"A menudo, escribir bien significa prescindir del miedo y la afectación.
De hecho, la propia afectación (empezando por calificar de "buenas"
determinadas formas de escribir, otras de "malas") tiene mucho que ver
con el miedo."
Stephen King, Mientras escribo.
Rememoré a raíz de la película "Tan fuerte, tan cerca", ("Extremely loud and incredibly close"), un episodio de mi niñez del que sólo recuerdo el marco, mientras que el relleno lo han provisto mis padres, quienes me lo han relatado muchas veces en el curso de mi vida. Me veo pequeñita sentada en la camilla del consultorio de un médico de cabello entrecano que se me hacía mucho mayor que mi padre, que también es médico, y que me llevó a otro, derrotado en su conocimiento o entendimiento del mal que me aquejaba. Tengo una vaga impresión de haber reparado en ciertos detalles: la bata blanca y larga, una lúgubre sala con un ventanal entreabierto, cierto olor repelente, una estufa encendida, mi madre y mi padre hablando por mí. Eso es todo lo que queda del hecho en mi memoria, lo cual no es poco si tomamos en cuenta que tendría apenas tres años.
Me cuentan que me había largado a hablar hacía un tiempo, que era locuaz y fluida, y que se admiraban de mi capacidad de expresión: claro, lo cuentan mis padres... Y de golpe, un buen día, amanecí muda. Me interorrogaban y no respondía. Permanecía silente. Y así pasaron algunos días, hasta que mi padre contactó al mejor pediatra de su conocimiento y me llevaron a la consulta, en la cual también me rehusé a contestar verbalmente. Sólo miradas y algún tímido gesto.
El pediatra los tranquilizó, les dijo que no es poco frecuente que ante una situación traumática, que puede ir desde una verdadera tragedia, que no había sufrido como aparentemente sí lo ha hecho el personaje enmudecido que interpreta Max von Sydow en el film, hasta una simple burla por algo que pudiese haber dicho, muchos niños e incluso adultos dejan de hablar. No es algo que sucede a voluntad, sino una respuesta psicológica a algún acontecimiento que nos lastima de un modo u otro cuando la herida sobrepasa el umbral de lo que se considera traumático por cada quien.
Nadie sabe a ciencia cierta, mucho menos yo, qué hizo que enmudeciera. Lo cierto es que a los pocos días comencé a hablar normalmente y nunca más paré, para terminar escribiendo a boca de jarro. Alguna vez, entre tanta psicología que leí de adulta tratando de entender mis emociones, descubrí que episodios de esa naturaleza resultan sentar precedente para otros por los que también he transitado, siempre tratando de comprenderlos y comprenderme, siempre procurando vencer al gigante negro del alma que los origina: el miedo. Leyendo llegué a la sabiduría de Krishnamurti, que dice que: "... sólo es posible no tener miedo si hay conocimiento de uno mismo. El conocimiento de uno mismo es el comienzo de la sabiduría, y ésta es el fin del miedo." Pero por más que lea, de eso estoy muy lejos, precisamente porque es el proceso mismo de pensar, conceptualizar, racionalizar, explicar, indagar, nombrar y verbalizar el miedo lo que más lo alimenta.
Últimamente me sucede que siento cierto miedo también al escribir, o a quedarme sin ideas para hacerlo como alguna vez me quedé muda. Temo que se convierta en algo forzado, temo encontrarme empantanada en terreno seco e infértil y ya no encontrar nada interesante para contar. Nadie más que yo lamentaría tanto la pérdida de esa capacidad que es un desahogo, un acto de creación que me recrea y me alivia, que me conecta con un gozo que me abstrae de realidades de las que necesito desconectarme a menudo para lograr soportarlas.
Los consejos que brinda Stephen King en sus memorias autobiográficas del arte de escribir, que venían recomendados de un taller de escritura, no me han resultado de mayor utilidad, ya que lo mío no es ficción y jamás será escribir en el sentido que lo es para King y para otros afortunados dotados. Pero su mención del miedo y la afectación, así como el juicio de lo "bueno" y lo "malo", han hecho vibrar una cuerda de empatía que sospecho compartida por todo aquel que intenta comunicarse a través del peso de la palabra escrita. Porque según lo entiende King y lo entiendo yo misma, las palabras tienen peso propio. El miedo es la raíz de la mala escritura, y escribir bien se logra si se deja ir al miedo. El tema es no quedar aplastada por el peso de las palabras.
