viernes, 21 de octubre de 2011

Canciones para mi hijo que nace a la adolescencia

                                                                           
   Mi hijo de trece está transitando una larga agonía para dar muerte a su niñez, con el duelo que este proceso vital conlleva, y soportando los dolores de parto que provoca el nacer a su adolescencia. Es un púber, y como denota la palabra, que ha caído en desuso por la aceleración que caracteriza a nuestros tiempos, de la mano del endiosamiento de la adolescencia, que parece decretarse cada vez más tempranamente para luego eternizarse en tantos adultos, su cuerpo está en plena metamorfosis. Sucede que él se desconoce al mirarse continuamente en el espejo, buscando nuevos peinados raros para encontrar algo de lo conocido que se fue para no volver, o para modelar esa amorfidad que caracteriza esta etapa de transición del ser. Sucede también que lo desconocemos nosotros, los que lo amamos: sus padres, su hermana menor, sus tíos, sus abuelos. Sus primos, todos menores, lo adoran y lo tienen como al ídolo máximo; son niños, y los niños adoran con un amor incondicional y sin racionalizaciones de ninguna índole.

  
  Trato de bucear en mis memorias de este período vital de tanta vulnerabilidad, fragilidad, desorientación, ensimismamiento, cuestionamiento del mundo como uno lo conocía hasta hace un tiempo, y me cuesta conectar con la memoria puntual, aunque sí conecto con la memoria afectiva de la crisis. Pero creo que mis memorias y experiencias pueden ayudarlo poco: se han sumado nuevos y complejos desafíos para los que transitan este rito de pasaje al mundo de los grandes y del afuera en la actualidad; además, como digo siempre, la experiencia es intransferible.
  Éstos chicos son ahora presionados a ingresar al desenfreno, desnudado, enfiestado, alcoholizado, energizado, endrogado, precozmente sexualizado, facebookeado, fotologeado, nocturnizado, alentados ya no sólo por sus pares, sino también por muchos "adultos", que muchas veces lo comparten con ellos y la van de "amigos". Impera el síndrome de Peter Pan entre los padres de esta generación de púberes, y eso no nos ayuda en lo más mínimo: al contrario, nos confunde a todos aún más. Mis padres, mis maestros y profesores podían ser amigables, pero nunca mis amigos. Vivimos inmersos en una chatura de fiebre consumista y exitista que no contribuye al verdadero crecimiento y desarrollo del ser. Algunos que teorizan sobre crianza desde los libros comparan al rol de los padres con el  de "técnicos de un equipo de fútbol", nos dicen que ésto de maternar y paternar "es un trabajo y valdrían para él las aplicaciones corporativas para desarrollarlo con éxito. Una tarea en una empresa...". Se nos interpela a los padres desde un libro con la pregunta: "¿Queremos hijos cómo...?". En mi modesto entender, erraremos el rumbo si al criar a nuestros hijos asimilamos la naturaleza de la familia al status de un equipo de fútbol, o a una empresa, donde lo que importa es la eficiencia, los logros cuantificanbles materialmente, el éxito entendido en millones... Nada más lejos de mi idea de "criar hijos en felicidad"*. Si existen expectativas a priori de lo que nuestros hijos deben ser, y de cómo deben ser, entonces seremos un fracaso como padres. El verdadero amor de un padre y de una madre reside en amar al hijo en su esencia, y ayudarlo desde las convicciones y principios propios, no los que se toman de un libro como quien va en busca de una receta para cocinar un platillo magistral, para que ese hijo sea quien él elija ser en absoluta libertad y cuando esté listo para hacerlo.

(*"De límites y roles está hecha la crianza" "¿Qué animales somos como padres?", Flavia Tomaello, Editorial Grijalbo, Extrato de libro, publicado en La Nación Revista, páginas 12 y 14, domingo 16 de octubre de 2011, Día de la Madre.)

  Y está también el dilema de elegir ser quien ellos creen o sospechan ser, desde la maraña de principios, valores que provienen de lo que han mamado, y los sentimientos e impulsos confusos y desordenados, en plena ebullición al ritmo de sus hormonas, frente a la facilista y bien vista opción de ser quién y cómo se espera que uno debe ser por "el afuera"... Y el afuera no espera demasiado, aunque en eso poco y pobre que se espera, se pueden llegar a perder muchos talentos, mucha riqueza, mucha sensibilidad, y, lo más penoso, la posibilidad del encuentro auténtico con el otro y con uno mismo desde el respeto por los tiempos del crecimiento, por lo sagrada intimidad y dignidad de la sexualidad bien vivida, por el valor del esfuerzo y del estudio, por el verdadero significado de la diversión, la risa y la plenitud.

