domingo, 14 de junio de 2015

El laberinto y el espejo





Llego a Borges,
le entro,
derrito el miedo: 
 alegremente me pierdo
en ese laberinto del espejo,
me embriago de Arquetipos y Esplendores,
me lleno los pulmones de eucaliptos,
arribo al otro lado del ocaso,
me encuentro con un sueño sepultado,
le entro...
Detrás de los reflejos
presiento que ese Borges
me ha nombrado.



"En cualquier parte del mundo en que me encuentre cuando siento el olor de los eucaliptos, estoy en Adrogué. Adrogué era eso: un largo laberinto tranquilo de calles arboladas, de verjas y de quintas; un laberinto de vastas noches quietas que mis padres gustaban recorrer. Quintas en las que uno adivinaba la vida detrás de las quintas. De algún modo yo siempre estuve aquí, siempre estoy aquí. Los lugares se llevan, los lugares están en uno. Sigo entre los eucaliptos y en el laberinto, el lugar en que uno puede perderse. Supongo que uno también puede perderse en el Paraíso. Estatuas de tan mal gusto y tan cursis que ya resultaban lindas, una falsa ruina, una cancha de tenis. Y luego, en ese mismo hotel "Las Delicias", un gran salón de espejos. Sin duda me miré en aquellos espejos infinitos. Muchos argumentos, muchas escenas, muchos poemas que he imaginado, nacieron en Adrogué o se sitúan en ella. Siempre que hablo de jardines, siempre que hablo de árboles, estoy en Adrogué; he pensado en esta ciudad, no es necesario que la nombre."

Jorge Luis Borges, 1981



A boca de jarro

viernes, 12 de junio de 2015

Aún tengo la vida

Para vos que la encontraste y la seguiste hasta mí a través del árbol de la Vida...
Fotografía de Robert Capa


EL HERIDO

Para el muro de un hospital de sangre


Por los campos luchados se extienden los heridos.
Y de aquella extensión de cuerpos luchadores
salta un trigal de chorros calientes, extendidos
en roncos surtidores.

La sangre llueve siempre boca arriba, hacia el cielo.
Y las heridas suenan, igual que caracolas,
cuando hay en las heridas celeridad de vuelo,
esencia de las olas.

La sangre huele a mar, sabe a mar y a bodega.
La bodega del mar, del vino bravo, estalla
allí donde el herido palpitante se anega,
y florece, y se halla.

Herido estoy, miradme: necesito más vidas.
La que contengo es poca para el gran cometido
de sangre que quisiera perder por las heridas.
Decid quién no fue herido.

Mi vida es una herida de juventud dichosa.
¡Ay de quien no esté herido, de quien jamás se siente
herido por la vida, ni en la vida reposa
herido alegremente!

Si hasta a los hospitales se va con alegría,
se convierten en huertos de heridas entreabiertas,
de adelfos florecidos ante la cirugía
de ensangrentadas puertas.



II

Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.

Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.

Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.

Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.

Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida.

                                                                       Miguel Hernández




SERRAT - PARA LA LIBERTAD - Madrid 1987

A boca de jarro

jueves, 4 de junio de 2015

A mí se me hace



Sir Edward John Poynter, Erato, Musa de la Poesía, 1870


Con el permiso de y para todos los Cervantes, Shakespeare, Borges, Machado, Lorca, Becquer, Neruda, Pedroni, Hernández, Storni, Mistral, Whitman, Shelley, Byron, Rilke, Dickinson, Pizarnik, Benedetti, Pessoa, Rimbaud y una largo etcétera de nombres, con o sin apellido famoso...



A mí se me hace que la Poesía

es lengua viva, sentir impreciso

del que son dueños los poetas muertos,

una mujer desnuda y a lo oscuro,

voz de la muerte, nuestra desdicha fuerte,

la que espera cuando a tu balcón vuelven

las golondrinas a colgar sus nidos,

un año vestido de nueve lunas,

un silencio que me sabrá a ternura,

ese telón que se ansía aunque se tema,

el que, inconsciente de su gloria, el Bardo

enfrenta y vence con sus hidalgos versos

sabiendo, más por hombre que por viejo,

lo que todos sabemos y ocultamos:

de los hermosos el retoño ansiamos

para que su rosal no muera nunca,

pues cuando el tiempo su esplendor marchite

guardará la memoria su heredero.



