lunes, 3 de octubre de 2011

Crianza: "¿gratificar o frustar?"


  En el diario La Nación de ayer domingo, sale una nota en portada que dice:

"No a "su majestad", el bebé"
"Expertos en psicología infantil sostienen que los chicos necesitan límites. Salud/pág 28."

  Y en la página 28 , me encuentro con lo siguiente (incluyo citas de la versión digital del artículo de lanacion.com)

Congreso Latinoamericano de Primera Infancia

"Su majestad, el bebe": un modelo de crianza a desterrar

Expertos coinciden en la necesidad de que los padres pongan límites claros a los chicos
Por Tesy De Biase | Para LA NACION




¿Gratificar o frustrar? He ahí una controvertida cuestión que atraviesa a sucesivas generaciones de padres. "Un buen padre es capaz de gratificar y frustrar", dictamina Miri Keren, psiquiatra infantil de la Universidad de Tel Aviv, Israel, en su visita a la ciudad de Buenos Aires para participar del Congreso Latinoamericano de Primera Infancia. Pero admite que la vertiente de la frustración es la más fallida.
"Durante años en Israel se sostuvo la tendencia a gratificar a los niños, sin decirles que no para evitar el llanto. Y hoy vemos que cuando cumplen dos años o dos y medio los padres quieren instalar el no, pero los niños se rebelan, como diciendo ¿por qué prohibir lo que antes estaba permitido?"

  Esto me recuerda a una escena que presencié hace un par de semanas cuando llevé a mi hija a una consulta cardiológica, un control de rutina. El turno se atrasó, como es también rutina, y en tanto esperábamos, llegaron una madre con su comitiva de tres cachorros humanos pequeños. Dos de ellos se apoltronaron frente al plasma de la sala de espera, donde se mostraban dibujos animados pero en inglés. Allí quedaron de todas formas adheridos a la pantalla, y la madre, muy arreglada por cierto, cargada ella con bolsos y petates, peló su blackberry y se puso a hablar en plena sala de espera de un hosital para niños, y a viva voz. Por estos fenómenos de la comunicación moderna, no pude evitar escuchar y ser partícipe de la conversación entre esta joven mamá de look ejecutivo y su empleada doméstica. Le llevó unos largos diez minutos darle las instrucciones de lo que debía comprar y preparar para la cena familiar. Yo miraba mi reloj y deseaba que de una buena vez nos hicieran pasar a la consulta, ya que no sólo estaba un tanto ansiosa por el resultado del control de mi hija, sino además por todas las cosas que había dejado en casa: mi hijo mayor, la pila del planchado sin planchar, y sobre todo, la cena sin hacer,  que esta mujer estaba resolviendo con un simple llamado telefónico: bueno, no tan simple. Había en su discurso un sinfín de indicaciones, porque lo que comía X no debía comerlo Y, y lo que se preparaba al horno para Y debía simplemente hervirse para X. El tercer hijo, el mayor, entretanto, no se quedó sentadito pegado a la pantalla arrullado por un inglés que resultaba incomprensible hasta para oídos entrenados, sino que comenzó a rondar a su mamá, a medirla y sopesarla cual si fuese su presa, y luego comenzó un ataque de histeria a los gritos que cautivó la atención de todos los que nos encontrábamos allí sin demasiado que hacer más que observar la escena. Exigía una bebida bien fría y un alfaljor del kiosco de enfrente. Su mamá comenzó a interrumpir la prolongada conversación con su doméstica hasta que finalmente dicidió ponerle fin, para sentenciar a viva voz y meneando el dedo índice:
-"Mamá ya te dijo que no quiere que la interrumpas cuando está hablando por teléfono."
-"Pero vos siempre estás hablando por teléfonooo y tengo hambreeee."
-"Bueno, pero a ver, ahora no podemos cruzar al kiosco porque nos va a llamar la doctora. Tenés que esperar. Mamá ya te dijo que a veces hay que esperar."
-"¡Sí, pero yo tengo hambreeeee! (Llanto)
- "No llores. A ver, ésto ya lo conversamos otras veces. Siempre que querés algo, lo querés "ya". Y ahora hay que esperar. Y si no te ponés a llorar. Mamá ya te dijo que no tenés que llorar por pavadas."
  Mi hija observaba en silencio. Afortunadamente, se abrió la puerta del consultorio y nos hicieron pasar. Pero esas escenas son frecuentes entre madres urbanas e hijos pequeños. Me pregunto por qué la madre no tenía a mano un juguito y algo para darle de comer a los nenes en alguna de todas sus carteras, si todas sabemos de memoria que ésto es lo que sucede. ¿Por qué se les insiste a los chicos con lo de "Mamá ya te dijo"?  Pues hay que decir y hacer muchas veces, no basta con consensuar. A veces siento que tanto padres como maestros tratan a los chicos como si fueran adultos pequeños. No saben que está en la naturaleza del niño insistir hasta el hartazgo para ver hasta dónde lo dejamos llegar. Y ese deliberado show de paciencia y diálogo en medio de una sala de espera llena no se lo creo. Es normal y creo que hasta deseable que la mamá diga "¡Basta!". No creo que eso implique años de terapia para superar el trauma cuando el niño se convierta en adulto. ¡Al contrario! Al decir basta, al poner el límite que superó la barrera de lo racional, estamos EDUCANDO al chico para la VIDA REAL, porque todo siempre tiene un límite. Hasta los animales tironean de sus crías para marcarles el paso. Y no hablo de violencia física. Pero un "No" contundente y una fuerte mirada puede más que mil palabras cuando se detenta autoridad.
  El tema es creer que ejercer la autoridad materna y paterna es un bien intrínseco. Es no asociar autoridad con autoritarismo o maltrato. Si los padres estudiáramos para ser padres, sabríamos que el raciocinio tarda años en desarrollarse, por ende es irracional pedirle a un chico que sea razonable. La rabieta, el berrinche y el capricho son lo normal y lo esperable. Entonces es menester intervenir con la razón y el sentido común por su bien: eso se llama EDUCAR. ¿Por qué tanta vuelta?


