domingo, 22 de abril de 2012

Ser o no ser


"Si alguien no marcha a igual paso que sus compañeros, puede que eso se deba a que escuche un tambor diferente. Que camine al ritmo de la música que oye, aunque sea lenta y remota..."    Thoreau                                            


En mi labor como madre de dos niños en edad escolar y docente, e incluso frente a mi propia respuesta emocional e intelectual frente a la vida, me veo confrontada a diario con preguntas del estilo: ¿Este comportamiento, reacción o rendimiento es normal? Preguntas de difícil respuesta si las hay. Y lo que es aún más difícil es tener que aplicar un estándar para evaluar, para calificar, para medir, para decidir quién aprueba y quién no aprueba, quién está dentro de los parámetros aceptados y aceptables, y quién se queda afuera. Esto cada vez me resulta más odioso, tal vez porque ahora soy madre, y veo lo que este tipo de juicio conlleva y lo que puede generar sobre la autoestima del ser en plena etapa evolutiva y formativa, o sobre el adulto mismo frente a su circunstancia particular. 

                                            

Como madre normal del siglo XXI, suelo llevar a mis hijos al chequeo de rutina con el pediatra. Los pediatras invariablemente recurren a tablas estadísticas que los remiten a percentilos con los que se determina si un niño es normal en términos de peso y talla. La relación entre estas medidas se obtiene por un cálculo matemático que arroja como resultado el conocido y siempre temido BMI (Body Mass Index), o Índice de Masa Corporal (IMC), bajo cuya dictadura vivimos unos cuantos. 


Presto atención y escucho lo que el pediatra me dice, pero miro con cierto recelo las tablas. La verdad es que, de acuerdo a una tabla como la del IMC, muy pocos de nosotros podemos considerarnos normales, ya que los cuerpos de los individuos raramente se ajustan a esos índices, aunque sean perfectamente normales. Mi abuela gallega se habría espantado si algún médico le hubiese dicho: "Señora, usted necesita bajar unos kilos, porque de acuerdo a esta tabla tiene usted sobrepeso". Para mi abuela, oriunda de Vivero, el lema era:"Dame gordura y te daré hermosura", pero han cambiado los tiempos...



Lo mismo sucede con el rendimiento de los niños en la escuela. El hecho de que a la mayoría de los niños les resulte relativamente fácil alcanzar ciertas habilidades o destrezas a cierta edad no significa necesariamente que quienes no lleguen a alcanzarlas al mismo tiempo, o quizás se les adelanten al resto, sean raros.

A veces, la rareza es sinónimo de genialidad o de algo extraordinario. Todos sabemos que Albert Einstein, una de las mentes científicas más brillantes del siglo XX, era considerado por sus maestros como un verdadero fracaso escolar, probablemente por encontrar la escuela aburrida. Me pregunto quién debía enseñar y quién aprender ante la presencia de tanta genialidad incomprendida. El mismo Einstein sentenció:

"Los grandes de espíritu siempre han tenido que luchar 
contra la oposición feroz de mentes mediocres."

"Pero todavía sigo sin entender a las mujeres..."
Y si seguimos pensando en grandes incomprendidos por la mediocridad muchas veces considerada como normalidad, podríamos incluir a Van Gogh, Miguel Ángel, Shakespeare, James Joyce, Hemingway, Cervantes... ¿Se imaginan lo que sus maestros habrán pensado o hasta sentenciado a la hora de evaluarlos? Imagino a Van Gogh siendo descalificado por pintar con trazos tan desprolijo...


Imaginemos a Miguel Ángel siendo calificado de lento por tomarse años para decorar la bóveda de la Capilla Sixtina. Hoy, la bóveda, y especialmente El Juicio Final, son considerados como los mayores logros de Miguel Ángel en la pintura, y poco importa el tiempo que le insumió engrandecerla.



O a Shakespeare, siendo desaprobado por escribir de forma tan extraña, y a sus propios contemporáneos y amigos de parranda, exhortándolo a escribir sonetos como enseñara el gran maestro Petrarca, o a evitar su honestidad sobre sus inclinaciones bisexuales al dedicarle sus versos a una misteriosa dama y a un joven de la aristocracia, o al meterse con temitas que rayan la locura...

