viernes, 6 de mayo de 2011

Desvelos...



                                                                                                                                         
    En marzo Susi Mauer me regaló su libro coescrito con Noemí May, “Desvelos de Padres e Hijos  En la infancia y la adolescencia”, publicado por Emecé. Es un libro brillantemente escrito, con muchas ideas con las que acuerdo, que aborda temáticas relevantes y actuales, tales como la celeridad con la que se producen los cambios en todos los ámbitos hoy en día y cómo esto repercute en nuestro ser padres y en nuestros hijos; la “ausencia” de adultos reales, que se asuman y ejerzan competentemente como tales, con vocación de autocuestionarse permanentemente; “niños que se agrandan y adultos que se achican”, tanto en casa como en la escuela, y el desfasaje que esto propicia; el mundo externo y su impacto sobre el niño y el adolescente, y porqué no también, sobre el adulto mismo,  un mundo lleno de tensión y violencia en la calle, en los medios de comunicación, en los viedeoguegos, que se filtra indefectiblemente a través de la omnipresencia de la televisión, Internet, las redes sociales, los chatrooms,  los mensajes de texto y todas las nuevas formas de comunicación instantánea que invaden la privacidad de la vida familiar y escapan al control parental. Como lo grafican las autoras, se acabó el “Sí, ¿de parte de quién?”, con el que nuestros padres “filtraban” o al menos estaban al tanto de con quién y en qué andábamos desde el teléfono fijo de casa: cosa que los chicos de hoy ya prácticamente no usan.
   Es un libro que abarca un amplio espectro, especialmente para quienes, como yo, tienen hijos de diferentes edades, jugado en opiniones que hoy pueden ser consideradas poco post-modernas o light, ya que las autoras no escatiman razones para incitar a los adultos paternantes a tomar el lugar que les compete, estando presentes, no delegando lo fundamental de la crianza más allá de los primeros tiernos y arduos años de pura fusión emocional, poniendo límites y  comprometiéndose desde lugares que a veces pueden resultar más  incómodos que el “amiguismo” con un hijo que se convierte en compinche o rival, depende de la óptica y el posicionamiento de quien paterna. Es además un libro que demanda tiempo por lo que genera en el lector, con un estilo psicoanálitico que valoro, aunque no me allane la lectura: me obliga a leer y releer ciertos tramos, y lo valoro por esa demanda.
   Ayer justo leí un capítulo que aborda de lleno el tema de la tecnología digital, y se refiere a los blogs. Las autoras toman una cita de Z. Bauman, y nos enfrentan, o al menos lo lograron conmigo, con este paradigma:
       
               “Existe sólo aquello que es visible.”

  Al leer sobre lo que ellas opinan sobre los blogs, me sentí tocada. Si bien se admite que pueden ser maravillosos medios de comunicación  acotando nuestra paradójica soledad urbana y dándole rienda suelta a nuestra creatividad y potenciales, también  se los cuestiona como una nueva forma de exhibicionismo de lo privado, con modos autorreferenciales que incentivan el mostrarse ante el mundo en fotos y textos que revelan nuestras intimidades, ya que, siguiendo esta lógica, si aparecemos, si figuramos, si somos visibles, entonces... somos, existimos.


            “SOMOS si nos ven”: “si no me ven, no existo.”

 Si adoptamos este criterio, la premisa de Descartes: “Pienso, luego existo”,  probablemente haya devenido en “Figuro, luego existo” (esta es una acotación personal). Y después de leer esto en el viaje de vuelta de mis clases del día, me quedé pensando, lo cual reivindica a Descartes... Además , me hizo ver claramente que:

              Mi blog me desvela, literalmente.

   Me absorbe bastante también, y justamente ellas advierten sobre este “peligro”. En mi caso personal,  creo que no se trata de una cuestión exhibicionista ni de figuración, aunque esa sea la natural consecuencia. En principio, es una necesidad de compartir con otros oídos, que no sean los de los míos, mis vivencias y pensamientos, porque humildemente siento que pueden ser útiles y enriquecedores  para muchos tanto como para mí. Es también una oportunidad de desarrollar una habilidad que siempre estuvo en mí, una veta artística que no elegí al momento de definir mi profesión, por falta de autoconocimiento, autoconfianza, orientación y presión social. Hoy, a mis 42 años, pienso que podría haber sido periodista, locutora, comunicadora social, escritora, psicóloga, actriz de comedia musical… Pero hoy me conozco: no era así a los 17 años. Quienes entonces intentaron orientarme, pensaron en las opciones que eran más viables y socialmente aceptables para ellos, y no los culpo. No me habrían apoyado en mi deseo de desarrollar mis dotes artísticas para ganarme la vida, y los entiendo. Y  tampoco me quejo de lo que elegí: amo enseñar, precisamente por lo que tiene de artístico, interactivo y creativo. Amo el lenguaje, y enseño lengua: el arte es una forma más de lenguaje. Todos mis gustos se concentran en la expresión: he ahí mi vocación.