  El artículo también habla sobre "el arte del equilibrio", equilibrio que parece muchas veces perdido, y que no es nada fácil de lograr. Los chicos ponen a prueba nuestra paciencia y nuestro propio límite todo el tiempo. Es esperable desequilibrarse de tanto en tanto. Pero, bueno, no somos perfectos. También se menciona en el artículo un modelo de crianza perfeccionista, y estoy de acuerdo. Creo que no les hacemos un favor a nuestros hijos al pretender ser perfectos, porque seguramente esperaremos lo mismo de ellos, y pasados los primeros tiernos e idílicos años, el vínculo sufrirá, porque nadie es perfecto: nuestros hijos tampoco.
  Lo importante, me parece, es no desbordarse. Entiendo como desequilibrio algo temporario que se revierte en un rato. Se vuelve a la "homeostasis" con bastante "ommmm", y ya. Bueno, en verdad muchas veces me encuentro pidiéndoles perdón a mis hijos por haberme desequilibrado, y  siempre me sorprenden, porque me piden perdón ellos a mí. Ellos saben que yo soy de carne y hueso, y que ellos también se las mandan: eso es lo que yo llamo "equilibrio".

El artículo parece avalarme en ést0:
"Ambos profesionales comparten la imposibilidad de sostener un modelo de paternidad perfeccionista y ajeno a las múltiples e inevitables equivocaciones. "Ser un buen padre no significa no cometer errores o no tener momentos de falla de la empatía con el hijo. El punto principal es tener la capacidad de reparar", dice Mirr.
Y Guedeney refuerza: "Es importante desarrollar la sensibilidad suficiente como para ver la respuesta del niño a un error y cambiar lo que sea necesario cambiar. No necesitás ser extremadamente inteligente ni excepcional para ser una buena madre, basta con ofrecer protección y amor. Porque el bebe, el bebe normal, promedio, hace el resto del trabajo".

  Y el niño también, señores, porque la crianza no se termina a los dos años y medio: continúa por un rato mucho mas laaargo.

  Conclusión:

                          CRIAR= EDUCAR=GRATIFICAR Y FRUSTRAR-LOS/-SE
                          con criterio y con amor por uno mismo y por sus hijos.

  
A boca de jarro

viernes, 30 de septiembre de 2011

Una perla para mi vida emocional: Publicidad peruana para Falabella

Tomado del blog "Los senderos del éxito" www.senderosdelexito.blogspot.com

   No, no crean que me voy de compras a Falabella. Al contrario, los fines de semana trato de escaparle a los lugares muy masivos o concurridos, buscar más quietud al aire libre, en contacto con la naturaleza, o estar más tiempo en casa disfrutando de lo que me gusta hacer y  de los seres amados. Este finde tengo tarea con mis emociones. La emoción más poderosa en mí es sin dudas el miedo, ese ladino que me habita y me ha robado la paz y la quietud, el sueño y la sensación de salud mental varias veces en momentos impensados de mi vida. Tengo que amigarme con él: tengo que atreverme a mirarlo cara a cara. Si echo luz sobre la sombra, la sombra se inunda de luz y deja de ser sombra.

Tomado del blog  http://hermanosenlaluz.blogspot.com/2011/05/autocontrol-emocional.html

                                             
  Afortunadamente cuento con una buena maestra del alma, sus libros, su blog, y ahora su curso online sobre "Nuestra vida emocional", María Guadalupe Buttera. Y para este finde me regaló otra perla: ya van muchas, ya no cuento, el haberla encontrado en mi camino por la vida es el mayor regalo. Y quisiera compartirla y dar las gracias por todas estas personas maravillosas como María que, llenas de sabiduría ganada gracias a una vida que eligen y se esfuerzan por vivir en plenitud, en sus luces y sus sombras, llenas de humildad y de generosidad, comparten los tesoros que descubren conmigo. María es una de varias personas así que he ido conociendo a través de este fenómeno del blog, el propio y el de otros. Y es así como crezco como persona, mi mayor aspiración en la vida, y puedo compartir con los que vienen a beber a boca de este jarro que sacia mi sed de conexión con los demás, una conexión que a veces no resulta fácil en el mundo no-virtual, por esas complejas paradojas de la vida moderna. A todos y todas esas personas que me aportan tanto, muchas gracias, y los mejores deseos de seguir en contacto: lograr cambiar es nada más y nada menos que atraverse. Y si no vean:

                                             

                                      Saga Falabella Peru "Miedos"

                                             ATREVETE CAMBIA (DARE. CHANGE)
                                             

A boca de jarro

jueves, 29 de septiembre de 2011

Somos los poetas vivos

  

  Un querido lector que gané como amigo escribiendo este año y que siempre aporta e inspira, el señor Xavier Busto, me pasó hoy por mail este poema de Walt Whitman extraído de esa maravillosa película que influyó notablemente en mi decisión por ser docente: "La Sociedad de los Poetas Muertos". Más allá de que estamos lidiando con ficción, y de que la realidad muchas veces la supera, lamentablemente, muchos de los hechos que se narran en esta conmovedora historia de personajes entrañables tiene mucho que ver con lo que sucede en la realidad de las aulas todos los días en todo el mundo. Un maestro tiene el poder de tocarte con una varita mágica como alumno e iluminarte, abrirte la mente, los ojos y el alma, dándote alas para levantar vuelo validando, convalidando y haciéndote descubrir y asumir la riqueza de tus talentos, y también tiene el poder de hundirte con observaciones desafortunadas, mirando solamente la parte vacía de tu vaso y robándote las ilusiones de llegar a ser quien vos podés ser cuando sos guiado por un "poeta vivo", por las buenas manos que guían en el arte de vivir, un arte simple; un alma noble y confiada tanto en el proceso de la vida misma como en el potencial que cada uno lleva en su interior: ese tesoro que nos es dado para llegar a disfrutar de nuestra propia plenitud, y desde allí darnos a los demás. Éste es el germén de la revolución de paz que sí puede cambiar al mundo. Comparto hoy con ustedes esta perla, tal como me la envío amorosamente Xavier:

                      Tomado de "La Sociedad de los poetas muertos"
                                                   