  Es difícil ser tutor del árbol de la vida de un hijo pre-adolescente hoy en nuestra sociedad. Si los chicos no transan con la mediocridad, con el facilismo, con lo superfluo, con el consumismo, con el abuso de las tecnologías que parece matar la comunicación profunda y significativa en sus manos y llevarlos a perder el sueño o la paz mental por el tenor de ciertos intercambios y exposiciones desencajadas y del peor gusto, se quedan afuera,  dejan de ser parte de su grupo de pertenencia, que en definitiva es tan importante como ser uno mismo. No se puede ser uno sin ser parte del todo. Y uno, que ya se ha hecho uno y navega en el todo haciendo contacto con quienes son uno, sabe como adulto que no se están perdiendo nada que verdaderamente valga o enriquezca en ese deber transar, pero ellos no, no lo entienden, no pueden entenderlo aún, porque adolecen... "He ahí la cuestión..."

  Para colmo de males, si no se les permite transar para ser uno más, se convierten en "parias", "raros", "nerds", "tragas", "bichos raros", y rotunda y categóricamente "boludos"... esa es la palabra omnipresente que resuena todo el tiempo entre ellos.

   Y uno sabe también que, como diría William Shakespeare, a quien he de echar mano para orientarlo, no hay nada en un nombre más que un aroma. Él lo dice inigualablemente bien:

                                                         "What's in a name? 
                                                That which we call rose, 
                                           by any other name would smell as sweet."

"¿Qué hay en un nombre? 
Lo que llamamos rosa exhalaría 
el mismo grato  perfume 
aún cuando de otra forma se llamase."

  Se me ocurrió empezar por echar mano a las letras de las canciones que han sido poesía inspiradora para mi ser. Siento que esa poesía puede hablar por mí con las palabras que me prestan sus autores. Canciones que me marcaron y me hicieron sentir, siendo ya un poco mayor que él,  mi varón primogénito, que yo era quien soy y quien elegía ser entonces y para siempre.


Hoy te las regalo, hijo:

* "There will be an answer. Let it be..."
("Habrá respuesta. Dejalo ser...")  The Beatles.

"Help! I need somebody.
Help! Not just anybody.
Help! You know I need someone. Help!"

("¡Socorro! Necesito a alguien.
¡Socorro! No a cualquiera.
¡Socorro! Vos sabés que necesito a alguien. ¡Socorro!")     The Beatles.

 * "Imagine..." 
 ("Imaginá...")    John Lennon.
* " Gracias a la vida que me ha dado tanto..." 
                                                           Violeta Parra por Mercedes Sosa.

* "Para la libertad sangro, lucho y pervivo (...)
Porque soy como un árbol talado que retoño
Y aún tengo la vida."           Miguel Hernández y Joan Manuel Serrat.

* "... tienen doble vida son sicarios del mal
Entre esos tipos y yo hay algo personal."     Joan Manuel Serrat.

* "De vez en cuando la vida me besa en la boca
Y a colores se despliega como un atlas..."    Joan Manuel Serrat.

* "Necesito alguien que me emparche un poco
Y que me limpie la cabeza, 
que cocine guisos de madre,
postres de abuela y torres de caramelo;
que ponga las tachuelas en mis zapatos
para que me acuerde que voy caminando
..."      Serú Girán.

* " Yo subo la escalera, yo cumplo una misión..."     Charly García.
 
* "Mil veces lloro y mil más vuelvo a nacer..."     Alejandro Lerner.

* "Let your soul be your pilot"
("Deja que tu alma sea tu piloto")    Sting


* "If I ever lose my faith in you,
There'd be nothing left for me to do"
 ("Si perdiera mi fe en vos,
No me quedaría nada por hacer")     Sting.

* "Yo soy lo que soy, mi creación y mi destino,
quiero que me des tu aprobación o tu olvido..."   
                                                      Cantada por Sandra Mihanomich.
  

  ...Y yo TE ACEPTO Y TE AMO como vos elijas ser, pero debés elegir quien ser, y es mi deber hacértelo saber y orientarte en esta ardua  e imprescindible tarea: eso es...

* "HONRAR LA VIDA".            Eladia Blázquez

  Y te dejo esta canción , en video y traducida, que dice mucho para mí. Ojalá diga tanto para vos como me dice a mí, y ojalá puedas lograr escuchar... a tu corazón, que sigue siendo el mismo que ese que latía fuerte el bendito día en que asomaste al mundo y me miraste con tu oceánica mirada turquesa:

                                       Beautiful Boy, John Lennon, subtitulada al español.
                                    

*"Have I told you latetely that I love you?"   Cantada por Rod Stewart.

                                         Beautiful boy...

A boca de jarro

miércoles, 19 de octubre de 2011

Soy vasija, soy jarro agrietado...

vasija 
Etimología: del Latín, vasicula, con el mismo significado, y ésta diminutivo de vas, "vaso" 
Sustantivo: femenino, singular.


Significado: Recipiente de barro u otro material usado para conservar líquidos y otros alimentos.
  • Sinónimos: ánfora, cántaro.

Fuente:  http://es.wiktionary.org/wiki/vasija

Mis sinónimos: jarro, jarrito.  (Material favorito: barro)


 


Cuentos de vasijas... cuentos que son espejo...

*"La vasija", tomado de:
http://www.laventanita.net/Noticia.asp?IdN=171 


Contaba el Maestro en cierta ocasión la historia de una antigua vasija de cerámica, de valor inestimable, por la que había pagado una fortuna en una subasta pública.

