Entré como por un tubo y salté hasta el techo cuando el cubano me contactó para que le tradujera un guión de cine a través de LinkedOut. De cine el guión no tiene nada, pero yo me hice toda la película: trabajar para un cubano que tiene más humos que un habano barato y está radicado en Miami, tal vez viajar alguna vez por cuestiones de trabajo, ¿vio?, ganar unos buenos verdes, darme el gusto de ver mi nombre en alguna publicación, aunque más no sea como traductora, que no soy, pero convengamos que es un buen filón a estas alturas del partido. Toda esta trama a la cubana crea una visión muy potente, mejor aún que el mejor cine, aunque me da cosa, ya que todavía me quedan escrúpulos y todos sabemos que yo traductora no soy. No obstante — me sopla mi conciencia negra mientras la blanca asiente y se relame — , silas traductoras ejercen de profesoras de inglés, ¿por qué no voy a poder hacer lo mismo que hacen mis distinguidas colegas bilingües?
El tipo dice llamarse Arnaldo Talbot y así figura en las redes. Te digo porque el trabajo de rastreo que me mandé es detectivesco al mejor estilo de un Sherlock Holmes digitalizado. Después de mucho averiguar, he llegado a la conclusión de que se trata de un seudónimo, algo así como un nombre artístico —eso si fuese artista, claro. Igualmente, no deja de extrañarme que un cubano tenga un apellido tan sofisticado. Lo que escribe es pura bazofia, por algo lo tituló "Pure Poison", peor que Corín Tellado, que ya es decir bastante, con perdón de todas sus fans. Con decirte que para describir a un personaje en las anotaciones interminables que hace y que parece que nunca le dan pie al diálogo y la acción a pesar de que el tipo pretende crear un thriller, describe a un personaje de la siguiente manera:
Se ve a TITO, 35 años. Totalmente calvo y sin
bigotes.
Nunca había leído semejante descripción que alude a los atributos faltantes de un personaje en lugar de aquellos que sí tiene. "Sin bigotes"... Cosa rara, ¿no? Como si se tratara de que le falta un dedo, un ojo o la oreja de Van Gogh... En fin, con todos los verdes que me propone no me voy a poner en exquisita. La bazofia se vende mucho mejor que la buena literatura, es un hecho indiscutible, ¿no me digas? Y acá la cuestión es juntar unos mangos para hacer flote este año hasta tanto la cosa pinte un poco mejor. ¿Pintará? Nunca se sabe. La esperanza es lo último que se pierde, dice la voz del pueblo, que hoy come bosta y la paga por buena lo más contento, así que entremos en el juego, dale que va. Como dice mi cuñado, si no sos rico a los cuarenta, despedite: vas a tener una jubilación de mierda. Yo ya pasé la raya hace seis, van para siete, así que mejor me apuro.
Ahora, vos fijate lo que me hace el muy turro del cubano cineasta. Logra que pique con la oferta, me dora la píldora sin siquiera conocerme, le traduzco su curriculum, que será todo lo que será pero luce espantoso en inglés, le entro al guión, me quedo en casa hasta el domingo de Pascua trabajando con todos los polvorientos y amarillentos diccionarios que tengo abiertos, chorreando sobre mi escritorio, y dos computadoras funcionando al unísono para lograr descifrar de qué va la obra y pasarla decentemente del argot centroamericano al inglés norteamericano, y cuando le envió el trabajo que me tuvo levantada varios días seguidos hasta la madrugada, me envía el siguiente mensaje por mail:
Gracias, María Fernanda:
1.- FORMATO.- Te has fijado bastante bien en el formato que hube de enviarte. No obstante, debes tener en cuenta algunas reglas que son inviolables y que debes aplicar en futuras traducciones.
Para el nombre de la persona que habla: por ejemplo: TITO, se deben dar seis golpes del tabulador.
Para las acotaciones sencillas: (sonríe) etc., son cinco golpes del tabulador. Estas van debajo del nombre del personaje.
Para el diálogo son cuatro golpes del tabulador.
Siempre que aparece un personaje o personajes por primera vez hay que poner el nombre o la identificación en mayúscula. Ejemplo: VICTOR se baja del auto. TRES POLICIAS aparecieron por la puerta trasera. Ya después van en minúscula.
