“Escribo sin la esperanza de cambiar nada.
No cambiar nada...
Porque en el fondo no estamos tratando de cambiar las cosas.
Estamos queriendo florecer...”
Clarice Lispector
Una esperanza, Clarice Lispector
"En casa se ha posado una esperanza. No la clásica, la que tantas veces se revela ilusoria, por mucho que así nos sostenga siempre. Sino la otra, bien concreta y verde: el insecto.
Hubo un grito sofocado de uno de mis hijos:
—¡Una esperanza! ¡En la pared y justo encima de tu silla!
Emoción de él, además, que unía las dos esperanzas en una sola, ya tiene edad para eso. Ante mi asombro: la esperanza es algo secreto y suele posarse directamente en mí, sin que nadie lo sepa, y no en una pared encima de mi cabeza. Pequeño desorden: pero era indudable, allí estaba, y más flaca y verde no podía ser.
—Pero si casi no tiene cuerpo —me quejé.
—Sólo tiene alma —explicó mi hijo; y como los hijos son para nosotros una sorpresa, descubrí sorprendida que hablaba de las dos esperanzas.
Por entre los cuadros de la pared, ella caminaba despacio sobre los hilos tenues de sus largas patas. Tres veces, obstinada, intentó salir entre dos cuadros; tres veces tuvo que desandar el camino. Le costaba aprender.
—Es tontita —comentó el niño.
—De eso yo sé bastante —respondí, un poco trágica.
—Ahora busca otro camino. Mira, pobre, cómo titubea.
—Ya lo sé, así es.
—Parece que las esperanzas no tienen ojos, mamá. Se guían con las antenas.
—Lo sé —continué yo, cada vez más desdichada.
Nos quedamos mirando no sé cuánto tiempo. Vigilándola como en Grecia o Roma se vigilaba el inicio del fuego del hogar para que no se apagase.
—Ha olvidado cómo se vuela, mamá, y cree que sólo puede andar así, despacio.
Andaba realmente despacio; ¿estaría herida, tal vez? Ah, no; si hubiese sido así, de un modo u otro correría sangre, conmigo siempre ha sido así.
Fue entonces cuando, presintiendo el mundo comestible, por detrás de un cuadro salió una araña. Más que una araña, parecía «la» araña. Caminando por su tela invisible, parecía trasladarse suavemente por el aire. Quería la esperanza. ¡Pero nosotros también la queríamos, vaya! Dios mío, la queríamos y no para comérnosla. Mi hijo fue a buscar la escoba. Yo, débilmente confundida, sin saber si desgraciadamente había llegado la hora segura de perder la esperanza, dije:
—Es que no se matan las arañas. Me han dicho que traen buena suerte…
—¡Pero ésta va a matar a la esperanza! —respondió mi hijo con ferocidad.
—Tengo que hablar con la empleada para que limpie detrás de los cuadros —dije, sintiendo la frase desviada y oyendo el cansancio cierto que había en mi voz. Después fantaseé un poco sobre cómo sería de sucinta y misteriosa con la empleada; tan sólo le diría: haga usted el favor de facilitar el camino de la esperanza.
Muerta la araña, el niño inventó un juego de palabras con nuestra esperanza y el insecto. Mi otro hijo, que estaba viendo la televisión, lo oyó y se echó a reír con placer. No había duda: en casa se había posado la esperanza en cuerpo y alma. Pero qué bonito es el insecto: se posa más de lo que vive, es un esqueletito verde y tiene una forma tan delicada que explica por qué yo, que tengo la costumbre de agarrar las cosas, nunca he intentado agarrarla.
Por otra parte, una vez, ahora lo recuerdo, se posó en mi brazo una esperanza mucho más pequeña que ésta. De tan leve que era no sentí nada, sólo visualmente me di cuenta de su presencia. Permanecí absorta en su delicadeza. Sin mover el brazo, pensé: «¿Y ahora? ¿Qué debo hacer?». En realidad, no hice nada. Me quedé extremadamente quieta, como si me hubiese brotado una flor. Después ya no recuerdo lo que pasó. Y creo que no pasó nada."
(Clarice Lispector, Título original: "Uma Esperança", 1971)
Clarice Lispector, CUENTOS REUNIDOS, 2008, Siruela, Colección:
Libros del tiempo, Traducciones del portugués de Cristina Peri Rossi,
Juan García Gayó, Marcelo Cohen y Mario Morales.
A BOCA DE JARRO
(EN LA TRADUCCIÓN )
Realmente bueno...
ResponderBorrarQué bonito relato, Fer...una ternura la esperanza del niño y la de la madre fundidas y confundidas...
ResponderBorrarGracias por traerlo.
Besos.
¡Me encanta, Fer! Lo he compartido por todas partes.
ResponderBorrarUn beso
¡Ohhh! es precioso el relato. Esos diálogos entre el niño y la madre (a su vez, hablándose a sí misma) son muy entrañables. Qué bonito nombre el de "esperanza".
ResponderBorrarMe ha gustado mucho, Fer. Y eso que a mí no me gustan los bichitos...
Muchos besos
Como me gusta Clarice! Buena semana Fer, que florezca todo!
ResponderBorrarBesote
Qué precioso cuento, Fer. He buscado en google el insecto esperanza. No sabía que existiera semejante nombre para un bichito, pero es precioso.
ResponderBorrarEl cuento me ha cautivado por lo sencillo, pero perfecto del lenguaje. Está depurado al máximo. No sobra ni falta nada. También será mérito de la traducción, por supuesto. Muchas gracias por compartir con nosotros a esta autora.
Un beso.
hola! sencillo, hermoso y de gran contenido emocional( aunque tengo terror a las arañas verdaderas) saludosbuhos.
ResponderBorrarQué hermoso cuento, Fer. Una delicia de narración realizada con mucha ternura. El lenguaje del chico y la esperanza tan débil y vulnerable contribuyen al clima que se genera en la historia. Lo disfruté mucho. Gracias por compartirlo.
ResponderBorrarUn beso.
Ariel
Después de leer el precioso cuento que hoy nos compartes, Fer, una se queda sonriendo, con el alma un poco más ancha, creyendo a ciencia cierta en la esperanza. Simbólico, metafórico, original, conciso y sin embargo con tanto significado... ¡me ha encantado! Y por cierto que yo tampoco sabía de la existencia de un insecto llamado así :))
ResponderBorrarUn beso enorme y gracias por un post tan dulce.
No sabía de la existencia de ese bichillo que se camufla como hoja.
ResponderBorrarque bonito texto metafórico donde se entremezclan esperanzas de hijo y madre incentivada por el leve posar y el titubeo de un insecto.
Gracias por la aportación.
Besos
Bonita alegoría jugando con el nombre de esperanza para ese insecto. El paralelismo es precioso.
ResponderBorrarBesos.
P.D. Dejé un comentario anterior pero no aparece, no sé qué hice.
No conocía las esperanzas, al principio hasta llegué a pensar que hablabas de las esperanzas que era la tercera clase de "bichos" que poblaba junto a cronopios y famas aquel maravilloso libro de Cortázar. Siempre se ha dicho que la esperanza era verde pero no sabía hasta que punto.
ResponderBorrarUn relato bonito y aleccionador.
Aabrazos
Gracias a todos y cada uno por sus aportes, sus opiniones y el apoyo de siempre. Esta es una de mis autoras favoritas.
ResponderBorrarUn beso grande.
Fer