  ¡Celebro apropiarme de esta idea poniéndola por fin en palabras!

    Esto es lo que genera este blog en mí, y supongo que les pasa a otros bloggers,  además del contacto nutricio con otros, que es sencillamente maravilloso, y la magnífica experiencia de saberse en contacto con seres en lugares remotos. Ese fenómeno expansivo y creativo sin fines de lucro me desvela, pero es “un buen desvelo”. Al principio, me resistía a incluir fotos de escenas familiares que ahora están presentes. Intento no exponer demasiado rostros preservando así la intimidad, y al mismo tiempo necesito mostrar de dónde vengo, como un acto de agradecimiento a todo lo que esas personas y vivencias me aportaron y aportan, y que en definitiva, permiten que haya llegado hoy, aquí, a “parir” esto que para mí es una manifestación artística, a:

      SER QUIEN SOY.

    Al empezar a escribir, resonaron en mí palabras de personas que ya se fueron, y sentí cuán cercanas se encuentran a mi ser, plasmado en esto que hago con pasión, como casi todo. Entonces decidí incluir las fotos de los abuelos que conocí y de sus pueblos natales, porque estoy en un intenso proceso de aceptación de mis raíces y mi verdadera identidad. Además, pienso en mis desvelos por escribir como un legado para mis hijos y  mis sobrinos, quienes continuarán y mejorarán esta historia.
   A diferencia de Susi Mauer y Noemí May, a quienes les agradezco el aporte y, sobre todo, lo que dispara en mí, no sería fácil para mí publicar un libro, aunque admito que varias personas me alientan a hacerlo y que figura dentro de la lista de mis sueños.

   Un libro es también una forma de mostrarse al mundo a través de un texto, como todo lo que concierne a la expresión. Tal vez el blog sea un nuevo medio de expresión que se nos abre a muchos, aunque no todos los blogs responden a las mismas necesidades que las mías, y no por eso son más o menos valiosos.

  Ellas citan a Paula Sibilia desde su aporte “La intimidad como espectáculo”, en revista Ñ de Clarín, del 19 de abril del 2008, que piensa que la publicación de lo íntimo en Internet “indica que lo que inspira esas estilizaciones del yo no es la introspección solitaria” (como la de un diario íntimo), “sino un fuerte deseo de conquistar la visibilidad”.

   Y yo, desde mi humilde espacio, pregunto:

         ¿Quién quiere ser invisible? 
  
De todas formas, estamos de acuerdo con el Principito:

                                                   

Y te lo digo así, como siempre, en palabras a boca de jarro.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Hoy Aprendimos III (Y espero ÚLTIMA...) "IMPOSSIBLE IS NOTHING"

                                                                                                                                                                                                                  
  Sé que mi amiga Ale, mi compañera Mariana, y vaya uno a saber quién más, pueden estar esperando la tercera y, espero, última parte de la saga “Hoy Aprendimos...”. Finalmente,  se produjo la charla con la profesora de flauta. No fui en pie de guerra. No soy una mamá problemática en el colegio de mis hijos, eso que para los docentes significa “una pesada insoportable que viene siempre a quejarse”. No, no lo soy. Pero acá había que intervenir, como algunas otras veces, por el bien de todos. Y creo que salió bien.
  Fui llena de empatía, por mi hija y por la docente. Entiendo que mi hija es sensible y vulnerable a comentarios descalificadores, como todo niño, y agregaría, como todo ser humano. Entiendo que educar se trata de mirar la parte llena del vaso, y no la vacía, de dar alas para intentar levantar vuelo cuando los motores estén listos y saber ESPERAR, en lugar de pretender que vuelen dándoles un empujón a destiempo. Y entiendo también que la docente está desbordada, que ese día se le pudo haber deslizado un comentario desagradable porque le dieron dos cursos juntos para cubrir la ausencia de una colega, y sé, por experiencia propia frente al aula, cuán difícil es estar en sus zapatos, medir las reacciones y las palabras, tanto como que se te pueden “volar los patos”; y así se lo hice saber, pero somos adultos educadores, y hay que medir las palabras...
  
  En principio, alegó no recordar haber dicho lo que mi hija relató en casa. Expresé que no creía que mi hija fuera una fabuladora, aunque quizás desde su óptica infantil podía magnificar sus comentarios. Luego, al ver que había empatía y crítica constructiva, cambió su actitud a punto tal que en un momento se le llenaron los ojos de lágrimas. ¡Qué paradoja: alumna y docente llorando las dos por perderse el disfrute del proceso de enseñanza-aprendizaje y autoexigirse  ambas lo imposible, la perfección! ¡Qué desperdicio de energía y potencial de los dos lados!

  Convenimos en que es fabuloso que se aprenda a tocar un instrumento, y en que debería haber más arte y más educación física en la escuela: me pasaron letra Sir Ken Robinson y Eduard Punset. Porque somos cuerpo y alma con cabeza y cerebro antes que cabeza y cerebro con cuerpo y alma: ¿se entiende el orden de prioridades? Entonces, ¿por qué tanta matemática, lengua y ciencia, y tan poco arte, sensibilidad, creatividad  y movimiento? 

