos ocupa. 
Nada de lo humano debe quedar fuera de nuestra obra. 
En el poema debe haber barro, con perdón de los poetas poetísimos. 
La Poesía no es un fin en sí. 
La Poesía es un instrumento, entre otros, para transformar el mundo."
                                                                                                              Gabriel Celaya.


  Desconozco quién fue el autor o de dónde surgió el concepto de las edades humanas de las que tanto hablan médicos, especialistas y científicos. Imagino que lo aceptamos como canon que ha pasado ya por mutaciones y variaciones múltiples, conforme se ha ido extendiendo la expectativa de vida humana, a tal punto que ya se habla de la "quinta edad" como el umbral de la muerte, y no se la vé a esta última edad del mismo modo que se la veía años atrás.


  Partamos de la base que no comparto el criterio de enmarcar al ser humano en grupos de edades, como tampoco me gustan las tablas de peso, los percentilos, o los datos estadísticos que marcan la norma. Entiendo que para los profesionales de la salud han de tener su utilidad, pero a mí me enferman. Creo en la unicidad del ser que escapa a esas mediciones. Tampoco asocio mis propias etapas vitales con los años del calendario, exceptuando eventos tales como graduaciones, fechas de ingreso y egreso laborales, casamientos, mudanzas, nacimientos y muertes, que impactan sobre mi percepción de la continuidad de mis días, de modo que mi vida ya no es la misma antes y después del evento. Estos hitos sí quedan enfrascados en mi memoria con la etiqueta de la hora, el día, el mes y el año en que sucedieron, junto a otros detalles que guardo en mi memoria afectiva, como palabras o silencios, gestos, miradas, cielos nublados o despejados, hojas secas revoloteando en la brisa bajo un sol dorado o vientos gélidos, olores que se atesoran, presencias o ausencias que se extrañan, el ritmo del latido de mi corazón... 

                          
  La fiebre de temporalizar la vida me aburre. Y se vé muy a las claras en estas épocas en las que comenzamos la loca cuenta regresiva hacia el comienzo de un nuevo año. Nos ponemos a hacer balances, a mirar el año que concluye para ver si hemos alcanzado o no los objetivos que nos impusimos cumplir el 1 de enero, día en que no hay mucho más que hacer después de los excesos del día anterior, y los días anteriores a ese, porque el frenesí arranca ya en noviembre. Es un día en el que hay que ponerse a hacer algo para frenar el efecto nocivo de la desaceleración.


  A mí la cosa se me hace más cíclica. Creo que mi vida será mayormente la misma el 2012 que el 2011, aunque debo admitir que este año tengo ganas de hacer una fogata catártica con el almanaque saliente. De todas maneras, lo que cambiará será el almanaque, y probablemente mis cambios no se me harán  tan notorios, a menos que algún gran evento me conmueva, y entonces lo recordaré, ya que seguramente marcará un ciclo que se acaba para dar comienzo a otro, al que asociaré con lo que aprendí del evento, con lo que gané o perdí a través de él. Es más, podría llegar a afirmar que si me ofreciera la más clarividente de las brujas decirme el año en que voy a morir, no me interesaría conocerlo: no me obsesiona el número de años que he de estar en este mundo, sino la intensidad con que viva los días que transcurran hasta mi partida.


  Será por eso que me dá lo mismo festejar fin de año aquí o allá, con los tuyos o los míos, con los nuestros o solos, comer ésto o aquello, brindar a las 23:45, a las 0:00 en punto, a las 0:15 u otro día, porque es todo un ciclo que no va pautado por el reloj, ese feroz tirano que me taladra todas las horas de todos los días de todos los años. Pero mis razonamientos de poco importan a la hora de ponernos de acuerdo con mis seres queridos para reunirnos a festejar.

  Con eso también tengo mis reservas: es que hay años que parece que no se me dá por festejar, aunque entiendo que siempre hay motivos, que estamos los que estamos porque hemos sobrevivido a una serie de batallas de salud, de trabajo y de vida ganadas, y estamos juntos, reunidos alrededor de una mesa con provisiones: todo eso es motivo suficiente para celebrar. Pero las celebraciones impuestas por calendario y tradiciones heredadas me irritan un tanto, debo confesar.


  Más que años o edades, me gusta la visión de algunos poetas sobre la vida. Un poeta que no conocía, conocido como Gabriel Celaya, creador de un estilo de poesía no elitista, al servicio de las mayorías, "para transformar el mundo", poeta español de la generación literaria de posguerra y uno de los más destacados representantes de la que se denominó "poesía comprometida", escribió su autobiografía de la siguiente manera:

Autobiografía

No cojas la cuchara con la mano izquierda.
No pongas los codos en la mesa.
Dobla bien la servilleta.
Eso, para empezar.

Extraiga la raíz cuadrada de tres mil trescientos trece.
¿Donde está Tanganika? ¿Qué año nació Cervantes?
Le pondré un cero en conducta si habla con su compañero.
Eso, para seguir.