No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a
expresarte, que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo
extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías sí
pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis. Nos derriba, nos lastima,
nos enseña, nos convierte en protagonistas de nuestra
propia historia.
Aunque el viento sople en contra, la poderosa obra
continúa: Tú puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre
el hombre.
No caigas en el peor de los errores: el silencio. La
mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
"Emito mis alaridos por los techos de este mundo",
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca tener la vida
por delante. Vívela intensamente, sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro y encara la tarea con
orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron, de
nuestros "poetas muertos", te ayudan a caminar por la
vida.
La sociedad de hoy somos nosotros: los "poetas vivos".
No permitas que la vida pase por ti sin que la
vivas ....
Walt Whitman

A boca de jarro.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Docente violentado

  
  Otro docente violentado ... esta vez, golpeado por una madre y acuchillado con un tramontina por su hijo, un alumno, en Pergamino, Provincia de Buenos Aires. Seguramente alumno problemático y claramente violento, producto de una familia violenta. Su mamá está detenida. Otra vez la misma historia. ¿Hasta cuándo? Los docentes tenemos miedo de trabajar en escuelas. La Argentina se lleva las palmas en los casos de violencia escolar. Los alumnos y los padres hacen "justicia" (¿?) por mano propia. Son familias que no soportan que se les plantee un problema, y presentan un serio problema. ¿Qué se hace ahora con este chico? ¿Cómo se sigue intentando "enseñar" en estas condiciones?
  Yo he usado este espacio varias veces para dejar salir humo de mi pava hirviendo ante tanta falta de criterio y sentido común en la escolaridad de mis propios hijos. He narrado cómo los he hecho cambiar de colegio, o cómo se han desperdiciado oportunidades para enseñarles algo realmente significativo y darles alas, o cómo he ido a la escuela a charlar con alguna docente que no estaba haciendo las cosas bien de acuerdo a mi criterio como mamá y como docente con título habilitante y tiza bajo las uñas. Pero jamás se me cruzaría por la cabeza utilizar la violencia. Ante una nota baja, por más injusta que me parezca, el primer paso es indagar para ver qué falló. Después de todo, sólo es una nota baja. Se levanta. Incluso si me parece que quien falló fue la docente a cargo, pongo el hombro como madre y trato de subsanar enseñando. Y en última instancia, charlo con la docente desde la empatía y apelando al sentido común.
  Ahora si el problema es por conducta, creo que lo que se debería hacer es escuchar y pensar a quién se puede recurrir para encontrar ayuda. Aquí aparece este desamparo que debe ser el padre de tantos de los males de nuestros tiempos. Los padres que se sienten desbordados, desamparados a la hora de criar. Los chicos que maman desamparo desde la cuna, y siguen sufriéndolo en la escuela. Los docentes desamparados por un sistema que se ha ido del extremo del autoritarismo de los tiempos que no hemos dejado cicatrizar de la dictadura, a otro extremo de absoluta falta de modelos, límites y sanciones; límites que los chicos necesitan y piden a gritos, o a cuchilladas, que necesitamos todos para aprender a vivir en una sociedad que debería dar el ejemplo de un sistema regulado por pautas, normas y leyes que se aplican, se observan y se cumplen. Y de no ser así, pues "una prenda tendrá". Todas caras de una misma moneda gastada y devaluada.
 De acuerdo a un estudio de Julio César Labaké, cuyos resultados comentó en una conferencia que brindó en la Academia Nacional de Educación en diciembre del 2010, y que han quedado plasmados en su libro "Valores y límites en a educación" de Editorial Bonumlos mismos alumnos preferirían que se les pusieran más límites en la escuela. ¿Qué estamos esperando? ¿Otra masacre como la de Carmen de Patagones, cuyo "aniversario" recordamos precisamente hoy? ¿Una masacre como la de Río de Janeiro?  Y de ésto es responsable el estado, ese papá que elige mirar para otro lado y finalmente, agresor y agredido se fusionan en el mismo caos, y todo termina dando lo mismo. ¡Cuidado! Ya son muchas, demasiadas, las señales de alarma: ¿hasta cuándo? Mañana hacemos paro en la provincia: ¿y qué arreglamos? ¿Por qué mejor no nos sentamos de una buena vez a pensar en soluciones, a tomar medidas que nos devuelvan cierto equilibrio, a traer el cambio que tanto necesitamos, y que no pasa por una netbook para cada alumno, señoras y señores, sino por "EDUCAR"? ¿Por qué no nos ponemos a pensar en cómo derrotar al monsrtuo que nos arrastra a este tipo de barbarie: el miedo?
  Hay palabras cuya connotación se han ido tornado negativa en las últimas décadas, que producen cierto escozor en muchas personas, y que sin embargo denotan conceptos fundamentales para vivir en una sociedad donde impere el orden, la cordura y la paz social. Son palabras tales como "disciplina" y "autoridad". Estas palabras se han vaciado de connotaciones positivas, y se han instalado otras palabras, tales como "inseguridad", "marginalidad", "anomia", "vacío" y definitivamente "miedo". Los docentes se quejan, los padres se quejan, los alumnos se quejan. Y el motor que no nos atrevemos a mirar de frente es esta emoción tan poderosa como paralizante: el miedo.
  No tengo idea de por dónde se empieza o cómo se hace, pero hay que ir por partes, porque, como decía Descartes, “Todo lo complejo puede dividirse en partes simples”. Hay que mirar al monstruo bien a los ojos, ya que, como decía Lloyd Alexander, "Una vez que tienes el valor de mirar al mal cara a cara, de verlo por lo que realmente es y de darle su verdadero nombre, carece de poder sobre ti y puedes destruirlo". Y hay que dar el primer paso, tal como decía Martin Luther King, quien como tantos de nosotros, tenía un sueño, entonces "Debes dar el primer paso con fe. No necesitas ver toda la escalera, tan sólo debes dar el primer paso." Ojalá lo demos. Ojalá tengamos el coraje de traer el cambio. Tal vez deberíamos escucharnos más. Escuchemos:




A boca de jarro

domingo, 25 de septiembre de 2011

Un gran hallazgo made in Argentina!!!