Poesía es todo cuanto crece

y en su perfección dura un breve instante,

como de la mañana el sol radiante

que, al avanzar la tarde, se oscurece;

cuando hallo que todo se envejece

como flor mañanera rozagante

que pronto se deshoja, agonizante,

y al morir el crepúsculo perece,


entonces sé que queda la Poesía

para llenar el vientre de la angustia,

para darle sentido a la agonía,

para morir creyéndonos eternos,

para palpar el sueño que es la vida,

para no navegar en amor ido,

para gustarte cuando callo, ausente,

para arrancarte el corazón a rimas,

para que ya no insistas, que he salido,

para olvidar el nombre que he perdido.



Quizá sea poesía todavía

el mundo en un teatro convertido,

un Jacques declamando las edades,

dejando el descreimiento suspendido,

avisando en voz alta - "Ladran Sancho",

desarreglando todos tus sentidos

puesto que son orilla de los míos,

transformando tus peldaños en mi muro,

cantándome estos versos a mí misma

para escuchar una voz en mis silencios

y en libertad ignorar un poco menos,

para aprender aquello que se calla,

para ser un cantar solo de hierro,

para fundar de nuevo a Buenos Aires.



A mí se me hace cuento que murió la Poesía:

la juzgo tan eterna como el agua y el aire.

No digamos que agotado su tesoro,

de asuntos falta, enmudeció la lira:

podrá no haber poetas, pero siempre 


habrá Poesía.





A boca de jarro

domingo, 31 de mayo de 2015

Me doy el permiso

Vincent Van Gogh, Trees in the Garden of Saint Paul Hospital



"Deberíamos vivir tantas veces 
como los árboles que, 
pasado un año malo
echan nuevas hojas 
y vuelven a empezar".

José Luis Sampedro



Me doy el permiso



Me doy el permiso 
de saber amarga,
de andar por la vida
un tanto agitada 
así, desbordada, 
fuera de mi aguja
de enhebrar palabras,
perdiendo los puntos 
en este tejido,
perdiendo la trama
 que quedó zurcida
con hilos al alma.

Me doy el permiso,
 cedo la premisa,
ya algo más ligera 
y desenfadada,
como descocida,
luciendo mi facha
de porteña fiera,
siempre con apuro.
En un laberinto
 desando madejas:
 ¡qué cesen la rachas
de marea baja!

 Siento un plenilunio
en las avenidas
de vías cortadas,
de caras vacías,
de manos peladas,
de suelas gastadas,
de agujas torcidas,
de tamangos rotos,
de hallazgos esquivos, 
de esperanzas tibias,
de preguntas vastas
y respuestas cortas.

Un día de estos,
tal vez, quién lo viera,
puede ser mañana,
hago las valijas,
me mando, chiflada,
a esas callejuelas
de sendas grisáceas,
rifo aún más libros,
tiro los trofeos,
pongo la luz alta,
me topo, extrañada,
con mi mejor cara.

Me cedo el permiso,
lanzo una chapita,
cae boca arriba,
celebro descalza
la angustia desnuda,
la piel sosegada,
la mirada nueva
sobre el entramado
de un árbol reseco
que tejí inspirada
cuando de mis venas
brotaban madejas

en los años locos,
en las ramas altas,
en las esperanzas
de una vida llena
de raíz profunda,
del agua de savia,
de sangre violácea,
de verdor de trébol,
de espesor certero,
de canción amada,
de piano y guitarra,
de danzante magia.

Me doy el permiso

de una vida nueva,
tiro las agujas,
abro las ventanas,
entinto mi historia,
¿quemo la nostalgia?
Zarpo a media asta,
gozo el aguacero
que roza lo etéreo,
que brota en las gotas
con sabor a infancia
sobre una cuchara.

Estos derroteros
 hoy cruzo callada
escuchando atenta
el rumor fantasma.
Cruzo sin cautela,
salvando distancias,
recojo las velas,
aprieto los puños,
sujeto el timón
asiendo las olas,
sirenas varadas
y anclas a babor.