                       
Imaginemos a Joyce, siendo reprobado en Lengua Inglesa por no ajustarse a usar los signos de puntuación correctamente. A Hemingway se le habría bajado el pulgar en sus escritos por hacer uso de una sintaxis simplona y por su tendencia al laconismo. Y Cervantes debería haber sido mandado al rincón por luchar contra los molinos de viento en plena clase de Lengua Castellana...



Hace poco escuché el discurso de agradecimiento que dio Jack Nicholson al recibir su primer Oscar. Se lo dedicó a su agente, quien años antes le había dicho que jamás llegaría a ninguna parte como actor. Hace poco también leí por ahí que Leonardo da Vinci y Anthony Hopkins tienen en común su dislexia, y es claro que este rótulo no les impidió descollar en sus oficios. Raros incomprendidos que pasaron a la inmortalidad gracias a no ajustarse a ningún parámetro ni estándar, gracias a lo cual ennoblecieron al género humano con su inconmensurable talento y visión creadora, con su capacidad innata de romper con el molde para erguirse como modelos e ir más allá de los encasillamientos.

Más allá de los genios, o tal vez, más acá, cabe preguntarse entonces ¿qué es normal y qué es anormal?  Michel Foucault, filósofo y psiquiatra francés, dijo en Los Anormales que "la anormalidad es una construcción discursiva que está atravesada por los condicionamientos políticos de una época que determina quién es normal, por ende quién es anormal, - "biopolítica" - y que tiene un poder sobre nuestras vidas - "biopoder" - que ejerce dictaminando qué es lo que se debe hacer con el diferente". Así, el diferente es un extraño que se convierte en anormal, y al etiquetarlo , todo el resto de los individuos que conforman la norma se quedan tranquilos, se sienten seguros dentro de lo que se rotula como su propia normalidad
  
Los rótulos tranquilizan a muchos y nos hacen instrumentos de un poder que puede resultar destructivo.

De acuerdo a Eduard Punset, quien hasta hoy insiste en que "Estamos programados, pero para ser únicos", "Cuando catalogamos a algo o a alguien de raro, lo más común es que nos refiramos a algo excéntrico y a veces descabellado. Pero a ojos de la estadística o de las matemáticas, raro es aquello que se aparta de la norma, de lo que más abunda. En el mundo que nos rodea, en muchos ejemplos, que algo sea raro no es más que un problema de probabilidad que se puede modelizar por medio de una expresión que en estadística se conoce como distribución normal".



                 

Este es un texto que escribí hace cosa de un año como colaboración para otro blog. Ahora lo retoco y publico aquí para recordarme a misma de todo esto cuando llega la hora de confeccionar el primer boletín de calificaciones para mis alumnos y de recibir los primeros informes de los docentes de mis hijos este año. Tal vez no haya rompedores de moldes ni genios en ninguno de los dos grupos. Sin embargo, hay seres humanos que no merecen cargar con rótulos que pueden marcar su destino de manera significativa si se dejan guiar por las etiquetas que solemos estamparles. La cuestión sigue siendo elegir ser, con todas las peculiaridades y particularidades que nos permiten ser con otros a quienes dejamos ser, con sus propias peculiaridades y particularidades, en la amplia diversidad del mundo, o elegir no ser, dando muerte a quienes somos en esencia. 


Les dejo además un video cortito para seguir pensando sobre el tema que también difundo siempre que tengo la oportunidad.

               

Etiquetas...

        

A boca de jarro

26 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Gracias, Niña.

      Un cordial saludo y buena semana.

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  2. Me gusta este texto, y no solo por las referencias a Thoreau, mi referente moral.

    Sucede en muchos ámbitos. Un ejemplo son los partidos políticos minoritarios que, por norma, son más sinceros y honestos. Por ello, aquí en España, PSOE y sobre todo PP los ridiculizan, para que la gente no se pare a reflexionar lo que dicen, para que sus opiniones, que generalmente son más independientes por no estar sujetas a tantos intereses, se desvanezcan.

    Ir contra la norma requiere autoestima y decisión. No es fácil no sentirse comprendido...

    Un abrazo

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    1. ¿Y cómo no te iba a gustar a tí, rompedor o hacedor de moldes?

