Creer en el colibrí
Creer en el colibrí, en su aleteo febril,
Trasplantar todo un cantero en flor, bajo el sol de pleno enero,
Contra la jardinera sapiencia de mi bendita ancestría,
Contra la contrariedad de toda la sombra del árbol familiar...
Y, aún así, perfumarlo
en las macetas de barro de ese jardín
urbano que yo enaltecí.
Creer en el colibrí, en que por fin llegará a mí,
hacerle ofrendas de azúcar y pétalos resecos,
esperarlo, de rodillas,
orando al pie de un viejo banco heredado,
canturrearle mi poesía y, de pie, al alba,
ahora,
en el ocaso de mi fértil fémina cincuentena,
esperarlo con manos tendidas,
con ojos cansados,
oídos alerta,
corazón en mano,
por horas, por días, por meses, por años.
Creer en el colibrí,
desear atar a mi pluma de su aleteo
sutil,
despertar de madrugada,
con sus alas de colores pintadas hasta en mis párpados,
bajar las escaleras, a pie juntillas, a oscuras,
a escondidas de los ojos de los míos
que descreen que ha de venirme un día.
Salir al jardín, invocarlo,
a
boca de jarro, como me sale a mí...
Intentar volcar su vuelo en el papel de un anotador
gastado,
sólo por verlo volar sobre mi vida
por fin.
Creer en el colibrí:
Un acto de fe cotidiano;
Creer en el colibrí.
Desear cada día su caricia;
Vivir para aprender, como él, a volar
descalza, aleteando el mero instante fugaz .
Este es mi credo poético,
mi poesía de vida,
esto es para lo que yo nací.
en febrero 2021.)
A boca de jarro
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