¿Le parece a Ud. correcto que un ingeniero haga versos?
La cultura es un adorno y el negocio es el negocio.
Si sigues con esa chica te cerraremos las puertas.
Eso, para vivir.

No seas tan loco. Sé educado. Sé correcto.
No bebas. No fumes. No tosas. No respires.

¡Ay, sí, no respires! Dar el no a todos los “no”
y descansar: Morir.



INSPIRACIÓN por Gabriel Celaya.
 

 
 A boca de jarro

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Códigos de etiqueta blogger: Conclusiones



A pesar de la crítica estilística de un profesor de lengua española que reside en Barcelona, a quien respeto, admiro, y le he tomedo mucho cariño, y que se empeña en escribir la palabra blogger de otro modo más castizo, yo, profesora de inglés, me quedo con el anglicismo, y paso a resumir, en otra entrada larga y dispersa, según su visión acertada de mi estilo, las conclusiones de este intenso intento de acordar códigos de etiqueta a tomar en cuenta en este arte tan personal de bloguear que compartimos todos aquellos que hemos opinado al respecto. Y aclaro que el aceptar las críticas constructivas es para mí una regla a la que adhiero gustosa.


Ante todo, quiero darles las GRACIAS, porque me da mucha felicidad hacerlo, y porque realmente las merecen: han sido sinceros, han contribuido desde lo que realmente sienten y experimentan como autores de bitácoras, y me han permitido el privilegio de la verdadera comunicación. Creo que mayormente a todos nos reconforta encontrar eco, una respuesta a lo que volcamos en nuestros espacios por placer, por necesidad vital, por aspirar a más, etc. Sea cual fuere el motivo por el que llevamos adelante un blog, es noble y dignísimo, siempre que construya y no destruya, y no es necesario que todos coincidamos en la razones que nos empujan a hacerlo. Pero siento que no deberíamos mentirnos a nosotros mismos en algo fundamental: a todos nos va nuestra cuota de ego en esto, y creo que no es condenable. No sé por qué esta cuestión de alimentar al ego, que en mayor o menor escala todos compartimos, se ha confundido con el exceso de ego, que sería el egoísmo, el egocentrismo la egolatría.

*DE EGOS Y VANIDADES...

                                                       
La palabra ego es el equivalente latino de "yo", y tiene diversas acepciones, ninguna execrable: "ser", "alma", "psique", "conciencia" y "demonio". Incluso esta última nos hace muy humanos: todos somos ángeles y demonios, Yin y Yang, una unidad polar hecha de luz y de sombra. Como adultos, no debería sorprendernos el hecho de que nuestro ego busque alimento, siempre que esto no se torne obsesivo/compulsivo y nos desvivamos intentando agradar siempre a los demás. Sólo los iluminados pueden suprimir su ego, y entre nosotros creo que no hay ninguno. A veces también paga al ego aceptar que no le podemos caer bien a todo el mundo, como no todo el mundo nos cae bien: esto, de hecho, refuerza al "yo" y le da más valía y autenticidad.



*CÓMO NOS VINCULAMOS EN LA BLOGÓSFERA



Se han confesado rencillas y ciertos resentimientos en la blogósfera. Se habló de "estiletes", "sacarse chispas" y "pelearse" con otros por quienes uno se sintió mal juzgado, en desacuerdo o poco tenido en cuenta. Buenas noticias: nuestros vínculos no son tan virtuales después de todo, después de tantas críticas que hacemos a esto de vincularnos en el ciberespacio. Todo se parece bastante a lo que sucede en los vínculos de la vida real. Y según se ha comentado, desarrollamos una percepción bien acabada de las personas con quienes tratamos en nuestro blog: hay quienes nos evaluamos de acuerdo a un criterio de calidad de aportes, pero la inmensa mayoría decimos sentir que tenemos o no "química" con ellos, nos hieren algunas de sus actitudes y nos agradan y hacen bien al alma otras. Como en la vida real, hay o no hay piel entre bloggers.

Algunos comentarios han apuntado al hecho de que hay un cierto grado de "divismo","narcisismo" u "ombliguismo"en ciertos autores de blogs que tiende a repeler. Así como que existe una "elite" de blogs a la que muchos de nosotros no somos bienvenidos. También esto se observa en muchos otros círculos, ni les cuento en el de los profesores de inglés al que pertenezco... Tanto que no hay ninguno siguiéndome aquí: "¡Escribís un blog en castellano! How very odd!"


*RAZONES DE SEGUIMIENTO Y PARTICIPACIÓN

Resumiendo, lo que parece importar a la hora de seguir un blog es más la calidad humana, la calidez del autor, que la calidad, la extensión, la temática o la naturaleza de sus entregas. Parece que esto pesa independientemente de que todos los comentarios sean contestados o se devuelvan los mismos cuando uno los hace en el blog de otro. Me parece excelente que así sea, aunque, en este aspecto del dar y recibir, es natural que no escapamos a la norma de los vínculos humanos en otros ámbitos: todo ser humano espera cierta reciprocidad en cualquier vínculo que entable, porque ante todo nos amamos a nosotros mismos, como alguien a quien amo nos aconsejó, para poder así amar a los demás. Somos sanos en esto. No deberíamos dar excusas por nuestro amor propio...