  Le hice saber mi parecer sobre la falta de gradualidad en como lleva el curso, y le dije que, habiendo aprendido a tocar flauta en el secundario, me había costado tocar “El Himno de la Alegría” de Beethoven y “Yellow Submarine” de Los Beatles, en un concierto desafinado que tuvimos en casa el domingo a la noche. ¿Cómo no le iba a costar a una nena de ocho años que está desarrollando su motricidad fina, requisito indispensable para digitalizar un instrumento usando las dos manos? ¿Y pretender que lo logre en seis semanas?

  Dijo que nunca nadie le había cuestionado el ritmo al que iba, y que la mayoría de los chicos la seguían y le pedían una nueva melodía cada clase: pues bien, siempre hay alguien que se anima a cuestionar primero y en voz alta. Y si mi hija necesita ir más despacio: ¿qué tiene de malo?... ¿Acaso eso la hace “lenta”?... ¿Cuál es el apuro, a dónde queremos llegar, y para qué?... ¡Ésto no es un conservatorio!  Muy bien: acusó recibo.
  Me encontré, como ya dije otras tantas veces en este mismo espacio de franca reflexión, con otra docente más, y van muchas, desbordada, hastiada, desequilibrada emocionalmente, sin registro de quién tiene en frente, de qué siente y qué le pasa al chico, simple y tristemente porque ella tampoco puede conectar con sus propias emociones, “parar la pelota” y autoevaluar su propia labor, justamente por falta de equilibrio. Un equilibrio que falta por un buen número de razones totalmente atendibles: sobredemanda laboral, escasa remuneración económica, falta de tiempo para desarrollar su tarea correcta y gradualmente (ochenta escasos minutos por semana), sobrepoblación en el aula, necesidad de aprobación por parte de sus superiores, y otras cuestiones personales que noté, pero prefiero reservármelas.
         
  Logramos ponernos en los zapatos del otro, por un rato aunque sea: ella en los de mi hija, yo, en los de ella, ella en los míos… Y nos entendimos, aunque por momentos se hizo difícil la escucha: un arte que requiere de mucha más afinación que la flauta.
  ¡Qué bueno sería que todos los conflictos y disonancias, desacuerdos y guerras del mundo se resolvieran así: charlando, escuchando y poniéndose en los zapatos del otro por un rato, para sentir cuanto aprietan, tanto como los propios! Lo digo porque, justo antes de ir al colegio esa mañana, me enteré del asesinato de Bin Laden, que no pone fin a esta espantosa guerra, sino que posiblemente la empeore. 


  Esperemos este sea el fin de la saga “Hoy aprendimos…”, que jamás fue ni será una guerra , ya que pateamos para el mismo arco en este partido... o eso espero. Y aunque mi hija no llegue a ser Mozart porque no nació Mozart, deseo que disfrute de sus clases de música tanto como su maestra. Esa es la clase de escuela que quiero para mis hijos y para sus maestras y profesores, y creo que no es muy difícil de lograr:
  Sólo se trata de poner el corazón y de afinar bien.

   Y te lo digo y se lo dije todo así: a boca de jarro afinado.

*Nota: También le dedico esta entrada a Marta Fiorina, dándole la bienvenida al blog, y apostando a su calidad humana, docente y a toda la tiza bajo sus uñas para enriquecer este espacio con sus aportes: ¡cuando gustes, Martita! Y ahora también a vos, que sé que la estás terminando de leer, Mariela...

                    

