miércoles, 10 de febrero de 2021

La hora y el día

 



Es la hora y el día de huir: 

choco una vez más contra el tácito acuerdo,

 hijo del silencio y

una fría distancia

de ese terminal no-nunca-decidir,

y tengo que elegir preservarme a mí.

 Rebalsan mis aguas, 

se quiebra mi vara, 

mi amor, pisoteado,

me escupe en la cara, 

y bajo mentiras que tiñen de blancas

me exijo y me exigen poner la otra mejilla

y así me avasallan.



¡Qué vergüenza, qué asco!

Tabú desnudado,

violado pudor 

sin un corazón, 

sin el dulce eco de la empatía. 

Este es el oprobio de

la negra sombra

que yace en la cama, 

que se desmorona en esta agonía,

¡La cama, la cama!

 Génesis develada indebidamente a puertas abiertas

y penoso origen del ruidoso fin

tras persianas bajas en casa tomada.


"¡Qué tragedia griega!" - pienso, y me lo callo, -

"O, más bien diría, y mal que les pese,

 ya que la de Shakespeare también es mi lengua, 

debería nombrarla , con todo derecho, Shakesperiana:

Otelo y Yago, Emilia y Desdémona.

¿Quién toma la daga,

quién sale primero de lúgubre escena,

quién desencadena con acción letal el final cantado,

quién es el que expía hoy y aquí sus culpas,

quiénes se redimen y quiénes se condenan?

¿Dónde nos paramos héroes y villanos 

sobre este escenario sin grises matices

montado en la cama hecha pedestal?"


¡Qué horror y qué espanto!

Boca seca, arritmia, angustia,

temblor, temblor en el alma, 

temblor en las manos,

sed voraz de luz, de vida, por años, por siglos, enclaustrada,

cual loba feroz

defiendo a mi cría.

 Me invade la ira, 

la angustia que angosta tanto mi garganta,

toda mi impotencia y mi rebeldía ante las injusticia.

Y pierdo los pies y pierdo las piernas y pierdo las fuerzas:

"fight or flight", qué espanto, dilema moral,

trágica urgencia la de este final.


- "¿Vos me entendés?"

- "¿Vos me escuchás?"

Es claro que hablamos dos lenguas distintas...

Entiendo con pena:

 la razón paterna

vuelve a desoír a mi corazón de hija porque enloqueció, 

pero... me lo callo,

aunque gritaría descalza en contra del viento.

Escucho los truenos de este desamparo, que me huele eterno y me sabe amargo,

la voz ominosa de un rey sin corona,

 despojado ya de toda emoción,

ardiendo en su reino heredado 

de falta de abrazos, de falta de ojos.


 Te miro a los ojos

y veo en ellos a un frío reloj, un reloj vacío como el de la estación,

fútil, mecánica obsesión terrenal la tuya

de pesar al tiempo

medirlo, contarlo, de hasta mezquinarlo,

 pero sin vivirlo, pero sin parirlo,

pero sin gozarlo, pero sin morirlo;

obsesión que deshonra Vida y que deshonra Muerte, 

nosotras, tus hijas, celadas y celosas hembras

somos prisioneras, cómplices del acto final.

Telón, telón, fúnebre telón

y el pañuelo oculto que me hace dudar

al catártico instante de este gran final.


Le robo un segundo al mudo reloj,

tan sólo memento en mi sana mística de este ir fluyendo con este momento,

un reloj usado como un instrumento 

para perpetuar reinos: el del dominio,

el de la posesión, el de lo material, reino del control 

del hondo misterio que nunca está en nuestras manos poder controlar...

Conecto con este sentirme

abusada de siempre, violentada en mi eje,

 que, ya sé, no es centro, eso ya lo entiendo,

aunque es lo que soy para mí, entendelo vos, lo que en vano ofrezco,

soy pura emoción, un último intento de dar salvación, 

de dejar descansar de tanto latir a ese corazón

y así escapar las dos de la cárcel del tiempo que dicta el reloj. 


Registro, conecto, 

busco a esos ojos que ya nunca encuentro,

que se caen al suelo desde la penumbra;

la luz que me inunda, 

que quema, que arrasa.