Los movimientos o las acciones de los personajes (que no sean acotaciones sencillas) van descriptas siempre comenzando en el margen izquierdo de la página. Por ejemplo:
Juan avanza (SIEMPRE SE ESCRIBE EN PRESENTE) hasta la rastra y toma una caja de botellas.
NUNCA:
Juan avanza hasta la rastra…etc.
(¿¿¿Eh???)
LOS ÚNICOS QUE PUEDEN EMPLEAR EL VERBO EN PASADO O EN FUTURO SON LOS PERSONAJES.
(Las mayúsculas en un mensaje son equivalentes a gritos, Míster. ¿Eso no te lo enseñaron, tanto que sabés de guiones cine?)
El texto del diálogo no debe llegar hasta el margen derecho de la página.
Estas son cuestiones que se pueden arreglar luego, pero que si se cumplen desde el principio no hay necesidad de perder tiempo.
(Eso es justamente lo que vengo haciendo yo, perder el tiempo...)
Te recomiendo, en el caso de que lleguemos a un acuerdo, que te fijes bien en el formato que te envío. Debes copiar exactamente tal y como te lo hago llegar, con sus espacios, etc.
(Ok. ¿Y de guita cuándo hablamos?)
Por eso es que estoy pasando el texto original al FORMATO ACTUAL, para que no tengas problemas a la hora de traducir. Eso me lleva tiempo, pero es más rápido que si yo te escaneara página por página para enviarte el texto completo, y además te facilita el trabajo pues el texto original está en otro formato que tendrías que adaptar según los parámetros que te he venido explicando.
El texto original consta de cuatro capítulos, pues lo escribí pensando en un serial. Tengo que unir los cuatro capítulos para que sea un filme. Cada capítulo tiene algo más de veinte páginas.
TRADUCCION. No hay problemas, se ve que eres una profesional y una persona cuidadosa.
EN CUANTO AL CONTRATO Y EL PAGO.
(¡Por fin, hermano!)
El asunto es el siguiente. La Empresa productora de películas a las que envío los scripts (AMAZONICA STUDIOS) los acepta tanto en inglés como en español. Yo prefiero enviarlos en inglés. Precisamente en una semana recibo el script de una novela, ya traducida al inglés, la cual voy a enviar de inmediato. El 10 de marzo envié un script en español titulado ¡SOÑAR DORMIDO!, del que estoy esperando respuesta. Te digo esto porque esta empresa, que es la más rápida en los Estados Unidos dando contestación a los envíos, trabaja de la siguiente manera:
1.- A partir de la fecha en que se envía el script ellos emplean 45 días para valorarlo. Si lo aprueban, te pagan $ 200 mil dólares de inmediato.
(A voste los pagarán, soñando dormido, rufián. Y tendrían que estar del tomate para pagarte esa cifra por esta porquería... )
Si no han terminado de valorarlo entonces te dan diez mil dólares por un año de tiempo para valorarlo de nuevo.
(¿¿¿Diez mil verdes sólo por valorarlo??? ¡Cuánto me equivoqué en esta vida...!)
Ellos te ofrecen otras opciones de pago, pero la más importante, aparte del pago de los doscientos mil dólares es que si la película llega a vender 60 millones, te dan 400 mil dólares más otros bonos.
(¿Qué? ¿Cómo? ¿Dónde? ¡Que hijo de... ! ¿Y a mí me escatimás el adelanto?)
Para que compruebes lo que te digo te estoy adjuntando un resumen del contrato último firmado con ellos, o sea, el de la comedia ¡SOÑAR DORMIDO! El script se envía con exclusividad para Amazónica, pero si ellos no lo aprueban entonces se hace público para que otras productoras a nivel mundial tengan acceso al mismo y te lo compren si les interesa.
¿Cómo sería nuestro contrato entonces? En primer lugar te pido confíes en mi obra y asumas el riesgo conmigo.
(¿Asumir riesgos por un perfecto desconocido y gratarola? Mirá, yo seré ilusa, pero tan boluda no nací.)