Se habla también de "mercantilismo", de "especulación", de "hipocresía" en cuanto a lo siguiente: si uno comenta en un blog sólo porque espera que su marcador de comentarios aumente con la devolución del favor, y no por el genuino interés de comentar y aportar en ese espacio, pues no se está siendo del todo honesto. Es como un juego de apuestas para redoblar los números propios. Las almas más artísticas que han comentado se rebelan fuertemente contra todo tipo de norma, código, o patrón  esperable, y nadie quiere saber nada con la idea de "reglas": yo avisé que era una palabra urticante, tal vez porque todos los comentadores tenemos en nuestra memoria emotiva un pasado colectivo lleno de reglas impuestas autoritariamente, sin consenso, y la mera mención de la palabra nos brota. Pero las reglas existen en todos los ámbitos, implícita o explícitamente, y personalmente creo que están puestas por nuestro propio bien. Pero también están para pensar que a menudo de nada sirven, para elegir no observarlas, saltarlas, transgredirlas: tal vez eso nos haga quienes somos en esencia tan o más fuertemente que el acatarlas a piejuntillas.



*NÚMEROS...

Según muchos bloggers, los números no importan; algunos dicen que no les prestan atención. Yo confieso que todavía no he logrado vencer la tentación de espiar cómo vamos con los números el jarro y yo, que somos uno. Además, noto que casi todos hacen alarde de su número de seguidores o tienen contadores o mapas que muestran la procedencia y la cantidad de visitantes bien a la vista. Por ende, me es difícil creer que esto no importe ni un poquito, pero soy un poco escéptica, sepan disculpar. Tal vez tenga mucho que aprender sobre la verdadera esencia de este bello arte.


Les cuento en verdad lo que me pasa con los números tomando mis entradas más populares hasta la fecha como ejemplo. Mi entrada más vista hasta hoy es Linda letra, con 952 páginas vistas, un tema que ha de ser un trauma o un objetivo de muchos, y además estoy segura de que más de la mitad de quienes vieron, no creo que leyeran, esa entrada lo hicieron por las ilustraciones tomadas de El principito que le agregué al texto, ya que esto ha aparecido hasta el hartazgo en palabras de búsqueda. Le sigue Masacre en Río de Janeiro, con 909 vistas, porque las masacres y Río de Janeiro son altamente solicitados en los motores de búsqueda, quiero decir, estimo que los números no responden a la entrada en sí, sino al gusto morboso de muchos por la sangre, y por lo bello de Río de Janeiro, conceptos que no tienen ninguna vinculación con ese escrito mío. En base a estos números, yo podría llegar a una conclusión ególatra y divista, y asumir que esas son mis entradas más logradas: estaría muy lejos de la verdad...

"Hay dos formas de mentira, la mentira y las estadísticas". Mark Twain

De todas formas, no creo que esté mal mirar los números, para sacar conclusiones que nos bajen a tierra, no para perder la cabeza y el sentido común en base a ellos, para no mentirnos: no es en los números donde se encuentra la verdad de un blog, si es que algo como eso existe. En el caso de otras entradas muy vistas, creo entender que la temática o quizás mi modo de abordarla puede haber influido: ¡pero tampoco me creo J.K. Rowling! Y no me digas, Joselu, que la Rowling no tiene mérito literario...

                                                     

 A veces nos enredamos, como con  Gi; a veces nos maternamos, como con  Mica, Paola, y Ana; otras nos dan consejos sabios, mimos, caricias para el alma, como María, que me enseña que:"la única manera de no desilusionarte en esta vida es no esperar nada... ni siquiera reciprocidad", y que "sólo cuando disfrutas algo, merece la pena y eso es lo que al final a ti te vale y los demás observan..."

Otras veces alguien nos presta alas para volar y soñar lograr algún día semejante nivel de repercusión con tanta humanidad, nobleza y humildad, con tantas lecciones de vida para enseñar a los demás, como Neuriwoman. Y a veces nos topamos con el alma rebelde de un artista, como Diego, que se se rehúsa a jugar el juego según los principios que casi todos aplicamos aunque no lo veamos. Todos intentamos dar lo mejor nuestro. Y por eso les agradezco, porque enriquecen mi vida estando y blogueando.

*AVISO

Blogueros: a su juego. Y un último aviso. Como creo fervientemente en la hermandad bloguera y su difusión, me apunté en una iniciativa de un peregrino de la blogósfera que invade blogs con una entrada y permite que los invadidos aporten a su blog con la propia. Son invasiones pacíficas y blogueriles: una idea que nació en España, de la mano de Senovilla, y que aún está abierta si desean participar y darle mayor extensión a esta peregrinación por diversos blogs en distintas partes del mundo de habla hispana que nos permite conocernos. Para más información, denle click al link debajo de la imagen.

http://senovilla-pensamientos.blogspot.com/2011/10/senovilla-peregrino-en-la-blogosfera.html

A boca de jarro

martes, 6 de diciembre de 2011

¿Hay códigos blogger?