Sin embargo, para este escritor parece simple: "Las palabras crean frases, las frases párrafos, y a veces los párrafos se aceleran y cobran respiración propia.". Lo importante parece ser seducir a través de la acertada elección de las palabras, de la magia que genera la ilación en el propio oído de quien escribe ante todo, la honestidad y la veracidad de lo que se cuenta ("nadie puede escribir sobre lo que desconoce"), y la capacidad de encontrarse con el germen de una historia y narrarla transmitiendo sentido y ligando con quien lee.
Sin embargo, para este escritor parece simple: "Las palabras crean frases, las frases párrafos, y a veces los párrafos se aceleran y cobran respiración propia.". Lo importante parece ser seducir a través de la acertada elección de las palabras, de la magia que genera la ilación en el propio oído de quien escribe ante todo, la honestidad y la veracidad de lo que se cuenta ("nadie puede escribir sobre lo que desconoce"), y la capacidad de encontrarse con el germen de una historia y narrarla transmitiendo sentido y ligando con quien lee.
Así pautado, parece tan sencillo como columpiarse, y sin embargo cuando brota el miedo, puede resultar un tanto más complicado. Conectarse con el disparador que genera el acto de escribir implica estar en sintonía y abierto, escoger las palabras sin afectación, construir las frases y los párrafos que liguen, libre del temor de no llegar a fluir en el juego, es todo un desafío. Quien intente escribir deberá haber leído y leer copiosamente, de acuerdo a los axiomas del autor de Carrie, El Resplandor y Misery, entre otras tantas historias populares y exitosas que han dejado huella en sus lectores, y deberá escribir mucho, aunque esto no asegura que algún día llegará a ser bueno en el arte. Tal vez el miedo a nunca llegar a ser bueno sea lo que hay que dejar ir para encontrarse con el placer de escribir más allá de todo juicio, inclusive y muy especialmente, el propio.
A boca de jarro
te entiendo tan prefecto Fer! Yo a veces temo dejar mi socrazon al desnudo a quienes lo leen y no lo merecen..... y cuantas veces tengo que usar tu tecnica de chiqui de quedarme muda!!! ahhhh viste que hay duias que te sentis que tanto das y das y a veces a cambio de cualqueira? jaja hoy me agarraste justito creo que mañana empiezo al semana mudaaaaa
ResponderBorrarEl temor de exponerse demasiado al escribir es otro miedo muy común de quienes lo hacemos, sobre todo si es en un medio como la red en lugar de hacerlo en un diario íntimo. También lo comparto en parte, aunque allí se maneja hasta dónde una está dispuesta a mostrar o revelar.
BorrarDe todos modos, se sospecha que hay quienes, como Victoria, que comenta aquí debajo, saben leer entre líneas y descubren lo que subyace en lo que una expone.
Y lo de hacer cura de silencio no viene mal de tanto en tanto.
Te mando un beso y gracias, Ana.
Peor que el miedo de quien escribe es el miedo de quien vive. Uno de los capítulos de mi libro "Tal vez mañana" se titula: Del miedo al amor, y habla de eso, de que el miedo paraliza y es "como una inmensa niebla que lo bloquea todo. Y con su presencia gris y atemorizante nos impide hacer tantas cosas que deseamos pero que nunca llevamos a la práctica por temor."
ResponderBorrarY el gran Krishnamurti, a quien citas, dice: "Donde hay miedo no hay libertad"
Gran tema.
Siempre imagino que hay personas como vos que tienen la capacidad y las herramientas para ir más allá de lo que se devela en lo que se expone y dar con el problema de base. No me cabe dudas de que el tema pasa esencialmente por el miedo a la vida.
BorrarMuchas veces leí ésto de que el miedo es lo opuesto al amor, pero, quizás porque hay más miedo que amor dentro mío, no llego a comprenderlo del todo. Yo amo a los que amo profundamente, pero también temo por mis amores. Será quizás que el verdadero amor es en definitiva una confianza que brota pura del corazón y sabe que nada malo sucede porque somos amor y vamos hacia la esencia y la luz del amor que todo lo protege, que es puro bien, puro fluir en libertad.