      Los políticos son precisamente quienes se empeñan en bajar línea y etiquetar como herramienta de masificación y manipulación. Lo que las grandes mayorías eligen se impone como norma y entonces no se cuestiona. ¿Y qué mejor para gobernar que pueblos mansos que no se animen a cuestionar lo que la norma impone?

      Desde ya, asumirse como uno, diferente aunque no anormal, requiere una fuerte autoestina y una férrea voluntad, porque es seguro que te vas a encontrar con oposición, que no serás tan querible ni popular, que probablemente te sientas solo y te vayas a otra parte con tu soledad para encontrarte cara a cara con ella como de hecho, según he leído, estás a punto de hacer. Y no, no es nada fácil sentir que quedas fuera de la gran red de protección que ofrece la pertenencia al grupo de los que encajan en los parámetros impuestos que se asumen como la normalidad. Pero es preferible, creo, irte a los bosques para algún día descubrir que después de todo has vivido.

      Te mando un abrazo y te deseo lo mejor.

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  3. Fer como disfruto con tus temas...me alegro de que hayas rescatado el texto...yo pienso que cada persona es un mundo, como se dice vulgarmente...y un ser original e irrepetible...no se puede etiquetar...mi madre coincide con tu abuela...
    ¿alguna vez has viajado a España?...Galicia es una región preciosa...me encantan sus parajes...y su comida...
    el vídeo simple pero rotundo...un buen mensaje
    Espero que no seas muy dura con tus alumnos...
    Que tengas una feliz semana...un abrazo

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    1. Gracias, Julia. ¡Me encantaría conocer a tu madre y compartir una comida de las de ustedes! He viajado a España, pero no he recorrido Galicia: es una cuenta pendiente que saldaré si Dios me da salud y vida.

      Y no, no soy dura con mis alumnos. Intento ser justa y mirar el lado lleno del vaso, incentivándolos a que desarrollen su potencial lo más que puedan. A veces se sorprenden cuando ellos mismos intentan excusarse o ampararse en etiquetas que ya traen puestas, como "Soy un poco lento". Mi respuesta siempre es:"¿Y quién te ha dicho que hay que ser rápido para hacerlo bien?" He sufrido mucho con etiquetas que me impusieron de niña, y aún detesto ver que en pleno siglo XXI, con todo lo que deberíamos haber aprendido de psicología y pedagogía, se siga etiquetando a los alumnos de mil maneras nocivas. Somos en general duros para otorgar el halago, que tanto buscamos todos porque nos ha faltado de niños...

      Feliz semana para tí también y un fuerte abrazo.

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  4. De acuerdo en líneas generales, pero la rareza, el salirse de la norma, no significa necesariamente genialidad. El hecho de ser excéntrico no se traduce obligatoriamente en ser alguien valioso. Claro que para serlo es necesario ser excéntrico, romper moldes, no ser comprendido… tal vez porque se adelantan a su tiempo al que terminarán marcando su tendencia. A mí me atraen los muchachos excéntricos como alumnos. Hay pocos, muy pocos. Lo normal es que el rebaño nos vaya absorbiendo puesto que necesitamos ser partícipes de la normalidad aunque sea ilusoria. Es muy duro no ser comprendido y enfrentarse a su tiempo en el que se es un desplazado, un refugiado. Implica la soledad más profunda. Muchos genios han tenido vidas atribuladas, dolorosas, trágicas… La lucidez es peligrosa e implica sufrimiento. Es mejor vivir en un mundo así así, más o menos plano, sin bordear los límites ni los filos o abismos. No deseo a nadie que aprecie este albur. Pero aun así me atraen los muchachos singulares, diferentes, atípicos y me dedico, cuando los descubro, a fomentar su individualidad, su diferencia… y ellos se dan cuenta. Sin embargo, nunca ningún muchacho recibirá de mí ningún rechazo por su falta de adaptación al sistema debido a un rendimiento insatisfactorio. Sé que cada uno es el que es, y nadie ha determinado cómo debe ser la normalidad. Solo aspiro a que luchen, sean limitados o geniales.

    Besos desde Barcelona.