domingo, 1 de mayo de 2011

Día del Trabajo

  
     Hoy se celebra el Día del Trabajo. Quisiera reflexionar porque el 29 de diciembre del 2010, mi esposo perdió su trabajo. Había finalmente alcanzado un puesto con el que había soñado y donde, como muchos de sus compañeros me lo hicieron saber al solidarizarse con nosotros dado su despido, se desempeñó con idoneidad y responsabilidad por el lapso de apenas un año y medio. Mi esposo, como yo, es docente por pura vocación. Él tiene doble titulación: profesor nacional de Historia e Inglés. Terminó su segundo profesorado con sacrificio cuando nació nuestro primer hijo. Estaba un poco cansado de estar al frente de tantas clases y tener tanta planificación y corrección que hacer en casa, y esta parte imprescindible de nuestra labor no se contempla hace tiempo en este país: tenía a  su cargo alrededor de 300 alumnos, muchos de los cuales preparaba para rendir exámenes internacionales de historia en inglés exitosamente. Esto reconforta y también agota a cualquiera, por más vocación que se tenga. Sobre todo teniendo en cuenta que, para que la compensación económica en la docencia sea la que un hombre necesita para ser sostén principal de una familia como la nuestra en nuestro país, hay que acumular muchas horas de clase. Justamente ayer, el diario informa que Buenos Aires está quinta en el ranking de las ciudades donde más horas anuales se trabaja...
   Finalmente, después de muchas entrevistas laborales, había obtenido por mérito propio, quiero decir, "sin acomodo", un puesto como rector de secundario en un importante colegio bilingüe. Era un trabajo full time, donde ponía la cara ante alumnos, padres y  autoridades, que lo había librado del desgaste físico y mental de dar tantas clases, pero le había sumado otro nuevo tipo de demanda y stress. Igualmente, celebrábamos el cambio tanto en lo profesional como en lo económico, que nos favorecía notablemente.
   Como en tantos colegios, en este, aunque no parecía en principio, lo que más importa son los números: la educación se ha convertido en un negocio antes que un servicio. Ese día, 29 de diciembre, era el primer día libre de sus merecidas vacaciones. Había ido con los chicos al súper a hacer la compra para la cena de fin de año, cuando, ya en la cola para pagar, recibió un llamado del director general del colegio. Los chicos estaban allí, escuchando la conversación en la que se le comunicaba a su papá, sin decir agua va, que, por una cuestión de números que "no cerraban", se había decidido despedirlo, a él y a diez compañeros más. Lo que llamamos un despido masivo por reducción de personal. Dejó la compra y vino a casa a comunicármelo. Me lo tuvo que decir dos veces para que le creyera.
   Estaba en casa una buena mujer que me ayudaba con la limpieza una vez por semana: ese mismo día, entre lágrimas y disculpas, le pedí que no volviera en lo inmediato, porque no sabía hasta cuando tendríamos que vivir de su indemnización y mi magro sueldo como monotributista, ya que elegí como opción de vida trabajar menos afuera que adentro de casa para estar más presente en el hogar... Lamentablemente, ella también perdió un trabajo ese día.
   Mi esposo encontró un nuevo empleo a la semana, hecho poco usual en esa fecha, que también habla de su valía profesional. De todos modos, fue un golpe duro de asimilar, que nos embargó de una gran sensación de incertidumbre y un fuerte sentido de impotencia e injusticia que todavía estamos procesando. Y que además nos permitió entender que el trabajo es mucho más que la labor cotidiana, e incluso, que el dinero que uno recibe por hacerlo. Esto se descubre cuando se pierde. El trabajo es un motor que le da sentido al hecho de levantarse cada día, a nuestra misión y rumbo en la vida, es un sentido de pertenencia a un ámbito en el que solemos arraigarnos y encariñarnos con la gente, una usina que alimenta nuestra identidad y autoestima además de llenar nuestro bolsillo. Cuando esto falta, se genera un gran vacío. Y hay que ser fuerte, perseverante y optimista para seguir adelante, como él y tantos otros lo hacen, para seguir apostando al trabajo como fuente de bienestar, y para seguir creyendo en uno mismo y en el mundo.

   Hoy damos gracias por el hecho de tener trabajo, por más que no esté bien pago, ni esté regulado por las leyes que nos merecemos tener, ni se contemple al ser humano antes que a las variables económicas del mercado que lo incluyen o descartan.

   Hoy, también se Beatifica a un Papa Trabajador: Juan Pablo II, Karol Joseph Wojtyla, un Papa a quien amo y admiro, y que sin dudas llegará a ser Santo y trascenderá en la historia. Un Papa que viajó a 160 países llevando la misión de pacificar y dignificar a TODOS, que vino a pacificar a nuestro país dos veces, bendiciendo a nuestra patria en momentos difíciles, que hizo un  histórico mea culpa por los errores cometidos por la Iglesia Católica en el 2000, y trabajó arduamente, contra toda oposición, por la verdadera paz, aún contra sus propios contratiempos de salud, durante 28 años. 

 POR ESO  HOY EN CASA CELEBRAMOS EL TRABAJO.

*JUAN PABLO II DIJO SOBRE EL TRABAJO:


"El trabajo más importante no es el de la transformación del mundo, sino el de la transformación de nosotros mismos.
Debemos repetir que trabajar es servir, y la alegría de poner nuestro trabajo y nuestras personas al servicio del bien no podrá jamás ser sustituida por la ilusión de un efímero poder individual".



¡Feliz día del trabajo! AMÉN.                                                                                       

sábado, 30 de abril de 2011

EPIFANÍA I : UNA REFLEXIÓN DE SIR KEN ROBINSON

Pablo Picasso: "Meninas"



 Repensando y elaborando el enojo de ayer, experimenté una epifanía reconfortante. Recordé una conferencia que dio Sir Ken Robinson en California en el 2006, que escuché por primera vez en un sitio maravilloso que frecuento y recomiendo:  http://www.ted.com/talks

                      
 En esa charla, que formó parte de una serie de conferencias sobre educación, Sir Robinson plantea la necesidad de un cambio en nuestro sistema educativo con mucha inteligencia, gran sentido del humor y anécdotas enriquecedoras y reales. 