Existe el código penal, el código civil, el código rojo y el código Da Vinci. Todas las tribus urbanas tienen ciertos códigos mayormente implícitos a los que adhieren sus miembros. Pensemos en los surfers, skaters, floggers, gamers, hasta los hackers... Nosotros, los bloggers, somos una tribu del ciberespacio relativamente nueva, no nos caracterizamos por un gesto que usamos como saludo o cierto tipo de vestimenta que nos identifica por la calle, pero siento que somos una tribu en pleno desarrollo y expansión. No es fácil poner en papel ciertos códigos de etiqueta blogger, tampoco se si es necesario, pero siento que podríamos, que nos haría bien. No será tarea fácil, y seguramente habrá polémica debido a la enorme diversidad de blogs y bloggers imperante, hecho que celebro, ya que el blog es un fenómeno fenomenal que, al menos a mí, me cambió la vida para hacerla más plena.


 









  
Complica hasta la autodenominación: ¿se es blogger, bloggera, bloggero o bloguer@? Además, complejiza el hecho de que hay bloggers que son autores de sus bitácoras, hay otros que son simplemente visitantes, lectores, seguidores, y que tal vez siguen blogs en forma anónima, sin participar como seguidores ni comentando - lo que en la jerga se denomina "lurkers"- mientras que otros se hacen seguidores de uno o varios blogs, y comentan, y además estamos los "mixtos", que somos bloggers en autoría y también seguimos y comentamos otros blogs, o algunos que eligen solamente escribir el suyo, dando o no la opción a comentarios de los visitantes. Todo esto a su vez aporta una gran variedad a la naturaleza bloggerHay mucha diversidad en esta tribu, y eso la hace muy interesante y promisoria. En verdad, hay tantos estilos bloggers como cantidad de blogs.



Este año, se me dio la posibilidad de colaborar para un blog chileno. Me pareció que sería una experiencia enriquecedora, no en lo material, pero sí en el intercambio con lectores de un país hermano, afín aunque diferente en muchos aspectos sobre los que me proponía aprender. Pensé también que me proyectaría como bloguera en ese país y en otros, ya que el blog reunía mujeres de habla hispana de diferentes nacionalidades. Desde que empecé a bloguear hace unos años, primero como lectora anónima, después como seguidora pública y comentadora entusiasta y activa, y finalmente como autora de blog, mi principal objetivo ha sido el ligar con almas afines, el compartir esta necesidad vital de pensar la vida en voz alta.


Resultó un tanto decepcionante para mí el hecho de que mis comentadores en el blog chileno fuesen casi exclusivamente mis co-blogueras, sobre todo la bloguera-in-chief, y algunos de los que entonces no ascendían a más de catorce seguidores de mi jarrito. Más decepcionante aún me pareció el hecho de que nadie de Chile se sumara como seguidor a mi blog ni comentara mis entradas en el jarro. Esto me llevó a pensar que algo no estaba bien: o yo había proyectado expectativas elevadas o poco realistas sobre el efecto de mi participación allí, o los códigos de algunos bloggers no eran los mismos que los míos. Comencé a pensar en que todas las redes sociales se manejan con ciertos códigos, implícitos o explícitos, bastante claros. No así los blogs. Entonces, decidí dedicar dos extensas entradas, como es mi costumbre - por algo no tengo Twitter- a intentar asentar una suerte de protocolo que en mi modesto entender debería ser observado en esta actividad. Tuve la mala idea entonces de hablar de "reglas", y casi me comen cruda del otro lado de la cordillera... Veremos qué pasa ahora, y prometo no usar esa palabra urticante. 
 




Les propongo que intercambiemos ideas acerca de lo que es deseable hacer en esto que considero un arte, y que me permitan el privilegio de escuchar lo que ustedes sienten y piensan al respecto para enriquecimiento de todos. Vale también opinar que esto de los códigos blogger es ridículo. Creo que por ahí pasa lo más placentero y nutricio de los blogs: el intercambio de puntos de vista.
 
Los principios fundamentales de lo que para mí hacen el código de etiqueta de los bloggers son:

*1: Es deseable y esperable contestar los comentarios recibidos. Quien se ha tomado la molestia o el gusto, y el tiempo de escribir, reaccionando ante algo escrito por vos, merece una devolución personalizada. De no ser así, un blog se convierte en algo así como Narciso mirándose en el reflejo de las aguas del estanque, un regodeo egocéntrico, un monólogo. Se pierde mucha riqueza que los demás aportan a través de su reacción a lo escrito. Me es familiar la satisfacción que produce como seguidora y comentadora de varios blogs el encontrarme con que su autor/a  me ha tomado en cuenta, me agradece el comentario, me llama por mi nombre y me devuelve su propia reacción a la mía: ¡es plenificante, porque allí reside la verdadera comunicación! Y la idea que subyace todo medio de comunicación es precisamente la de interactuar con un otro, el no quedar enfrascado en ese constante rumiar de pensamientos que se generan en la mente del escritor y del lector frente a un texto.