Me voy a parar justo frente a ese reloj,

me freno un momento en tanta emoción, y pienso

y llamo en busca del conocimiento,

que desaprendí en falta, 

busco la palabra docta para que defina, pero otra vez tiemblo...

Un diálogo interno, un aside tan mío,

-Yo no estoy para eso, no puedo, no debo, yo soy enfermera de almas, 

ni más, ni menos, pero aquí eso no basta.


Encendida entonces y frente al reloj,

oscuro castillo de la crispación, del reino del "NO",

de todo lo tanto que yo nunca entiendo,

elijo otra vez observar el respeto que, temo, yo ya te perdí, 

-¿O será el miedo, viejo compañero? Quizás... No lo sé... ¿Qué sé yo al final...? 

Si es miedo otra vez, esta vez lo enfrento. Yo puedo. ¡Me puedo!"

Poder aceptar el parental mandato de siempre regresar,

me digo en silencio, aunque lloro y tiemblo: 

-"Está bien. Me basta a mí con solo volver, 

tal vez una última vez, ¡Qué dolor! ¡Qué horror!

¡Una epifanía tan clara, tan honda, justo, justo ahora! 

¿Es ésta la hora y es hoy el día 

en que llego así a descubrir yo para qué nací?"


¡Sí! Es ésta la hora y es hoy el día 

en que yo elijo escucharme a mí, 

a mi bella voz, 

toda empoderada de su alegre son,

y vuelvo al adentro del reino de sombras

firme y temblorosa para mi misión 

de intentar salvarte y salvarme a mí:

otra vez de tantas, la última vez.

El irme a esa hora 

de ese día, antes de tu muerte, la que velé en vida, 

salvó mi hoy, mi hora, mi día, 

mi yo, todo lo que tengo y todo lo que soy,

mi vida y tu Vida.


Y hoy, que es todo lo que entiendo y siento que todos tenemos,

desde el doloroso duelo de soltar amarras,

  las anclas seguras y férreas que son familiares,

de obediencia debida tan mal aprendida, o mal enseñada,

encuentro en la Luz a mi mejor voz, la encuentro en el agua, en el fuego 

y también la encuentro en tu propio viento,

 una voz que sopla con el amor puro de la aceptación,

sin gritos ni insultos, sin ningún reclamo.

Y me digo entonces: - Yo con mi unción de urgencia 

del día y la hora, los de de tu partida, 

sin ser sacerdote y sin ser profeta, mucho menos reina,

tan solo una sierva colmada de Luz amorosa,

sintiéndome aún una vil cobarde, traidora, una presa en fuga, un Pedro,


yo, por fin, me digo, ahora a viva voz, 

a boca de jarro

- perdón, pero es como sale -,

que fui yo al final quien te dio la Vida,

y que renací; que yo, a la misma hora de ese mismo día, me parí a mí misma,

te hice yo mi hija y me hice madre de mi propio ser,

de luces y sombras.

Y a vos que nunca pudiste 

 huir así en la vida 

para salvarte vos 

y salvarme a mí,

yo hoy a vos te cubro con el  manto lila de la compasión y de la gratitud. 

¡Salvación, perdón, liberación, redención!



La hora y el día de tu santa unción,

la que yo te di a la hora y el día de tu santa muerte, 

fue la hora y el día en que yo nací 

a la vida que hoy 

elijo para mí.



A boca de jarro

domingo, 7 de febrero de 2021

Del color de febrero



Tanto afán por perdurar,
 por cumplir un año más,
tanto brindar y celebrar
por otra meta a alcanzar,
por otro sueño a realizar...

Solo la cordura pido
de acordarme siempre de esto
— mi plegaria en el silencio  :
 la vida me arde como el fuego
y es del color de febrero.

Que no me olvide nunca de eso:
que la vida no es llegada ni partida
sino andar de travesía,
como agua cristalina
entre piedras del desierto.

(Fuego y agua: aquí van mis tres deseos...)

Que me asista la humildad
de estar siempre bien parada
para recibir la oleada.
Que la fuerza de mi viaje
sea un prisma singular.