  Hay dos conceptos básicos que me vinieron a la memoria y reverberan sobre mi experiencia de ayer, y que Sir Robinson desarrolla magistralmente. Uno está basado en un dicho de Picasso:


     "TODOS LOS NIÑOS NACEN ARTISTAS"

  El problema es seguir siendo un artista mientras crecemos y pasamos por la escuela. Él, como yo, cree apasionadamente que al crecer no incrementamos nuestra creatividad innata, sino que la perdemos lastimosamente, porque somos educados a través de un sistema de evaluación que premia la repuesta correcta, no la respuesta creativa, original y viable. Pasamos por una escuela que ignora que la inteligencia es diversa, dinámica y única en términos de individualidad, y que estandariza y evalúa en masa, ignorando y hasta a veces reprimiendo o estigmatizando la unicidad de cada ser cuando no encaja en el patrón. 
  
 Y el otro concepto que me vuela la cabeza es lo que Robinson describe como nuestra única esperanza frente a este desalentador paradigma: la necesidad de adoptar una nueva concepción de ecología humana, mediante la cual comencemos a reconstruir nuestra concepción de la riqueza de las capacidades humanas en términos educativos. Nuestro sistema educativo ha socavado nuestras mentes del mismo modo en que nosotros hemos dañado a nuestro planeta. Y por lo tanto, en el futuro, a menos que las cosas cambien, ni nuestras mentes ni nuestro planeta serán viables. Escucharlo realmente vale la pena, porque este es un tema que nos incumbe a TODOS. 

  ES UN MODELO DEL EDUCADOR QUE CREO DEBERÍA ABUNDAR EN LAS ESCUELAS

 Sir Ken Robinson : Las escuelas matan la creatividad , TED 2006


"Ver nuestras capacidades creativas como las riquezas que son, y  ver a nuestros hijos (y yo agrego, alumnos, auqnue se me hace casi lo mismo ya), como la esperanza que constituyen. Nuestro deber es educar al ser humano integralmente para que pueda encarar el futuro, aunque nosotros no estemos aquí para verlo..."

Y te lo dice así: ¡A boca de jarro!

viernes, 29 de abril de 2011

Hoy aprendimos II: ¡AY, LA FLAUTA!

                                                                       
 
                                         
                                                    


   Ya hablé de la maestra de música de mi hija, bueno, “maestra” alguien nace y se hace, pero ella, no lo se… Pasaron menos de dos meses del comienzo de clases, y luego de haberles hecho creer que en su primera clase habían “aprendido a tocar la flauta”, cosa que queda registrada en la primer foto, la mala praxis lamentable e inexorablemente continúa, “aprendiendo” una nota y una canción nueva por clase …como también se ve en la foto de ayer.
   Sí, disculpen mi enojo de hoy, enojo por ser madre y por ser educadora. Llamemos a las cosas por su nombre: esto es mala praxis, y debería tratarse seriamente, tal como se hace en el caso de la salud. Porque la mala praxis educativa empobrece al alma, corroe la autoestima, y enferma la psiquis de un niño, a veces de modo irreversible. En casa puede haber apoyo, estímulo y paciencia para con los tiempos lógicos y naturales que conlleva cualquier proceso de aprendizaje. Pero si nada menos que la docente a cargo de guiar ese aprendizaje derriba lo que afanosamente viene construyendo la chica paso a paso de un puntapié, con un comentario desafortunado e inapropiado, una rótulo negativo, o a veces tan sólo un gesto o una calificación que no valora el esfuerzo, el punto de arranque y el logro en el tiempo,entonces las consecuencias pueden ser nefastas. Es muy posible que la niña crea en ese juicio y lo asuma como "la verdad" sobre sus habilidades o falta de ellas, y así deje de esforzarse e intentar: 
“¡Total para qué, si ya me dijo la que sabe que no soy buena, que no sirvo para esto!”

   El mensaje siempre debe ser: “¡SE PUEDE!” 

   Por supuesto, sin engañar, sin estafar: eso también constituiría mala praxis. No le hacemos creer a quien no tiene buen oído musical, y este no es el caso, que puede llegar al conservatorio. Pero si decimos:

“Sos una mala alumna”, “Vas muy lento”, no le doy ni chance de que llegue a tocar  “Yellow Submarine” con gusto, aunque no llegue a ser Mozart, ya que Mozart, como Einstein o Shakespeare, se  nace, no se hace en la escuela: ¿se entiende?

   Bueno, esto pasó ayer. Esto le pasó a mi hija de 8 años que practica flauta dos o tres veces por semana en casa y le enseña a su papá, que tiene, como decimos aquí, “un toscano en la oreja”, y justamente por eso, se puso a aprender con ella: para demostrarle que se puede si se quiere, aunque no lleguemos a ser el flautista de Hammelin ni mucho menos en un mes y medio…
    Estoy enojada. Hirieron los sentimientos de una hija sensible, responsable y aplicada, quien, como todos, necesita aprobación y estímulo. E hirieron el más noble valor de la profesión que ejerzo y desarrollo con convicción y pasión, aunque no soy justamente recompensada por hacerlo en varios sentidos, como tal vez le suceda a esta maestra de música, quien posiblemente cargue con su propia mochila de malos aprendizajes propios, hastío y frustración . Pero eso da para otra reflexión. De todos modos, si en esto elegimos estar como adultos, debemos cumplir con nuestra promesa de educar:

Educar es dirigir el proceso de aprendizaje y desarrollo de las facultades intelectuales, físicas, morales, etc. de una persona. Es formar, instruir, aleccionar, ilustrar. Es ejercitar, afinar, perfeccionar.