La vasija había sido utilizada durante años por un mendigo que acabó sus días en la miseria, totalmente ignorante del valor de aquel objeto con el que había pedido limosna.

Cuando un discípulo preguntó al Maestro qué representaba aquella vasija, el Maestro le dijo:

- A ti mismo.

El discípulo le pidió que se explicara, y el Maestro prosiguió:

- Tú centras toda tu atención en el insignificante conocimiento que adquieres de los libros y de los maestros. Sería mejor que le prestaras más atención a la vasija en el que lo guardas.




*Cuento tomado de "Nuestra Vida Emocional" Una mirada positiva, María Guadalupe Buttera y Dr. Ferderico Ré, páginas 61-62, San Pablo.

Un aguador de la India tenía sólo dos grandes vasijas que colgaba en los extremos de un palo, que llevaba sobre los hombros.

Una tenía varias grietas por las que se escapaba el agua, de modo que, al final del camino, sólo conservaba la mitad, mientras que la otra era perfecta y mantenía intacto su contenido. Esto sucedía diariamente.

La vasija sin grietas estaba muy orgullosa de sus logros, pués se sabía idónea para los fines para los cuales había sido creada. 
En cambio, la pobre vasija agrietada estaba avergonzada de su propia imperfección y de no poder cumplir correctamente su cometido.

Así que, al cabo de dos años, le dijo al aguador:

-Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo, porque, debido a mis grietas, sólo obtienes la mitad del valor que deberías recibir por tu trabajo.

El aguador le contestó:

- Cuando regresemos a casa, quiero que notes la bellísimas flores que crecen a lo largo del camino.

Así lo hizo la tinaja y, en efecto, vio muchísimas flores hermosas a lo largo de la vereda; pero siguió sintiéndose apenada, porque al final, sólo guardaba dentro de sí la mitad del agua del principio.
El aguador le dijo entonces:

-¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen en tu lado del camino?
Quise sacar el lado positivo de tus grietas y sembré semillas de flores.
Todos los días las has regado, y durante dos años, yo he podido recogerlas.  

Si no fueras exactamente como eres, con tu capacidad y tus limitaciones, no habría sido posible crear esa belleza.

             “Sólo si me siento valioso por ser como soy,
puedo aceptarme, puedo ser auténtico, puedo ser verdadero."


                                                                                  Jorge Bucay


Al leer estos  cuentos de vasijas, me siento vasija, me siento jarro. Me identifico con la imagen de un jarro lleno de agua de donde  se puede tomar agua, y eso me colma, no me vacía. Tengo grietas, como todos, y por debajo de esas grietas que he ido asumiendo, aceptando, acariciando con el tiempo, se va formando un  espejo de agua donde logro ver claramente a los míos, a mí misma y a toda el alma de mi familia, que me sostiene. Somos un océano con mareas, oleaje, fluctuaciones, remolinos, tsunamis, y abismos, pero somos UNO.
En ciertos momentos siento que mis grietas dejan caer esas gotitas que sostienen, riegan y alimentan. A veces son agua pura, otras, un poco salada o agria: soy un jarro imperfecto, pero lleno, y con agua para dar y derramar. El bello poema de Gabriela Mistral"Creo en mi corazón", de la poetisa que, además de escribir poderosos poemas, le dió el nombre a la calle donde nací y viví mis primeros ocho años de vida con mis padres y abuelos maternos, me recordó una visión temprana: todo lo veía a través de unos ojos grandes y puros, no había defectos, todo era amor incondicional.
Al hacerme jarro, me inunda esa misma mirada de niña  amorosa, que todo lo perdona. Hoy mis ancestros se me hacen raíz. Y yo soy un jarrito con grietas que esparcen agua que riega ese sendero donde nacen las flores a la vera del camino, bajo el bello y portentoso árbol familiar, y como dice esta maravillosa escritora:


"Creo en mi corazón, siempre vertido,

            pero nunca vaciado."



A boca de jarro agrietado hoy...   


  

martes, 18 de octubre de 2011

Una pintura y un poema al corazón

Tomado del muro de Facebook de Felipe Gimenez:

El cuadro del día para empezar el día
Hoy: "Hay dias que lo mejor es dejar que el corazón descanse."

Obra de Felipe Gimenez
Felipe Gimenez, artista plástico. Nació en 1963, en la ciudad de Mar del Plata, Argentina.  Reside y trabaja en Sierra de los Padres, Buenos Aires, Argentina.




Sitio web:


Creo en mi corazón

Creo en mi corazón, ramo de aromas
que mi Señor como una fronda agita,
perfumando de amor toda la vida
y haciéndola bendita.

Creo en mi corazón, el que no pide
nada porque es capaz del sumo ensueño
y abraza en el ensueño lo creado:
¡inmenso dueño!

Creo en mi corazón, que cuando canta
hunde en el Dios profundo el franco herido,
para subir de la piscina viva
recién nacido.

Creo en mi corazón, el que tremola
porque lo hizo el que turbó los mares,
y en el que da la Vida orquestaciones
como de pleamares.