"¡Ah, no, así no! 
Llorar es demasiado fácil. 
Eso ya lo he hecho yo mil veces 
y no sirve de nada. 
¡No te pido lágrimas! 
¡Lo que quiero son árboles!"

Alejandro Casona

Vincent Van Gogh, Branches of an Almond Tree in Blossom


A boca de jarro


jueves, 28 de mayo de 2015

Tocando fondo


Edvard Munch, Le jour suivant (1894) 


Tocando Fondo




Silvio Rodriguez


Tocando fondo nací un buen día,
tocando fondo ando todavía.
Menos hermoso que como fuera,
menos odioso que de otra manera.

Me declaro imperfecto
pateando la sombrilla.
Prefiero ser abierto
a pasearme anunciando
que soy la maravilla.

Me publico completo,
me detesto probable.
Si uno no se desnuda
se transfigura en reto
todo lo desnudable.

Tocando fondo, como ir cantando,
es algo hondo, que no anda esperando.
No tocar duro nuestras verdades,
levantando muros, pudre capitales.

Quizás sea inoportuno
o acaso delirante.
Soy de tantas maneras
como gente pretenda
nomás calificarme.

Asumirse los fueros
es no dictaminarse.
Me publico completo,
me espero mejorable
desde mi parlamento
de guitarra sonante.

Tocando fondo nací un buen día,
tocando fondo ando todavía.






A boca de jarro

martes, 26 de mayo de 2015

Femenina y singular


Baruch Vergara, Metarrelatos (2), acrílico sobre lienzo, 2011
ašrê ( אשרי)

Era como llegar a un orgasmo que no alcanzaba con su hombre hacía largo tiempo, el ritual consumatorio de la felicidad posmoderna, femenina y singular: pararse frente al espejo del gimnasio vestida de pende vieja deportiva, con su Gatorade helada y sus pesas apoyadas en el piso, ya lista para largar una sesión más hasta alcanzar la absoluta perfección y brillar por lo único que importa, curvas, firmeza y resistencia, a pesar de haber traspasado la barrera de los cuarenta. Entre una amplia mayoría femenina más joven que ella y el profesor gay de la clase de la noche, cerraba por fin su aburrido día de trabajo en la oficina, y este era el momento más esperado del día. Se posicionaba bien adelante y se miraba el cuerpo semidesnudo cuidadosamente durante el calentamiento, evitando que sus ojos se encontraran con la envidia de todas las que había logrado dejar detrás y observando cuánto le faltaba a sus trabajados rollitos para desaparecer totalmente. Pensaba en la bikini y el verano próximo, así se daba más ganas de empezar a transpirar. La música, estridente y latosa, servía para poner la cabeza en blanco. Después de la clase, la ropa Nike iba al lavarropas, ella, a tomar una larga ducha, luego una buena ensalada con un vaso de agua mineral baja en sodio y un jugo de naranja exprimido con unas gotas de edulcorante despatarrada en el futón del living mientras hacía un poco de zapping por los canales de aire y de cable en busca de programas sobre la farándula. Apagaba, se mandaba a la compu y le daba a Facebook con café descafeinado y galletas de arroz hasta que se le caían los ojos de sueño. Estar agotada a la hora de meterse en la cama en su baby doll de satén era la excusa perfecta para no pensar que no había compartido ni una hora de su día con su hija adolescente, aunque sí había logrado conservar intacta su existencia anorexígena de privaciones y sacrificios en pos de la anhelada y siempre bien preciada belleza de onda que se le hacía lo más cercano a la bienaventuranza que vendía su dios en las publicidades.





A boca de jarro

miércoles, 20 de mayo de 2015

¿Buscadores de la Verdad o Vendedores de Humo?





 Gurdjíeff






"Para poder vivir plenamente,
hay que renacer.
Para renacer, primero hay que morir
y para morir,
primero hay que despertar."


