"No temáis a la grandeza; algunos nacen grandes,
algunos logran grandeza, a algunos la grandeza les es impuesta
y a otros la grandeza les queda grande."
No se puede evitar cuestionarse de tanto en tanto, después de leer bastante, aunque nunca es suficiente, y de escribir un poco, coqueteando con lo bello de este arte, si se nace o se hace uno escritor. Muchos grandes escritores dieron sus primeros pasos en el periodismo antes de convertirse en geniales creadores de ficción. El caso más emblemático que conozco es Ernest Hemingway. Su estilo lacónico, elaboradamente despojado y altamente descriptivo expone su oficio. Pero decir que Hemingway es nada más que eso es perderse toda la riqueza de su hondura y su intento logrado de indagar en las preguntas existenciales que lo angustiaban, como a tantos otros de su generación, quienes tal vez escribieron grandes obras celebradas por la crítica, pero que no calan tan hondo en el lector inocente que no se detiene tanto a ver cómo se le cuenta una historia, sino que disfruta al vibrar con ella, al asomarse al mundo y verlo desde una ventana que podría decirse contempla un mismo horizonte.
Siempre pienso que no estaría mal hacer algún taller literario para pulir estilo y aprender sobre el oficio de escribir. Aunque dudo que alguna vez se convierta en un oficio para mí, si me atengo a lo que se entiende estrictamente por eso. Aquí saltarían indignados los estudiantes de Letras y de Periodismo, esgrimiendo sus banderas de: "¡Odio a los blogs!" ¿Por qué debería una ignota bloguera aspirar a escribir algo más que su pobre blog?
De todos maneras, la inquietud está. El otro día me encontré con una oferta de un taller de escritura en Internet, en sus variantes presencial y online. Y me atrajo sobre todo la honestidad de lo que sus organizadores proponen a los aspirantes:
En nuestra vocación por acercar el amor por la escritura al mayor número de personas posibles a un costo asequible, quizás la convicción más antigua, raíz fundadora de nuestra filosofía, ha sido que el contar historias no es sólo algo al alcance de cualquier persona, sino que es de hecho una necesidad que todo ser humano alberga en su interior. A nuestro juicio, desarrollar la capacidad de contar historias es parte fundamental de la educación integral a la que todo ser humano debería aspirar. Convertirse en "escritor" o "escritora", es otro asunto. Una aspiración legítima, desde luego, pero cuya concreción en ningún caso dependerá mas que en una pequeña parte, de haber participado durante varios años en un taller o máster de escritura: incontables alumnos nuestros han ganado concursos y publicado sus obras en las más diversas editoriales y publicaciones. Pero no es algo de lo que nosotros debamos presumir: el mérito es exclusivamente suyo. Nuestro compromiso con ellos fue ayudarlos a afirmar una disciplina, enseñarles cómo leer y analizar sus escritos de forma crítica, adiestrarles en el uso de las más variadas herramientas literarias, pero en ningún caso crearles falsas expectativas con la legítima ilusión de llegar a ser alguna vez escritores de verdad. En realidad, la mayoría de las personas que pasan unos años participando en un taller de escritura creativa, un taller de cuento, un taller de novela, un taller de poesía, etc., no buscan ser "escritores" -es decir, ser profesionales de la escritura- sino más bien completar su formación como humildes y esporádicos, pero competentes, contadores de historias.
La formación en el uso de las técnicas y los recursos literarios no garantiza que uno se convierta en escritor. Eso nace con uno. Como cualquier otro talento.
¿Quién le enseñó técnicas de escritura o dramaturgia a William Shakespeare? A veces me lo fantaseo a ese hombre afable y gregario, cuando niño, sentadito en una sala junto a otros en una escuela. ¿Se imaginan el grado de frustración e incomprensión de sus maestros, y el mortal aburrimiento que la enseñanza tradicional podría haber tenido sobre él? Un niño que se cuestionaría si "Ser o no ser", y escribiría soberbios sonetos de amor igual a una dama misteriosa que a un joven cortesano aristócrata de quien no puede evitar deslizar que está prendado en una Inglaterra tan pacata, reprimida, remilgada...
Creo que no en vano Shakespeare delineó portentosos personajes que hablaran por él en su carrera de dramaturgo, donde no medió ninguna escuela, que sentenciaran desde un escenario a cielo abierto, desde donde los hombres representaban papeles femeninos y masculinos frente a audiencias crédulas y variadas en su grado de refinamiento intelectual, que no hay nada en un nombre, que es el pensamiento lo que hace todo.
"No existe nada bueno ni malo; es el pensamiento humano el que lo hace aparecer así.
Para mí, es una prisión."
William Shakespeare
Y pobre Einstein: un caso de fracaso escolar grave, que se quedó con lo grave, e hizo de la gravedad todo un éxito...
Para Platón, las cosas son apenas sí remedos imperfectos de la perfecta Idea,
reflejos parciales; pero esa idea, el arquetipo, tiene una existencia real y su
nombre es parte integral de su esencia. Para el realismo, el lenguaje no es un capricho: hace
a la cosa. Escribió Borges:
“Si (como el griego afirma en el
Cratilo)
el nombre es arquetipo de la
rosa,
en las letras de rosa está la
rosa
Jorge Luis Borges, “El golem”, El otro, el mismo.
¡Imagino qué le diría la maestra de mi hija a este genial artista que pinta tan desprolijo!
Vincent Van Gogh, "Noche Estrellada" |
¿Quién le enseñó a Fred Astaire su impecable danza junto a Ginger, o a Michael Jackson su caminata lunar?
¿Y quién le enseñó a Paul Potts o a la ama de casa devenida diva del belle canto, Susan Boyle, a cantar tan maravillosamente, aunque sin técnica?
Lo que natura no da, Salamanca sigue sin prestar...
* "En nuestros locos intentos,
renunciamos a lo que somos
por lo que esperamos ser."
renunciamos a lo que somos
por lo que esperamos ser."
* "El aprendizaje es un simple apéndice de nosotros mismos;
dondequiera que estemos,
está también nuestro aprendizaje."
dondequiera que estemos,
está también nuestro aprendizaje."
* "La vida es como un cuento relatado por un idiota;
un cuento lleno de palabrería y frenesí,
que no tiene ningún sentido."
un cuento lleno de palabrería y frenesí,
que no tiene ningún sentido."
* "Las improvisaciones son mejores cuando se las prepara."
* "Las palabras están llenas de falsedad o de arte;
la mirada es el lenguaje del corazón."
la mirada es el lenguaje del corazón."
* "Mis palabras suben volando,
mis pensamientos se quedan aquí abajo;
palabras sin pensamientos nunca llegan al cielo."