Creo en mi corazón, el que yo exprimo
para teñir el lienzo de la vida
de rojez o palor y que le ha hecho
veste encendida.

Creo en mi corazón, el que en la siembra
por el surco sin fin fue acrecentando.
Creo en mi corazón, siempre vertido,
pero nunca vaciado.

Creo en mi corazón, en que el gusano
no ha de morder, pues mellará a la muerte;
creo en mi corazón, el reclinado
en el pecho de Dios terrible y fuerte.


Gabriela Mistral :
Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga, conocida por su seudónimo Gabriela Mistral (Vicuña, 7 de abril de 1889Nueva York, 10 de enero de 1957), fue una destacada poetisa, diplomática, feminista, y pedagoga chilena. Gabriela Mistral, una de las principales figuras de la literatura chilena y latinoamericana, fue la primera persona de América Latina en ganar el Premio Nobel de Literatura,  el cual recibió en 1945.
http://es.wikipedia.org/wiki/Gabriela_Mistral
A boca de jarro   

domingo, 16 de octubre de 2011

El arte de ser madre

Roberto Pizano, Maternidad





   "EL ARTE ES UN ESTADO DEL ALMA."  Cita de Chagall.
                                                     
  Ser madre en la compleja realidad del siglo XXI es todo un desafío. Supongo que nunca ha sido tarea fácil. Cuando pienso en los referentes familiares que han ocupado este rol, comprendo que han tenido que atravesar experiencias agridulces. Y me siento consolada y contenida, porque a pesar de tanta literatura, reflexión, asistencia psicológica y avances, las luces y las sombras de la maternidad siguen siendo más o menos las mismas que nos confrontan hoy a quienes optamos por traer hijos al mundo, que por cierto parece que cada vez somos menos. Posiblemente se han agregado algunos condimentos más, gracias a que las mujeres hemos finalmente acepatado que nacemos para ser antes que para ser madres.

  Cuando nos hacemos madres, no tenemos la más pálida idea de lo que esto implica. Somos pura inconsciencia, entusiasmo y deseo. Creemos infantilmente que es más o menos lo mismo que cuidar de nuestras muñecas, hermanitos y primos menores o alguna mascota querida. Pero el bebé que asoma un buen día en el que sentimos tocar el cielo con las manos, si todo sale bien, pronto nos enfrenta con nuestro propio ser en todo el espectro de sus riquezas y humanas limitaciones. Es el bebé quien despierta nuestra animalidad ancestral, y no nuestro instinto el que nos toca una campanita avisándonos que ha llegado la hora de ser prolíficos y multiplicarnos. Y al despertarse el instinto, que nos embriaga de dulzura y necesidad de prodigar cuidados, calor, nido y contacto, también se despierta una parte nuestra que no se había manifestado antes: la necesidad imperiosa de preservar nuestro "yo" tal como lo conocíamos antes de que el hijo llegara. Misión imposible, mujeres: al parir, nos partimos, y las partes nunca volverán a fusionarse en el mismo todo. Deberemos "parirnos a nosotras mismas", re-crearnos, bajo una nueva luz. Comienza allí una especie de tironeo doloroso, molesto y arduo en el que es menester anteponer las necesidades básicas del crío, que no pidió venir al mundo y que no puede valerse por sí mismo ni podrá por años, a las necesidades vitales y existenciales propias, que nunca antes habíamos desatendido tan estruendosamente. Cosas simples como dormir, alimentarnos, ir al baño, darnos una duchita, vestirnos tomándonos el tiempo femenino que eso implica, hacer el amor o salir a la calle para hacer lo que hace falta hacer en una vida normal, se complican. Y arremetemos con todo eso con el bebé a cuestas. Nos hacemos canguros. Se puede, se logra, pero no me pregunten cómo: no hay fórmulas, aunque abunde toda una literatura sobre el tema. Por suerte  hay algunos buenos referentes, mujeres con ovarios y cerebro, como Laura Gutman, que ayudan mucho a digerir la capita azucarada con la que se pretende endulzar a la maternidad real, y de hecho esa línea de pensamiento reverbera en estas líneas...

  Hay días de absoluta locura, de sentimientos encontrados, de replanteos oscuros y mortificantes, y días paradisíacos en los que agradecemos a la vida, a Dios y a todos los Santos por haber tenido a nuestros hijos. Digo días, aunque en verdad se pasa de un estado al otro, del cielo al infierno, en cuestión de horas o minutos. Nos hacemos bipolares. Esta es la verdadera maternidad de la que siento pocas mujeres se atreven a hablar con total honestidad y "a boca de jarro".

Georges Braque, Figura
                                    
  Yo creo que no nos hacemos ningún bien si nos proponemos ocultar y ocultarnos a nosotras mismas que el arte de ser mamá se aprende minuto a minuto encarnándolo hasta la médula, con compromiso, entrega y toneladas de paciencia, para con nuestros hijos y para con nosotras mismas y toda la constelación familiar que se gesta  y se reacomoda al devenir madres. Maternar es un arte que, como todo arte, conlleva prueba y error, éxitos y fracasos rotundos, momentos de absoluta plenitud y otros de agobio y desborde.