De todos modos, como tantos mortales, me muevo con la niebla a cuestas, e intento sobre todo crecer y hacerme fuerte en la lucha cotidiana entre la aceptación y la superación de mis humanas limitaciones.
Gracias y un beso, Victoria.
Yo creo que Krishnamurti se refiere al conocimiento de uno mismo pero sin juicio. Sin la necesidad de juzgarse. Sin permitir que el ego a través del pensamiento trastorne nuestras emociones. El conocimiento que es pura contemplación de las cosas prescinde del miedo ya que no se basa en los juicios de la mente.
ResponderBorrarTe da miedo escribir porque estás enjuiciando tu manera de escribir y buscas una meta, aunque sea inconsciente. Si logras prescindir de esa meta y gozar del hecho de escribir creo que perderías el miedo. Ojalá pudiera yo hacerlo conmigo mismo.
Ojalá alcancemos esa meta de los iluminados... ¿Será realmente posible?
BorrarGracias y un saludo.
Entiendo el miedo.Lo entiendo como un freno ante lo desconocido,sobre algo que no lo tenemos nuestro,que aún es un ente que transgredir,una meta que alcanzar.
ResponderBorrarY no es fácil porque en la vida son tantos sucesos desconocidos por conquistar,que el miedo se va abriendo paso y si no nos sabemos ciertos,si no entendemos nuestros límites,nuestras causas,nuestro yo en definitiva,el reto es mayor,como un abismo tal vez.
Enmudecer de repente,quizá fuese el paso vital para que tus palabras abrieran filas y se lanzaran a la conquista del mundo tuyo y del resto.
Y como todo en la vida, hay cosas que perduran y el miedo,en instantes determinados,es una de ellas.
Un buen remedio es ese:
Enmudecer,reflexionar y salir al aire...
Muy interesante tu escrito.
Besos.
Gracias, Marinel, y bienvenida.
BorrarTu visión ilumina y conforta: esta idea de usar el temor para abrirse y llenarse de aire para seguir haciendo que los escritos cobren su repiración propia tanto como yo. Me apetece tu medicina y te la agradezco.
Un beso.
Fer, mis comentarios brotan de una reflexión espontánea, no van dirigidos a nadie en particular. Pero, al estar teñidos de vivencias personales suelen tocar las vivencias personales de otros.
ResponderBorrarEl miedo y el amor conviven a menudo dentro de nosotros. A veces uno ocupa más espacio que el otro y entonces nos sentimos menos seguros y más temerosos. El asunto es darse cuenta y darle un rincon de la propia casa al miedo para que nos deje hacer lo que tenemos que hacer sin entorpecer ni paralizar. Escribirlos, describirlos, por ejemplo, los aquieta y los achica.
Beso
Yo te agradezco muy especialmente que tiñas tus comentarios de tus vivencias personales, porque justamente al tocar las mías me nutren. Además de ventilar las emociones que nos hacen vibrar y sufrir escribiendo, el intercambio que se gesta entre personas que comparten sus experiencias y su visión del alma humana en este espacio me ayuda a crecer y darle a cada cosa el rincón de casa que necesito que ocupe.
BorrarUn beso grande y un gracias de corazón.
Fer! Nunca habia oido sobre la perdida del habla!
ResponderBorrarTomandolo con humor, quizas fue un envion para lo que vendria despues, hablar a boca de jarro ;)
La vida cambia, aparecen nuevas cosas, tiene etapas, epocas, y no creo que te quedes sin temas para escribir. Tenes un blog muy variado, pero si algun dia fuera asi, quizas tambien sea un descanso como cuando eras una niña como mi hija, para despues retomar de otra manera. Te mando un besote!
Ahhh, los primeros dias de mayo vamos a ir a Buenos Aires, ojala podamos conocernos!
Ojalá que sí. Contactame por mail, porque en Facebook me parece que ya no voy a estar más. Ahí sí que decidí enmudecer y dedicarme a otra cosa.
BorrarUn beso grande y gracias, Gi.