 Que en el libro que yo escriba
nunca editen mi destino,
que nada haya de ejemplar
en mi propio capítulo,
ni se espere un gran final.



A boca de jarro

domingo, 31 de enero de 2021

Dorothy Parker: Magnífico gesto


“Da igual por dónde lleve mi camino
da igual por dónde me dirija
en fin: da igual cómo y por qué..."
                                                        Dorothy Parker


Comentario

La vida es un glorioso ciclo de canciones,
Una composición en verdad extemporánea,
Y el amor eso que nunca nos da preocupaciones,
Mientras que yo en verdad soy María de Rumania.



La rosa perfecta

Solo una rosa me envió desde que nos conocimos.
Supo elegir con mucha ternura el mensajero:
Corazón profundo, puro, con unas gotas de fragancia aún húmedas—
La rosa perfecta.

Así conocí el lenguaje de esa florcita que me decía:
Mis pétalos frágiles atesoran un corazón.
Este amor supo así encontrar su amuleto en
La rosa perfecta.

Me pregunto por qué nadie nunca me envió en cambio
La limusina perfecta. ¿Podrían decírmelo?
Ya sé… está mi suerte echada, y siempre he de recibir solo
La rosa perfecta.



Coincidencia desafortunada

Desde el momento en que jures que sos suya,
Temblando de emoción, suspirando,
Y él jure que su pasión es infinita,
que está siempre encendida.
Mi querida, anótate esta:
Uno de los dos está mintiendo.



Inventario

Cuatro son las cosas que conozco y me hacen más sabia:
Pereza, pena, un amigo y un enemigo.

Cuatro son las cosas sin las cuales todo hubiera estado mejor:
amor, curiosidad, pecas, dudas.

Tres son las cosas que nunca lograré:
Envidia, profundidad y suficiente champagne.

Tres son las cosas que tendré hasta la muerte:
Risa y esperanza y un ojo en compota.





“...no puedo escribir cinco palabras sin cambiar siete”


“Mis versos no sirven para nada. Enfrentémoslo, cariño, mis versos son terriblemente epocales como cualquier cosa que una vez haya estado de moda, son espantosos ahora. Abandoné sabiendo que no mejoraban, pero nadie pareció advertir mi magnífico gesto."

                                     Dorothy Parker








A boca de jarro

sábado, 30 de enero de 2021

Dueña de un corazón solitario

   

Yes





   Tal como debe ser en toda vida bien vivida y bien habida, mi hija adolescente me regala canciones a mí ahora: hasta hace no mucho era al revés... Y en estos días me regaló este hitazo de los 80 que adoré, adoro y adoraré por siempre: sobran los motivos, y hoy no vale la pena ahondar en ellos. Traduzco y habla la poesía hecha canción en mi perenne corazón adolescente, el de mi primer amor, el del año de Bariloche y el quiebre con la muerte de mis tres abuelos. Hoy, que llueve en mi Buenas Aires querido, digo, a boca de jarroYes! 

  Y escucho la música de mi corazón, la de mi fruto, la del Amor. 



Solitario corazón

YesAnderson, Rabin and Wakeman


Muévete

Siempre viviste igual

Sin pensar en el futuro

 

Pruébate

Sé movida en tu hacer

Echa tu suerte, todo o nada

 

Mírate

Eres tu propio andar

Tú y solo tú, el único modo

 

Shake!: Sacúdete

Encarna el paso que das

Y así has de continuar

 

Solitario corazón

Solitario corazón

(Mucho mejor que ser…)

Un quebrado corazón

Solitario corazón...

 

Tú no querrás arriesgarte

Has sido quebrado antes

Precaución

Águila de alto volar

Vuelas en danza singular


Tú, piérdete

Y no por lástima

No hay razón real para estar solo


Sé tu ser

Usa tu libertad

El triunfo debes desear

 

Solitario corazón

Solitario corazón

(Mucho mejor que ser...)

Un quebrado corazón

Solitario corazón...