Lo opuesto es lo que se da en este y en tantos otros casos:

Maleducar, malcriar. Incapacitar. Atrofiar.

   Esto es lo que dice mi Diccionario Esencial de Lengua Castellana. Y el mío personal como madre, educadora y persona. 

Mi lema para este nuevo año de enseñanza del inglés en mi vida, y ya van más de 20, es:

                      IMPOSSIBLE IS NOTHING”
         (“Nada es imposible” aunque el hipérbaton lo
            potencia: “IMPOSIBLE ES NADA”)        
                                     
 Se lo pedí prestado a Adidas. Veremos qué dice esta señora con quien quiero tener una charla por las lágrimas que le causó ayer a mi hija. Veremos… IMPOSIBLE ES NADA.

                                        

Y se lo diré así: a boca de jarro.

martes, 26 de abril de 2011

PERDIDA : MI PRIMERA ENTRADA







ESTA FUE MI PRIMER ENTRADA, QUE QUEDÓ AHÍ POR UN LARGO TIEMPO HASTA QUE RETOMÉ EL BLOG DESCUBRIENDO 3 COMENTARIOS FAVORABLES. HOY POR HOY, ME SIENTO BASTANTE IGUAL A ENTONCES, AUNQUE EL HABER ESTADO ESCRIBIENDO LE HA DADO UN NUEVO SENTIDO A MI VIDA. Y AYUDA A ORDENAR LAS EMOCIONES...

Termino este año sin saber dónde estoy parada. Al menos sé donde no quiero estarlo. Ya es algo... El año próximo no quiero más hacer cosas con el corazón dividido entre mis propios intereses y el bienestar familiar. Jamás imaginé que esto sería tan difícil, tan inmensamente difícil de compatibilizar : ser yo, profesional, y ser yo, mamá, esposa y ama de casa. Este es el paragdima más hondamente paradójico que me he planteado en toda mi vida, y nunca imaginé siquiera que el mero hecho de querer desarrollar mi "yo", mi singularidad y potencial creativo e interpersonal en el mundo del afuera, pudiera ser tan arduo de armonizar con el hecho de intentar ser cada día la mejor madre y esposa que puedo ser en el mundo del hogar que yo misma supe crear. Es, insisto, paradójico que las mujeres pensemos desde muy temprana edad que la realización personal pasa por los dos mundos, mientras que los varones intentan postergar y no involucrase con el mundo que más nos complica la vida, el de la formación de una familia, lo más que pueden, seguros de que por allí no pasa su realización integral como personas. Y cuando se mueven en el mundo del adentro, el hogar, la familia, lo hacen como de pasada, como una forma de refugiarse de la voracidad del afuera. Entonces colaboran como de favor, porque están ahí por un rato, pero esta no es su función principal. Nosotras lo sentimos muy distinto, más allá de la demanda o la recompensa que el trabajo de afuera nos brinde, nuestro rol principal está puertas adentro. Sin duda, un especialista en el tema de roles genéricos me diría que esto es natural, que esto tiene que ver con la programación genética y la función primaria e histórica que varón y mujer han desarrollado a través de los años, los miles de años... ¿Entonces por qué hablamos de cambio social, de revolución feminista, y de la igualdad de los sexos? Podemos hablar y publicar mucho, vestirnos al revés, y dar vuelta el mundo para ver si cae algo, pero hay un hecho que no deja de ser cierto, y disculpen si suena machista, pero SENTIMOS DIFERENTE, y por eso debemos obrar en consecuencia. Por eso, aquí me planto y me pongo a pensar, a pensar y a escribir, para ver hacia dónde rumbeo, porque estoy perdida.

A boca de jarro


lunes, 25 de abril de 2011

¡Imperdible!

Esto es imperdible: me lo recomendó una amiga querida que me hizo el honor de comentar mi entrada de "superpoderosas" con toda la lucidez e inteligencia de la que ella es capaz.
¡Disfrútenlo a boca de jarro: ja, ja, ja!


"A Tale of Two Brains"

Historia de dos cerebros (Mark Gungor) - Subtitulos en 

Español


http://youtu.be/XhTzdhsfWz4

domingo, 24 de abril de 2011

Celebrar las Pascuas : nacer, morir y volver a la Vida.. ¡FELICIDADES!

    
Hoy celebro la Pascua en la que creo. No es que me fuerzo a una tradicional comida familiar con los obligados huevos de chocolate para los chicos. Eso lo puedo hacer o no, depende: pero celebro la Pascua en la que creo con el alma, hoy como todos los años.