1.- Yo te pagaría el 20%, o sea, 500 dólares en cuanto concluyas el primer capítulo de la obra.
(No, querido, quedamos en que se pagaba por adelantado, son normas internacionales. Consulté con el Colegio de Traductores, tan gilastruna no soy...)
2.- Los otros capítulos (3 en total) tú los traducirías sin cobrar nada, (...)
(EL SUBRAYADO, LAS NEGRITAS Y LAS MAYÚSCULAS
AHORA SON MÍAS PORQUE YA ESTOY RE-CALIENTE...)
(...) pero en el caso de que la obra fuese aceptada por Amazónica y se me hiciera el pago, yo te pagaría, en vez de los dos mil dólares restantes, cuatro mil, o sea, el doble.
En el caso de que Amazónica me pague diez mil dólares para ampliar el plazo de revisión de la obra, yo te pagaría de ese dinero no cuatro mil sino los dos mil dólares restantes por tu trabajo.
En el caso de que la obra se haga pública y alguna otra Empresa la comprara, yo te pagaría, no los cuatro mil, sino tus dos mil dólares restantes. ("En el caso de...", "en el caso de.."... ¡Vos sí que sos un caso, caradura!)
Supongamos que ni Amazónica ni ninguna otra Empresa (al hacerse pública la obra) compraran el script, entonces yo lo enviaría directamente a productoras de cine tales como Warner Bross, Universal, etc.
(¿Qué habanete te fumaste, tío? ¿Te tomaste todo el pisco y no dejaste ni el gusano? ¡Ojo que ya estás delirando! )
En cualesquiera de estos casos que me compraran el script en inglés, yo te pagaría dos mil dólares. O sea, sólo te pagaría cuatro mil dólares por tu trabajo si Amazónica aprueba el script.
( O sea u osea... He ahí el quid de la cuestión. ¿Qué tul? ¡Sos un troesma! Pará: ¿hay más todavía?)
Otra cosa: tengo la comedia en estado de valoración. Si me la aprueban y pagan, yo te haría efectivo tus dos mil dólares. Lo mismos ocurriría si el script que estoy esperando para enviar me lo aprueban, entonces te pagaría tus dos mil dólares.
Como ves, mi estimada Fernanda, hay muchas opciones, pero todo depende de que quieras correr el riesgo conmigo. De no hacerlo entonces tendré que esperar a que algunos de los scripts presentados se vendan y mandar entonces a hacer la traducción a otra traductora o traductor.
(¡Dale! A ver si enganchás a algún gil matriculado para hacerte este laburito, Arnaldo... Y mejor no te digo con qué rima tu nombre porque soy una lady.)
Dime si entendiste mi explicación.
(Entendí que sos un ladri y un chantapufi marca cañón.)
Un abrazo.
ARNALDO TALBOT
Después de enfriarme un rato bajo la ducha y comer algo para digerir el mal trago, me siento en la compu, abro el mail y escribo lo siguiente, con toda la altura que Dios me ha negado en estatura:
Estimado Arnoldo:
Te agradezco tu respuesta y tus apreciaciones. La tarea de traducir una obra me resulta un desafío para el que me siento preparada aunque a veces me resulta dificultoso seguir la idea detrás del guión. Hay demasiada marcación y poco diálogo con mucho argot centroamericano.
En cuanto al contrato, debo decirte que, si bien los números son muy tentadores, al tratarse del comienzo de, espero, una fructífera relación profesional, no responde a los parámetros que se estilan para traducciones de este porte. Verás que con la edición de tu CV y las primeras hojas de tu obra te he dado sobrada evidencia de mi confianza en tu palabra y mi valía profesional. Para continuar con la tarea, debemos ajustarnos a las reglas del caso con los plazos para los pagos, para las entregas, para tu valoración y para las correcciones pertinentes. Como te he dicho, siendo nuestra primera experiencia, creo que debemos ceñirnos a las convenciones de este trabajo para construir la confianza que es fundamental en cualquier equipo que se precie de tal. Debemos ante todo conocernos para valorarnos y luego pensar en asumir riesgos. Así, tal como te lo he mencionado, para seguir avanzando deberás hacer efectivo el pago del 20% de la cotización que te he enviado con anterioridad.