Georges o George Ivánovich Gurdjíeff (Գեորգի Գյուրջիև, Γιώργος Γεωργιάδης, Георгий Иванович Гюрджиев, Gueorgui Ivánovich Giurdzhíyev), (1872 – 1949), fue un maestro místico, escritor y compositor armenio, quien se autodenominaba "un simple Maestro de Danzas". Nacido en la Armenia rusa, Gurdjieff buscó en las fuentes ancestrales las respuestas a las preguntas fundamentales del ser humano. Algunos sostienen que sus planteamientos constituyen un revolucionario cuerpo de ideas acerca de las posibilidades del ser humano en el camino de lo que se ha dado en llamar "evolución consciente". Figura mística y polémica, el "Tigre de Turkestán" dejó un frondoso legado orientado al despertar de las conciencias dormidas, con seguidores y detractores en todo el mundo. 

Cuando los locos años '20 reunían un crisol de personalidades en París, este hombre, con presencia de mago a la vez encantador y bizarro, recorría sus calles con grandes mostachos y cráneo pelado, un sombrero de alas anchas y bastón de oro en la mano, luciendo su figura imponente y enigmática. Sentado en los bohemios cafés parisinos, frente a un cognac o una taza de café, mantenía largas y animadas conversaciones con la gente que podía sostener la potencia de su mirada. Era Gurdjíeff , uno de los maestros espirituales más controvertidos de nuestro tiempo. Muchos lo califican de charlatán. Otros, en cambio, lo ven como un ícono espiritual en un mundo entregado al descreimiento de todo. Gurdjíeff legó al mundo una obra construida por una serie de 5 libros, un ballet, 300 piezas para piano y alrededor de 100 danzas sagradas o "movimientos", pero se lo reconoce fundamentalmente por sus reflexiones aforísticas acerca de la existencia.

II 

Jorge Bucay



"Hayamos sido arrasados o bendecidos,
nunca hay otro remedio que no sea construir
desde y con lo que realmente ha quedado.
Sólo una respuesta obvia aparece en nuestra mente: 
construir con lo que tenemos.
Cada persona 
que ha debido superar momentos 
de hecatombe interna o externa
solamente ha podido rehacerse 
cuando, desde su interior, 
aprendió a confiar 
en los recursos que guardaba."

De este lado del charco y sobre finales del siglo XX se vio brillar la figura de Jorge Bucay (Buenos Aires, 30 de octubre de 1949), psicodramaturgo, terapeuta gestáltico y escritor argentino. Nació en el barrio de Floresta, en la ciudad de Buenos Aires. Se graduó como profesor en 1973, en la Universidad de Buenos Aires, empezando su especialización en enfermedades mentales en el servicio de Interconsulta del Hospital Pirovano de Buenos Aires y en la Clínica Santa Mónica del partido bonaerense de Vicente López y completando su formación como terapeuta en Chile y en Estados Unidos. Las obras de Jorge Bucay se han convertido en best sellers en Argentina, España así también como en Venezuela, México, Uruguay, Costa Rica. Además, han sido traducidas a una veintena de idiomas. Algunas de las más relevantes son Cartas para Claudia, Déjame que te cuente, Cuentos para pensar, Amarse con los ojos abiertos y la novela El candidato, premiada en Torrevieja en el 2006. Bucay, asimismo, ha escrito una serie de libros que él denomina “Hojas de ruta”: El camino de la autodependencia, El camino del encuentro, El camino de las lágrimas y El camino de la felicidad. 

El valor de la obra literaria de Bucay es un tema discutido. Algunos críticos consideran al autor como mediocre y elemental. Otros sintetizan el estilo de Bucay remarcando su lenguaje coloquial, comprensible y ligero, que intentaría llevar al lector a encontrar respuestas sobre el comportamiento y el razonamiento humano y ampliar los "horizontes del pensamiento" para lograr entender mejor la vida misma, cambiar la apreciación de las cosas y, en consecuencia, ir modificando su propia vida para lograr vivir en paz y con felicidad.


Tras publicar su libro Shimriti en 2003, Bucay fue acusado de plagio diciéndose que este contenía unas 60 páginas copiadas casi textualmente de la obra La sabiduría recobrada de la española Mónica Cavallé, publicada en 2002. Según el propio autor, el asunto sería un error involuntario por el cual se incluyeron textos de la autora española sin la correspondiente mención de su fuente. Además, Bucay asegura que no se trata de 60 páginas sino de 7 párrafos, proponiendo como prueba los propios textos. Por pedido del propio autor, en la re-edición de Shimriti se citó la obra de Mónica Cavallé correctamente. Hasta el día de hoy Bucay sostiene que la repercusión mediática que tuvo el caso es sólo una campaña de desprestigio. Mónica Cavallé afirmó que el autor argentino se disculpó con ella y que desistió de iniciar acciones judiciales.