  Recuerdo que una de mis mayores preocupaciones al quedar embarazada era el parto, en rigor, era mi temor de los dolores de parto que se nos anuncian bien dolorosos ya desde el Génesis Bíblico... Y recuerdo las palabras de mi propia madre, que habían sido repetidas infinidad de veces, y supongo que si hoy sus nietas le preguntan por el tema, que ya les empieza a despertar curiosidad y hasta cierta preocupación, la respuesta será la misma: "Duele un poquito... como si estuvieras haciendo una caquita dura. Pero enseguida se pasa." Sé positivamente que mi mamá lo decía por bien, y porque muy posiblemente es el cuento que le han contado a ella y que ella se creyó, para maldecir hasta a su propia madre en el momento de parir. Y ésto lo cuento porque es así, con ese grado de infantilización y ocultamiento de las verdades básicas de la maternidad, como la enorme mayoría de las mujeres, incluso mujeres urbanas, con título, carrera y honores bajo el brazo (tal vez las más penosamente desinformadas y desconectadas de la naturaleza en cuestiones de maternidad), como llegamos a ser madres.

  Hay además, y en mi modesto entender, una mistificación del acto de parir y de las primeras épocas de absoluta fusión con el bebé en nuestro tiempo, que se ve plasmada en color rosa, o más bien, blanco, como las mamás y los bebés inmaculados de las propagandas, mamás frescas, esbeltas y tonificadas y bebés resplandecientes, que nada tienen que ver con la verdadera cara del maternaje en su arranque, y que además tan sólo comienza entonces. Si bien el parto puede ser un momento sublime, insisto, si todo resulta bien, y las primeras semanas, un idilio absoluto, al menos en nuestra memoria afectiva una vez que han quedado atrás, ser madre es una realidad que cuelga de nosotras como nuestras tetas luego de haber amamantado a la cria, por el resto de nuestros días. Nunca dejamos de serlo. Nuestros hijos son causa de nuestros mayores logros, de nuestras más profundas alegrías y orgullo, así como también de nuestras más desconcertantes preocupaciones y pesadillas. Y tal vez lo más difícil llega el día en el que traspasan el umbral de la puerta y se van, ya no de nuestra mano: el día en el que se van solitos, armados con una pequeña mochila y un celular, y les rogamos que nos avisen dónde y con quién están, para que ignoren u olviden nuestro ruego, hasta que finalmente los llamamos nosotros y los importunamos o avergonzamos. Es la paradoja esperable del hijo que crece, ese a quien le hemos dado la teta, la papa en la boca, le hemos limpiado el culo infinidad de veces, lo hemos llevado corriendo a la guardia de un hospital cuando se hizo aquel corte o al pediatra un centenar de veces para ver cómo iba creciendo, al que hemos tenido que despegar de nuestras piernas para que se dignara a entrar al jardín, haciéndonos sonrojar por sus alaridos salvajes, siendo ya mujeres grandes, como si le estuviésemos haciendo el peor de los males, y que ahora se avergüenza de nuestros besos o caricias en público, y se empecina en querer prescindir de los cuidados que es necesario seguir brindándole, porque sabemos que aunque se sienta un león, todavía no sabe rugir en esta selva a la que hay que dejarlo salir libre...

  Ser madre es una arte. Y en el arte hay muchos estilos. El mismo objeto puede ser plasmado de mil maneras distintas de acuerdo a la mano del artista. Aquí va mi homenaje desde el arte a todas aquellas mujeres cercanas y remotas que han elegido, desde su inocencia y su altruismo, ser madres, y se esmeran por mejorar la técnica día a día para darle al mundo las obras de arte que le están haciendo falta. 

        ¡A todas les deseo un muy pleno día de la madre!

                                               Mujeres en el arte por Philip Scott Johnson
                                         

  P.D.: Y recuerden que mañana, sin regalos ni festejo, la historia continúa... porque de eso se trata ser mamá...

A boca de jarro

sábado, 15 de octubre de 2011

Pre-boliche del Día de la Madre

             
  Hay una costumbre ahora muy arraigada entre adolescentes y jóvenes porteños (no me animo a generalizar a nivel país en ésto, pero supongo que aplica...), por la cual antes de ir al boliche, a bailar, quiero decir, el viernes o el sábado por la noche, los chicos se reúnen en algún pub a beber para llenar las horas y precalentar antes de entrar al boliche, que con suerte abre sus puertas a las dos y media o tres de la mañana. Como asumo que la mayoría de quienes me leen son mayormente seres diurnos, les propongo divertirnos con una especie de pre-boliche del día de la madre sin alcohol. Bueno, si desean, acompañen la lectura de este texto que me hizo llegar una amiga por mail, con quien suelo compartir mi risa, con una copita de algo para entonarse. Sé que una entrañable compañera de colegio primario y secundario ha leído mi blog de madrugada acompañándose con una copita de un cointreau añejo que reserva para ciertas ocasiones, así que ¿por qué no? Con o sin la compañía etílica, la risa está asegurada.