Estimo que acordarás con mi visión de este particular.
Te envío un cordial saludo y aguardo tu respuesta.
No hace falta que te diga que el gusano cubano con humos de habano barato de cineasta de cuarta no me va a escribir nunca más.
Cortito hoy porque no hay tiempo porque el tiempo del día se me hace imperfecto porque las imágenes de casi setenta entradas se me piantaron todas por mi imperfección ¡Que viva la imperfección! Porque quiero enraizar y me voy por las ramas porque quiero escribir y leer y no duermo en el vano intento porque hay que lidiar con el trajín cotidiano porque hay que poner prioridades para elegir despiojar a la hija de la perfecta imperfección ¡Que viva la imperfección! Porque quiero abarcar más de lo que puedo apretar porque no duermo lo suficiente porque no pienso claramente porque me dejo llevar por el caos de la acción en el amor porque me hundo y me salvo en cada latido de mi imperfecto corazón ¡Que viva la imperfección! Porque se me fue el corrector al demonio porque me enfrento sin miedo a la imperfección ortográfica sintáctica semántica métrica higiénica sanitaria estética y la de puntuación ¡Que viva la imperfección! Y así me encuentro cara a cara con mi propia imperfección: ¡Que viva la imperfección! Imperfección que me enseña a no obsesionarme con lo inalcanzable, con lo que no es humano con lo que dicta el mercado con lo que manda el experto con los resultados con los éxitos huecos con hacer más número con dejar de ser yo ¡Que viva la imperfección!
Cuando me preparé para afrontar la decisión
definitiva de dejar mi adicción al tabaco sabía que experimentaría síntomas de
abstinencia. La abstinencia tiene muy mala prensa, asusta, se piensa que es
antinatural, que implica reprimir algo que el cuerpo pide y que, al negárselo,
se lo cobrará con una buena cuota de dolor psicológico, que es sin dudas el que
más se teme y el que menos nos sentimos capaces de doblegar. Creo que todos los
que nos hemos enfrentado alguna vez con este tipo de dolor hemos quedado marcados
a fuego por una clase de miedo que es tremendamente difícil de superar: el
miedo al miedo, es decir, el temor de sentir ese miedo de sufrir los
síntomas del flagelo psicológico y no ser capaces de manejarlos. Se trata de
un miedo anticipatorio: se padece antes de experimentar dolor y a veces ni
siquiera llega el dolor que se esperaba. Y es así que cuando este
dolor llega y se hace manejable, se siente una agradable sensación de sanidad y
bienestar que disipa al cúmulo de miedos que nos paralizaba y nos autofortalecemos.
He estado leyendo bastante sobre adicciones en
general por estos días y aprendí que todos los adictos a ciertas
sustancias somos propensos a hacernos adictos a más de una cosa ya que tenemos
ciertas características que nos hacen vulnerables. Inclusive se sospecha que
nuestros genes nos juegan en contra y se habla de personalidades adictivas. Las
características que se asocian con este tipo de personas son todas negativas y, en
mi caso personal, ciertas. Tanto que al dejar esta adicción me he propuesto
luchar por lograr un cambio que me lleve a una superación que permita que me
desintoxique ya no sólo a nivel físico sino a nivel psicológico. La primera vez
que leí que era necesario "crear una nueva
identidad" en la cual el fumar no estuviera asociado conmigo, pensé que
sería imposible. Pero a medida que fueron transcurriendo los días que llevo sin
fumar y al atravesar por estados de ánimo cambiantes que me han llevado a ver
otras cosas sobre mí misma y mis conductas y emociones, entiendo que esto es
real, aunque mucho más demandante que el hecho de dejar de fumar en sí mismo.