Yes perform "Owner of a Lonely Heart" at the 2017 Rock & Roll Hall of Fame Induction Ceremony



A boca de jarro 


jueves, 28 de enero de 2021

"El libro de mi vida": Repasando a Sting


                                                   
  Sting es alguien que siempre admiré. Mi asturiano abuelo José no entendería jamás mi enorme gusto por este gran artista, debido a su nacionalidad, y me preguntaría una vez más:

 "Fernandita: ¿por qué te gustan tanto los ingleses a ti?"

  Soy profesora de inglés, y no soy anglófila. Elijo a quien admiro de acuerdo a mis gustos y valores, y la lista de los que considero “mis ídolos”, como solemos llamarlos aquí, incluye a ciertos pensadores, escritores, cantantes, músicos, personajes de la historia, actores y artistas. Sting es un gran músico, un cantante con una imponente y mansa presencia escénica que tuve la dicha de disfrutar en vivo, en River, en sexta fila en césped, y es, por sobre todo, un genial letrista y fino escritor de canciones: un poderoso escritor…

  Mi admiración por Sting arranca en los años 80 con The Police, tiempo de pasiones adolescentes, cuando escuchaba sus hits "Roxanne", donde revela su amor por una prostituta a quien quiere fuera de las calles y sólo para él; "Message in a Bottle", una canción que expresa el aislamiento que caracteriza a los ciudadanos de la aldea global que estaba por llegar; y "Every Breath You Take", que, a esa edad, me parecía la canción de amor perfecta, aunque ahora, un tipo que me dijera que quiere estar observando cada bocanada de aire que respiro o cada paso que doy me parecería un maniático posesivo…

  Pero es el Sting solista, maduro y añejado como los buenos vinos, ese es el que más me puede. Sólo un hombre que logró evolucionar y crecer, despegarse de su banda New Romantic, y comenzar a indagar y a producir genialidades que ya no posicionaron en los Top Ten, pudo haber creado algo tan personal e inspirador como "The Soul Cages" (“Las cárceles del alma”) en 1990. Ese álbum me lo regaló el primer grupo de alumnos que adoré en su edición de lujo para mi cumpleaños número 22. Es un trabajo que refleja todo el trabajo personal de Sting para elaborar el duelo por la muerte de su padre, toda la poesía que brotó de las lágrimas por la pérdida, y el  producto de asumir su historia y sus vínculos primarios, con su Newcastle natal y con la historia inglesa que le enseñaron de niño, un niño que le costó dejar de ser:

   "All this time the river flowed endlessly to the sea"
   ("Todo este tiempo el río fluyó incesantemente hacia el mar")

  En este disco, Sting expresa su disconformidad con el funeral de su padre, que seguramente le resultó hueco, y lo que se le había impuesto como religión:

   "If I had my way, I'd bury the old man at sea"
("Si pudiera hacerlo a mi manera, lo enterraría a mi viejo en el mar")  

  Para él, la religión no pasa simplemente por ir a un lugar sagrado para uno, rezar y cumplir con rituales (aunque no está nada mal hacerlo, en mi opinión, si eso te hace estar cerca de lo Divino), sino por estar en comunión con sus seres amados y con un ser en el hacer que lo hace ser quien es en esencia. Tras esta introspección, vuelve al baúl de su pasado de profesor de literatura inglesa, y recrea a Geoffrey Chaucer en sus "Ten Summoner's Tales", (1995), una galería de canciones de vigencia atemporal y validez universal que emula a "The Canterbury Tales" y a la tradición de los trovadores medievales ingleses. Es ahí donde encuentro una de los temas que más me han conmovido y subyugado en mi vida: "Fields of Gold", donde claramente nos advierte:

   "You'll remember me when the west wind blows ..."
   ("Me recordarás cuando sople el viento del oeste...")

  Después de “pasar el invierno” y dejar que su alma lo guiara como piloto ("Let Your Soul Be Your Pilot"), canción que habla de un posicionamiento sabiamente místico frente a la enfermedad terminal que le toca transitar a alguien cercano, nos brinda "Mercury Falling" (1996), para ya luego florecer al calor de "Brand New Day" (1999), un trabajo en el que se apoltrona en su gusto por fusionar estilos que se ha tomado tiempo para degustar y estudiar,  y deja su huella en un aporte multiétnico que lo caracteriza como músico y artista hasta el día de hoy, con su bella "Desert Rose", dándole cabida a grandes e ignotos artistas para la gran mayoría de sus fans,  en este caso a Cheb Mami, y, como ya lo había hecho en su banda, con la inclusión de su brillante guitarrista argentino nacido en Buenos Aires, Dominic Miller: un rasgo típico de los grandes de verdad.