  
  Estoy realmente fascinada con un gran hallazgo que hicimos en casa al dar con el Dr. Roberto Rosler y sus charlas en youtube.com. Hace no mucho tiempo, estuvo visitándonos Pilar Sordo en la Argentina: apareció en varios programas de televisión y llenó teatros con sus conferencias, hablando sobre crianza y adolescencia, y también sobre su libro sobre las diferencias entre los sexos, ahora record de ventas. De hecho, yo compre su libro: "No quiero crecer, Viva la diferencia para padres con hijos adolescentes", Grupo Editorial norma. Lo cierto es que lo empecé a leer y me desilusionó bastante, después de haber leído gente como Susi Mauer y Noemí May con sus "Desvelos de Padres e Hijos, En la infancia y en la adolescencia, Emecé, o Miguel Espeche con su maravilloso aporte en "Criar sin miedo", Editorial Aguilar, y "La sociedad de los hijos huérfanos" de Sergio Sinay, Ediciones B, quienes para mí son referentes locales de la buena literatura de ayuda y consulta para padres no solamente de hijos recién nacidos o muy pequeños, que es de lo que más abundan libros quizás, sino para padres con el desafío de hijos en crecimiento, cuando como bien dice Rosler, nuestros problemas crecen también, junto a nuestros hijos. 
 Cuando vi a Pilar Sordo en televisión, no me desagradó, creo que como le pasó a la mayoría, porque su biografía personal es impactante para ser una mujer tan joven, porque sabe hablar en público, y además porque es muy bonita, lo cual no es una cuestión menor para aparecer en los medios y hasta para vender libros hoy en día. Además no carece de sentido común, sentido del humor y presencia para enfrentar periodistas en cámara.
  Tengo una bloguera amiga a la que sigo desde hace un tiempito que se agarró una tremenda bronca con ciertas cosas que dijo Pilar Sordo en lo de Susana Gimenez, y la verdad es que celebré su no estar de acuerdo con la psicóloga que llenó teatros y alcanzó picos altos de audiencia televisa. De hecho, cuando publicó su post, que tenía que ver con un cuestionamiento genuino por no entender a la Sordo, la felicité. Estimo que es muy importante que seamos muy cuidadosos con toda persona que se ponga en posición de darnos consejos y recetas de cómo hacer las cosas bien como padres. Hay centenares de este tipo de personas que se dedican a escribir libros y dar charlas "sermoneandonos", como antes hacían los sacerdotes, que han perdido bastante público, sobre cómo criar a nuestros hijos, sobre cómo educarlos, sobre lo que "se debe" y lo que "no se debe" hacer cuando se deviene padre. Siempre me pregunto si los hijos de esta gente serán felices. Siempre me gustaría saber cómo han hecho para criarlos, cuán presentes han estado en realidad o cuánto han "tercerizado" la crianza, porque no es lo mismo. Desde ya, todo padre moderno, o postmoderno, está ávido de consejos, sobre todo, mujeres y hombres urbanos que nos hemos capacitado para el mundo laboral, que hemos estudiado una carrera, y que creemos, en lo más profundo de nuestro ser, que los libros nos enseñan todo lo que necesitamos saber. Pero a ser padres nadie nos puede enseñar: es un arte difícil y arduo que se aprende a fuerza de prueba y error, en el día a día, entre lágrimas y sonrisas y criando a nuestros hijos con toda nuestra humanidad y nuestra historia a cuestas. Por lo menos, así lo vivo yo. Y sin embargo, he leído muchos libros de crianza, y pocos han sido realmente esclarecedores. Sobre todo, me han servido los menos prescriptivos y los más respetuosos de mi propia capacidad de ir aprendiendo a maternar siendo madre de mis hijos.
  Todo esto va como preámbulo para presentar a este hombre que realmente me parece una genialidad. Primero, me parece que es una característica nuestra tener baluartes como él entre nosotros, y traer gente de afuera a darnos cátedra de cómo lidiar con nuestros adolescentes. El Doctor Roberto Rosler es, entre varias otras cosas, argentino, hombre de barrio, padre de adolescentes, docente universitario en el Hospital Italiano de Buenos Aires y en la Facultad de Medicina de la UBA, de la cual egresó con honores, y médico especialista en neurobiología, quien además trabaja en el Hospital Británico de Buenos Aires, donde se desempeña como neurocirujano. Nadie mejor que alguien que conoce nuestra realidad y la vive como padre, docente y profesional de la salud para decirnos algunas verdades "a boca de jarro" con base científica y buen humor criollo, de cómo son nuestros adolescentes, y para darnos algunas pautas a docentes y padres de cómo manejarnos con ellos. Por eso los invito a escuchar esta charla de febrero del 2011 que el Dr. Rosler dio en el Colegio Marín de Buenos Aires ante un auditorio lleno de docentes a punto de largar el año lectivo frente a sus cursos, en la que habla precisamente sobre la adolescencia de hoy y nuestro posicionamiento frente a ella: no se la pierdan, les recomiendo que se hagan el tiempo que dura la charla (52 minutos aproximadamente) y lo escuchen, ya que vale mucho más la pena que todo lo que escribe  Pilar Sordo sobre adolescentes, en mi modesta y respetuosa opinión. 


JUREC 2011 Dr Roberto Rosler Adolescencia




A boca de jarro

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Otra de psicología pura y sentido común



 Estoy leyendo este periódico especializado, "Actualidad psicológica", que a veces me hace guiños desde el kiosco de revistas con el título no más, como este mes, con "Sufrimientos actuales".  La verdad es que me hace sentir bien confirmar que los buenos psicólogos y psiquiatras son muy amplios, muy comprensivos, y que más allá de toda su jerga psicoanalítica que muchas veces se me escapa, entiendo que contemplan las circunstancias de toda vida, y que se resisten a la tendencia de los malos profesionales de etiquetar y recetar la pastillita mágica para encontrar la solución rápida e indolora para los padecimientos de nuestros tiempos, que conocen bien, por experiencia de consultorio, y que muchas veces admiten que los sobrepasan desde lo teórico que han estudiado en profundidad, por lo novedoso y lo complejo de los malestares actuales. Pero siguen aprendiendo y creciendo como personas que han elegido ayudar a quienes sufren.                                                      
  Me sorprende un artículo como el de Luis Horstein, "Sufrimientos y algo más", por lo abarcativo de su temática y por reflexiones tan empapadas de sentido común, como cuando dice:

                         "El hombre actual sufre por no querer sufrir"

  Y explica que el sufrimiento es parte natural de la vida, es el polo que resignifica la dicha, la alegría, la felicidad, y que estamos inmersos en una cultura que tiende a negar el sufrir, a reprimirlo, y abusa de la " La dictadura de la euforia" que "sumerge en la vergüenza a los que sufren". Una cultura que nos impone "el pum para arriba" todo el tiempo y a toda costa. Como escribe Mario Pergolini, que también tiene su ensayo publicado en el periódico, titulado "Si no lo fuera parecería ser cruel", cuando estás pasándola mal, la gente te dice, "CÓMO NO SOS FELIZ!!! CON TODO LO QUE TENÉS?? CON LA FAMILIA PRECIOSA QUE CONSEGUISTE!!! Y TU TRABAJO, MILES MATARÍAN POR TENER ESE LABURO!!! SE FELIZ INFELIZ!!!" Así lo escribe Pergolini, y su testimonio, si bien no se luce en estilo o corrección sintáctica, es válido como un exponente de alguien que uno imagina hiper-feliz porque "lo tiene todo". Y sin embargo pasó por el pánico y la depresión, según cuenta. Y aunque parece haberse recuperado, su visión es bastante derrotista al sostener que no es posible ser feliz más allá de las ráfagas, de los flashes, de los atisbos, de los fugaces momentos: "... nunca vamos a ser felices porque sencillamente NO PODEMOS SERLO"... "Es una vida tan cruel que de tan cruel parece hermosa.", concluye categórico.


 Me gusta mucho el aporte de Hugo Lerner, "Felicidad, sufrimiento, realidad", y me quedo con lo que importa según él:

"Lo que importa es ir olfateando el desamparo que la realidad nos impone y recurrir a nuestras herramientas yoicas para sortear los escollos."

 Genial: un psiquiatra que entiende que nos sentimos desamparados en esta realidad del siglo XXI, y que ésto no es razón suficiente para sentirnos patológicos. ¡Qué alivio que lo digan ellos! Además dice, lisa y llanamente, que, en el caso concreto de los duelos, sobre los que todos profundizan como parte integral de la vida, ,"Tenemos dos caminos: o transitamos por ellos y los elaboramos, o tratamos de eludiros con pociones mágicas." Y el concepto de duelo que dan estos especialistas es bien amplio, abarcando todo un arco de pérdidas esperables y naturales, no sólo las que ocasiona la muerte de nuestros seres queridos, sino duelos tales como los que acarrea un despido, una pérdida material significativa, un cambio físico, un embarazo (o la imposibilidad de lograrlo, agregaría yo, conociendo el paño femenino), o el pasaje de una etapa de la vida a otra. Lerner cierra su brillante contribución admitiendo que:

" Freud (...) nos advirtió acerca del sufrimiento humano y nunca nos prometió, ni como seres humanos ni como psicoanalistas, "un jardín de rosas"."
Sigmund Freud.
           
 Estos son profesionales que desconfían, como uno, que toca de oído en ésto, de las simplificaciones y reduccionismos de las etiquetas del DSM, (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales), de esa "clasificación ateórica y descriptiva porque sólo hace un inventario de síntomas", y que sostienen que "La psicopatología es tan sólo un bosquejo que ayuda a aprehender algo de una realidad que se resiste al intento de encasillamiento." , como explica Horstein, que no comulga con la urgencia de poner etiquetas y recetar pastillas así no más.


 El ensayo que más me hizo pensar, y se lo agradezco, es el aporte de María Cristina Rother Hornstein, quien elige una cita de Miguel de Unamuno para abrir su escrito, y me conmueve:
  
"Quien así quiso y fue querido
nació para la vida;
sólo pierde la vida su sentido
cuando el amor se olvida"
Miguel de Unamuno, "Cuando duerme una madre junto a un niño"

  Y me interpela como madre e hija con su pregunta : "¿Hay sufrimientos propios de la vida y otros propios de conflictos mal tramitados?" ¡Qué buena pregunta! Y un poco más adelante en su exposición del sufrimiento escribe:

"La angustia es producto del desvalimiento psíquico del lactante (S. Freud, 1926). En los comienzos de la vida toda ruptura del equilibrio es vivida como displacer. "Una madre suficientemente buena" que compensa ese displacer con la acción específica no sólo calma la necesidad sino que agrega ese plus libidinal que transforma el displacer en una vivencia de satisfacción."

  
  Y vuelve a citar a Unamuno:

"No te vayas de mi lado,
cántame el cantar aquél.
Me lo cantaba mi madre;                        
De mocita lo olvidé,
cuando te apreté a mis pechos
Contigo lo recordé"



  Siempre he pensado que Freud se ha encargado de cargar las tintas en lo que los vínculos primarios dejan como impronta en nuestro psiquismo, pero yo soy lego en la materia. Ahora, siendo madre, repienso a mis padres y a mi propia biografía, y debo hacer un esfuerzo por adoptar una mirada compansiva del rol materno y paterno. Más allá de toda teoría, que ayuda y esclarece, me parece que "los buenos padres" hacemos lo mejor que podemos con nuestros propios desamparos y los de nuestros hijos desde que nacen hasta el lejano día, cada vez más desplazado en la línea del tiempo de la sociedad postmoderna, en el que se van de nuestro lado para hacer su propia historia. Mientras criamos, por más que hayamos deseado traer hijos al mundo con el alma y los amemos más que a nuestra propia vida, hay una historia personal que se llena de autorenuncias y autopostergaciones, que queda entre paréntesis por largo rato, y ésto genera sufrimiento inevitablemente, un sufrimiento del que parece muchas mujeres se sienten incómodas de experimentar o de verbalizar: parece que sólo evaluamos el sufrimiento que inconscientemente le causamos a nuestros hijos al sufrir. 