Abstenerse, de acuerdo al diccionario, significa renunciar a alguna cosa fundamentalmente por cuestiones morales. Está
además ligado con la sintomatología que presenta la decisión de renunciar a
algo a lo que uno se ha hecho adicto. Y al renunciar a la cosa, también se debe
renunciar en buen grado a esa parte de nuestra personalidad que depende de ella
para sentir que funciona, aunque se trate de un autoengaño, ya que al
ser dependiente, se disfunciona. Al entender esto, intentamos enmendar
todo el daño que este disfuncionamiento nos ha causado a nosotros mismos y a
quienes nos rodean, y nos asalta el miedo: el miedo a sufrir, el miedo a
fracasar, el miedo a que todas las características de nuestra personalidad que
nos han hecho caer en la adicción salgan a la superficie. Estas son: la
inseguridad que genera una baja autoestima, el infantilismo de querer
satisfacer nuestros deseos inmediatos y nuestra falta de autocontrol e
impulsividad, nuestro alto nivel de frustración y baja tolerancia, nuestra
tendencia al autoengaño, la negación y la autojustificación, la ansiedad y la
angustia.
Lo que más asombra a quienes somos adictos en
recuperación es el permiso que nos hemos dado por tanto tiempo una y otra vez
de caer en eso que sabemos que nos daña a pesar de las claras evidencias del
deterioro que la adicción hace evidente con el paso del tiempo. Cuando nuestra
conciencia comienza a advertir que algo anda mal y que ya no estamos en control
de nuestras vidas se toca fondo emocional y se ve claramente esto que en
principio parecía una locura, aunque es el único camino hacia el
reestablecimiento de esa armonía que llamamos salud: hay que recrear nuestra identidad sin la muleta que nos hacía creer
mejores y más fuertes, asumirnos desde nuestras flaquezas, y desde allí
empezar a apuntalarnos. Hay que restablecer el equilibrio sutil entre nuestras luces y nuestras sombras.
Al lograrlo día a día, se va robusteciendo el
sentido de valía que tiende a ser escaso en nosotros. Comenzamos a notar pequeños
cambios que nos van conectando con alguien novedoso que habíamos olvidado. Hay más
luz, alegría y esperanza. Hay una reconexión con nuestro ser esencial que se
había bloqueado y esa ausencia nos hacía sentir más vacíos. Hay alivio. Hay más ganas y más fuerza
para cambiar otros aspectos que se hacen visibles y notorios. Y hay
todo un largo camino para seguir andando, porque cualquier paso en falso
implicaría volver a descentrarse. Es, como dicen todos los que lo han
transitado y caminan este sendero erguidos día a día, dar un paso por vez. El maestro Jung lo explica en términos del claroscuro que entiendo que somos, y se me hace mucho más claro a cada paso:
Hay muchas frases célebres sobre la capacidad de dar. Todos los libros sagrados, todos los iluminados, aquellos a quienes muchos tenemos como ejemplos de vida por su humildad, sencillez, auténtica generosidad, y por haber dejado una huella humana viviendo una vida llena de sentido gracias a lo que han dado para el bienestar de la vida de otros, nos han dado además poderosas palabras que ensalzan el acto de dar. "Así que yo les digo: pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán;
llamen, y se les abrirá la puerta. Porque todo aquel que pide, recibe; y
el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá"; así enseñó Jesús que hay más dicha en dar que en recibir. "Da y tendrás en abundancia", decía Lao-Tsê. "Dar un vaso de agua a cambio de un vaso de agua no es nada; la verdadera grandeza consiste en devolver el bien por el mal", nos transmitió Mahatma Gandhi. "La raíz escondida no pide premio alguno por llenar de frutos la rama", nos legó Rabindranath Tagore.
Lo cierto es que la mayoría de nosotros tomamos estas frases como consejos para una vida más plena, como si se tratara de recetas para lograr mejorar nuestras vidas. Hoy por hoy, tal vez más que nunca antes, el languidecer de las religiones y el apogeo de una espiritualidad diversa y difusa, personal y a la carta, cientos de gurúes famosos viajan en autos caros y viven en lujosas casas a costa de las toneladas de libros que publican o las charlas que ofrecen. En verdad, se nutren del testimonio de iluminados como los que he citado para cocinar un refrito paladeable y sin etiquetas convencionales que actualmente producen urticaria. Nos sirven así sus pseudo-filosofías de autosuperación personal en versión gourmet, y, sin embargo, hacen mucho dinero llevándolas de un lugar a otro por el mundo. Seguramente, le harán bien a muchos, y el mensaje que transmiten no es nocivo, pero no es original ni parte del testimonio auténtico de sus propias vidas.