  Y por fin llego a donde quería arribar desde un principio, a "Sacred Love" ("Amor Sagrado") (2003) , un disco dedicado a dos amigos y colegas que han partido, y donde yo encuentro el texto que Sting ha estado escribiendo "All This Time","todo este tiempo"      



 "The book of My Life": "El libro de mi vida"

  Esta bella y extensa canción es la síntesis del libro de la vida que todos escribimos día a día, el libro que todos los que decidimos “honrar la vida” escribimos, eligiendo hacer o dejar de hacer, estar o no estar, ser quienes verdaderamente somos o subsistir desde lo que se nos presenta como opción predigerida y cómoda. Es el libro que se nos impone escribir, junto con los mandatos de “plantar un árbol y tener un hijo”, y, como me enseñó mi alumna Lucía Arambasic, a los que ahora se la suma el de “donar un órgano”, cosa que haría gustosa llegado el caso. Es el libro que incluye “los gozos y las sombras”, los hallazgos y los errores, los amores y desencuentros de toda vida bien vivida.

Esta canción lo termina de consagrar a Sting como poeta y escritor en todo su esplendor para mí. Intentaré hacerle honor a este magistral texto con mi traducción al español, aunque inevitablemente se pierde lo más jugoso de este fruto al transferirla. Les pido que no se priven de ver este hermoso video hecho por otra fan, escucharlo y seguir la letra en inglés, donde fluye toda su verdadera y profunda riqueza también en imágenes.


                                                                                      

        Déjame observar junto al  fuego y recordar mis días 

Y  lo que vea puede ser un truco de la luz 

Pero las páginas fulgurantes que turban mi vista 

Son las del un libro que tengo miedo de escribir 



Es el libro de mis días, es el libro de mi vida 

Y está cortado como una fruta por la hoja de un cuchillo 

Y todo lo que hay para ver  a medida que los capítulos se despliegan

Revelan que hay algo de tristeza en toda vida 


Si se lee como un rompecabezas, un errante laberinto 
Entonces no lo entenderé hasta el fin de mis días 
Todavía estoy obligado a recordar 
Recordar la letra de mi vida 

Hay promesas incumplidas y promesas cumplidas 
Palabras duras que fueron dichas cuando debería haber llorado 
Hay un capítulo de los secretos y las palabras que habrá que confesar 
Si pierdo todo lo que poseo 
Hay un capítulo sobre la pérdida y un fantasma que se niega a morir 
Hay un capítulo sobre el amor donde la tinta nunca se termina de secar 
Hay sentencias cumplidas en una prisión que construí a fuerza de mentiras

Aunque las páginas están numeradas
No puedo ver hacia dónde conducen 
Ya que  el final es un misterio que nadie puede leer 
En el libro de mi vida 

Hay un capítulo sobre  los padres, un capítulo sobre los hijos 
Hay páginas acerca de  las disputas que nadie ha ganado 
Y las batallas que perdiste  y el amargo sabor de la derrota
Hay una página en la que nos desencontramos

Hay cuentos de la buena suerte que no pudo haber sido al azar

Hay un capítulo dedicado a Dios que no entiendo 

Hay una promesa del Cielo y el Infierno pero estoy condeno si los veo



Aunque las páginas están numeradas

No puedo ver hacia dónde conducen 

Ya que  el final es un misterio que nadie puede leer 

En el libro de mi vida 



Ahora regresa la luz del día 

Y si hay una oración certera 

Todas estas páginas se están quemando 

Y todo lo que queda sos vos


Aunque las páginas están numeradas
No puedo ver hacia dónde conducen 
Ya que  el final es un misterio que nadie puede leer 
En el libro de mi vida 


A boca de jarro

domingo, 24 de enero de 2021

Elegía a mi utopía


“El encuentro de sir Tomás Moro con su hija tras su sentencia de muerte”, 

William Frederick Yeames (1872)

 

Esta elegía es para mi Javier, 
idealista empedernido, 

historiador inspirado, 

maestro hacedor de la historia mía 
y artífice de mis mejores utopías.
 