1. ¿Contestarás comentarios siempre?
*2: Cuando no simplemente un lector sino ya un autor de blog te lee y te comenta, es apropiado devolverle la gentileza comentando en su blog. Y si se hace seguidor de tu blog, o no, pero espías su blog y te gusta, es pertinente hacerte seguidor de su blog. Y así se potencia la riqueza del arte, porque se valora a otro blogger como a un par, y se le da el mérito que se gana por llevar adelante lo propio, aunque siempre distinto en su unicidad. Se anula la competencia, y se crea una especie de "hermandad bloguera" muy reconfortante, como la que existe en todos los círculos artísticos en general. El artista se alimenta de sus pares, igual que lo debería hacer el blogger, que es a su modo un artista también, al validar a otro blogger en su escritorio con su seguimiento permanente y, de ser posible, apropiado y merecido, público. Un blogger aprende mucho de otros, y esto se debe agradecer. En mi modesto entender, la manera más directa y sencilla de hacerlo es haciéndote seguidor de ese blog o enlazarlo, mostrarlo en tu página, entrelazado, enlazado, emparentado, hermanado en la gran familia de los blogs con el tuyo.

2. ¿Seguirás a tus seguidores y lectores activos?
*3: Un blogger debe ser fiel a su propio estilo, a su esencia. Esta es un principio que aplica a todo lo que tiene que ver con la expresión artística. Hay blogs de arte, de literatura, de música, de fotografía, de humor, de dibujo, de cocina, de opinión, de entretenimiento, de ciencia, de política, de educación, de sexualidad y de sexo, de maternidad y crianza, de religión, y hasta algunos con fines comerciales, hay de todo... Y siento que cada blogger debería ser fiel a su estilo y a la idea original con la que concibió su blog, aunque no siempre lo acompañen los números. Es  más fácil decir esto que ponerlo en práctica. ¿Quién no mira los números, las estadísticas, lo que resultó ser más popular? ¿Quién no busca el "Me gusta" que se recibe en Facebook? Creo que en esto todos los bloggers tenemos nuestro ego, y cuando los números no acompañan, duele un poco... 

  
Sin embargo, más allá de lo que tenga buena llegada y repercusión, pienso que el blog debería ser el fiel reflejo del estilo personal y la esencia misma de su autor o autores. De esa manera, quien lo visite verá y se sentirá como en la casa del artista. Creo que es conveniente prestar atención a lo que transmite "tu casita" en la blogosfera, desde su nombre, que marca un rumbo, una tendencia, hasta la estética que le imprime a tu casita la elección de imágenes, videos, música, etc., y, sobre todo, el mensaje que uno transmite a través de lo que escribe o publica, ya sean textos, fotos, obras de arte, citas, viñetas, poemas, fragmentos literarios, canciones etc., o la combinación de todos estos. También se puede optar por el eclecticismo, o sea, nutrirte de fuentes diversas y variar en temática y estética: así el blog será como un caleidoscopio, y eso puede resultar atractivo. Habrá que ser consistente con esa amplitud y variedad.
 
4. ¿Ser fiel a un estilo o prestarle atención a los números?

*4: ¡Comunicar! ¡Comunicarse! ¡Comunicarnos! Esto para mí es lo fundamental. Krishnamurti, en su maravilloso libro "La libertad primera y última", dice:

"Comunicarnos unos con otros, aún conociéndonos bien, es en extremo difícil, pues, por ejemplo, puedo usar palabras que para vosotros tengan diferente sentido que para mí. La comprensión sólo llega cuando nosotros (...) nos encontramos en el mismo nivel al mismo tiempo y ocurre tan sólo cuando existe verdadero afecto entre las personas (...) Esa es la verdadera comunión.  (...) Resulta muy arduo establecer comunicación unos con otros de forma fácil, eficaz y completa. (...) Existe un arte de escuchar. Para escuchar de veras, habría que abandonar o rechazar todos los prejuicios, concepciones previas y formas cotidianas de vivir. (...) Pero, desgraciadamente, la mayoría de nosotros escucha a través de un filtro de resistencia. (...) Todo lo escuchamos a través del filtro. De ahí que en realidad sólo escuchamos nuestro propio ruido, nuestro propio sonido, no lo que se dice".


Maravilloso: ¿no es cierto? ¡Y qué cierto! ¡Y qué arduo! Creo que este es el gran desafío que hay que enfrentar y la meta que hay que intentar conquistar para llegar a ser un buen blogger: aprender y evolucionar constantemente en el arte de comunicar y de escuchar sin filtros, los de nuestros prejuicios, lo que los demás tienen para comunicarnos. No es nada fácil, ni siquiera para este genial sabio hindú. No se trata de acatar un catálogo de dogmas o normas, sino más bien de observar un repertorio de principios que nos permitan trascender, conectar, llegar al alma de nuestro interlocutor, y así alcanzar esa libertad que Krishnamurti denomina como "la primera y última", que es la de ser quien se es sin tener que pedir perdón por serlo, ni intentar ser aceptado por todos, mostrarse así al mundo, comunicar esa esencia; y aprender a escuchar sin filtros a través de un mensaje que debería ser claro, auténtico, veraz, y fundamentado, si es posible, en el pensamiento de otros pensadores que nutren o en fuentes que informan, o bien simplemente en lo que emana del corazón propio con total honestidad, aunque no parezca muy "compartible"