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  5. Coincido, Joselu, en que rareza no es necesariamente sinónimo de genialidad. Raro también es quien no se adapta a las normas y puede llegar a dañarse o dañar a otros. Generalizo en términos de lo que veo suceder en el ámbito escolar en casos que no son los de los genios ni tampoco los de los desadaptados, pero que algunos se empeñan en encuadrar dentro de parámetros férreos sin contemplar su individualidad, que sí suele estar dentro de la normalidad.
    Igual que tú, como madre y docente, los estimulo a que se esfuercen por alcanzar el máximo de sus potencialidades, no por el reconocimiento externo, que es otra manera más de etiquetar, sino porque creo que al lograr hacer uso de tus talentos te sientes más pleno y feliz, más en tu eje.

    Besos y gracias.

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  6. Solventar esta cuestión puede resultar tarea complicada ya que se corre el riesgo de que ellenguaje nos traicione. No se muy bien si cuando se dice normal en másde una ocasión se hace referencia a habitual. Sobre todo en el campo de las reacciones humanas ante un supuesto real. Pero luego también hay otros aspectos donde juega mucho el punto de vista ¿raro respecto de que? ¿De una convención o una estadistica? ¿normal en función de que?¿ del comportamiento de la mayoría? En ese caso si la mayoría fuma, bebe, se groga y ve la tv sin parar, un adolescente sentado en un parque leyendo un libro es ¿un bicho raro? Como digo no es facil,aunque lo parezca.
    Pero puesto que has puesto al texto un título que viene muy a propósito, hagámonos la cuestión ¿estaba loco Hamlet, era raro, era un adolescente inmaduro? En mi opinión no. En absoluto.Lo considero uno de los personajes más lúcidos y clarividentes de la historia de la literatura. Sin embargo muchas sinopsis de Hamlet no se cortan al afirmar que perdió la razón tras la muerte de su padre.
    Muy interesantes tus reflexiones Fer, de gran calado. Un saludo.

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    1. Concuerdo contigo en que es lo que la mayoría toma como habitual lo que se considera normal, y en la cordura de Hamlet. La cuestión de ser o no ser se puede tomar también como algo más amplio: soy quien soy con mis características y vivo con ellas o decido renunciar a quien soy con mis peculiaridades y dejo de vivir al renunciar a la autenticidad de mi ser para conformar la norma. A veces es esto lo que fomenta la masa, que etiqueta, cataloga, mide con tablas y encasilla de acuerdo a los dictámenes de manuales, tal vez para sentirse segura frente al diferente, al lúcido, al clarividente.

      Un saludo, amigo Víctor, y gracias por tu aporte.

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  7. Siempre es un gusto leerte querida Fer. Cada persona es un mundo y los parametros de numeros y clsificaciones a los que nos exponen desde que nacemos son una guia, muchas veces venenosa que hay que leer entre líneas.

    Muy interesante, gracias por "hacernos pensar".

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    1. Gracias, Papámba, por tu comentario y por tu mail.

      Un beso grande.

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  8. Ay, sí... Cuántas veces terminamos asustándonos o enrollándonos más de la cuenta, si nuestros hijos no entran en esas rotulaciones que los tildan de "normales". ¡Qué tremenda estupidez! Ojalá nos acompañe la lucidez en todo momento, para evitar engancharnos en ese tipo de cosas.
    Besos!

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    1. Y creo que es lógico asustarse porque en general la etiqueta viene de quien una asume como un profesional competente. En mi caso, fue la maestra de primer grado de mi hija que me alarmó al mes de comenzar el año pronosticando problemas de aprendizaje. Mi hija estaba en plena adaptación... Y hoy lleva su escolaridad muy bien, a pesar de la sobredemanda que sigue haciéndose presente en el día a día. Es cuestión de darle tiempo al tiempo y sobre todo, confiar en el chico. Es, como bien decís, pura lucidez y no engancharse.

      Gracias por tu aporte y besos!

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  9. No de siempre, he de confesar, sino por sucesos que he vivido en los últimos años, hace un tiempo que vengo luchando a brazo partido contra etiquetas y rótulos, que mucho tienen que ver con esa costumbre feíta de generalizar, y con cosas impuestas desde casa y desde todo ámbito posible, y desde siempre.
    Un tema para seguir y seguir pensando, señora :)

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    1. Los rótulos que se imponen en el ámbito familiar son tal vez los que más marcan, y los más duros de erradicar, porque el niño moldea su autoestima y su autoimagen en base a lo que los padres y adultos paternantes le dan como alimento... o veneno. Es terrible el daño que pueden causar etiquetas como "estúpida", "torpe", "burra", "gorda", por nombrar algunos de los epítetos que a veces los adultos podemos llegar a usar sin pensar en los estragos que causan. Tal vez nos haya pasado igual de chicos, pero deberíamos evolucionar al hacernos padres, replantearnos quienes somos y quienes nos han hecho creer que éramos, y a partir de allí, volver a foja cero.