 
Ir por la cabeza del Moro,

de madrugada, en puntillas,

furtiva y secretamente,

escoltada por su gente,

que con pasión la defiende,

con manos heridas de hija

con hambre y sed de justicia

- la poética y divina -

a rescatar del cadalso

a la cabeza del Santo

que por Padre dio su sangre. 


¡Qué bella Utopía sería!

No la leyenda: la mía...


Padre que había estampado

su digna firma de Santo

a favor de los derechos de la reina de Aragón

contra la lascivia de una Bolena usurera,

en férrea oposición

a la anulación ilícita

de un matrimonio real y sagrado

- el Moro y su diestra pluma, 

a quien en franca traición, una vil subyugación

no logran avasallar en su lealtad 

al bien supremo ni a su fe inquebrantable.


¡Qué locura corajuda,

Santa sanidad de padre!


Y quien fue decapitado

por oponerse - estoico,

cual hierro caliente en su eje,

de perenne apego al bien -,

a la figura de quien 

coronado oprobio fue

para una Inglaterra fiel 

a los Siete Sacramentos,

a la lujuria del rey

que reinaba, sucio, entre sábanas.


¡Un lascivo amoral

que por seis esposas fue!


Fue la cabeza del Moro

la que por un mes quedaría expuesta,

ya desmembrada del cuerpo

de sus vísceras vaciado, 

de sus bienes despojado, 

de su dignidad privado

luego de ardua agonía

junto a la Torre de Londres

donde reo y cautivo penó

y donde del copón de oro,

que era su mayor tesoro,

bebió y brindó por última vez. 


- "Le ruego, Señor Verdugo, ayúdeme Usted a subir,

que para bajar he de arreglármelas solo."


Y como en todo viaje 

profético, iniciático y poético,

del padre se va hacia al hijo:

y en este singular caso, a su hija,

una digna Juana de Arco, 

pero de nombre Margarita en pleno Renacimiento,    (1535, era de Cristo, no less...)

para limpiar el escarnio

y el linaje de su padre

habilitado arteramente

hasta por el mismo Cromwell

y la complicidad de Cranmer.


Muere Moro: filial sirviente del rey, 

mas, ante todo, mártir, hijo de Dios Padre.





Llegamos aquí al principio

que es como se ha de acabar...

De la cabeza del padre

rescatada por su hija

poco y nada hoy se sabe:

un puñado borroneado

de huellas sobre la tierra.

En este precioso cuento

los protagonistas son hombres y son rivales:

un epicúreo salvaje y un sufrido humanista,

como suele pasar siempre en nuestra Literatura...


No habrá ni gloria ni hoguera para la hija de Moro:

solo anónima leyenda y un tesoro invaluable.


Es la hija quien de verdad conoce, y calla,

del santo ungido su verdadero destino 

y del destino de toda una Britannia perdida,

y de la cabeza del Santo

que rodó ensangrentada 

y a la cual ella salvó

ya por cuervos lacerada.

Ella es la reina real de esta historia,

la de su padre y la de su ancestría toda,

la que, a pura valentía y sobornando a un ruin guarda cárcel,

logra honrar su memoria...


Así se autoconsagró reina, sacerdotisa y profeta,

y a la cabeza del Moro en óleos santos ungió.


La hija quien finalmente

del copón pudo adueñarse

para beber de su gloria,

de esa casi ni el nombre figura

en los los libros de historia

escritos por quienes supuestamente triunfan...

Pero a mí, a mí se me hace, 

 -casi borgianamente, chaucerianamente,

trágicamente, diría, escribiendo aquí en mi Canterbury,

y a riesgo de no equivocarme -,

que esa hija he de ser yo.


Para mi Tomasa Moro,

con filial y verdadero amor.



Y es con mi pluma de ganso 
que hoy te doy 
yo a vos
tu aún negada 
cristiana y digna
sepultura.


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