A veces al escribir he sentido la necesidad de comunicar ideas sobre la enfermedad, el desempleo, la desorientación, la realidad del mundo en que vivimos, la angustia y hasta la muerte. Estos son temas que tal vez no tienen la mejor prensa, pero creo que si uno siente la legítima necesidad de abordarlos, hay que hacerlo, más allá de que guste o no. Y tal vez nos sorprenda descubrir cuánta gente sintoniza con esos temas a los que posiblemente el editor de una revista "exitosa" les bajaría el pulgar. Estos temas son las realidades que más nos conectan humanamente, que hacen que vibremos en sintonía muchas veces a un nivel más profundo que lo que se difunde en los medios masivos de comunicación. Sospecho que de ahí proviene el gran éxito de los blogs como nuevos medios de comunicación, como un nuevo género artístico plural y multimedia, un medio de comunicación al fin, que se basa en la unicidad del autor o los autores, más allá de las reglas del mercado de consumo.

*5:  Es por todo esto menester cuidar a un blog como quien cuida a una ser vivo,  elegir bien su alimento, higienizarlo, es decir, escoger las palabras, las citas, los temas, las imágenes, y lograr el patchwork que resulta del esmero artesanal. Y de parte de quien entra en el mundo de otro blogger, es imprescindible hacerlo, en la medida de lo posible, sin el filtro del prejuicio. Uno puede gustar o no, sintonizar o descubrir que no sintoniza, quedarse o huir despavorido, pero siempre intentar escuchar el mensaje respetuosamente, ya que de no ser así, como dice el genial Krishnamurti:

"Somos simples extraños que miran, y hemos perdido la capacidad creadora. Queremos, por lo tanto, entender y participar. Si no hacéis más que mirar, si sois meros espectadores, os perderéis por completo el significado de esta charla (...) seguir tanto y tan profundamente como podamos las revelaciones, las respuestas de nuestros propios sentimientos. Os ruego, pues, que averigüéis cuál es vuestra respuesta a este proceso (...); no cuáles son las palabras de otra persona, sino cómo respondéis vosotros mismos. (...)
La verdad no puede dárnosla nadie. Tenéis que descubrirla; y para descubrir es preciso que haya un estado mental en el que exista la percepción directa. (...) Saber exactamente lo que es, lo real, lo efectivo, sin  interpretarlo, sin condenarlo ni justificarlo, es sin duda, el comienzo de la sabiduría."


Krishnamurti,"La libertad primera y última", Introducción, Editorial Kairós.
5. ¿Deberás cuidar y alimentar tu blog y ser respetuoso  al visitar el de otros?

Ahora espero que ustedes contribuyan con más ideas que podríamos entre todos convertir en principios, al menos que les parezca que esto es absurdo. De ser así, les pido que tengan a bien hacérmelo saber en forma de comentarios y, como siempre...


A boca de jarro

sábado, 3 de diciembre de 2011

Procrastinación subtitulada en argentino


  Hace unos años una alumna avanzada de inglés me enseñó esta palabra que hasta entonces no formaba parte de mi repertorio lingüístico, ni en español, ni en inglés: "procrastinación". Es una palabra compleja ortográfica y fonológicamente, de connotación negativa, que la obsesionaba como buena adicta a las palabras, alguien que además tenía como uno de sus objetivos vitales incrementar su riqueza lexical a diario, y dormía con el diccionario a su lado, sobre su mesa de luz.

  Aprendí entonces que procrastinar tiene que ver con postergar algo que podría hacerse hoy por pereza, por indolencia. Según, Wiki, "la procrastinación (del latín: pro, adelante, y crastinus, referente al futuro) o posposición, es la acción o hábito de postergar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes y agradables". Hasta se ha llegado a considerar un trastorno psicológico. Connota una actitud de abandono y lasitud, y los populares refranes de nuestra lengua nos enseñan que es mejor no dejar para mañana lo que puedes hacer hoy, o al que madruga, Dios lo ayuda. En inglés hay versiones que confirman la idea: "Early to bed and early to rise, makes a man healthy, wealthy, and wise". Aunque todos sabemos que estos son solamente dichos.


 Descubrí además que la procrastinación era un hábito de su generación que a ella le repelía, un pecado que confesaba con culpa, y lo relacionaba con su tendencia a posponer la liquidación de la larga lista de asuntos pendientes en su pila de tareas diarias, siendo que su trabajo tendía a demandarle bastante, ya que gracias a su gran capacidad, trabajaba, y aún lo hace, para una empresa multinacional de primer nivel. Por ende, concluí que en verdad no debía procrastinar demasiado, aunque posiblemente su propio nivel de autoexigencia le hacía sentir que estaba siempre un tanto retrasada en cuanto a lo que ella imaginaba se esperaba de su rendimiento. Y ahí, digo, en el perfeccionismo y el alto nivel de autodemanda, me sentí identificada.


