Me gustaría difundir este valioso aporte de Sergio Sinay que copié desde su sitio http://www.sergiosinay.com, porque yo comparto este sentimiento, y lo siento con respecto a muchos aspectos similares a los que indignan con justa razón a los españoles, en cuanto a mi realidad en la Argentina de hoy. Estoy con esos españoles con el corazón, porque de España vinieron también indignados y hastiados mis ancestros, quienes la añoraron por siempre. Quiero una España justa y digna, y quiero una Argentina justa y digna. ¡Comparto y me hermano en la indignación! Por la memoria de mis abuelos españoles. | ||
Confieso que me encanta el nombre conque se bautizaron. Indignados. En tiempos en que predominan otras actitudes, como la indiferencia, la comodidad, el egoísmo, el ventajismo, el utilitarismo, la irresponsabilidad, la hipocresía, la impiedad, qué buena, qué oportuna, qué saludable y qué necesaria es esta resurrección de la indignación encarnada, para empezar, por los españoles. En apenas 35 páginas de un libro pequeño, potente y estimulante, Stéphane Hessel escribe: “miren a su alrededor, encontrarán los hechos que justifiquen su indignación. Encontrarán las situaciones concretas que los llevarán a emprender una acción ciudadana fuerte. ¡Busquen y encontrarán!”. El libro se titula ¡Indignate! y su autor tiene 93 años. Escribe con vigor, con sólidas razones, con una sangre caliente que contrasta con la fría horchata del conformismo que gotea en las venas de tanta gente más joven. Pero ahí están los indignados, de pie, como si hubieran oído a Hessel. Cada tanto en la historia es necesario y urgente desempolvar la indignación. Sobran los motivos. El hambre, la corrupción, los crímenes en nombre de la libertad, el salvataje de los poderosos, los Obama, los Bush, los Blair, los Strauss Kahan, nuestros propios especímenes de ese mismo tipo, los que escriben cartas abiertas desde la genuflexa cercanía del poder inescrupuloso, las manipulaciones mediáticas, el desprecio por la ley, el olvido de deberes elementales, la codicia, la voracidad consumista. Ante todo eso y más, qué buena noticia los indignados. Cada tanto, en la historia, la indignación truena, y no en vano. Nunca es en vano, aunque los ansiosos puedan creer que sí.
La indignación no es mera protesta, no es simple enojo, no es un pasajero malestar. Es más profunda, más sólida. Truena. Es el anuncio de un límite, de que algo se ha colmado. Surge ante lo injusto, ante lo inmoral, ante lo aberrante. Es una fuerza divina (con ella hablaban los dioses del Olimpo). Y produce cambios, devuelve memoria, restaura equilibrios. La sintió Moisés cuando vio a su pueblo adorando el vellocino de oro. Y tronó. Anuncia siempre el final de algo. Bienvenida indignación. Era hora.
¡A boca de jarro!
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viernes, 27 de mayo de 2011
Los Indignados: Aporte tomado de "Bienvenida seas, indignación" por Segio Sinay.
Etiquetas:
Mi mundo feliz. Vivir en el siglo XXI
Pensando en voz alta con el corazón y reescribiendo el alma
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"La verdad espera que los ojos
no estén nublados por el anhelo."
no estén nublados por el anhelo."
Todo un tema la indignacion en España.
ResponderBorrarSerá que aquí tenemos tantas protestas todos los dias que no hay lugar a una verdadera indignacion....
Sí, gracias,Vanina. Es todo un tema.
ResponderBorrarY hay fenómenos que pueden ser contagiosos. Ojalá nos contagiáramos de esta legítima indignación, y saliéramos un poco del acostumbramiento a la decadencia que se acrecienta ante nosotros.Y ojalá fuéramos a una plaza pacíficamente a cacerolear ante tanto crimen impune, tanto criminal suelto, tanto jubilado estafado y mal retrubuído, ante tanta injusticia social y laboral, ante tantas cosas.
Creo que para ser escuchados, deberíamos hermanarnos en una sóla protesta pacífica, como la de los españoles, pero aquí todavía cada uno se preocupa por cuidar sus propios intereses, me parece, por eso la propuestas pierden su fuerza.
Saludos de Fer.