 Siento que como adultos paternantes tenemos la responsabilidad de mirar para atrás, observar el árbol familiar, "el alma de nuestra familia", las relaciones vinculares y los lugares de luz y sombra que cada figura del árbol ocupó y ocupa en nuestra vivencia de ese árbol, para hacernos conscientes de que, más allá de lo que se impone como parámetro o pauta de comportamiento esperable de nosotros, somos nosotros, en el aquí y ahora, los que debemos elegir cómo recrear eso roles y eso vínculos en nuestra propia historia. Eso es lo que yo entiendo como salud mental, como crecer y hacerse adulto. Además, implica ir más allá de los errores, de las ausencias de mirada, de lo que faltó, para ver lo que sí estuvo, lo que sí se nos dio, lo que sí se nos nutrió como mejor se pudo. En definitiva, nosotros hacemos lo mismo con nuestros hijos. Ésto se dice más fácilmente de lo que se logra. Uno tiende a echarle el fardo de sus sufrimientos a los que están en el piso de arriba... Creo que es un reduccionismo más, como el de pretender etiquetar y medicar a quien padece un sufrimiento para evitarle el tener que confrontarse con su propio infierno, y emerger más humano, más entero, más "yo" que antes. 
  Ojalá se publicara un "Actualidad Psicológica" dedicado a la problemática de la mujer que deviene madre en el siglo XXI: tal vez sería un record de ventas ahora que en octubre se viene el "Día de la Madre". Podríamos aprovecharlo para salir de los lugares comunes y bucear en los complejos vericuetos de la maternidad en la "era de la depresión". Se los podría dejar como propuesta de una ávida y agradecida lectora a esta gente que me ha nutrido y "maternado" tanto este año.

A boca de jarro

lunes, 19 de septiembre de 2011

Nada personal

  
Sri Sri Ravi Shankar
  En la Revista Viva de ayer, salió un artículo sobre Sri Sri Ravi Shankar, gurú y fundador de la ONG "El Arte de Vivir", titulado "Respire hondo", en el que se habla de la meditación que propone este precoz conocedor de la literatura védica y que tiene un título de Física Moderna Avanzada. Hoy, dirige la ONG de voluntariado más grande del mundo y predica que las técnicas de respiración nos ayudan a combatir el estress. Realizó un encuentro en Berlín que fue seguido en vivo por internet en todo el mundo por millones de adeptos, entre los que se cuentan algunos ricos y famosos de la farándula local, como Marcelo Tinelli. Muchos de sus seguidores lo consideran poco menos que el mesías.
  Yo respeto todas las creencias, y no dudo de los beneficios de la meditación y la respiración consciente, para los cuáles hay que darse tiempo y espacio. Pero no puedo dejar de asombrarme cuando leo que este hombre, que dice tratar de contar hasta diez para evitar enojarse y que sonríe todo el tiempo porque le sale del corazón, responde lo siguiente a la pregunta de un periodista:

"¿Qué piensa sobre el dinero?"
"Debe estar en el bolsillo. No en tu cabeza."

  Estamos de acuerdo: el dinero "debe" estar en tu bolsillo, como evidentemente está en su bolsillo, ya que recorre el mundo en avión acompañado por varios guardaespaldas y duerme en hoteles cinco estrellas... Ahora, cuando el dinero no está en tu bolsillo, va a ser difícil que no esté entre tus preocupaciones, ¿no? Por más respiraciones en cadena que hagas, tendrás que "ganarte el pan con el sudor de tu frente", y eso ocupará necesariamente tus horas, que no podrán destinarse a meditar, y el trabajo, como medio para subsistir, necesariamente ocupará tu cabeza... 
                                           
  Además, este sabio señor declara que no tiene esposa ni hijos: ahí van unas cuántas razones más para no preocuparse por el dinero, además de tenerlo. Es una reflexión, nada más. Nada personal. Tal vez necesite ponerme a meditar y a respirar conscientemente para que aparezcan algunos billetes más, y no estresarme tanto cada vez que pago la compra del súper o salgo en busca de un nuevo par de zapatos para la nueva temporada primavera/verano: ¡sí, definitivamente, como viene la mano, mejor un par de ojotas, mucha meditación, y agua. Nunca se sabe...

A boca de jarro

miércoles, 14 de septiembre de 2011

¡Gracias por la música!

                   Trailer de la película ABBA- The Movie ABBA- (El Grand Show) 1977
¿Por qué?

  ¡ABBA! Parece que hay pocos adultos de mi generación que se animen a confesar que les gusta ABBA: ¿será otra de las cosas que están mal vistas? ¿Será, acaso, como pensar que considerar a Harry Potter literatura de la mejor calidad es "un motivo de vergüenza intelectual" para "un público estúpido y alienable", como siente con respecto a este prejuicio y lo expresa contundentemente Ana Prieto, periodista y fanática confesa de la saga, colaboradora en la revista Ñ de Clarín, en su artículo de Orsai 3, "Deconstruyendo a Harry Potter"? Habrá que decir que te gusta la música clásica, el jazz, la bossa, o la música New Age para estar "in", para ser "cool", para "sonar intelectual"...
  Pues me gusta ABBA, y ABBA se nutre bastante de unas cuantas corrientes musicales bien "clásicas". Bjorn y Benny eran muchachos que sabían mucho de música e instrumentación, dotados para la composición, escritores de letras inspiradoras; y las chicas, Agneta y Frida, afinaban maravillosamente, voces privilegiadas para el canto. Sus composiciones se hicieron populares mundialmente y conservaron siempre su calidad, e incluso me atrevería a decir que la incrementaron con el paso del tiempo, o será que yo, como ellos, crecí y pude valorar esas canciones de grande, ya dominando el inglés, y con un oído musical más "afinado" aunque no se si podría decir "refinado": igualmente, como diría otro genio popular, "¡Al cabo que ni me importa!". Ni me importa que haya un canon implícito de lo que está "aprobado" como "intelectualmente superior" y lo que está "condenado" como "inferior", "masivo", "popular" o alimento para moscas... Y los que me sigan con ABBA en mi confesión saben bien a quién le corresponde la cita: otro gran baluarte popular de mi generación, que nos regaló tantas buenas risas ...