Todo lo que siempre necesité saber, lo aprendí de mi Madre:

-Mi madre me enseñó a APRECIAR UN TRABAJO BIEN HECHO:
            
"Si se van a matar, háganlo afuera. Acabo de terminar de limpiar!"

-Mi madre me enseñó RELIGIÓN:
            
"Rezá para que esta mancha salga de la alfombra."
-Mi madre me enseñó RAZONAMIENTO:
            
"Porque yo lo digo, por eso... y punto!!!!"
-Mi madre me enseñó PREVISIÓN:
            
"Asegurate de llevar ropa interior limpia, por si tenés un accidente."
-Mi madre me enseñó IRONÍA:
            
"Vos seguí llorando, y vas a ver como te doy una razón para que llores de verdad."
-Mi madre me enseñó a ser AHORRATIVO:
            
"Guardate las lágrimas para cuando yo me muera!!!"
-Mi madre me enseñó ÓSMOSIS:
            
"Cerrá la boca y comé!!!!!"
-Mi madre me enseñó CONTORSIONISMO:
            
"¡Mira la suciedad que tenés en la nuca, date vuelta!"
-Mi madre me enseñó FUERZA Y VOLUNTAD:
            
"Te vas a quedar sentado hasta que te comas todo."
-Mi madre me enseño METEOROLOGÍA:
            
"Parece que ha pasado un huracán por tu cuarto."
-Mi madre me enseñó VERACIDAD:
            
"¡¡Te he dicho un millón de veces que no seas exagerado!!"
-Mi madre me enseñó MODIFICACIÓN DE PATRONES DEL COMPORTAMIENTO:
            
"Dejá de actuar como tu padre!!!!!"
-Mi madre me enseñó habilidades como VENTRILOQUIA:
            
"No me rezongues, callate y contestame: ¿por qué lo hiciste?"
-Mi madre me enseñó LENGUAJE ENCRIPTADO
           "No me, no me....        que te, que te..."
-Mi madre me enseñó técnicas de ODONTOLOGÍA:
            
"Me volvés a contestar y te estampo los dientes contra la pared!!!"
-Mi madre me enseñó GEOGRAFÍA:
            
"¡Como sigan así los voy a mandar uno a Jujuy y al otro a La Antártida !"
-Mi madre me enseñó BIOLOGÍA:
            
"¡Tenés menos cerebro que un mosquito!"
-Mi madre me enseñó LÓGICA:
            
"Mamá, ¿qué hay de comer?"" ¡COMIDA!"
-Mi madre me enseñó RECTITUD:
            
"Te voy a enderezar de un tortazo!!!"
                              
                                      ¡¡¡GRACIAS MAMA!!!....    




A boca de jarro.

viernes, 14 de octubre de 2011

Una Cenicienta en París... Mi vivencia de "Medianoche en París" de Woody Allen

                        
  Intentaré plasmar mis impresiones sobre esto que me ha pasado, a pesar del sueño que tengo porque estoy despierta desde que sonaron las campanas que marcaron "Medianoche en París". No sé si lo soñé o estaba yo también ahí. Lo cierto es que para quien aprecia el arte, las letras, los locos años 20, la brillante y sufrida generación de los expatriados y la genial movida artística que generó esa ciudad que según el propio Papa Hemingway era una "fiesta móvil", París bajo la lluvia, "cuando la lluvia no era ácida", es una deliciosa e incomparable vista, contada por este genial hombre que da cátedra de sabiduría de vida más allá de toda su cultura y buen gusto.

  A través del personaje pricipal, Gil Pender, es imposible no ver y oír en todo su esplendor y madurez al Woody Allen crítico de su tiempo, del pasado, de la filosofía, el arte, la cultura, la sociedad, la política y la humanidad. Un romántico empedernido que deambula por los bellos rincones de París y vibra al sentir que ese es el lugar donde Monet podía recrear un estanque con nenúfares a sólo treinta minutos de la torre Eiffel. 

Claude Monet

                                   
  El escritor Pender y su idea nostálgica del pasado produce un riquísimo contrapunto con su contrincante, Paul, un experto en todo, un pseudo-intelectual que teoriza acerca de absolutamente todo, pero carece de ilusión, de fantasía y de la humildad que se descubre en la vivencia del arte sin racionalizarlo. Alguien capaz de arruinar el placer estético que produce una obra de arte flotando en las superficies de "la critique", encajándole una etiqueta, perdiéndose en el detalle anecdótico del nombre de quien la inspiró o la circunstancia, un pobre tipo con humos y dinero que no logra simplemente estar presente en la inefable epifanía de exultación de los sentidos y resonancias místicas que el arte genera. Paul peca de sacrílego degustando el sagrado elixir del buen vino, perdiéndose otra vez la embriagadora fiesta penosamente, fiesta a la que se suma un radiante y enloquecido Pender cuando suenan las campanas que lo hacen una "Cenicienta del arte", con los característicos excesos de la nocturnidad que parecen nutrir al artista. Paul es el mal tipo que le hace el gran favor a Pender de desenmascarar a su ácida prometida, Inez, que sólo lo quiere para poder tener "lo que hay tener para ser": un matrimonio con alguien relativamente prominente que promete, una casa en Malibú, y viajes de compras financiados por papi en busca de mobiliario caro de la mano de mami, amén de un affair con alguien que da conferencias en la Sorbonne si se presenta la ocasión. Según el inescrupuloso y remilgado Paul, Pender sufre de "el complejo de la Edad de Oro", y acusa desde su pedestal enclenque:


"La nostalgia es negación. Negación del presente doloroso. (...)  La idea errónea de que un período de tiempo distinto es mejor que el que vivimos. Es una falla de la imaginación romántica de esa gente a la que le cuesta enfrentarse al presente."
                                             
  ¿Y a quién no? La imaginación romántica puede hacer agua por todos los costados, pero es en definitiva la que sustenta a la madurez una vez que se arriba mansamente a ella. Esa imaginación romántica "a colores se despliega como un atlas", como diría Serrat, y ante la mirada azorada y un poco incrédula en principio de Pender y del espectador, que suspende su descreimiento al instante de comenzar la película, bajo el hechizo de las diversas e inspiradoras vistas de la ciudad Luz y la música que el genial director jamás falla en elegir para estremecer, hace que aparezcan uno tras otro artistas que cualquier romántico sueña con conocer: Cole Porter, Scott y Zelda Fitzgerald, Gertrude Stein, Pablo Picasso con una musa inspiradora volcánica, Adriana de Burdeos, quien además ha compartido su pasionalidad con Modiggliani y Braque, y quien despertará la pasión del propio Hemingway y de Pender, claro está. Luego vendrán otros lujos como Salvador Dalí y sus portentosas imágenes de rinocerontes y sus implicancias sexuales. Caricaturas de artistas que hablan como escriben, como pintan, como presentimos que sienten a través de sus obras, que es lo que sus admiradores conocemos y adoramos. Cuando Hemingway habla, hablan sus libros, no habla el personaje biográfico del que hemos leído y oído hasta el hartazgo, sin enriquececernos demasiado si en la mera anécdota biográfica nos hemos quedado. En ésto va otra crítica de Allen acerca de cómo se puede llegar a reducir la grandiosidad del artista al intentar ahondar en la intimidad del ser humano que fue: eso no importa, lo que ha pasado a la inmortalidad y hace nuestra vida mejor no es la vida del hombre, a quién se llevó a la cama, o si bebía vino o whisky, sino la genialidad del artista por siempre viva en su obra. Aquí habla el artista como desde un retrato, y se me viene inevitablemente James Joyce, quien también es nombrado con un toque de admiración cholula, como el que tiene todo buen fan:

"- Gil Pender.
- Hemingway
- ¿Hemingway?
- ¿Le gustó mi libro?
- ¿Gustarme? Me encantó. Todo su trabajo.
- Sí, fue un libro bueno porque fue honesto. Y eso es lo que la guerra hace al hombre. No hay nada bueno y noble en morir en el lodo, a no ser que mueras en paz. Y entonces no es solo noble sino valiente."

 

  ¿Y en qué queda la imaginación romántica? En un viaje que como todo viaje conduce al crecimiento personal,  el rito de pasaje del joven al hombre adulto, al hallazgo de la médula identitaria que todos buscamos, al encuentro de esa misión para la que hemos nacido y que adivinamos, pero que en un determinado momento, se hace real  y visible colándose en algún sueño. Gertrude Stein se lo dice a Pender con absoluta claridad desde su maduro rol de "matrona del arte" en París:

Gertrude Stein
                                               
"Todos tememos la muerte y nos cuestionamos nuestro lugar en el universo. El trabajo del artista no es sucumbir a la desesperación, sino encontrar un antídoto para el vacío de la existencia. Tienes una voz clara y viva, no seas tan depresivo."
 

  Al llegar al final de su viaje real e imaginario, Pender comprende, y el presente se hace carne:


"...si te quedas aquí y esto se convierte en tu presente, pronto imaginarás que otro tiempo es realmente la Edad de Oro. Y eso no es el presente, es poco gratificante porque la vida así es insatisfactoria."

"No, el pasado no está muerto, de hecho no es pasado. ¿Sabes quién lo dijo? Faulkner, tenía razón. También lo conocí, lo vi en una cena."

                           

  Por un momento Pender me recordó a mi profesora de Literatura Inglesa Contemporánea, que era amante de James Joyce, y se llevaba al Ulysses a la cama en ciertas noches... Para los amantes del arte, de la vida, de las bellas ciudades y los bellos tiempos, para quienes, como los niños, son capaces de volar con su imaginación a los locos años 20 o la Bellle Epoque,  tomarse un vino con Papa o deleitarse en una ronda de tragos con los más grandes artistas plásticos de todos los tiempos, y para todos nosotros, recomiendo el disfrute de esta bella película montada en el esquema o patrón del cuento de Cenicienta ("The Cindirella pattern"), idea que jamás defrauda cuando es bien empleada, y agradezco el haber soñado ser una Cenicienta en París gracias a la magia del buen cine y sin necesidad de un Valium...