Y es que se puede decir y escribir bellas frases y libros enteros sobre el gozo de dar, interiorizarse en prácticas zen para lograr contactarnos con la fuente universal ante el eclipse de Dios, y hasta garantizar, por escrito - y con derecho a reembolso si el método falla -, que dando se sentirá uno más plenamente realizado y recibirá, a cambio, alegría y bienestar; pero me temo que este don nace con nosotros o nos llega, como dirían algunas personas que aún se animan a exteriorizar sus creencias, por la gracia que a veces nos brinda alguna circunstancia de la vida que nos pone a prueba en lo más íntimo. El gozoso acto de dar no proviene del pensamiento, no puede ser intelectualizado ni racionalizado, sino que nace como una auténtica vocación de servicio y una forma de encarar la existencia propia desde el alma, otra entidad cuestionada y descuidada. Si damos porque nos aseguran que, de ese modo, nos sentiremos mejor con nosotros mismos y los demás, o porque al dar, recibiremos en abundancia, no hemos entendido nada y seguiremos siendo las mismas pequeñas y mezquinas personas que somos cuando nos rehusamos a dar. Y hablo de dar en un sentido muy amplio: no me refiero a darle unas monedas a un mendigo o hacer mi contribución para apoyar una noble causa en la que creo. Esto no está mal, pero es insuficiente: "Si sólo se dieran limosnas por piedad, todos los mendigos hubieran ya muerto de hambre", dijo el hombre que declaró a Dios muerto, Friedrich Nietzsche.Y resulta tan cierto como que si el dar se convierte en un acto para demostrarme a mí mismo y a los demás lo bueno que soy capaz de ser, no da frutos. Si damos forzándonos a desprendernos de aquello que consideramos nuestro tesoro, ya sea nuestras posesiones, nuestro tiempo, nuestra presencia, nuestra escucha, nuestro apoyo, nuestro afecto incondicional, nuestra contención, nuestro interés por el otro, entonces es que no hemos nacido con la enorme riqueza de ser capaces de dar, y sufriremos esa amarga miseria de estrechez de corazón que no se arregla a fuerza de ceñirnos a máximas y preceptos. Seremos lo que Jesús llamaba "pobres de espíritu".
Creo que en eso los místicos no se equivocan. La visión del cielo en la tierra es la que vivenciaron almas capaces de darse a sí mismas con absoluto desapego por lo que la gran mayoría de los mortales consideramos digno de ser cuidado, protegido y valorado para ser. Esa inmensa mayoría incluye a todos los que no tenemos la libertad de corazón para dar-nos, y es allí donde encontramos nuestra propia cárcel. Somos aquellos incapaces de dar antes de que se nos pida, y nuestro infierno consiste en no conocer la verdadera generosidad, la que sabe anticipar lo que el otro necesita recibir de uno, y en eso encuentro dicha. Somos aquellos que creemos que nuestro efímero valor se prueba a fuerza de poner a buen recaudo nuestras posesiones materiales, y nos duele compartirlas: ahí reside nuestra mayor miseria, en nuestra incapacidad de desprendernos y de compartir. Y esta estrechez, tan típicamente humana, es lo que nos hace profundamente infelices, y la que difícilmente podamos enmendar a fuerza de hacernos seguidores del gurú de turno que vende sus libros en el kiosco de revistas.
Siempre que siento el dolor de dar y, sobre todo, el de dar-me, en la medida en que implica un autosacrificio, una auto postergación, una renuncia a lo que considero mi necesidad, mi yo, mi prioridad, mi momento, mi ego, recuerdo esa frase de la Madre Teresa que admite que hay un punto donde se experimenta dolor: "Ama hasta que te duela. Si te duele es buena señal." Y sin embargo sigo creyendo que a pesar de toda la publicidad negativa que estos conceptos tienen hoy, en tiempos de egoísmo, individualismo y hedonismo, realmente sería mucho más feliz si fuese capaz de dar y dar-me sin pagar esa cuota de dolor como buena señal.