                                                  
  Hasta se hizo un musical con la participación de los músicos de ABBA, a modo de homenaje, y el resultado, "Mamma Mia", el musical, también fue un éxito, aunque algo rosa, que le dio la posibilidad a actores de la talla de Meryl Streep, Julie Walters, Pierce Brosnan y al más tarde merecido ganador del Oscar al mejor actor por su protagónico descollante en "El discurso del Rey", Colin Firth, la posibilidad de demostrar que los grandes actores no sólo actúan y se planchan o se inflan la cara: también cantan y bailan. Un musical que me llena de nostalgia de aquellos días en los que comencé a morir a mi niñez y a despertar a una adolescencia que tardó en establecerse, con la música sonando en la radio como uno de los imperativos del ser adolescente entonces, bellos días de pocas preocupaciones, long plays propios, y mucho tiempo libre para escuchar canciones, soñar y volar...

  A mí no me da vergüenza decir que me gusta aún hoy ABBA, ya que aún hoy se venden 3.300 álbumes de ABBA a diario alrededor del planeta, y son 1.000.000 los fans declarados en su sitio en Facebook, https://www.facebook.com/#!/ABBA , y muchos millones no están en Facebook. Me gusta Queen, me gustan los Bee Gees, me gusta Frankie, me gusta también algo de jazz vocal, Gerswin, Cole (padre e hija), me gusta la música brasileña, con toda su poesía de "povo" y su inigualable alegría rítmica y cadencia sensual en voces como la de Gal Costa, sobre quien ya escribí alguna vez y no faltará oportunidad de reincidir. Me gusta U2,  y como también ya escribí en dos oportunidades, me fascina  Sting, el maduro y solista más que el de The Police. Me gustan también voces como la de Sandra Mihanovich, que creció como cantante con el tiempo, Diego Torres, Alannis Morissette. Me gustan Los Beatles. Me fascina Joan Manuel Serrat y su atemporal poesía. Escuchar ciertas composiciones clásicas hace que broten lágrimas de mis ojos fácilmente, aunque admito que eso no es muy difícil en mi caso. Soy muy ecléctica en mis gustos musicales, y no me da ninguna vergüenza. "Vergüenza es robar", dirían mi abuelas españolas...
  Y a ABBA le debo decir: ¡Gracias por la música!, como se ocuparon de decir sus integrantes a través de esa bella canción: "Thank You for the Music". Les tengo que decir gracias por "Chiquitita" con su poesía y sus cuerdas de acordes griegos. Gracias por "Dancing Queen", porque yo me sentí una reina del baile identificada con esa canción. Les debo agradecer por "Mamma Mia", "The Winner Takes it All", "Voulez Vous", "Take a Chance on Me", "I Have a Dream" y la inolvidable "Super Trouper". Canciones que suenan mágicas, sutilmente nocturnas, y que hacen vibrar la eternamente soñadora adolescente que vive en mí. 
  Esta semana me tomé unas merecidas y necesarias vacaciones de mis temas más sesudos, la educación, la crianza, las delicias de escribir, y me didiqué a cholulear y permitirme el placer estético que ya describió muy bien Aristóteles en su "Ars Poetica", pero lejos está Aristóteles de ABBA, aunque no alfabéticamente hablando. Tenía ganas de reivinidicar mis gustos, como siempre...


¡A boca de jarro!


"Gracias por la música": Letra traducida al español.


Soy muy sencilla
y algo aburrida tal vez.
Las bromas que sé, me salen seguro al revés.
Pero hay un talento, en mí singular,
y es que la gente me escucha al cantar,
y me hace feliz,
orgullosa lo puedo anunciar, por eso...


Quiero dar las gracias
a las canciones
que transmiten emociones,
quiero dar las gracias
por lo que me hacen sentir, debo admitir
que con la música vale vivir,
por eso quiero dar las gracias,
por este don en mí.



Todos decían que fuí una niña precoz:
bailé y canté, y sobresalí por mi voz.
Y hoy me pregunto cual es la razón,
¿por qué siempre gana la gran atención,
una simple canción,
si he hace con el corazón? Por eso...


Quiero dar las gracias
a las canciones
que transmiten emociones,
quiero dar las gracias
por lo que me hacen sentir, debo admitir
que con la música vale vivir
por eso quiero dar las gracias,
por este don en mí.



¡Que suerte tuve!
Soy tan dichosa al cantar,
quiero que todos disfrutemos juntos
¡Que feliz! ¡Que placer exclamar!



Quiero dar las gracias
a las canciones
que transmiten emociones,
quiero dar las gracias
por lo que me hacen sentir, debo admitir
que con la música vale vivir
por eso quiero dar las gracias,
por este don en mí.


Por eso quiero dar las gracias,
por este don en mí.



Fuentemusica.com

lunes, 12 de septiembre de 2011

"¡Siempre quise usar ese hechizo!"

Minerva McConagall en los zapatos de Maggie Smith.
                                                          
  Así dice, justo en el momento en que la batalla entre Harry Potter y Lord Voldemort está por comenzar para terminar, la entrañable y leal profesora Minerva McConagall. Sí, ya sé que la vi con un poco de delay, pero por fin la vi, saldé mi deuda de placer estético postergado por esas cosas de la vida familiar que a menudo se complica, justo antes de que la bajen de cartelera. McConagall, personificada por la brillante actriz inglesa Maggie Smith, lo dice con lágrimas en los ojos llenos de expectante y triunfal alegría, y me pone la piel de gallina, por las fantásticas reverberaciones de esa línea. Siento que todos los grandes actores y los antes ignotos niños ahora devenidos famosos, multimillonarios, actores adultos que protagonizan los siete episodios de la saga de Harry Potter, de la cual vi la última película recién ayer, "Harry Potter y las reliquias de la muerte Parte II", ("Hp7"), le hacen honor a esa línea del guión, se percibe que lo viven y lo sienten así, y nos hacen sentir algo de envidia a los espectadores que también quisiéramos vivir para algún día decir "¡Siempre quise usar ese hechizo!", y ver que ha llegado el momento, y disfrutarlo como ellos lo deben haber disfrutado.