  Reflexionando en aquel momento, que hizo que la palabra se quedara para siempre grabada en mi cerebro por lo memorable del contexto y la relevancia del referente de quien la aprendí, caí en la cuenta de que yo también padecía de cierto grado de procrastinación: se me vino a la cabeza la pila del planchado en casa, que siempre tiende a aumentar conforme avanza la semana, y si bien hay momentos en que podría dedicarme a liquidarla, invariablemente busco otra cosa más urgente o placentera de que ocuparme. Y ahí queda la pila, cada día más alta, saludándome y reprochándome cada vez que paso cerca, hasta que por fin llega el domingo a la noche, funesto tiempo de la semana si los hay, y no me queda otro remedio que atenderla. Es el preciso momento en que hay uniformes que poner al día para arremeter con el lunes, y camisas de vestir del señor de la casa, que colabora con el planchado, aunque es selectivo en cuanto a qué planchar: ¡claro, las toallas son mucho más fáciles, sobre todo si mientras las planchás, escuchás el partido del domingo cebándote unos buenos mates! Y así siempre queda el grueso para quien escribe, porque además tengo la fama hecha de ser una planchadora rápida... ¡Hazte la fama, y échate a procrastinar!



 Desde entonces, he venido sistemáticamente enseñando la palabra a cuanto alumno de inglés pasa por mis manos. Y es una palabra que adoran aprender y jamás olvidan. Se me ha hecho evidente que para ellos procrastinar es un ideal de vida, un leit motiv, un estilo con estilo. Evidentemente, hay algo en el significado del vocablo con lo que se sienten plenamente identificados. En latín, cras significa "mañana". A mis jóvenes alumnos  seguramente no les preocupa ni los convoca tanto el mañana como a otras generaciones de jóvenes que parecíamos apurados y entusiasmados por hacernos adultos y salir al ruedo. 


 A nuestra juventud el futuro se le presenta incierto o pesado, posiblemente por lo que ven en nuestro presente: en la gruesa pila del planchado que los adultos nos rehusamos a enfrentar. El mañana se envisiona como algo vago o poco deseable. Ven a sus madres haciendo yoga y pilates, yendo frecuentemente a la peluquería para lograr un "pelo joven" (¿Me creerían si les dijera que descubrí que existe una revista con ese título?), desviviéndose por ir de compras al shopping para adquirir, tarjeteando, el atuendo de moda que las hace lucir diez años más jóvenes, casi igualitas a sus hijas adolescentes, aún cuando estas madres son plenamente conscientes de que la heladera está vacía por no haber hecho lo que mi abuela hacía todas las mañanas religiosamente: los mandados. "Mandados"... interesante palabra que ha caído en desuso por lo mersa, lo grasa. Pero igual, ¿quién quiere comer, si engorda? Ven a sus padres yendo al gimnasio a hacer fierros y cientos de push-ups para lograr que sus abdómenes luzcan como tabla de lavar de antaño, la de mi abuela, pagando para que sus cuerpos sean perforados por aritos y piercings en lugares visibles o insospechados, grabándose tatuajes con los nombres familiares, o el rostro del ídolo deportivo o político máximo, o algún símbolo de moda, como el Yin y el Yang, que no comprenden bien, pero luce juvenil y tiene onda, gastando fortunas en la ropa deportiva que llevan puesta, haciéndose los reflejos en la misma peluquería a la que va mamá, y endeudándose para tener la preciada 4x4 que los hace sentirse bien machos y winners... ¿Qué apuro pueden tener estos chicos por hacer lo que hay que hacer para que llegue el mañana, si lo cool está en ser teen?


 Mejor se es "forever young", pendeviejo. Mejor inventamos la quinta edad y obviamos llamar a la abuela "abuela": total la abuela es recanchera, así que mejor la llamamos por su nombre de pila, porque es una amiga recopada de shopping. La abuela nos lleva al cine a ver la última de Pixar en 3D, después comemos en McDonald´s y la invitamos a casa a jugar a la play o la Wii. Las abuelas de ahora ya no cocinan guisos ni tortas como lo hacía la mía: eso engorda, está lleno de grasa, te aumenta el colesterol, te tapa las arterias, y terminás reventando para demostrar que, al final, más vale procrastinar que llegar a viejo...

 Es más que natural, o como dirían los jóvenes, más que obvio, que en tiempos de tanta aceleración, de frenético cambio y de instantaneidad, nademos contra la corriente tan desesperadamente, nos resistamos tanto a asumir el implacable paso del tiempo, intentando disimularlo, disfrazarlo, maquillarlo, recauchutarlo, demorarlo, aplazarlo, cancelarlo, o congelarlo, como Walt Disney, que yace muerto y congelado por si alguna vez se descula cómo resucitarlo. Sacamos un millón de fotos para atrapar el fugaz instante, pero no planificamos jamás cuando nos sentaremos a mirarlas: no hay tiempo para hacer planes, hay que vivir el ahora a full, lo único que existe es el presente.  