Buscadores de la Verdad, maestros espirituales, guías en el camino evolutivo de la consciencia y el alma humanas, iluminados, o Vendedores de Humo, charlatanes profesionales, asidores de entradores refritos de ideas filosóficas, psicológicas y pseudo religiosas ajenas, avivados que comercian con nuestra perenne necesidad de transcendencia y hallazgo de sentido de la vida, lo cierto es que la humanidad líquida de nuestros tiempos, que ha caído en un profundo descreimiento de las religiones tradicionales y ha declarado muerto a Dios, tiende a adorar a estos gurús del pensamiento y los ha colocado en el altar de los grandes.




A boca de jarro

lunes, 18 de mayo de 2015

Kintsukoroi

Vincent Van Gogh, El puente Ōhashi a Atake bajo una lluvia repentina, (1857)

Hoy aprendí que los japoneses creen que cuando un objeto ha sufrido un daño y tiene una historia se vuelve más hermoso. Por eso se reparan objetos rellenando sus grietas con oro, platino y plata. A este trabajo se lo conoce como Kintsukoroi, y constituye el arte japonés de arreglar fracturas de la cerámica con barniz de resina espolvoreado o mezclado con polvo de oro, plata o platino. Forma parte de una filosofía que plantea que las roturas y sus respectivas reparaciones hacen a la historia de un objeto, como si se tratara de su biografía o, por extensión, de la nuestra, y deben mostrarse esas imperfecciones acumuladas a través del paso del tiempo, en lugar de ocultarse, deben incorporarse, y además, hacerlo para embellecer el objeto, poniendo de manifiesto su transformación.

Fue Heráclito de Éfeso, conocido también como "El Oscuro de Éfeso", filósofo griego presocrático, quien nos enseñó a los occidentales claramente que el fundamento de todo aquello que nos circunda está en el cambio incesante, que las entidades devenimos y todo se transforma en un continuo proceso de nacimiento y destrucción al cual nada escapa. Todo este fluir está pautado por la ley de Logos que rige al mundo y que nos habla, aunque la gran mayoría de nosotros no sepamos o deseemos escuchar su voz ni hablar su misma lengua. Para Heráclito, lo sabio es "uno y una sola cosa". Quizás el fragmento más conocido de su obra es el que reza:


ποταμοῖς τοῖς αὐτοῖς ἐμβαίνομεν τε καὶ οὐκ ἐμβαίνομεν, εἶμεν τε καὶ οὐκ εἶμεν τε.
En los mismos ríos entramos y no entramos, 
pues somos y no somos los mismos.

El cambio y las imperfecciones son parte intrínseca de la naturaleza que nos circunda y de la nuestra. La postura más sabia y sana, se me ocurre, reside en asumirlos, aunque se dice más fácil de lo que se hace. Las grietas, las roturas, las heridas del cuerpo y del alma humana también son prueba irrebatible del buen combate de la vida, de nuestra imperfección y fragilidad, pero ante todo, dan crédito fehaciente de nuestra capacidad de resiliencia, de esa obstinación tan admirablemente humana de levantarnos luego de las caídas, de recuperarnos de los golpes recibidos, de capear los temporales y así salir de ellos fortalecidos y renovados.