      Ya lo creo que da para seguir largo y tendido.

      Te agradezco tu comentario, Eli, y te mando un beso grande.

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  10. A mi me parece insufrible en ese sentido el mundo en el que vivimos ¡¡qué manera de torturarnos con los stands de rendimiento, percentiles, coeficientes, etiquetas, niveles, listas y clasificaciones!! nos clasifican como a huevos en una granja, si te pasas por arriba o por debajo te desechan ... todo tiene que que ser homogéneo en tiempo y forma y si no... saltan toodas las alarmas.

    Yo misma fue una absoluta imbécil en su día cuando con 6 años a mi hijo le diagnosticaron de TDHA y superdotación y a penas garabateaba, creí que se acaba el mundo... corriendo como una loca con él de una lado a otro, como si tuviera una enfermedad terminal ... me volví y le volví loco al pobrecillo por culpa de la angustia que en su día nos transmitió todo el mundo... hasta que paré en seco y me di cuenta que a veces, ser diferente en este mundo, puede ser tan bueno o tan malo como cada uno se lo plantee...y le dejen, claro. Los ritmos son subjetivos y suponer que todo el mundo funciona a velocidad crucero el mayor de los errores, sobre todo con los niños, quizá aquí tenemos muchísima culpa los padres al no darnos cuenta que se puede hacer sufrir innecesariamente a un niño si no observamos eso, todos tienen sus tiempos y si no se los damos, los ahogamos sin remedio y nosotros con ellos...


    Un beso grande FER y feliz semana ...por cierto, en Cataluña tienen una tradición preciosa hoy, es costumbre regalar ESTO... así que con todo mi cariño para ti, cielo.

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    1. Mil gracias, qué bella sorpresa que no me esperaba!!! He notado que ustedes celebran hoy el día del libro. Aquí no observamos esta fecha, aunque tenemos la Feria del Libro funcionando en Buenos Aires.

      Y sí, con respecto a lo que me cuentas de tu hijo te entiendo, porque me sucedió algo similar con la más pequeña. Y una como madre se angustia porque el rótulo a veces ya viene en forma de diagnóstico terminal, y se sabe lo arduo que resulta quitar un rótulo si te lo crees. Es fundamental la actitud lúcida y clama de los padres ante estas actitudes que hoy por hoy, al menos en las escuelas de las que puedo hablar, están a la orden del día. Y puede resultar terriblemente traumático tanto para el niño como para la familia toda.

      Te agradezco tanto el valioso aporte como el precioso obsequio, y te mando un beso de esos enoooormes que me dejas siempre tú con tu especial manera de prodigar cariño por donde vayas.

      ¡Feliz semana y feliz día de Sant Jordi!

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  11. Que tema! Como padres creo que muchas veces cuesta no engancharse con esas etiquetas que "especialistas" colocan por no cumplir con tablas o parametros de normalidad, que no dejan de ser, cantidad de veces que algo se cumple. Y si no perteneces a la mayoria, quedas afuera por ser "anormal".
    Yo siempre dije que ser muy "normal" es aburrido, un consuelo para sobrevivir! Jaja! Porque no me considero normal, pero otra vez caemos en lo mismo: ¿Normal con respecto a que o a quien?

    Besos!

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    1. Esa es la cuestión: ¿respecto de quién o de qué? Es tan relativo. Y es cierto: puede llegar a ser tan aburrida la considerada "normalidad"...

      Besos y gracias, Gi.