 Procrastinamos en nuestro propio avance y crecimiento, no el biológico, ese es irrefrenable, por ahora al menos: ¡ojo al piojo, que por ahí canta Garay! Nunca se sabe lo que puede pasar en este íspa, el de la mano de dios...

                                          
 Procrastinamos en asumir nuestro natural envejecimiento, y procrastinamos en la aceptación de la realidad última, más dura y más hondamente significativa de la vida humana: la idea de que algún día no habrá mañana para procrastinar.


Felipe por Quino

Inodoro Pereyra por Fontanarrosa
 Y te dejo un video alusivo, subtitulado en argentino, que me lo pasó otra alumna, quien, como la que me enseñó este vocablo,  no procrastina más de lo justo y necesario...



A boca de jarro

jueves, 1 de diciembre de 2011

The full monty!


 Una de mis películas favoritas de todos los tiempos es "The Full Monty", dirigida por Peter Cattaneo y protagonizada, entre otros, por Robert Carlyle y Mark Addy, que se estrenó en 1997. El título es una expresión idiomática de uso común en inglés que podría transferirse en este caso en particular como "en pelotas" (Pardon my French!), o "desnudo total", a pesar de que en otros contextos significa "absolutamente todo" o "completo" (empleándose indistintamente las frases «the whole lot», «the whole hog» o «the full monty»). En la película, los personajes la utilizan para referirse al grado de su desnudez: "No one said anything to me about the full monty!" (¡A mi nadie me habló de un desnudo total!). Pero en inglés es lo que se considera "slang", (lenguaje callejero o vulgar), es decir que mi primera versión es bastante acertada en referencia al argumento de la película y a la impropiedad del registro. Además es así como se siente alguien al quedarse sin trabajo después de todo...

 Con mucho humor al mejor estilo inglés, la película cuenta cómo un grupo heterogéneo de hombres igualmente desempleados son inspirados a montar un show de strippers por el éxito arrasador de otro que llega al lugar itinerando de ciudad en ciudad y enloqueciendo a todas sus mujeres, quienes de alguna manera, menosprecian a estos hombres, que se han quedado sin trabajo. Y uno de estos hombres, Gaz, el más duramente castigado por su condición, en su desesperación por solucionar sus problemas personales, tiene la loca idea de reunir a seis desocupados y montar un show de strippers para hacer algún dinero. Después de todo, si otros pueden, ¿por qué no ellos? Aunque no se trata de todos hombres físicamente agraciados.


 Después de haber analizado la precariedad en nuestros tiempos líquidos en mi entrada de ayer, y luego de haber visto en los noticieros el lío que hay en el Reino Unido, que ha vivido este miércoles la mayor huelga en el sector público desde los años ochenta, en protesta por la reforma del sistema de pensiones del sector público, se me vino este fabuloso film a la cabeza, aunque el paradigma ha cambiado. Sin embargo, el desempleo es un flajelo que sigue azotando y espantando a medio planeta. La experiencia  desgraciada de esta condición, sobre todo en el hombre, padre y jefe de familia, y la consiguiente toma de consciencia  de nuestra precariedad e inestabilidad económica y laboral, es una de las vivencias más desestabilizadoras y traumáticas que se pueden transitar en la vida adulta, no sólo para el hombre en cuestión, sino para toda su familia. Es un impacto fuerte con efectos colaterales impensados y duraderos que sólo puede enfrentarse con mucha imaginación y creatividad, más una buena dosis de música, arte y humor, como se muestra en este film. El apoyo y el amor incondicional y manifiesto de la familia, el compartir con los seres queridos el malestar y el desasosiego, la impotencia y la injusticia, y el unirse a un proyecto con otros, por más descabellado que parezca, no bajando los brazos y enfrentando la coyuntura sin hundirse en la desesperanza, son la única forma de pelearle a la amargura de quedarse fuera de juego. Y lo que se rescata de ella, es el aprendizaje y la resiliencia que nos brinda si la sabemos aprovechar para nuestro crecimiento peronal, para valorar lo que somos y valemos, la fuerza de seguir adelante apostando por nosotros mismos aunque parezca que nos han pateado el tablero.


 La película también nos confronta con la necesidad de afecto de un hombre que siente que ha quedado fuera del mapa, y cómo esa sensación corroe su autoestima y hasta su valía y su sentido de hombría. Además, se plantea cómo el género les juega en contra a los hombres en avatares como este: el personaje principal, Gaz, se ve en problemas en su rol paterno y en su vínculo con su hijo incluso ante la ley, por ser insolvente por causa de los vaivenes de la economía.


 Una película que merece ser vista, aunque ahora hay problemas con Cuevana... Desde aquí, hago votos para que algún alumno aplicado consiga bajar la peli de internet con subtítulos en inglés para su profe. Comparto con ustedes lo que para mí y para muchos es la mejor escena de la vista, declarada segunda mejor película británica en 2007.



 http://youtu.be/rN0y8f2rftc

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