George Braque












A boca de jarro                                        

miércoles, 12 de octubre de 2011

Un canto a la diversidad

Paul Gauguin, Paisaje Tahitiano.
  Hoy se festeja el día del Respeto a la Diversidad de las Culturas en esta región del mundo bendecida por la naturaleza, por la belleza, por el don de la bonhomía, del alegre colorido, de paisajes soberbios, inigualables sabores, melodías alegres y cadenciosas, danzas festivas y sensuales, texturas increíbles, exóticos aromas, variadas formas ondulantes y calientes olores de sus gentes. Soy nieta de inmigrantes españoles, y siento orgullo por mis raíces hispanas, y también siento orgullo de ser una mujer Latina. Me parece que juzgar hechos históricos extemporáneamente no hace más que generar resentimientos y oscurecer en lugar de aclarar las cosas. 
 Cuando era chica, en el acto escolar que se celebraba en mi colegio un día como hoy, eran infaltables personajes como la Reina Isabel la Católica, Cristóbal Colón, las tres carabelas y el huevo... Hoy, mi hija, mezcla de sangres, se vistió radiante de felicidad pura y danzó como representante de República Dominicana, y en esa danza estaban representadas todas las naciones de América Latina. Y no faltó mención a Cristóbal Colón en el festejo como tampoco faltaron los indios, en un festejo que algunos dicen que no deberíamos festejar. Creo en que para evolucionar como raza debemos sumar, no restar, debemos entender las circunstancias históricas dentro del contexto en el que se llevaron a cabo. Y pensar que es nuestro deber mirar hacia adelante tomando la historia para aprender de los errores cometidos, que siempre cometimos como raza y seguirán siendo cometidos. Quizá entender y aceptar este hecho sería celebrar el Día de la Raza, como lo llamábamos en mis tiempos de escolar. Para los de mi generación,  el  cuento era que el 12 de octubre de 1492 el marinero Rodrigo de Triana divisó Tierra  y ésto cambió la concepción que se tenía del mundo provocando algo que ni siquiera Colón había imaginado: la unión de dos mundos. La historia humana es la suma de historias individuales. Y la imperfección es parte de nuestra condición y nuestra biografía: es un gran motor de crecimiento y fuente de integridad identitaria e integración colectiva.
                 
  Ayer leía un texto interesante acerca de lo que le estamos haciendo al planeta en términos de lisa y llana destrucción de esa tierra que divisó el marinero Rodrigo desde un barquito y lo llenó de entusiasmo: seremos juzgados duramente por nuestra barbarie, que algunos aún justifican en aras de lo que otros tantos consideran progreso. Y además pagamos y seguiremos pagando el precio de esta depredación, no sin altas cuotas de dolor e irremediables pérdidas. El texto me llevó mentalmente al 12 de octubre de 1492:

"Las cosas que hacen posible la vida son apenas visibles. Los experimentos de laboratorio basados en pequeños mundos artificiales siguen demostrando que la diversidad de la vida es la apuesta más fuerte. El reciclaje del aire y el agua y los nutrientes vegetales es el trabajo de diminutas criaturas que nunca jamás notamos. El alimento que ingerimos, los remedios que tomamos y las herramientas que empleamos han sido diseñados para nosotros por 500 millones de años de evolución. Sin embargo, sabemos practicamente nada sobre la mayoría de ellos. Toda la evidencia dice que la raza humana está haciendo que desaparezcan otras formas de vida en una escala de proporciones épicas."

 Extracto de un texto en inglés titulado "Biodiversity: Tearing up the map of creation" tomado de New Proficiency Gold Coursebook, Pearson Longman, pág. 98, (mi traducción) y originalmente escrito por Tim Radford publicado en The Guardian, el 11 de agosto de 1998.

 Seguimos cometiendo los mismos errores que juzgamos tan duramente en nuestros antepasados, aunque ahora el blanco es nuestro propio planeta y la naturaleza que nos sustenta. Seguimos intentando avanzar sin notar lo más pequeño pero altamente significativo en tanto esencial...
Paul Gauguin, ¿De dónde venimos?, ¿Quiénes somos?, ¿Adónde vamos?, 1897
A boca de jarro.

martes, 11 de octubre de 2011

"Cositas simples que te hacen feliz", de Ángela Botero López

                  

  Yo agregaría algunas cositas y quitaría otras: definitivamente quito la montaña rusa, perdón por ser aguafiestas... y me quedo con lo de quitarme los zapatos cuando llego a casa y dormir y dormir, ahora que se fue el insomnio... Y agrego el "¡Mamiiiii!", que me recibe cuando vuelvo a casa como si me hubiese ido a la China, por ejemplo.  Me encantaría saber qué cosas hacen feliz a la gente. Se podría tomar como una especie de "trabajo de campo", para no quedarme sólo en la lectura acerca de la felicidad, que enriquece mucho y me hace feliz, por cierto: leer me hace feliz.


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