 McConnagall, una animaga, es decir, una maga capaz de transformarse en animal, se agiganta como personaje en esta última entrega de la historia de Potter, tomando el mando ante la ausencia de las figuras masculinas de Dumbledore y Snape, y hace proteger al castillo de Hoggwarts, último bastión de la magia blanca, echando mano a este hechizo que siempre ha querido usar, y que se hace necesario ante la inminencia de la batalla final entre las mermadas y maltrechas huestes del Bien y las horripilantes y abrumadoramente numerosas huestes del Mal que rodean la casa de estudios y secretos. Wikipedia le dedica una página a este intenso personaje femenino brillantemente resuelto por Maggie Smith, y dice:


"Al saber de la amenaza contra Hogwarts, Minerva organiza las fuerzas defensoras y por medio del encantamiento Patronus informa a los demás jefes de las casas que la pelea es inminente. Acto segido se enfrenta a Severus Snape en un duelo en el que demuestra tener una habilidad excepcional para el combate, esto se reafirmaría en la Batalla de Hogwarts, ocasionando que Snape huya y abandone su puesto como director. Al saber que el profesor Slughorn duda de que sea prudente evitar que Lord Voldemort entre en Hogwarts le dice que si intenta sabotear la resistencia lo retará a muerte..."Es hora que la casa de Slytherin decida a quien va a ser leal"... Posteriormente se encarga de levantar los encantamientos protectores sobre el castillo. Minerva demanda que los estudiantes de menor edad sean evacuados del colegio por medio de la Sala de los Menesteres y organiza a la Orden del Fénix, al Ejército de Dumbledore y a los estudiantes de mayor edad para la defensa de Hogwarts. Se menciona en el libro que ella hechiza a muebles y armaduras de Hogwarts y los lanza contra los mortífagos. En el segundo acto de la batalla, cuando Voldemort y los mortífagos atacan de nuevo al colegio creyendo que Harry está muerto, Minerva McGonagall combate contra él con asistencia de Kingsley y Horace Slughorn. Los tres son derrotados por un enfurecido Voldemort al percatarse de la muerte de Bellatrix Lestrange a manos de Molly Weasley, más ella no sufre daño algúno tras este combate. Tras la derrota de Voldemort, ella recupera el cargo de Directora."

               http://es.wikipedia.org/wiki/Minerva_McGonagall


 Sin dudas, todos los grandes actores que llevan a William Shakespeare en la sangre que corre por sus venas han vivido para decir esta línea, siempre han querido usar sus hechizos y encantamientos para darles vida a personajes tan bien delineados en una historia compleja y llena de simbolismos cristianos y paganos fusionados como en la cultura de la cual emergen, gigantes ante la audiencia mundial, y en una trama y temática que representa lo más puro de la tradición y herencia literaria y escénica anglosajona, que parece haber sido escrita para ellos. 

 Otro que da cátedra de actuación y declamación es Alan Rickman, en la piel de Severus Snape, ante el hall lleno de alumnos enmudecidos por la eminencia del gran final de proporciones épicas, con un discurso en el que no escatima ningún recurso verbal, actoral o escénico del baluarte visceralmente teatral que Rickman en verdad es. Y lo mismo puede decirse de los maravillosos Ralph Fiennes, Lord Voldemort en persona, Helena Bonham Carter, personificando a Bellatrix Lestrange, y Julie Walters como Mrs Weasley, otra gran figura maternal en la historia, como la autora misma, J.K. Rowling, que brilla, respira  y palpita a través del libro en cada escena: ¡qué lujo de dotados! También tiene su rutilante momento para comerse la pantalla un anciano y dignísimo, brillante como siempre, John Hurt, y pasan como en un flash Emma Thompson y Gary Oldman. Si yo pudiera elegir un elenco para darle vida a alguna de mis obras de teatro favoritas de la galería Shakesperiana, ninguno de ellos quedaría afuera.


Severus Snape es Alan Rickman.
                             
 En "Hp7", el bien y el mal ya no son dos entidades separadas: son partes fusionadas de un todo que habita al héroe, Potter, y que de este modo cobra las dimensiones de los grandes héroes de la tragedia Shakesperiana, ya que Harry, como Otello, Rey Lear o Hamlet, también está manchado por la culpa del mal sin culpa: una falla en su personalidad que le ha sido transmitida por "el Mal", encarnado por Lord Voldemort, "You-Know-Who", el innombrable, aunque es McConnagall quien lo nombra e incita a los jóvenes a llamarlo por su nombre, porque es así como se vence al mal; y el mal "manchando" al bien del ser en Harry, sin culpa, es como se entiende que funciona el pecado original Bíblico en los seres humanos. Y Potter, cual mesías, redimirá su lado oscuro enfrentándose y venciendo a la muerte, a diferencia del héroe trágico de Shakespeare, que se entrega a la muerte tomada por mano propia y redime su flaqueza en ella ya vencido por su debilidad, incitando toda nuestra compasión y nuestro más profundo sentido del asombro ante el misterio del hombre trágico. Potter elige el bien, y dice no a la omnipotencia que todo lo arruinaría una vez más en esta gran batalla final de proporciones místicas aunque profundamente humana. Se amiga con sus muertos, y por fin comprende que ellos permanecerán con él y en él por siempre dentro de su corazón, que se hace adulto. Verbaliza por fin su miedo a la muerte al preguntarle a sus seres queridos ya idos si duele. Y elige seguir viviendo y renunciar a la invencibilidad que le otorgaría la varita mágica de sauco que finalmente gana para partirla en pedazos y deshacerse de ella. Pasan diecinueve años, y Harry se encuentra nuevamente con sus entrañables amigos, ahora también adultos padres, en el lugar donde todo comenzó, en la estación de tren  9 3/4,  donde los niños brujos abordan el tren a Hogwarts, y se cierra la historia en la circularidad misma de la vida: ¡maravillosa alegoría ya antes advertida!


                                                                 "I open at the close..."
                                                        ("Me abro en el cierre...")

  
 Al salir del cine, recordé que mi mamá solía amedrentarme de chica, cuando se le volaban los patos con justa razón, ahora lo entiendo, con la falsa amenaza de que nos iba a "meter a mi hermana y a mí de pupilas" en algún colegio lejano. La idea no me habría asustado tanto si Hogwarts hubiese sido el destino en mi imaginario infantil...   
                
  A  boca de jarro                             

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