Necesito escribir. Publico cada tres días. Si llega el tercer día y no tengo una idea en la cabeza, las cosas empiezan a ir mal y me encuentro desorientado hasta que surge una chispa, una luz que me lleva a esa idea. Luego todo fluye. Escribir es un placer, las palabras se van ordenando solas y el artículo adquiere consistencia. Unos más que otros. Sin embargo, una vez creado y releído multitud de veces para detectar errores lingüísticos o fallos expresivos, empiezo a distanciarme de lo que he escrito y al tercer día, creo que lo odio y necesito desembarazarme de ello, creando otra propuesta. La insatisfacción con lo escrito es una constante, salvo cuando pasa el tiempo y se suceden los años y vuelvo a releer artículos del pasado que me suelen sorprender. Ese es el gozo de tener un blog que va camino del séptimo año, que hay prehistoria, que el tiempo ha dejado su pátina sobre la secuencia de escritos que me han ido vertebrando a modo de un diario en la red.
ResponderBorrarNo te preocupes, Fer, hoy no tenías idea sobre qué escribir y te ha salido un post especulativo acerca del acto mismo de la escritura. Esto es algo como un metablog, un blog que aborda sobre el hecho mismo de crear. Sé distinguir a alguien con capacidad de idear, de crear, de urdir tramas reflexivas y tú tienes esa virtud. Lo que escribes suele adquirir densidad, y en los comentarios eres sagaz y penetrante. Sé que tenemos Fer para rato, al margen de tus miedos, inseguridades, que son lógicos, ¿quién no los tiene? El miedo forma parte del proceso creativo. Ninguno somos grandes creadores, pero nos agrada esta tarea que nos hemos autoimpuesto, la de reflejar nuestro fluir vital en contacto con el mundo que sirve de estímulo.
Ah, y la película que citas Tan cerca, tan lejos, me aburrió profundamente. No logré creerme ni por un momento la historia de niño rastreando Nueva York en busca de un Black que pudiera cerrar el círculo. A una película solo le pido que sea capaz de engañarme, de hacerme verosímil lo inverosímil, y ésta me fue absolutamente soporífera. Lo mejor Max Von Sydow. Es un hombre que cuando aparece en escena, se come la pantalla. Pero el conjunto es sentimentaloide, inverosímil y levemente patriótico.
Besos. Me ha encantado el artículo.
Tengo tanto que agradecerte, Joselu. Primero, por la empatía, el apoyo y la valoración. Luego, por la riqueza de tus aportes en cada comentario. Y también por permitirme aprender de tí, de tu experiencia en este arte que nos conecta.
ResponderBorrarMe pasa parecido con lo de sentir esa necesidad de crear algo nuevo una vez que una entrada está publicada, editada, releída y aprobada por mi editor en casa, a quien debo tener algo cansado con mi inseguridad. Y cuando leo entradas de los principios, hace un poco más de un año, algunas me parecen muy frescas pero poco elaboradas, y en otras veo una cierta evolución hacia algo más profundo, tal vez más denso, sí, efectivamente.
Y en cuanto a la película, me pasó lo mismo: me irritó la verborragia y el constante ajetreo al son de la pandereta del niño, y me resultó absolutamente inverosímil en alguien que sufre un síndrome de Asperger, que raya con la condición autista. Simplemente, luego de padecerla lo que dura, recordé que yo también había tenido un episodio como el de von Sydow, y lamento que no abra la boca en toda la película porque es un grande de verdad. Su presencia es lo único que rescato de ella.
Un beso grande y gracias.
Hay muchas razones para escribir: la primera, es una punzada que nace de dentro.
ResponderBorrarBuena metáfora, Pedro. Para completar la idea que expusiste ayer en tu entrada sobre los costes personales de llevar un blog, te diré que la inseguridad a la hora de componer y publicar es otro de los aspectos de los que hay advertir a los blogueros que se inician.
BorrarGracias y un saludo.
Interesante tu reflexión Fer sobre el miedo que todos sentimos, es importante tratar de identificar y definir a que se tiene miedo, a veces es un estado de angustia y temor en general, cuando lo identificamos nos damos cuenta que era mas la inseguridad y el miedo a lo desconocido que el problema en si.
ResponderBorrarEn cuanto al miedo a la hoja en blanco, creo que también a todos nos pasa, a mi me consuela pensar que hasta los mas grandes lo han padecido.
Saludos desde Caracas.