"El nombre del arco es vida; su función es dar muerte."
Heráclito de Éfeso


A boca de jarro

sábado, 16 de mayo de 2015

Match Point

"Aquel que dijo "más vale tener suerte que talento" conocía la esencia de la vida. La gente tiene miedo a reconocer que gran parte de la vida depende de la suerte, asusta pensar cuántas cosas escapan a nuestro control. En un partido hay momentos en que la pelota golpea con el borde de la red, y durante una fracción de segundo puede seguir hacia adelante o hacia detrás. Con un poco de suerte, sigue hacia adelante y ganás, o no lo hace y perdés."
                                                  Introducción a "Match Point", Woody Allen


Escuchando aquella canción de su temprana adolescencia se refugiaba de esa tonada monótona y mecánica que no paraba de sonar en su cabeza todo el tiempo y salía al jardín a cada rato a fumar en un fútil intento de aliviar el punzante malestar existencial. Hacía tiempo que ya no tocaba la guitarra ni canturreaba a su Serrat de siempre. Su voz sonaba destrozada. Las cavilaciones le consumían los días. Estaba acelerado, ansioso, sentía que si no estaba haciendo algo, aunque más no fuese moviendo el pie izquierdo cruzado sobre su extensa pierna derecha, algo no andaba bien. El psiquiatra que le había recetado antidepresivos cuando fue aquel yeite de que el mayor se fue al Machu Picchu de mochilero con una impresentable le acababa de cambiar la medicación por unos psicotrópicos que lo ponían de la cabeza. Apagó el último cigarrillo que quedaba del atado que había comprado después del café del desayuno, tomó un jugo para quitar el olor a cenicero de la boca y fue a buscar la raqueta de tenis al baúl. Se calzó el equipo deportivo, las zapatillas, cazó los documentos y la billetera y se fue a descargar a la cancha del club, llamado a Hugo de por medio para que le hiciera la gamba. Desde la puerta del garaje le gritó a Inés que no lo esperara despierta porque volvía tarde.Ya deseoso de otro pucho y embriagado por el humo de la promesa de un asado en el quincho a manos de Pancho cayó desplomado cerca de la red intentando hacer Match Point. Un ataque cardíaco fulminante. Cincuenta y siete pirulos, qué lo parió. Hacía apenas tres meses que había enterrado al último amigo de verdad que le quedaba: su viejo.







A boca de jarro

domingo, 10 de mayo de 2015

Las beatas

Bartolomé Esteban Murillo , Mujeres detrás de la rejilla

Son señoras de pompas generosas, siempre bien peinadas y emperifolladas, que se reúnen una vez por semana a rezar en la parroquia de acá la vuelta. Como todo pueblo chico, la parroquia es un infierno grande y hay miles de chismes jugosos rodeándola. Pero no se puede ser tan antisocial, me invitaron en la misa del domingo y, al final, no me queda ninguna amiga, no salgo nunca sola más que al supermercado, vamos a probar que con probar no se pierde nada, me termino de auto-convencer mientras me maquillo poco y natural frente al espejo aún salpicado por una ducha rápida y fresca aquella tarde pegajosa de mediados de diciembre, y me voy a las corridas porque van a hacer bendecir unos regalitos para los enfermos del hospital al que voy con dos de ellas de visita todos los viernes por la mañana hace unos meses ya. Por eso me da no se qué rehusar el convite, no quiero también dejar de ir al hospital, ya dejé de ir a tantos lugares... Luego de una breve ceremonia, se sientan en círculo y me proponen quedarme para orar con ellas. Miro el reloj con disimulo: tengo a toda la familia en casa y hay que preparar la cena, pero para estas señoras las cosas mundanas siempre pueden esperar, qué envidia me dan. Las beatas empiezan por cerrar los ojos, extender las manos y dejar salir glorias y alabanzas en voz alta. Luego, como poseídas, recitan frases Bíblicas de memoria y le dan a su rumrum místico y a las canciones de misa hasta que no arden las velas. Culminan la sesión espiritual leyendo una lectura que - según aseguran- les es revelada para la ocasión y, como es de esperar, me toca leer en voz alta, aunque no me molesta, ya estoy acostumbrada. Bajan a la tierra cuando el cura se cansa de aguantarlas y hay que cerrar la iglesia con reja y todo por seguridad o se afanan hasta las plantas que tienen bien cuidadas en el altar. Recién entonces es hora de socializar.

- Pero esta chica, ¿por qué no viene nunca? Ah, ella sólo va al hospital... 


Al averiguar mi edad y algunos datos de mi biografía, que llega rato después de que se me pone al tanto de quién es la viuda, quién la sobreviviente de una terminal y quién la madre de hija soltera avergonzada del destino poco católico de su cría, me dan la absolución por no participar del grupo carismático todos los miércoles, y me vuelvo a casa pensando, como siempre, que hay algo en mí que hace que al final no termine nunca de encajar en ningún lado más que en la cocina.