Desde ya, creo que Jesucristo es el Hijo de Dios, el Salvador que vino a demostrarnos que vale la pena afrontar el hondo misterio de la muerte, no importa cuán dolorosa sea, porque hay Vida después, en unión con el Padre que nos regaló la Vida. Y conste que digo “creo”, no digo “entiendo”, ya que donde la razón no llega, está la fe para iluminar el misterio, como explican los grandes filósofos religiosos.
  
Creo también que la Pascua Cristiana que hoy celebro representa las muchas muertes que atravesamos a lo largo de la vida, y las muchas resurrecciones que de ellas provienen. Coincidentemente, hoy celebro también el cumpleaños de mi hija menor, que representó en mi vida un morir a quien yo era hasta entonces y un renacer a través de su nacimiento a una vida nueva. Esto fue una pascua personal. De esto fui mucho más consciente en mi segundo parto que en el primero, donde todo fue más inconsciente y eufórico, e igualmente intenso y movilizador.

Este misterio del nacimiento de los hijos, en mi caso, trajo aparejado un remolino de emociones que en su momento pudo con mi equilibrio emocional. Sentí alegría, desde ya, y también atravesé un rito de pasaje de resonancias místicas que me acercaron al misterio de Dios, en el que comencé a “ser” desde un lugar nuevo y más trascendente, en tanto me sentí "puente" para que se produjera el nacimiento, en términos físicos y espirituales. Sentí también miedo ante los peligros que avisté o imaginé, tal vez por peligros pasados que revivieron en mi memoria, y sentí angustia, esa emoción que nos habita y que emerge desde nuestra sombra, a veces en los momentos más inesperados. Sentí enloquecer, por qué no admitirlo… para alguien que intenta analizar las causas de los hechos, este tsunami de emociones puede resultar incomprensible.
  

Me llevó años intentar racionalizar esta crisis de angustia que atravesé con el nacimiento de mi segunda hija. Recurrí entonces a una profesional especializada en postparto, que me ayudó y tranquilizó, sin intentar etiquetar o rotular lo que me pasaba. Me apoyé fuertemente en la contención amorosa y empática de mi esposo, fundamental en mi vida desde que lo conocí, y de todos mis seres queridos que fueron mi sostén.Volví a aferrarme a mis creencias religiosas que se habían entibiado, y que resurgieron fuertes y sanadoras. Leí incansablemente a muchos especialistas sobre el tema del puerperio, en especial a Laura Gutman, a quien ya mencionara en entradas anteriores referentes a la maternidad. Con el paso de los años y el fluir de la vida, puedo decir que cada vez entiendo mejor lo que me pasó y me entiendo a mí  misma así como a toda  madre que pueda llegar a sentirse tal como yo me sentí entonces: embargadas y desbordadas por una mezcla de emociones que al unísono parecen disonantes, y que sin embargo provienen del hecho conmocionante que es el dar a luz. Llegué también, a fuerza de mucho trabajo interior, a perdonarme por no haber sentido nada más que pura dicha y regocijo: ¿Qué mejor Pascua que la que nos trae el maravilloso y purificante regalo del perdón?
Hoy creo y siento que para "dar a luz" a un otro, y "echar luz" sobre uno mismo al devenir adulto, es menester enfrentarse y asumir  las propias sombras que se asoman y que nos habitan. Esto también lo aprendí de la mano de un valioso pensador contemporáneo y monje Benedictino y psicólogo Jungiano: Anselm Grün.
Y hoy celebro ese pasaje, desestabilizante en su momento, marcado por el insomnio y el stress generados por una fuerte sensación de impotencia ante las lógicas demandas de la coyuntura, de fragilidad , de finitud y vulnerabilidad; y también  una experiencia profundamente enriquecedora en definitiva, en tanto me hizo asumir todos esos aspectos míos que no quería enfrentar porque no son “socialmente aceptables”: el no ser  “la mujer maravilla” a la que admiraba de chica, la que cambia de traje en apenas unos giros, y puede con todo y contra todos los males que acechan, el egoísmo de querer seguir siendo “yo”  el centro del universo, cuando los hijos tan sabiamente llegan para  imponerte el  correrte de ese centro para ponerlos a ellos allí, y te regalan la preciosa virtud de la humildad, y podría seguir… pero hay que preparar la celebración de hoy. Porque hoy voy a celebrar con todo mi ser, ya conocido y aceptado, ya adulto: con sus luces y sus sombras.
   

Celebro y agradezco el inmenso regalo de la vida de mi hija y el hecho de haber sido y ser partícipe en la  creación y moldeado de su vida, que es una bendición en una infinidad de sentidos. Una hija que, quizás por lo que su mamá atravesó en su nacimiento, y por brillar con una intensa luz propia, tiene una fuerte conexión con los mundos sutiles y las verdades sobre el misterio de la Vida que me sorprenden, dados sus escasos ocho años de existencia.
Por eso hoy, desde lo más profundo de mi ser, te deseo felices Pascuas, las del calendario litúrgico si sos creyente, y las propias: las muertes y resurrecciones nuestras de cada día. Amén: que así sea.