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  12. El juicio, el maldito juicio lo estropea y comprendo a los que como tú estén obligados a hacer uso de él en la vida profesional, pero no lo justifico. Cientos de niños y jóvenes, son humillados cada día gracias a un estúpido juicio. A mi mismo, siendo un adolescente me pronosticaron que no se podría esperar nada bueno de mí y aunque no he llegado muy lejos, he roto alguna que otra malévola expectativa.
    Ahora en España está de moda que los jóvenes que tienen pasión por cualquier actividad se les llame frikis, derivado de la palabra freaks es decir monstruo. Si te gusta la astronomía o los cómics o la música o el cine eres un friki o sea un tipo o una tipa rara que piensa en algo más que en chicas/os o en cogerse una borrachera el fin de semana. Como frikis son despreciados por los otros, los normales, los chulitos, los prepotentes. Algunos incluso prefieren disimular su aficiones o renunciar a ellas para ser aceptados por el grupo.
    Es todo realmente lamentable.

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    1. ¡Pues menos mal que no te creíste el mal pronóstico y seguiste adelante con tu unicidad! La de "freak" es otra etiqueta para el que no encaja en la chatura que generalmente emplean los mismos jóvenes ante otro que tiene gustos hoy considerados raros aunque sean sanos y valiosos. Resulta muy doloroso para los adolescentes cargar con ella llegando a veces a renunciar a aficiones o dones propios por entrar en lo masivo. Es una forma de no ser, pero a esa edad se hace muy duro ser contra la corriente.

      Gracias por tu aporte y un cordial saludo, Dr. Krapp.

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  13. Pocas cosas tan gratas como evaluar, con los baremos arbitrarios que sean, y obtener buenos resultados. Cuando estos no lo son, la tarea frustra y deprime.

    Cada vez doy más importancia a la inteligencia emocional que ponen de manifiesto los alumnos en sus actividades escolares y convivenciales. Lo difícil, sin embargo, es evaluarla.

    No me sorprende tu lucha interior entre la faceta madre y la faceta docente. Eso explica la dificultad que hay entre las relaciones de profesores y maestros. Sobre todo... cuando hay problemas.

    Un abrazo

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    1. Cuando alguien que enseña deviene padre o madre, inevitablemente comienza a mirar al alumno desde un lugar diferente y se da cuenta de lo que la frustración de sentir que uno no encaja puede resultar de las dificultades que a menudo crea el adulto a cargo cuando pierde de vista la identidad del niño, la dimensión emocional del vínculo alumno-profesor y cuando estampa la etiqueta sobre el niño que es totalmente viable académica y emocionalmente hablando.

      Estoy de acuerdo contigo en que lo emocional es difícil de ponderar a la hora de calificar, y es lo que la escuela no trabaja: se supone que eso viene de molde o de casa. Al niño con problemas emocionales también se lo etiqueta de manera perturbadora, a menudo sin contar con las herramientas para indagar y tratar de encauzar sus dificultades.

      Tengo la impresión de que a muchos de mis colegas les viene bien el alumno que no se destaca ni por su genialidad ni por sus flaquezas, el que ofrece menos desafíos, el dócil. Tanto quienes se destacan por estar por sobre la norma como quienes caen fuera de ella sufren mucho en el paradigma educativo como está planteado y como de hecho funciona desde los tiempos de la industrialización: la escuela como una fábrica de producción de seres en serie, todos muy parecidos al modelo que se tiene en mente, el perfil del producto final en abstracto. Y nada hay más alejado de la realidad de la escuela que la noción de fábrica. Sin embargo, en muchas cosas aún se parecen escuelas y fábricas: uniformes, timbres,tiempos cronometrados para hacer las cosas, cantidad de "operarios" amuchados haciendo tareas mecánicas para lograr dar con el producto que mejor se inserte en el mercado. De emocionalidad, de pensar, de cuestionar, de crear, de jugar y reir, poco y nada. En fin, da para largo.

      Mis hijos no tienen otros problemas en la escuela que los que vienen de una pobre enseñanza con una demanda desmedida que ignora su edad, su modo de vincularse con el aprendizaje, sus tiempos y sus intereses.

      Gracias por tu aporte, Luis Antonio.

      Un abrazo.

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  14. Casi siempre en mi vida he caminado al son de un tambor diferente, sobre todo cuando era jóven.
    Me ha encantado tu entrada. Odio esas etiquetas porque en cada ciclo de la vida la palabra normal corresponde a una cosa distinta. Un beso Fer. Lola

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    1. Gracias, Lola querida. Me encanta el son de tu propio tambor.

      Un beso grande.

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