A boca de jarro

viernes, 8 de mayo de 2015

El país de las maravillas

                              Alicia en el País de las Maravillas por el ilustrador ruso Sergey Tyukanov.



"Would you tell me, please, which way I ought to go from here?"
"Tha depends a good deal on where you want to get to," said the Cat.
"I don´t much care where - " said Alice.
"Then it doesn´t matter which way you go", said the Cat.
" - so long as I get somewhere," Alice added as an explanation.
"Oh, you're sure to do that," said the Cat, "if you only walk long enough."



Canción de Alicia en el país (Charly García, "Bicicleta" Serú Girán, 1980.)

Quién sabe, Alicia, este país 
no estuvo hecho porque sí.
Te vas a ir, vas a salir 
pero te quedas, 
¿dónde más vas a ir? 

Y es que aquí, sabes 
el trabalenguas trabalenguas,
el asesino te asesina 
y es mucho para ti:
se acabó ese juego que te hacía feliz.

No cuentes lo que viste en los jardines, el sueño acabó,
ya no hay morsas ni tortugas.
Un río de cabezas aplastadas por el mismo pie
juegan cricket bajo la luna.
Estamos en la tierra de nadie pero es mía.
Los inocentes son los culpables, dice su señoría, 
el Rey de espadas.

No cuentes lo que hay detrás de aquel espejo, 
no tendrás poder, 
ni abogados, ni testigos.
Enciende los candiles que los brujos 
piensan en volver
a nublarnos el camino.
Estamos en la tierra de todos en la vida.
Sobre el pasado y sobre el futuro, 
ruina sobre ruina, 
querida Alicia.

Se acabó ese juego que te hacía feliz...


"Debes estarlo", -dijo el gato -
"o no habrías venido..."


A boca de jarro

domingo, 3 de mayo de 2015

Morriña: el día después





























"Perderé el día que aprendí a besar,

palabras de tus ojos sobre el mar..."



Esa morriña tan gallega y a la vez tan mía,


esa nostalgia tan porteña

de la mezcla de la que salió mi ombligo al mundo

se me hace hoy, un día después, un sentir universal.

Todos añoramos esa bendición que es la pureza

de un pasado idealizado,

de un estado de inconsciencia

de la pesada carga de la adultez amarga,

ese tiempo en el que gozábamos del calorcito

y el olorcito a pan recién horneado,

a puchero, a estofado de la abuela,

al bocado de pan empapado en la salsa hirviente de la olla

coronando nuestra idea impoluta del hogar,

recién llegados del yugo cotidiano

de la escuela fría y vieja,

los zapatos de cuero tirados, las pantuflas abrigadas en los pies,

la sonrisa ya gastada pero siempre renovada de una abuela que era vieja

que nos recibía, triunfante,

luego de haber fregado y cocinado 

para tenernos todo dignamente limpio,

para llenarnos la panza de cosquillas y de mimos...




Hoy se me hace que todos añoramos buenamente

esa gracia del alma

que se ha enfriado ya

de tanto mundo adulto,

de tanta pesada carga de responsabilidad contraída,

de tanta desazón al darse cuenta

de que no se es quien se soñaba ser

sino quien en verdad se es al final,

un simple laburante más de lo cotidiano, 

un extranjero en el mundo, siempre,

un errante inmigrante en el mar,

un navegante del destino,

un marinero perdido en el azar.



Esas manos ya gastadas

que nos maternaron y paternaron

como mejor supieron,

esas manos enormes y blanditas

que un buen día soltaron amarras,

que, valientes, se hicieron solas a la mar

dejando hueco su tesoro más preciado,

el terruño, el hogar,

el cielo límpido de una infancia que les fue negada,

los paisajes contenidos en un simple contemplar.




Esas manos vacías, despobladas,

una atrás y otra adelante,

siempre igual,

con la mirada adusta pintada en el rostro,

con el corazón abierto, en la boca, palpitante,

con una lágrima salada clavada en el surco del dolor:

la añoranza de nuestro lugar 

para siempre perdido en este mundo.



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