 «Dios es luz, sustancia espiritual de la que todo depende
                     y que no depende de nada»    San Agustín.
                                                                                                                  


A boca de jarro

jueves, 21 de abril de 2011

ESPACIOS…

"encuentro" : dEDICADO AL SEÑOR XAVIER BUSTO





   Un lector de La Nación Revista que leyó mi carta publicada el domingo 16 de abril del corriente, y que yo comentara y festejara en este blog, tuvo el maravilloso gesto de dirigirse a mí vía mail para expresar su reacción a mi carta. Esta es un fragmento de nuestro intercambio epistolar que merece ser publicado por su profundidad, sutileza y riqueza, más allá de que me honra, alimenta y alienta a seguir con mi humilde intento de
“… pensar la realidad que me toca vivir con total honestidad y en voz alta”, y de escribir.

Xavier Bustos tituló su primer envío “Espacios”, y yo tomo su  apropiadísima elección como título de esta entrada.

Aquí va el intercambio:

El 19 de abril de 2011, 23:36, Xavier Busto escribió:

Fue muy agradable encontrar una carta como la que usted escribió para la revista del domingo. Más de una vez sentí que la mujer -ser que literalmente venero- cobraba fuerzas en lo relativo a lo laboral o lo empresarial y a la vez era  devorada por la impaciencia, la competitividad y un creciente e inconsciente (o no) estado de similitud con lo masculino, dejando trozos de piel en esa lucha (además de su familia y su propia persona). Ojalá que al descubrir la necesidad de un cambio, esa revolución que propone se efectivice para lograr con ella la calma, recuperar espacios perdidos y, fundamentalmente, reencontrar la exquisita femineidad que eternamente debe acompañar a la mujer. La felicito por un tema que ayuda a pensar, le pido perdón por mi intromisión y gracias por por su lúcido análisis que provocó mi necesidad de responderle a través de Internet. Hasta otra nota, cordialmente. Xavier.                                                             

El 20 de abril de 2011, 06:09, Fernanda escribió:

Estimado Señor Xavier Busto: Yo soy quien se siente profundamente agradecida y honrada por recibir una reflexión tan sensata y honesta como la suya. Más allá de las diferencias de género, que estimo nos complementan y no nos distancian, estoy absolutamente convencida de que lo que escribí en mi carta del domingo, y lo que Ud. tan acertada y correctamente agrega, es la humilde verdad que padezco como mujer día a día: ir dejando trozos de piel propia y de la quienes más amo en una lucha fútil por pretender ocupar espacios donde, precisamente, no me hallo en mi piel, y no la hacen sentir piel de mujer. No podría Ud. haber usado una imagen mejor.
La revolución que propongo es un cambio pacífico, ordenado, paulatino y armonioso hacia una forma de vida sin más "ismos", donde todos nos sintamos a gusto, aunque suene utópico. Es mi deseo que las generaciones futuras, en especial la de mis hijos y sobrinos, logren alcanzar algo del equilibrio que nosotros parecemos haber perdido. Y celebro este contacto.
Muchísimas gracias por su exquisito aporte, que me reconforta el alma, ya que escribir y sentir que hay eco en otras voces es algo sencillamente maravilloso que he adoptado como hobby, aunque admito que me gustaría ir un poco más allá…
Lo saluda muy atentamente,

María Fernanda Paz.


El 20 de abril de 2011, 21:40, Xavier Busto escribió:


Estimada Señora: Aún me encuentro bajo los efectos emotivos producidos por el mail que me enviara. Tomando en cuenta lo expuesto por Vd. en la revista no deberían asombrarme la claridad de conceptos o calidad en su narrativa, pero su respuesta superó expectativas de mi parte. Me gratificó reencontrar un encanto literario que creía perdido a través de errores y horrores cotidianos que maltratan a nuestro idioma. Quizá por tales razones no me parece utópico el cambio que Vd. propone y creo forma parte del sentir de muchos que soñamos con la paz, estar a gusto sin necesitar de "ismos" (que en más de una oportunidad devienen en "itsmos", si se me permite el juego retórico). Habla también de gente noble que no se detiene en su persona sino en los que están junto a nosotros, hijos, sobrinos y, en mi caso, mi nieto Ignacio. Su blog es un lugar tan bello, donde encontré la magia de Klimt, Van Gogh y el encanto de lo poético (más allá de Neruda o no, toda la página es poesía pura). Sin dudas, el domingo tenía que leer la revista, encontrar su carta y hacer sobre la misma un comentario, el saber que de alguna manera he llegado a su alma acrecienta las esperanzas de que esa revolución por Ud. propuesta no es un imposible.  Si deseara emprender un intento literario, cuénteme entre quienes van a ir a buscar con mucho placer su obra en Yenny o Cúspide, por ejemplo.   
Xavier. 




Un encuentro de almas que ensancha a las dos en un espacio virtual de comunicación concreta y real :

           ¡UNA Y MIL VECES MÁS:
    GRACIAS SEÑOR XAVIER BUSTO!      

Y te lo digo así: a boca de jarro, que rebalsa hoy…





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