Saludos, María, y gracias por tu visión del tema, por nombrar esas emociones enormes y poderosas como la angustia, que nos habita, y que al identificalas y nombrarlas se hacen más manejables.
Borrarhola Fer
ResponderBorrarmuy interesante tu entrada
mi pequeño aporte es que todos tenemos miedo, pero hay que vencerlo y no bloquearse
No hay que ser ansiosos ni exigirse para que todo pueda fluir más libremente.
Si no se puede escribir, se puede pintar, o cocinar algo rico, o hablar...
o bailar.
Lo que nos mata es la exigencia con nosotros mismos. Hay que vivir relajados
besos
Gracias, Gianna. Procuraré relajarme: ommmm!!!
BorrarBesos y me gustan tus flores de hoy.
Verás FER, a mi me dan miedo muchísimas cosas, pero escribir ¡¡jamás!!:-)
ResponderBorrarSupongo que porque cuando escribo, dejo mi cerebro al ralentí, soy una absoluta inconsciente, no aspiro a nada más que a expresarme, intentar contar las cosas que en un instante me vienen a la cabeza y como habitualmente me vienen mil millones de ideas, mi gran problema siempre es ordenar y cómo dejar de escribir:-)
Realmente no escribo en el sentido literario de la palabra, nada más lejos, sólo hablo con palabras escritas. Prácticamente me expreso igual y por eso si te fijas... necesito estirar las bocales porque necesito que la palabra suene como si la pronunciara, por ejemplo meeeencanta jajaja la expresividad que me da la voz y los gestos necesito plasmarlos la papel como sea. A veces creo que no me importan tanto las ideas como que a quien pueda leerme le llegue el entusiasmo que le pongo, si sucede eso a mi me vale. Me lo paso en grande escribiendo, es increíble la cantidad de veces que me parto de risa yo sólo como una loca, con las bobadas que es cribo, debe ser que soy muy simple, pero te aseguro que es cierto.
Sólo cuando me pongo a experimentar con el lenguaje poético - que a penas conozco y de ahí mi limitación e inseguridad- me lo pienso y lo sufro más al no ser mi modo habitual de expresión.
Ocurre que te leo a ti FER y tú al contrario que yo, eres un torrente de ideas profundas, complejísimas en ocasiones, en general muy densas, creo que por eso tu proceso de escritura es muchísimo más laborioso, quizá tu miedo no es tanto por escribir, como por ser capaz de expresar ordenada y armónicamente conceptos en general abstractos, oscuros, sentimientos íntimos para traslucir tus guerras interiores, tus dudas, hacer fluir eso es difícil.
Además difuminas siempre párrafos de textos que usas como apoyo, cuyo engarce supone otra dificultad a añadir. Es muy meritorio lo que haces, en ocasiones me pregunto si el esfuerzo que se ve al leerte, te compensa con el mero resultado de lo escrito. Espero que sí cielo, te digo sinceramente que se ve un trabajo increible en cada escrito tuyo. Una filigrana primorosa que debe hacen diana en el centro del cerebro... porque fuera y de pasada, no se captarían... quiero decir, tu blog es de los que requiere ensimismamiento, no se te puede leer de pasada, ni a la carrera, por eso en mil ocasiones no llego, no eres música ligera FER lo tuyo es pura música sinfónica, pero mueves tu batuta con agilidad y soltura, así que ojalá no sientas ese miedo que dices sentir, tienes rendido a tu público, más que tranquila:-)
Un beso grandísimo bonita, me ha encantada esta entrada, hasta mudita de chiquita te he visto:-)
María querida:¿qué puedo decir? Me has dejado muda una vez más, por la estupenda radiografía que haces de lo que intento plasmar al escribir: mis guerras internas.
BorrarNo te imaginas cuánto me gustaría hacer una tregua, soltarme y reirme un poco más, porque a pesar de tanta densidad y profundidad, tengo buen sentido del humor, y ese es un aspecto que raramente exploto cuando escribo.
Me compensa el contacto con gente maravillosa como tú, que aporta e ilumina mi oscuridad, que aligera y que incluso marca rumbos posibles y aperturas a nuevas experiencias.
Te agradezco de corazón todos tus conceptos y te mando un beso enoooorme!!!